Hay un trabajo por ahí con
un gran poder, pago, prestigio,
y seguridad casi perfecta de trabajo.
Y solo hay una manera de ser contratado:
conseguir ser nombrado
en la Corte Suprema de Estados Unidos.
Si quieres convertirte
en un juez en la Corte Suprema,
el más alto tribunal federal
en Estados Unidos,
tienen que suceder tres cosas.
Tienes que ser nombrado
por el presidente de EE. UU.,
su nominación debe ser
aprobada por el Senado,
y, por último, el presidente
debe nombrarte oficialmente en la corte.
Debido a que la Constitución
no especifica ninguna cualificación,
en otras palabras, que no hay edad,
educación, profesión,
o incluso ser ciudadano de nacimiento,
un presidente puede designar
a cualquier individuo para servir.
Hasta el momento, seis jueces
han nacido en el extranjero,
al menos uno nunca
se graduó de secundaria,
y otro tenía solo 32 años
cuando accedió al puesto.
La mayoría de presidentes nominan a
quienes comparten su ideología,
por lo que un presidente liberal
tenderá a designar a liberales a la corte.
Por supuesto, las inclinaciones de
un juez no siempre son tan predecibles.
Por ejemplo, cuando
el presidente Eisenhower, un republicano,
nominó a Earl Warren
para Presidente de la Corte,
Eisenhower esperaba
que tomara decisiones conservadoras.
En cambio, los juicios de Warren
han sido algunos de los más liberales
en la historia de la Corte.
Eisenhower lo comentó más adelante
como "el mayor error"
que jamás cometió.
Muchos otros factores
entran en consideración, además,
incluida la experiencia,
las lealtades personales, etnia y género.
Los candidatos son
luego examinados a fondo
sus registros de impuestos
y pagos a la ayuda doméstica.
Una vez el presidente
entrevista al candidato
y hace un anuncio
formal de nominación,
los líderes del Senado tradicionalmente
llevan la nominación a audiencias
por el Comité Judicial del Senado.
Dependiendo de lo conflictiva
de la elección,
esta puede prolongarse
durante muchos días.
Desde la administración de Nixon, estas
audiencias tienen un promedio de 60 días.
El candidato es entrevistado sobre
su historial legal, si es el caso,
y cuál es su posición sobre cuestiones
claves para discernir cómo podría votar.
Y en especial en la historia más reciente,
el comité trata de desenterrar
secretos oscuros o indiscreciones pasadas.
El Comité Judicial vota para enviar
la nominación al pleno del Senado
con una recomendación positiva o negativa,
a menudo un reflejo de las tendencias
políticas, o ninguna recomendación.
La mayoría de los rechazos se dan
cuando la mayoría en el Senado
es de un partido político
diferente al del presidente.
Cuando el Senado aprueba,
es por un voto de mayoría simple,
con empates rotos por el vicepresidente.
Con el consentimiento del Senado,
el presidente emite una cita por escrito,
permitiendo que el candidato
complete los pasos finales
para tomar los juramentos
constitucionales y judiciales.
Al hacerlo,
juran solemnemente administrar justicia
sin respeto a las personas
y con igual derecho a pobres y ricos
y fidelidad e imparcialidad y llevar a
cabo todas las obligaciones que incumben
a un juez de la Corte Suprema de EE. UU.
Este trabajo es de por vida,
salvo renuncia, jubilación, o despido
de la Corte por un juicio político.
De los 112 jueces que han
ocupado la posición,
ninguno ha sido retirado de su cargo
como resultado de un juicio político.
Uno de sus roles es proteger
los derechos fundamentales
de todos los estadounidenses,
incluso cuando diferentes
partidos toman el poder.
Con el tremendo impacto
de esta responsabilidad,
no es sorpresivo que se espere que un juez
de la Corte Suprema de Estados Unidos sea,
en palabras de Irving R. Kaufman,
"Un modelo de virtud,
un titán intelectual,
y un mago administrativo".
Por supuesto, no todos los miembros de la
Corte han sido un ejemplo de justicia.
Cada uno deja detrás
un legado de resoluciones y dictámenes
que son objeto de debate
y son diseccionado por los jueces últimos,
el tiempo y la historia.