El cáncer, las enfermedades, la diabetes... son vistos como algunos de los temas más graves que enfrenta el mundo ahora, y con razón. Según la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer, más de ocho millones de personas mueren de cáncer cada año. La Organización Mundial de la Salud afirma que la enfermedad cardiovascular que la primera causa de muertes anualmente en el mundo afecta a 17.3 millones de personas cada año. La OMS también informa que alrededor de 422 millones de personas en el mundo, yo incluido, viven con diabetes. ¿Saben qué enfermedad afecta a casi mil millones de personas en el mundo, eso es, a 1/7 parte de la población mundial? El analfabetismo. Esto no es para minimizar la importancia de financiar e investigar sobre estas enfermedades. Al contrario, es para resaltar la seriedad e importancia del analfabetismo, y que, si fuese un problema de salud, sería considerado como una epidemia pero a diferencia de los otros problemas que no tienen cura, el analfabetismo sí lo tiene. El analfabetismo no es un defecto social, de la sociedad o cultura; es la falta de capacidad de leer. Es un problema que se puede solucionar. Pero ¿qué es el analfabetismo? ¿cómo se determina? Hay varias formas de alfabetismo: alfabetización digital, financiera, en salud, entre otras. En aras de la charla de hoy, vamos a hablar de lo que gran parte de la población piensa cuando oye la palabra "analfabetismo": la incapacidad básica de entender o producir información escrita. Para aquellos que organizan sus vidas a partir de palabras que conocen de vista e imágenes, y pudiendo solo firmar sus nombres, estas personas son analfabetas funcionales. Mientras las vacunas ayudan a eliminar y detener la propagación de enfermedades, el alfabetismo nos puede ayudar a eliminar, y detener la propagación de hambruna, pobreza y criminalidad. Es la herramienta necesaria para romper los ciclos sociales difíciles. Los datos son evidentes y preocupantes. Estudiantes que terminan el cuarto grado sin poder leer con destreza tienen un 78 % de probabilidad de jamás ponerse al día. El 90% de beneficiarios de ayudas sociales son desertores escolares o analfabetas. El 85 % de los individuos que entran en contacto con el tribunal de menores son analfabetas funcionales o no saben leer con destreza. No hay ningún factor que pueda moldear tanto la posibilidad de éxito, el potencial de ganancias, la salud y el bienestar mientras que ayuda a romper el ciclo que lleva a la pobreza y lucha diaria como el alfabetismo. Hay un sin número de ejemplos sobre cómo el alfabetismo ha impactado una vida o cambiado una comunidad, pero les voy a compartir uno con el cuál estoy más familiarizado: el mío. Pero primero una encuesta rápida. Para algunos, las preguntas pueden ser muy personales, así que, si deciden no participar, no los juzgo. ¿Cuántos de nosotros de pequeños recibíamos alguna ayuda del estado, ya sean estampillas de alimentos o viviendas de la Sección 8? ¿Cuántos vienen de familias monoparentales o de padres divorciados? ¿Cuántos de nosotros, estando en primaria, teníamos almuerzo gratis o con descuento? Los datos muestran que cerca del 82 % de los estudiantes que tienen derecho a almuerzo gratis o con descuento no leen con destreza en primaria. 3 de 4 beneficiarios de estampillas tienen rendimiento bajo de alfabetismo. Yo tenía todos estos factores en mi infancia, de hecho, soy la persona menos probable para estar frente a Uds. hoy como una autoridad en alfabetismo e iniciativas educativas sabiendo que apenas terminé el bachillerato. Uds. dirán "¡Espera, T! Acabo de oír tu presentación. Fuiste el bibliotecario del año en Texas. Tienes un máster. Haces charlas frecuentes sobre alfabetismo y literatura infantil. Te articulas bien, estás bien vestido y eres guapo." (Risas) Ya verán cuantos piensan lo mismo. Todo empieza no muy lejos de donde están sentados ahora: la metrópolis en auge, Lubbock, Texas. Él no es ni elegante ni está bien vestido. (Risas) ¿Estábamos todos tan mal en los años 90 o sólo era yo? ¿Y qué onda con los tirantes y el cinturón? ¿A dónde iban mis pantalones que necesitaba usar ambos al tiempo? (Risas) Menos mal que eso ya no está de moda. Mi madre creció en una pequeña comunidad agrícola al suroriente de Lubbock, llamado Meadow. Ella tuvo una crianza estable, mi abuelo administraba la desmontadora allá. Ella tenía estabilidad: tres comidas enteras al día y un techo sobre su cabeza. Ella se graduó de bachillerato pero no terminó la universidad, terminó casándose con mi padre y teniéndome a mí. Creo que los problemas siempre fueron subyacentes, Cuando cumplí siete, mis padres se divorciaron y mi padre se fue. No volví a ver o saber de mi padre desde 1986 hasta su muerte en 2007. Mi madre, que en paz descanse, falleció en 2014. Ella hizo lo mejor que pudo, pero sin educación superior era difícil obtener sustento. Así que no estaba en casa seguido por el trabajo, tratando de darnos un techo y comida en la mesa. No teniendo hermanos, pasaba mucho tiempo solo, y ahí empezaron mis problemas. Mis notas empezaron a bajar. Pasaba raspando. Me portaba mal, era el payaso de la clase, lo cual, después de muchos años de terapia, sé que era mi forma de llamar la atención. Pasé mucho tiempo con la gente equivocada, haciendo cosas que jóvenes no deberían hacer. Recibí muchas castigos de estudio tras clases, pero para mí, quedarme después de clase como castigo era mejor que volver a un hogar vacío. Las horas de estudio eran en la biblioteca. Yo era un buen lector, pero no ayuda a la imagen de tu pandilla ser visto con el nuevo libro del Club de las Niñeras o de Escalofríos. (Risas) Pero la biblioteca era un ambiente seguro y cómodo, y fue ahí donde comenzó mi transformación. Creo que todos pueden identificar un profesor o educador que dejó una gran huella en nuestras vidas. Para mí, uno de ellos fue la bibliotecaria de la Escuela Primaria Bowie en Lubbock, Texas: la señorita Ray. Mientras que otros profesores me mandaban a la oficina o me ponían a mirar la esquina, y no los culpo porque yo era un estudiante difícil, la señorita Ray me incluía de forma significativa. Me contó sobre un premio para libros donde los niños de Texas eligen el ganador. Se llama el Premio Texas Bluebonnet, lo único necesario para votar era leer por lo menos cinco de una lista de 20 libros, nada más. Para mí, la idea de poder ayudar a decidir cuál era el mejor libro infantil de Texas sólo con leer era mágico. Sólo cinco, pero por supuesto leí los 20. Tenía tiempo de todas formas. Aunque seguramente la señorita Ray habría preferido que hiciera mis trabajos y mejorara mis notas, estaba fascinado con la idea de pertenecer a algo, de ser parte de algo. Verán, cuando yo leía, no importaba la estampilla de alimentación o que mi padre me había abandonado o que mis amigos supieran que tenía almuerzo gratis en la escuela. Eso me cambió y me ayudó a creer que la vida me daba todas las oportunidades que estuviese dispuesto a aprovechar. Al final no me convertí en un buen alumno y acabé el bachillerato con dificultad, pero por la señorita Ray, tenía la competencia esencial de la lectura la que sirve de llave para seguir adelante en la vida. No sé dónde está la señorita Ray ahora. No sé dónde está o lo que hace, y nunca he podido agradecerle, pero espero que mi trabajo en alfabetización sirva de gracias. La educación tradicional es importante, pero la lectura es la base sobre la que se construyen otras competencias esenciales. Yo soy un ejemplo del poder transformador del alfabetismo en la vida y cómo éste puede romper ciclos sociales difíciles en los que nos encontramos. Un tercio de niños nacidos en pobreza se quedarán ahí durante su adultez, pero gracias a la señorita Ray y muchos otros que se interesaron, yo no soy parte de esa cifra. Es por eso que las escuelas y bibliotecas deberían ser catedrales, faros de luz en lo alto de las montañas proclamándole a todos que acá es donde cambian su vida, acá es donde se realiza un progreso significativo e impactante. Los bibliotecarios y profesores deberían ser elogiados por su labor: educando a nuestros niños y tratando de hacer del mundo un lugar mejor a través de la educación. La inversión en el desarrollo intelectual de nuestros niños no es algo bonito de tener, es algo que se debe hacer. La capacidad de lectura es un derecho humano vital. Es como tener acceso a agua potable o a atención médica. Su impacto es diario. 180 millones de niños en el mundo jamás tocarán a las puertas de un colegio, pero si saben leer, todavía tendrán una oportunidad: una oportunidad de mejorar sus vidas, una oportunidad para mejorar la vida de sus familias una oportunidad para dejar una huella en sus comunidades, pueblos o ciudades. Cuando hablamos de dejar una huella, la huella más grande es el acceso a libros para los niños. Un niño con libros en su hogar es un mayor indicador de éxito que el nivel educativo de sus padres. En los hogares de clase media la tasa de niños por libro es de 1 a 13. En zonas de bajos ingresos, esto cambia y la cantidad de libros apropiados para la edad es de 1 por cada 300 niños. Así que mi desafío para todos hoy es el siguiente: Tenemos que hacer llegar libros a los niños que marcarán la diferencia, donde dejarán una huella. La próxima vez que los inviten a un cumpleaños, en vez de llevar un juguete que se romperá en una semana, lleven un libro. Pongan un libro en el calcetín navideño. Apoyen las iniciativas locales de alfabetización. Apoyen su biblioteca pública local. Yo imagino un mundo donde los niños tienen en sus hogares la misma cantidad de libros que sus edades, como mínimo. Si cada niño de ocho años tuviese ocho libros en su casa, y cada niño de 13 años tuviese 13, y de 17 tuviese 17, ¿se imaginan el impacto que eso tendría en su generación? ¿y por lo tanto en otras generaciones? La gran Laura Bush oh, qué guapo es, mi encantadora esposa a la izquierda, luego la leyenda, y la Sra. Bush está ahí también. (Risas) La gran Sra. Bush, quien es bibliotecaria de profesión y mi heroína una vez dijo que los niños que leían aprendían dos cosas: Primero, que la lectura vale la pena y segundo, que ellos valen la pena. La alfabetización es importante. La alfabetización importa. La alfabetización puede marcar una diferencia. No importa la pregunta, la respuesta será la alfabetización. Gracias. (Aplausos)