"Todo el mundo es un escenario" desde "Como gustéis" de William Shakespeare. Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres son meros actores; tienen sus salidas y sus entradas; y un hombre puede representar muchos papeles, siendo sus actos en siete edades. Al principio el infante, que llora y vomita en los brazos de la nodriza; y luego el quejoso escolar su cartera y su brillante cara matutina, arrastrándose como caracol a regañadientes a la escuela. Y después el amante, suspirando como fragua, con una balada quejumbrosa compuesta por la ceño de su amada. Después un soldado, lleno de extrañas bravuconadas, bigotudo cual leopardo, celoso del honor, súbito y pronto en la lucha, buscano la efímera reputación hasta en la boca del cañón. Y después la justicia, de redondo y prominente estómago, de mirada severa y barba en corte formal, llena de sesudos dichos y modernas citas; y así desempeña su papel. En la sexta edad cambia al flaco y suelto pantalón, con anteojos en la nariz y bolsa en el costado; sus calcetines juveniles, bien conservados, un mundo muy ancho para su cuerpo encogido y su gran voz viril, se vuelve de nuevo un agudo resoplido infantil y silba en su sonido. La última escena de todas, que termina esta historia extraña y llena de eventos, es la segunda infancia y el mero olvido; sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada.