Idiotas. Lleven al capitán mas allá del arrecife hasta que tengamos permiso de llevarlo a la costa. Por un momento creí que me abandonaban. Fernand Monfego no abandona a sus amigos frente a un peligro suicida estúpido. De cualquier forma, como Monsieur Morell es el representante oficial de este viaje, Edmond, Debo decirle, oficialmente que pasaste tus límites como segundo al mando. Oficialmente. Ahí. Me protegí. Si no lo llevamos con un doctor, morirá. ¿Entiendes? Claro que entiendo. Sólo no esperes que haga esto sobrio. Correcto. Dragones ingleses. ¡Hola! Dantes, no. - Un poco descuidado, ¿no crees? - Tenemos que hablar con alguien. Pues, lo sé, pero... ¡Somos soldados franceses! - ¡Buscamos atención médica! - Vamos. Vamos. - Venimos en paz. - Vamos. ¡No queremos hacerles daño! ¡Edmond! ¡Vamos! ¡Suban**** ¡Cuidado! ¡Fernand! Bien, finalmente golpeaste algo. Teniente Graypool. Si su sed de sangre demanda la muerte de estos tres tontos, entonces dispare. Pero hagalo con el conocimiento de que no son agentes míos. Expliquense ahora, o disparo. Señor, soy Edmond Dantes, segundo al mando del barco mercante Pharaon, en camino a casa en Marseilles. Este es representante del dueño del barco, Monsieur Fernand Mondego, hijo del Conde de Mondego. Nuestro capitán tiene fiebre cerebral, así que vinimos por ayuda. Si su coma es genuino, no sentirá mi cuchillo, ¿o si? Sólo un rasguño. ¡Edmond! - ¡Teniente Graypool! - ¡Venimos a usted de buena fe! - Eso es por mis hombres heridos. - Y el orgullo herido, sin duda. Ha sido una noche ajetreada. Si no le hubiera disparado a esos dragones, estarían tirados en la playa en pedazos. - Casi logro que nos maten. - Si, casi. Y aun así, sobrevivimos. Denme una botella de vino por favor. - ¡Whoo - hoo! Denme una botella de vino por favor. El rey a tu favor, Mondego. Ser tu amigo es siempre una aventura. Lo es, ¿no es cierto? Que lástima que las aventuras no puedan ser siempre amistosas, ¿eh? ¿Qué? Bueno, no siempre sera así, ¿o sí? - ¿De que hablas? - Nada, bebe. Estamos bebiendo vino de Napoleón Bonaparte. Creo que encontrarás el 1806 finamente clásico. Mientras esté despierto, Monsieur Dantes, me pregunto... si puedo hablar con usted. Tengo curiosidad. ¿Cuál es la importancia de la pieza de ajedrez? Es solo algo que he tenido desde la infancia. Cuando uno de nosotros ha tenido una victoria, rey del momento. - ¿Rey del momento? - Si. En la vida, todos somos o reyes o peones. Me conmueve su esfuerzo de salvar la vida del capitán, Dantes. Él es mi capitán... y mi amigo, Su Majestad. Los amigos leales son raros en realidad. De hecho, es ese el asunto del que deseo hablar. He escrito una carta algo sentimental a un viejo camarada en Marsella. Es un lado de mí que prefiero que los ingleses no vean. Ya que tienen el hábito de abrir mi correspondencia, me preguntaba si podría entregarla por mi. Oh, yo... yo no... Es solo una carta, de un viejo soldado a otro. Es totalmente inocente, se lo aseguro. Pero más importante, es el precio que pido por el uso de mi médico. Entonces, acepto. Bien. Debe entregar la carta a Monsieur Clarion. - ¿Puede recordar el nombre? - Monsieur Clarion. ¿Cómo lo encuentro? Oh, él lo encontrará. Ahora bien, no tengo deseos de que se conozca la existencia de la carta por alguien más. Ni siquiera por su bendito compañero de allá atrás. ¿Entiende? Soy un hombre de palabra, su Majestad. Si, yo, uh... Creo que lo es. ¿Qué quería? Oh, ehm, noticias de Francia. Eso es todo. Es tiempo de que se vayan. Su capitán ha estado muerto desde hace media hora.