Recuerdo que cuando Craig me dijo: "Ven a dar una charla TED a mis alumnos", pensé: "¿Por qué?". Soy profesor, me pagan para que hable durante 50 minutos. ¿Cómo diablos voy a hacer para hablar solamente 15 o 18? Así que decidí intentarlo. Me dijo: "Habla de Shakespeare". Pensé: "¿Por qué Shakespeare?, ¿por qué hablar de él?". La única respuesta que se me ocurrió fue plagiar a nuestro apuesto y joven Primer Ministro y decir: "Bueno, es 2016". Es un comienzo. Y es el más fácil porque hace 400 años y 6 días, el 23 de abril, Shakespeare murió. Prince ha muerto esta semana. Esta noticia apareció mucho en la prensa. ¿Tendrá la misma repercusión en 400 años? No lo sé. ¿Habrá prensa dentro de 400 años? Probablemente no. Entonces ¿por qué? ¿Por qué después de 400 años? En 2012, durante los JJ. OO. de Londres, ocurrieron muchas cosas emocionantes. Probablemente todos recordamos al hombre relámpago, ¿no? Usain Bolt lo volvió a hacer. Ganó todas las carreras de velocidad. Cientos de miles de personas fueron testigos de algo más. Cada Olimpiada une el deporte con la cultura. Y siempre hay una Olimpiada Cultural. En 2012, en Londres, eligieron a Shakespeare. Hubo más de 100 producciones teatrales entre el 23 de abril y el fin del evento en noviembre. Setenta de esas presentaciones se hicieron en el teatro 'The Globe'. Se representaron obras de más de 40 países de todo el mundo, y estaban en 37 idiomas diferentes. ¿Por qué? La mayoría de esos países habían sido colonizados por los ingleses. Una vez despojados de los grilletes de la colonización, ¿por qué se quedaron con Shakespeare? ¿Y por qué querían escuchar a Shakespeare en su propio idioma? ¿Y por qué, cuando vinieron a Londres, miles de personas de esos países, que ahora vivían en Londres, iban a escuchar a Shakespeare en su lengua materna? De eso quiero hablarles hoy: del poder de escuchar a Shakespeare. Por eso no quiero ningún texto aquí arriba. Sería contradictorio. Y por eso me alegro de que cerráramos ese libro. La primera vez que representaron una obra de Shakespeare, y por más de 200 años, cuando la gente iba al teatro, escribía sobre la obra que había visto, sea de Shakespeare o no, en su diario, o en cualquier libro: "Anoche fui a escuchar 'Sueño de una noche de verano'", o "Anoche fui a escuchar 'Hamlet'". Nunca nadie escribió, hasta bien entrado el siglo XIX, que habían ido a ver una obra de teatro. Porque lo esencial en la obra es la voz, y nadie entendía eso mejor que Shakespeare. Estamos ahí porque nos consuela escuchar una voz humana, anhelamos una voz que nos represente la alegría y el dolor. Porque lo que importa en la vida es lo que aprehendemos, lo que capturamos, lo que nos captura, esas cosas que nos aterran, y aquellas que nos alegran. Y el teatro nos da todo eso; pero Shakespeare, ya no. Así que es curioso --no trágico, simplemente curioso-- que cuando los alumnos en la universidad se me acercan, la mayoría dice: "Oh, Shakespeare... No sé. Siempre fue muy difícil en la secundaria". Otros dicen: "Oh, me encantó, de verdad". Pregunto: ¿Qué te gustó?". "Las películas. Hay películas muy buenas de Shakespeare". Entonces debo contestar: "No, no, no. Shakespeare no se trata de ver una película". Tiene que haber una persona ahí, una persona que esté encarnando la historia para nosotros, para que al verla podamos ser captados y captar también las emociones que se representan. No le tengan miedo a Shakespeare. Una de las razones por las que decidí hacer esto fue porque Craig me dijo que habría más de 900 alumnos aquí, y todos van a estudiar Shakespeare en algún momento, les guste o no. Le pregunté: "¿Qué leen?". "Bueno, lo usual: 'Sueño de una noche de verano', 'Hamlet', 'Romeo y Julieta', 'Macbeth'". Pensé: "Genial, trabajaremos con algunas de esas obras". Pero la mayoría probablemente recurre a las ediciones 'No Fear Shakespeare' que traducen Shakespeare al inglés actual, como si no estuviera originalmente en inglés. Y quienes hacen guías como 'Sparknotes' ganan millones de dólares gracias a los ejemplares de 'No Fear Shakespeare', cuando en principio no había nada que temer. Y Shakespeare nunca ganó un centavo en su vida por la impresión de sus obras. No le podría haber importado menos. Cuando se publicó el "Primer Folio", siete años después de su muerte, fue porque los miembros de su compañía teatral quisieron rendirle homenaje. A él nunca le importó. Había cientos de ediciones de sus obras, y nunca ganó un centavo por ellas. Porque no estaban hechas para leer, y en eso quiero que nos centremos ahora. Voy a elegir un par de escenas y quiero guiarlos a través de ellas, quiero darles una idea de lo que pueden aprehender cuando miran y escuchan. Y lo que voy a decirles ahora, y quizás repita al terminar --porque no tengo claro adónde voy-- dependerá de lo que oigamos cuando escuchemos estos textos. No busquen significado. No lo hay. No busquen una tesis. No persigan temas. No analicen metáforas. No se preocupen por los ensayos que deben escribir. Simplemente escuchen, y abran su mente al escuchar. Y sean receptivos con lo que sienten, porque la aprehensión es mucho más importante que la comprensión. Y en "Sueño de una noche de verano", una de las extraordinarias figuras de Shakespeare, el duque Teseo, señala precisamente eso al final de la obra. Dice: "Una de las cosas más interesantes de la vida es esta: cuando aprehendemos un efecto, queremos comprender una causa". Y eso es un problema, especialmente en el teatro y siempre en la vida. Cuando nos ocurre algo, queremos saber por qué. Bueno, la causa no importa. ¿Quién sabe cuál es la primera causa de las cosas? ¿Fue Dios el creador o fue el Big Bang? Eso está más allá de mi comprensión. Pero en relación con la vida, aprehendo constantemente lo que significa estar vivo. Y buscar significado en ello, en lugar de simplemente nadar en la fastuosidad de mi propia alma y de mi propio corazón, parece una renuncia extraordinaria a la alegría de vivir. Así que vamos con Shakespeare. Leamos quizá una sola escena. La pantalla me indica que me quedan nueve minutos y medio. Veamos, deberíamos tener tiempo para una. Elijan ustedes, yo tengo un par de ideas. Escojamos una de estas dos que son las más conocidas. Si aún no las han leído, deberán hacerlo en la secundaria: "Romeo y Julieta" o "Hamlet". ¿Cuál prefieren? Audiencia: ¡"Hamlet"!, ¡"Romeo y Julieta"! Creo, creo escuchar... Creo que eligen "Romeo y Julieta". ¿Sí, Craig? Si tuviera más tiempo... Oh, ahora me quedan menos de nueve minutos. Si consigo hablar a toda velocidad, si terminamos esta escena, quizá podemos escuchar un poco de "Hamlet", y quizá cerremos con algo de "Hamlet". Lo que vamos a hacer con "Romeo y Julieta" es adentrarnos en la escena en la que conocemos a Julieta, porque nos dice algo sobre Shakespeare. Shakespeare es muy bueno representando a las mujeres, escuchando a las mujeres y haciendo que nosotros las escuchemos. Y esto es porque en su época no se permitían mujeres en el escenario. Las mujeres no actuaron en las obras de teatro inglesas hasta... 1665. Así que los hombres representaban los papeles femeninos. Y no únicamente los niños. Había actores que pasaban toda su carrera interpretando personajes femeninos. En la escena donde vemos por primera vez a Julieta tenemos a Julieta, a la nodriza y a Lady Capuleto, tres mujeres centrales de la obra. Aún no conocemos a Julieta. Estamos en la escena 3 del acto 1. La nodriza está sentada. Ya conocimos a Lady Capuleto, quien entra en escena y pregunta: "¿Dónde está mi hija?". Conocimos a Lady Capuleto en la escena 1 del acto 1, cuando los hombres estaban peleando, armando un barullo: los Montescos y los Capuletos se enfrentaban, los hombres desenvainaban sus espadas, todos exhibiendo su virilidad. Sumamente gracioso. Y Lady Capuleto lo sabe y se burla de su esposo. Le dice: "¿Para qué pedís una espada?". No tiene sentido. Es una mujer fuerte. Entra y pregunta: "¿Dónde está mi hija?". Y la nodriza contesta: "¡Pues por mi doncellez a los doce años, que la he mandado venir!". Jura por su virginidad a los doce años que la ha estado llamando y no sabe dónde está. Entonces se pone de pie y llama: "¡Julieta!". No, no, no quiero nada ahí en pantalla. ¿Podemos quitarlo? ¿Es posible? ¿Cómo quitamos eso? Genial. Y empieza a llamarla: "¡Eh, cordera! ¡Eh, pimpollo! ¿Dónde está esa muchacha?". En casi todas las representaciones, Julieta está en el balcón o fuera del escenario, porque en el texto se lee "Entra Julieta". En las impresiones originales, siempre se lee "Entra" cuando aparece el personaje. Ella ya está allí. Lo que la nodriza dice, si escuchan con atención, es lo que se dice cuando juegan con un niño pequeño. Seguramente lo han hecho, o alguna tía o tío les ha hablado así a Uds. "Joey, Joey, ¿dónde estás, Joey? Por Dios, Joey, ¿dónde te metiste? Oh, ¿qué voy a hacer contigo, Joey?". ¿Y dónde está realmente Joey? Justo ahí, detrás de Uds., que simulan no verlo. Ahí es donde está Julieta, si en verdad están escuchando a la nodriza. "¡Eh, cordera! ¡Eh, pimpollo! ¿Dónde está esa muchacha?". Y Lady Capuleto está de pie observando. Finalmente Julieta dice: "¡Ya, ya! ¿Quién llama?", siguiendo el juego de la nodriza, quien contesta: "Vuestra madre". Y Lady Capuleto le dice a la nodriza: "Déjanos solas un momento, nodriza; tenemos que hablar en secreto...". La nodriza se está yendo cuando Lady Capuleto la detiene: "¡Vuelve acá, nodriza!". Lo que tiene que contarle a Julieta es que su padre ha decidido que ya es momento de casarla, y que esa misma noche ella conocerá a su futuro esposo. Lo crucial de esta escena, que notaremos si estamos escuchando con atención, es lo que hace Lady Capuleto. Porque, siempre, en las escenas cruciales de Shakespeare, cuando él pretende que escuchemos, hay un oyente en escena, en este caso, Lady Capuleto que escucha cómo su hija juega con la nodriza, y luego la nodriza narra una larga historia, una anécdota divertida de cuando Julieta era pequeña. Y la madre de Julieta escucha, consciente de que está a punto de decirle a su hija que la infancia se acabó. ¿Qué siente mientras escucha a la nodriza? ¿Qué sentiría cualquier padre? (Se emociona) Ese momento suele representarse en la televisión cuando el padre le da al hijo las llaves del auto por primera vez, o cuando lo deja en el albergue universitario, o cuando el oficial viene a buscarlo porque está en libertad condicional. (Risas) O la situación que sea en la que se preguntan: "¿En qué momento creció mi hijo?, ¿cómo no me di cuenta?". Si escuchamos atentamente, eso es lo que pasa en esta escena. La mayoría de los directores no lo representa porque están leyendo, e ignoran a Lady Capuleto. Algo extraordinario sucede mientras la nodriza habla. Están tratando de recordar la edad exacta de Julieta, y su madre dice: "Todavía no ha cumplido los catorce". Y la nodriza: "No, los cumplirá en dos semanas. Lo sé porque mi hija Susana y ella tenían la misma edad. Mi Susana está con Dios; era demasiado buena para mí". La hija de la nodriza falleció de pequeña, y Julieta vive. La nodriza dice estas palabras mientras mira a Julieta, y Lady Capuleto también mira a Julieta, y son dos las hijas que murieron. Y si no estamos escuchando con atención, no lo notamos. La nodriza nos cuenta que su hija Susana falleció ya hace casi 14 años. Y Lady Capuleto piensa: "Perderé a mi hija en dos semanas, cuando se case con Paris y se marche a vivir con él. Y la niña que recuerdo con sus juguetes se irá, desaparecerá." Eso es lo crucial cuando escuchamos. Me quedan dos minutos. Mencionaré brevemente algo de "Hamlet" y concluiré la charla. Hacia el final de "Hamlet", en medio de la contienda con espadas y venenos, varias personas terminarán muertas en el escenario. Será todo un espectáculo, una típica escena masculina. Hay un momento femenino allí que es importante, y es sobre las madres. Gertrudis tiene únicamente tres líneas. La primera: "Hamlet, ven, deja que te enjuague el rostro". "Ven, Hamlet, toma mi pañuelo y sécate la frente". Al inicio de la obra, cuando ella quería tocarlo, él no se lo permitía. Nunca le permite tocarlo; él se aleja porque está enfadado con ella por haberse casado con su tío. Shakespeare hace que una de sus últimas líneas sea: "...deja que te enjuague el rostro". Y toma su pañuelo y le enjuaga el sudor de la frente, exactamente como cualquier madre --incluso si tienen 62 años como yo-- les cerraría el abrigo en un día frío, o los llamaría a la universidad para preguntar: "¿Hace frío? Ponte los mitones". Cuando no escuchamos, nos perdemos las pequeñas cosas de la vida. En la literatura, escuchar es crucial para percibir esas pequeñas cosas. Por eso Shakespeare es relevante. No porque debamos leerlo, sino porque deberíamos escucharlo. Al principio de "Hamlet", hay un personaje solo en el escenario, Francisco, esperando que Bernardo lo releve. Puede permanecer solo en escena todo el tiempo que el director quiera, sin decir nada. Bernardo llega y dice: "¿Quién vive?", porque está oscuro. Y Francisco contesta: "¡No, contestadme a mí! ¡Alto y descubríos!". Muéstrate. Y yo les digo a Uds.: Muéstrense cuando lean Shakespeare. Cierren el libro, abran su mente, aprehendan, y entonces no se molestarán en buscar el significado. Descubran, escuchen, y permitan que la vida y la literatura los alcance. Gracias. (Aplausos)