¡Buenos días! Me llamo Martha Mosse. Soy una artista feminista. Mi trabajo trata sobre el control y la opresión y sobre romper las barreras de nuestras prisiones En concreto, las indefendibles prisiones de nuestros cuerpos. Mirando atrás me doy cuenta de que siempre he sido feminista pero no le había puesto etiqueta. Comprendí por primera vez qué era desigualdad de género cuando tenía 18. Estaba viajando por el desierto de Dubai con mi hermano y mis padres. Íbamos a un festival literario. Entablé conversación con una repetable corresponsal de guerra que comenzo a contarme una historia de años atrás, durante una visita a una casa familiar en Afganistán. Al llegar le dijeron que se dirigiera a la cocina para ayudar a las mujeres a preparar la cena mientras que a sus dos jóvenes compañeros de rodaje se les invitó a relajarse con los hombres en la habitación principal. Tras horas cocinando, preparando un gran banquete las mujeres empujaron los platos por debajo de la cortina que separaba la cocina del salón, las mujeres de los hombres. Cuando los hombres terminaron de comer, empujaron de vuelta las bandejas por debajo de la cortina y fue entonces cuando las mujeres pudieron comer las sobras. Lloré al escuchar esta historia. Lloré porque me di cuenta de lo injusto y restrictivo que puede ser el mundo. También lloré porque fui consciente de lo siguiente: una vez que has reconocido la desigualdad de género y la necesidad del feminismo, ya no puedes dejar de verlo. Empecé a identificarme como feminista en mi segundo año de universidad cuando estaba escribiendo mi tesis. El ensayo era un análisis de las etiquetas "puta", "solterona" y "perfecta". Para ello leí muchos de los textos clásicos del feminismo contemporáneo: El Segundo sexo, La mujer única, La belleza en mí, Muñecas vivientes. (Risas) Leer estos libros y tener estos pensamientos hizo que de repente empezara a sentirme más valiente. Me sentía más capacitada a expresar mis opiniones, y en buena compañía. Gracias a esta investigación empecé a desarrollar mis representaciones artísticas. Reconocí el peligro que encierran ciertas etiquetas, y quise explorar y resaltar este peligro en entornos relativamente neutrales. Como mucha gente ignora lo que es el arte representativo, existe independientemente a las etiquetas. Mi trabajo analiza el peligro de estas tres etiquetas específicas. Y son la razón por la que siempre me etiquetaré como feminista. Empezaré con "perfecta". Perfección disfrazada de cumplido. Se hace pasar por una idea realizable, pero es una mentira aspirar a ella. Tanto la historia como la economía contemporánea se han basado en este ideal. La industria de la moda y belleza ostentan falsos ejemplos de piel perfecta, ojos, labios, pelo, culo, uñas, bronceado; que ninguna mujer tiene, pero que aparentemente todas necesitamos. (Risas) La industria de la salud y fitness depende de las mujeres y hombres insatisfechos con su apariencia. Por lo que desarrollan entrenamientos que afirman que obtendrás un cuerpo perfecto. pero, ¿qué es un cuerpo perfecto? Yo sostengo que la perfección es subjetiva. Es diferente para todos. Asi que, ¿cómo puede ser la perfección física posible? No puede ser, ¿verdad? El peligro de publicitar un ideal imposible como alcanzable es que solo incentiva y hace que mujeres y hombres se sientan como un fracaso. Incluso si eres lo suficiente afortunada de haber nacido con estos genes que se aproximan al ideal físico de perfección, el siguiente obstáculo a superar es la amenaza de permanecer soltera Por lo que la siguiente etiqueta es "solterona". Cuando una mujer envejece se le enseña que está decayendo. Su reloj biológico no se detiene, y su apariencia empieza a desvanecerse aparentemente su objetivo, su posibilidad de encontrar la felicidad está perdida. El equivalente masculino de la solterona, el soltero, se representa disfrutando un estilo de vida festivo y lujosos apartamentos. Puede perfeccionar su aspecto de madurito atractivo con caros productos de belleza y cautivar a mujeres de la mitad de edad. A la solterona se le compadece. Está condenada a sentarse sola rodeada de gatos, guardando luto por la pérdida de su juventud. (Risas) No importa lo feliz o existosa que sea, la estrella de Hollywood, Jennifer Aniston es representada en los medios de comunicación como triste y fracasada por no haber tenido aún un bebe. La idea es, que si una mujer no se ha casado o ha tenido hijos, entonces ha fracasado como mujer. Se quedó para vestir santos, como dice la frase, a menudo se asume que la mujer ha debido haber hecho algo mal en su juventud o que está equivocada. Tiene que haber una razón para eso. A lo mejor, fue una puta. Una puta es una mujer excesivamente promiscua que encaja en los estrechos parámetros de "sexy", pero no en "demasiado sexy". (Risas) A juzgar por la representaciones mediáticas, las mujeres deben vestir de manera elegante, ser delgadas, llevar pintalabios rojo, no trabajar. La pornografía mainstream que está muy extendida, bombardea continuamente con escenarios sexuales donde la mujer tiene sexo incluso cuando no quiere o aún no está preparada. La industria del porno blando y hardcore publicita el sexo como algo inmediato y nada íntimo que las jóvenes generaciones de chicos y chicas están empezando a pensar que es así como debe hacerse. Pese a que se sexualiza la imagen de las mujeres en porno, revistas, videoclips, periódicos nacionales, cuando una mujer sigue estos ejemplos en la vida real se le ridiculiza, critica, es maltratada verbalmente o incluso fíisicamente. De nuevo, fracasa. Y el fracaso es por su culpa. Según un sondeo de Amnistía, una de cada tres personas culpa a la mujer de ser violada. Preguntan si estaba borracha, si su falda era muy corta, si estaba coqueteando, como si algo de esto significara que pierda el derecho del control de su propio cuerpo. El arte representativo de SlutWalks intenta recuperar el mundo. Pero sigue siendo parte de una reacción contra la liberación sexual femenina y el control que da a las mujeres. La palabra "puta" separa a hombres de mujeres. Segrega a mujeres de mujeres. Nos deshumaniza y despersonaliza a todos nosotros Las etiquetas "puta", "solterona", y "perfecta" son comunes. Ofenden, limitan e intimidan a las mujeres. Roban el poder y pasan a tener el control. Los obvios mensajes sexistas que contiene cada etiqueta están tan arraigados que la mayoría de la gente, espero, no es consciente del daño, miedo, y segregación que engendran. Mantienen a las mujeres enjauladas. Mantienen el status quo. Es por etiquetas como estas que encuentro de vital importancia, tanto para hombres como mujeres el identificarse como feministas. Mis padres nunca concordaron con los roles de género. Ambos nos educaron, a mi hermano y a mí. Los dos trabajaban. Mi hermano y yo crecimos en una casa sin etiquetas. Actualmente tengo dos taladros eléctricos. (Risas) Construí mi primer mueble para ensamblar en casa cuando tenía seis años. Continúo usando estas habilidades en mis representaciones artísticas. Mi habitación preferida de la casa es la cocina. Cuando dejamos que las etiquetas nos limiten, hombres, mujeres, niños y niñas, fracasan tratando de alcanzar su potencial real. Pero a veces, reivindicar una identidad puede darnos el valor para ser lo que deseamos, actuar como queremos ser. En mi caso, una artista. Una artista representativa. El feminismo no es una etiqueta limitadora. No dejes que los medios de comunicación te convenzan de que no puedes ser feminista o de que no debes ser feminista. No es una etiqueta limitadora. Es una provocación, una celebración, una oportunidad. Ha dado fuerza a hombres y mujeres de todo el mundo a ser más valientes, a elevar sus voces,a ser más independientes. Ha forzado al cambio tanto financiero, político, derechos humanos y social. El feminismo consiste en justicia e igualdad de oportunidades para todos. ¿Acaso no somos todos feministas? Me llamo Martha Mosse. Soy feminista y artista representativa. Muchas gracias. (Aplausos)