Por mucho que lo intentes,
no puedes mover un interruptor
al entrar en la oficina
y apagar tus emociones.
Los sentimientos son una parte
del ser humano.
[Cómo trabajamos]
Existe un mito generalizado
que no deberíamos
sentir emociones en el trabajo,
y esto nos suele llevar
a confundir la profesionalidad
con ser impasible o incluso frío.
Estudios demuestran que
cuando nuestros compañeros
dejan de lado
la profesionalidad impecable,
es más probable que nos creamos
lo que nos cuentan.
Estamos conectados
con quienes nos rodean.
Nos esforzamos más,
el rendimiento mejora
y, en general, somos más amables.
Por eso, ya va siendo hora de aprender
a aceptar las emociones en el trabajo.
Esto no quiere decir
que debas convertirte
en una manguera emocional.
Hay un límite entre compartir,
con lo que generamos confianza,
y excedernos compartiendo,
que la destruye.
Si empiezas a dar rienda suelta
a tus sentimientos en el trabajo
y das mucha más información
de la que el resto te ha ofrecido,
además de incomodar a los demás,
te desgastarás a ti mismo.
Puedes dar la impresión de ser débil
o carecer de autoconciencia,
por lo que, aunque está bien
hablar de cómo anoche te encontrabas mal,
no tienes por qué contar
todos los detalles
sobre cómo tu cena a medio digerir
y tú os reencontrasteis en el baño.
Existe un amplio espectro
de expresión de las emociones.
Por un lado, tenemos personas a las que
les cuesta hablar de sus sentimientos
y, por otro lado, otras que comparten
absolutamente todo lo que les ocurre.
Ninguno de estos extremos
crea un entorno laboral sano.
Entonces, ¿cuál es el equilibrio
entre un extremo y otro?
Es algo llamado
vulnerabilidad selectiva.
Esta consiste en abrirse al resto
mientras priorizamos nuestra estabilidad
y seguridad psicológica,
así como la de nuestro compañeros.
Por suerte, se puede aprender
a ser vulnerable de forma selectiva
con algo de práctica.
Puedes empezar con cuatro formas:
Primero, expresa tus sentimientos
sin que parezca que se te escapan.
El mal humor es contagioso
y, aunque no expreses
lo que sientes oralmente,
lo más probable
es que tu lenguaje corporal
o tus expresiones lo dejen más que claro.
Así que, si estás de brazos cruzados
o martilleando tu teclado,
tus compañeros de trabajo
reconocerán tu enfado.
Y si no dices nada,
pueden pensar
que es culpa suya y preocuparse.
Por lo que, si tu humor
ha cambiado por algo ajeno al trabajo,
como puede ser un atasco,
tan solo exprésalo.
No tienes por qué dar detalles.
Puedes incluso decir: «hoy no está siendo
un buen día, pero no es culpa vuestra».
Pero cuando lo que te da problemas
es algo relacionado con el trabajo,
entonces debemos ir al segundo punto.
Trata de entender el origen de esas
emociones y aborda lo que las genere.
Si de pronto sientes que todo el mundo
empieza a irritarte,
relájate y reflexiona por qué.
Puede que estés irritable
porque estés nervioso,
y que lo estés porque te preocupe
una fecha de entrega próxima.
En tal caso, puedes dirigirte a tu equipo
para tratar esa preocupación
y decir algo como:
«Quiero terminar todo
antes de la fecha de entrega.
¿Podéis echarme una mano
para organizarme en condiciones?»
Si pretendes compartir algo, intenta
ponerte en el lugar de la otra persona.
Si lo que vas a decir crees que
te ayudará a sentirte más apoyado
y a entender mejor la situación,
no lo dudes y compártelo;
pero si no lo tienes seguro,
puede que sea mejor dejarlo estar.
Por último, mira a tu alrededor
y traza un camino a seguir.
Si todo tu equipo
ha estado trabajando sin pausa
y te fijas en que uno de tus compañeros
parece especialmente desanimado o tenso,
puedes reconocerlo y mostrar empatía,
pero ofréceles algo factible
a lo que puedan aferrarse.
Y en tal caso, puedes ofrecerte
a hablar con el supervisor
y pedirle que retrase la reunión semanal
para que ambos tengáis
más tiempo para trabajar.
De esta forma, demostrarás
interés por su éxito,
así como preocupación
por su bienestar.
Cuando podemos expresar
sentimientos de forma sincera
y sugerir ideas o equivocarnos libremente
sin ocultar algunas partes
de lo que somos en realidad,
somos más propensos a permanecer
en una empresa más tiempo.
También somos más felices y productivos.
Así que tómate tu tiempo y reflexiona
sobre cómo expresas las emociones
cuando vas a trabajar cada dia.
Si tiendes a dar demasiada información,
intenta controlarlo;
y si eres más bien reservado,
busca momentos en los que
puedas abrirte con el resto
y ser algo más vulnerable.
Lo más seguro es que la gente
responda de forma totalmente diferente.
La vulnerabilidad selectiva
se convertirá
en una de tus herramientas más valiosas.