En breve, me gano la vida arrastrando trineos,
por lo que no se necesita mucho
para sorprenderme intelectualmente,
pero voy a leer esta pregunta de
una entrevista a inicio de año:
"Filosóficamente, ¿el suministro
constante de información
disminuye nuestra capacidad
para ponernos metas,
o reemplaza nuestros deseos de lograrlas?
Después de todo, si alguien está
haciendo algo en algún lugar,
y podemos participar virtualmente,
entonces, ¿para qué molestarse en salir de casa?"
Generalmente me presentan como explorador polar.
No estoy seguro que sea el tipo
de trabajo más progresista
o muy del siglo XXI, pero he pasado
hasta ahora más del dos por ciento
de mi vida viviendo en una carpa
dentro del círculo polar ártico,
por lo que salgo bastante de casa.
Y está en mi naturaleza, supongo,
que soy un hacedor de cosas
más que un espectador o un contemplador de cosas,
y es esa dicotomía, la separación
entre ideas y acción,
lo que voy a intentar abordar brevemente.
La respuesta más concisa a la pregunta "¿por qué?"
Que me ha perseguido durante los últimos 12 años
ha sido atribuida sin duda a este tipo,
con aspecto de caballero libertino
parado al fondo, el segundo de la izquierda,
George Lee Mallory, que muchos de Uds. conocen.
En 1924 fue visto por última vez
desapareciendo entre las nubes
cerca de la cumbre del Monte Everest.
Él puede o no haber sido la primera
persona en escalar el Everest,
más de 30 años antes de Edmund Hillary.
No se sabe si llegó a la cima,
sigue siendo un misterio.
Pero se le atribuye haber acuñado
la frase: "Porque está ahí".
Ahora no estoy realmente
seguro que lo haya dicho.
Hay muy poca evidencia para
sugerirlo, pero lo que sí dijo
es realmente mucho más amable,
y también lo tengo impreso y cito:
"La primera pregunta que me harán
y que yo intentaré responder es:
¿De qué sirve escalar el Monte Everest?
Y mi respuesta siempre será: para nada.
No hay la más mínima
posibilidad de sacarle ganancia.
Ah, podemos aprender un poco
sobre el comportamiento
del cuerpo humano a grandes alturas,
y posiblemente los médicos puedan
convertir nuestra información
en algo que sirva a los propósitos de la aviación,
pero salvo esto, no sacarán más.
No traeremos un solo gramo de oro o plata,
ni una joya, ni carbón o hierro.
No encontraremos ni un metro
de tierra que se pueda plantar
con granos para obtener alimentos.
Por lo tanto no sirve de nada.
Si usted no puede entender
que hay algo en el hombre
que responde al desafío de esta montaña
y que va allí para confrontarlo, que la lucha
es la lucha de la vida misma
para ascender y seguir ascendiendo,
entonces no entenderá para qué vamos.
Lo que conseguimos de esta
aventura es sólo alegría pura,
y la alegría, después de
todo, es el fin de la vida.
No vivimos para comer y hacer dinero.
Comemos y hacemos dinero
para poder disfrutar de la vida.
Eso es lo que la vida significa
y eso es para lo que sirve la vida".
El argumento de Mallory de que salir de casa
para emprender estas grandes
aventuras es alegre y divertido,
sin embargo, no concuerdan
tanto con mi propia experiencia.
Lo más lejos que he estado de la puerta de mi casa
fue en la primavera de 2004.
Todavía no sé exactamente
por qué lo hice, pero mi plan era
atravesar en solitario y sin apoyo el océano Ártico.
Mi plan conciso era caminar
desde la costa norte de Rusia
al Polo Norte y luego dirigirme
a la costa norte de Canadá.
Nadie lo había hecho. Tenía
26 años en ese momento.
Muchos expertos decían que era imposible,
y mi madre ciertamente no era
muy partidaria de la idea.
(Risas)
El viaje desde una pequeña estación
meteorológica en la costa norte
de Siberia hasta el punto definitivo de partida,
al borde de la capa de hielo,
la costa del Océano Ártico,
llevó unas cinco horas,
y si vieron al valiente
Felix Baumgartner mientras
subía, más que cuando bajaba,
comprenderán la sensación de aprensión,
mientras estaba sentado en un
helicóptero entre truenos de nortes,
y la sensación, por lo menos,
de inminente condenación.
Estaba sentado allí preguntándome
por qué diablos me había metido en ello.
Hubo un poco de diversión, un poco de alegría.
Tenía 26 años. Recuerdo estar sentado allí
mirando mi trineo. Tenía mis esquíes preparados,
tenía un teléfono satelital, una
escopeta de carga a pistón
en caso de ser atacado por un oso polar.
Recuerdo estar mirando por la ventana
y ver el segundo helicóptero.
Ambos estábamos cruzando este
increíble amanecer de Siberia,
y parte de mi sentía un poco como
una cruza entre Jason Bourne
y Wilfred Thesiger. En parte
sentía mucho orgullo pero más
estaba completamente aterrorizado.
Y ese viaje duró 10 semanas, 72 días.
No vi a nadie más. Tomamos
esta foto al lado del helicóptero.
Después de eso, no vi a
nadie durante 10 semanas.
El Polo Norte es una superficie
desolada en medio del mar,
así que estaba cruzando la superficie
congelada del océano Ártico.
La NASA describió las condiciones de ese año
como las peores desde que se tenían registros.
Estaba arrastrando 180 kilos de
alimentos y combustible y suministros,
unas 400 libras. La temperatura
promedio durante las 10 semanas
fue 35 bajo cero. La más baja fue 50 bajo cero.
Así que, repito, no iba a obtener
muchísima alegría o diversión.
Una de las cosas mágicas de este viaje, sin embargo,
es que como estaba caminando sobre el mar,
sobre esta capa de hielo flotante, errante y movediza
que está flotando sobre el océano Ártico,
se trata de un entorno que está
en constante estado de flujo.
El hielo siempre se mueve, se rompe, va a la deriva
se recongela, así que el paisaje
que vi durante casi 3 meses
existía solo para mí. Nadie más tendrá nunca, jamás,
la posibilidad de ver el mismo paisaje,
las imágenes que yo vi durante 10 semanas.
Y eso, supongo, es probablemente
el mejor argumento para salir de casa.
Puedo intentar contarles lo que parecía,
pero nunca sabrán cómo era,
y cuanto más intento explicar que me sentía solo,
que era el único ser humano en
14 millones de kilómetros cuadrados,
que hacía frío, casi 75 bajo cero de
sensación térmica en un mal día,
las palabras se quedan cortas y soy
incapaz de expresarlo adecuadamente.
Y me parece, por lo tanto, que el hacerlo,
ya saben, intentar la experiencia,
participar, esforzarse,
en lugar de observar y maravillarse, es allí donde
puede encontrarse la verdadera esencia de la vida,
el jugo que podemos sacarle a nuestras horas y días.
Sin embargo, me gustaría añadir
en este punto una advertencia.
Según mi experiencia, hay algo adictivo
en la degustación de la vida al límite
de lo que es humanamente posible.
Ahora no sólo me refiero a aquellos
estúpidos desafíos de machos al estilo eduardiano,
sino incluso al campo del cáncer de páncreas,
hay algo adictivo en esto y, en mi caso,
creo que las expediciones polares
quizás no estan tan lejos
de tener el hábito del crack.
No puedo explicar lo bueno que es
hasta que lo has probado,
pero tiene la capacidad de quemar todo
el dinero al que puedo echar mano,
de arruinar cada relación que he tenido,
así que cuidado con lo que desean.
Mallory postuló que hay algo en el hombre
que responde al desafío de la montaña,
y me pregunto si este es el caso donde hay algo
en el desafío mismo, en el esfuerzo, y en particular
en los grandes, inconclusos, robustos
desafíos que enfrenta la humanidad
y nos convocan y, en mi experiencia,
éste es ciertamente el caso.
Hay un desafío sin completar
que me ha estado llamando
la mayor parte de mi vida adulta.
Muchos de ustedes sabrán la historia.
Esta es una foto del Capitán Scott y su equipo.
Scott se propuso, hace poco
más de un centenar de años,
ser la primera persona en llegar al polo sur.
Nadie sabía lo que había allí. No había absolutamente ningún mapa
en ese momento. Se sabía más
sobre la superficie de la Luna
que sobre el corazón de la Antártida.
Scott, como muchos de UDs.
sabrán, fue superado por
Roald Amundsen y su equipo noruego,
que utilizó perros y trineos.
El equipo de Scott fue a pie;
eran cinco, todos usando
arneses y arrastrando trineos,
y cuando llegaron al polo encontraron
izada la bandera noruega,
me los imagino bastante
amargados y desmoralizados.
Los cinco dieron la vuelta y
comenzaron a caminar hacia la costa
y todos murieron en ese viaje de regreso.
Hay una especie de malentendido
en la actualidad, acerca de que
no queda nada por hacer en los
campos de la exploración y la aventura.
Cuando hablo sobre la Antártida,
a menudo la gente dice,
"Que interesante; dígame, ¿no lo hizo ya
ese presentador de Blue Peter en bicicleta?"
O, "Qué bueno. Mire, mi abuela irá
a un crucero a la Antártida el año próximo, ¿sabes...
... si hay alguna oportunidad de que se vean allí?"
(Risas)
Pero el viaje de Scott permanece inconcluso.
Nadie nunca ha caminado desde
la costa misma de la Antártida
hasta el Polo Sur y realizado
todo el camino de regreso
Este es, sin duda, la empresa más audaz
de aquella época dorada de exploración Eduardiana,
y me parece que ha llegado el momento, viendo todo
lo que hemos resuelto en el siglo,
desde el escorbuto a los paneles
solares, que ya era hora de
que alguien se decidiera a terminar el trabajo.
Así que eso es precisamente en lo
que estoy preparándome para hacer.
A esta altura del próximo año,
en octubre, lideraré un equipo de tres.
Nos tomará unos cuatro meses
hacer el viaje completo.
Esta es la escala. La línea roja está,
obviamente, a medio camino al polo.
Tenemos que dar la vuelta y regresar.
Soy muy consciente de la ironía de decirles que
estaremos blogueando y twitteando.
Ustedes podrán experimentar
en forma indirecta y virtual todo este viaje
de una manera como nadie jamás lo ha hecho.
Y también serán cuatro meses en
que tendré la oportunidad de
conseguir una respuesta concisa
a la pregunta: "¿por qué?"
Y nuestras vidas son hoy
más seguras y más cómodas
de lo que nunca han sido. Ciertamente
no hay muchas oportunidades
para los exploradores en la actualidad.
Mi asesor de carrera en la escuela
nunca lo propuso como una opción.
Si quería saber, por ejemplo,
¿cuántas estrellas había en la vía láctea?,
¿qué edad tenían esas cabezas
gigantes en la Isla de Pascua?,
la mayoría de Uds. pueden averiguarlo ahora mismo
sin siquiera ponerse de pie.
Y, sin embargo, si algo he aprendido en casi 12 años
de arrastrar objetos pesados en lugares fríos,
es que la verdadera, la real
inspiración y el crecimiento
sólo provienen de la adversidad y del desafío,
de dejar de lado lo que es cómodo y familiar
y salir hacia lo desconocido.
En la vida todos tenemos tempestades que
enfrentar y polos hacia los que caminar,
y creo, hablando metafóricamente al menos,
que todos podríamos beneficiarnos de salir de casa
un poco más a menudo, si
pudiéramos reunir el coraje.
Ciertamente quisiera implorarles
que abran la puerta solo un poquito
y echen un vistazo a lo que está fuera.
Muchas gracias.
(Aplausos)