(Music)
(Applause)
Estoy en una entrevista de trabajo,
y el entrevistador me dice,
"Háblame de un momento
en el que has sido víctima
de racismo o discriminación".
Sonrío satisfecho porque
sabía que me iba a preguntar esto,
y con aire de suficiencia, digo
"Nunca he sido víctima
de racismo o discriminación".
(Risas)
Tres meses antes, sentado
en una mesa con un grupo de colegas
conversábamos sobre privilegio y prejuicio
y yo dije "Yo no entiendo
esta cosa de privilegio y prejuicio.
La gente es exitosa porque trabaja duro.
Yo tengo éxito
porque he trabajado muy duro.
Y si a alguien no le va bien,
es porque simplemente
no ha trabajado suficiente".
Estoy seguro de que
hemos oído estas cosas.
Me crié en Pikesville,
un suburbio de Baltimore.
Es una zona de clase media alta, judía.
Mis padres eran jóvenes
cuando nos mudamos
y me acuerdo sentir orgullo
al mudarnos a este condado.
¡Vivimos cerca de gente blanca!
¡Lo hicimos!
(Risas)
Y a pesar de vivir
en una zona postal afluente,
las mansiones que vi,
no las podías encontrar
exáctamente en mi calle.
Fui al colegio con muchos de los
que vivían en esas grandes casas.
Estaba en clases avanzadas en el colegio,
así que muchos de mis compañeros
eran blancos.
Hice amistades verdaderas,
fuertes, increíbles con muchos de ellos.
Me decían cosas como, "Jabari,
dinos cómo hace esto la gente negra.
y ¿por qué no saben nadar?"
(Risas)
Todo ese tipo de cosas.
Así que yo me reía y bromeaba
y trataba de educarlos.
Empecé a cambiar mi manera de vestir.
Usaba American Eagle y Abercrombie
cuando encontraba mi talla.
(Risas)
empecé a escuchar pop y rock
y por la mayor parte,
mi familia solo se burlaba de mí.
Pero una cosa que mis padres dijeron
que fue bastante importante
—que aprendí que lo era—
dijeron, "Jabari, cariño, tú eres negro".
(Risas)
"Y eso significa algo.
Tú puedes tener amigos blancos.
Los puedes querer y confiar en ellos...
pero al final del día, tú eres negro.
Y eso significa algo; el racismo es real".
Bueno, en ese momento,
yo pensé que solo eran negros
hablando de racismo.
¡Otra vez!
Lo que no sabía
es que era mucho más que eso.
Conseguí un trabajo en una ONG.
Estaba trabajando en un grupo que ayuda
a la comunidad pobre LGBT en Baltimore.
Y tenía esta supervisora "queer" genial.
Estaba trabajando
en una red de contactos con líderes
de todas partes de la ciudad
y estaba aprendiendo
cómo interactúan los sistemas
en la vida de la gente.
Viviendas, justicia juvenil,
educación, transportación, salud.
A la vez estaba en la universidad.
Estaba especializándome
en Estudios de género y mujer en la UNCB.
Este programa me ayudó
a profundizar en temas
a los que no les dediqué
mucho tiempo en la secundaria.
Aprendí sobre el redlining.
Aprendí sobre la violencia
sancionada por el Estado
y cómo la violencia de género
va de mano con la violencia racial.
Esto era el 2015.
Había vivido las noticias
de Eric Garner y Tamir Rice.
Mi punto de vista estaba cambiando.
Yo ya no era un niño negro
yendo al colegio en Pikesville, Maryland.
Me estaba volviendo un hombre negro
que vivía y trabajaba en Baltimore.
Para una de mis misiones de trabajo
organicé una conferencia de entrenamiento
para colegas de todo el país.
Yo era el coordinador.
Cuando llegaron a Baltimore yo los saludé.
¨"Hola, soy Jabari, el coordinador!"
Me miraron confundidos
y visiblemente incómodos.
Me acuerdo que llovía ese día,
así que alquilé una camioneta
para que no caminaran en la lluvia.
Les dije, "Súbanse!"
Me dijeron, "Preferimos caminar".
Los que iban conmigo en la camioneta,
se referían a mí como "el chofer".
Me decían que debía
sostener la puerta para ellos.
Durante las cenas,
se sentaban conmigo y decían
"¿Sabes qué? Nos vamos a sentar contigo
para que no creas que somos raros,
o —Dios no lo permita—, racistas".
Hacían comentarios estereotípicos,
comparaciones, aserciones.
y al final, me sentía
muy agotado emocionalmente.
Me acerqué a mi gran supervisora,
que había atendido el entrenamiento.
Le dije,
"¿Eso fue racismo?"
Y ella me contesto, "Sí querido.
Eso es".
(Risas)
Inmediatamente
años de recuerdos reprimidos regresaron.
Recuerdo reírme con mis amigos
cuando usaban la palabra N.
Me acuerdo de compañeros negros
burlandose de mí
por la manera en que me vestía
y la manera en que hablaba.
Y lo más importante
me acuerdo del mensaje
que mis padres me dieron cuando era chico.
"Tú eres negro. El racismo es real".
Supongo que nunca quise creer
que podíamos vivir en un mundo
en el que nos tratábamos de esta manera.
Después, estudiando
y aprendiendo todo lo que puedo
sobre esta cosa llamada "racismo",
aprendí sobre el racismo interiorizado.
El racismo interiorizado
sucede cuando gente de color
se empieza a comportar de maneras
que defienden la supremacía blanca.
Donna Bivens,
quien es consultora y escritora
del Centro Teológico de Mujeres,
dice que el racismo interiorizado
es un sistema por sí mismo.
Tiene su propia vida
y por lo tanto, su propio sistema
de premios y consecuencias
y que la gente de color
es premiada inconscientemente
cuando participamos
en racismo interiorizado.
Cuando leí eso, dije:
"¿Sabes qué? Yo siento eso".
Se nos premia cuando adoptamos
el standard blanco del inglés
y abandonamos
el inglés vernáculo afroamericano.
Se nos premia cuando empezamos
a adoptar estilos de vida blancos
y estilos de música casi siempre
descritos como más finos.
Esas son cosas que, me he dado cuenta,
pasaban siempre en mi vida.
Estuve afligido por mucho tiempo
después de ese entrenamiento.
No solo me di cuenta
que el racismo existe...
pero estaba avergonzado.
Pensé, "¿Cómo pude aprender de este modo?
¿Cómo pude abandonar el mensaje
que mis ancestros comenzaron?
¿Cómo pude rechazar
toda la maravillosa evidencia
de que el racismo era real?"
Pero me he dado cuenta
de que no hay un título, un puesto,
un par de zapatos,
una preferencia por bistec término medio,
que te vaya a proteger
de la violencia del racismo.
Y me sentí avergonzado
de que lo aprendí de esta manera.
Aun cuando preparaba este discurso,
me pregunté,
"¿Cómo lo recibirán?
Niño negro crece
en barrio blanco de ricos.
La gente blanca fue mala con él
y así es como es el racismo.
Así es como él lo aprendió".
Pero no fue como Eric Garner o
Tamir Rice o Rekia Boyd
o Korryn Gaines o Maya Hall
o ninguna de esta gente lo aprendió.
Así que hubo un poco de privilegio
en la manera en que yo me crié,
y tuve que aprender eso,
pero eso no me protege
de ser tiroteado en las calles
porque al final del día, soy negro.
Así que hoy, soy líder
de una ONG en Baltimore.
Soy director ejecutivo de una organización
en la cual tengo la oportunidad
de devolverle algo a la juventud LGBTQ
todos los días, particularmente
a la juventud LGBTQ de color.
Y también soy presidente
del Centro Comunitario LGBTQ de Baltimore.
Ser un hombre negro gay te hace
ver cómo funciona la blancura
aun en lugares de inclusión y diversidad.
Vi los millones de dólares y el apoyo
masivo a la igualdad del matrimonio.
Pero hoy, escuchen el silencio opresivo
cuando hablamos de las muertes
y homicidios de mujeres trans de color.
Este movimiento para los derechos gay...
Me pregunto, ¿cómo sería hoy
este movimiento
si ser gay fuera algo que solo
la gente de color puede ser?
Así que aprendí algunas cosas.
Primero,
el racismo es real.
El racismo interiorizado es real.
Soy una víctima de él y
estoy aprendiendo a ser un sobreviviente.
Es probablemente la lección
más importante de mi vida
He aprendido a amarme
cómo no pensé que podría.
Porque eso es lo que hace
el racismo interiorizado.
Trata de diezmar tu propia cultura.
Pero hoy, camino orgulloso
por las calles como un hombre negro,
como un hombre gay.
Segundo, he aprendido
que la gente de color
puede actuar como
operativo de la supremacía blanca
cuando no está controlada
pero no por su culpa.
La blancura es penetrante, es poderosa.
A veces ni nos damos cuenta
de cómo penetra nuestro mundo.
Pero lo más importante, tercero.
Me he dado cuenta de que
ser negro en EE. UU.
es una de las cosas más únicas,
maravillosas, hermosas y revolucionarias
que puedo ser.
Y el amor negro y la alegría negra
es algo que se debe apreciar, honrar
y estoy tan orgulloso de haber
aprendido esta lección.
Muy agradecido.
Gracias por escucharme.
(Aplausos, ovación)