Soy astronauta.
Volé en el transbordador
espacial dos veces,
y viví en la Estación Espacial
Internacional durante casi 6 meses.
La gente a menudo
me hace la misma pregunta:
"¿Cómo es estar en el espacio?".
Como si fuera un secreto.
El espacio nos pertenece a todos nosotros,
y me gustaría ayudarlos a entender por qué
es un lugar mágico para todos nosotros.
El día después de que cumplí 50 años,
me subí a una cápsula rusa,
en Rusia,
y me lancé al espacio.
El lanzamiento es lo más
peligroso que hacemos,
y también lo más emocionante.
Tres, dos, uno... ¡Despegue!
Sentí cada instante de la furia controlada
de esos motores de cohetes
cuando despegamos de la Tierra.
Fuimos cada vez más rápido
hasta que, tras ocho minutos y medio,
a propósito estos motores se detienen.
¡Kabunk!
Entonces perdemos la gravedad,
y comienzan la misión y la magia.
Dmitry, Paolo y yo estamos
dando vueltas alrededor de la Tierra
en nuestra diminuta nave espacial,
acercándonos a la estación
espacial con cuidado.
Es un baile intrincado
a 28 000 kilómetros por hora
entre nuestra cápsula,
del tamaño de un Smart Car,
y la estación espacial,
del tamaño de un campo de fútbol.
Llegamos y estas dos embarcaciones
atracaron con un suave golpe.
Abrimos las escotillas,
nos damos abrazos torpes en gravedad cero
y ahora somos seis.
Somos una familia espacial,
una familia instantánea.
Mi parte favorita de vivir allí arriba
fue poder volar.
Me encantó, era como ser Peter Pan.
No se trata de flotar.
Con solo el toque de un dedo
puedes desplazarte a través
de toda la estación espacial,
y luego te acurrucas
con los dedos de los pies.
Una de mis actividades favoritas
era ir a la deriva en silencio
por la estación espacial,
que zumbaba por la noche.
A veces me preguntaba
si sabía que estaba allí,
sola en silencio.
Pero compartir esa maravilla
con la tripulación
también fue parte de
lo que era importante para mí.
Un día típico en el espacio
empieza con el viaje perfecto.
Me despierto, navego por el laboratorio
y saludo a la mejor vista de la mañana.
Es un viaje muy rápido, solo 30 segundos,
y nunca nos cansamos
de mirar por esa ventana.
Creo que nos recuerda que en realidad
estamos muy cerca de la Tierra.
Nuestro equipo fue el segundo en usar
el brazo robótico canadiense
para capturar una nave de suministros
del tamaño de un autobús escolar
con un cargamento de casi una docena
de experimentos diferentes
y el único chocolate que veríamos
en los próximos cuatro meses.
Dejando al chocolate de lado,
cada uno de esos experimentos nos
permite responder una pregunta científica
que no podemos responder
aquí en la Tierra.
Es como una lente diferente,
que nos permite ver las respuestas
a preguntas como:
"¿Qué pasa con la combustión?"
"¿Qué pasa con la dinámica
de los fluidos?"
Ahora bien, dormir es una delicia.
Mis formas favoritas son
de cabeza, sobre el lado derecho...
Mi favorita: acurrucarse en
una bolita y flotar libremente.
¿Lavandería? No.
Cargamos nuestra ropa sucia
a una nave de suministros vacía
y la enviamos al espacio.
El baño.
Todos quieren saberlo.
Es difícil de entender,
así que hice un breve video,
porque quería que los niños entendieran
que el principio de vacío soluciona esto,
y que apenas una suave brisa es suficiente
para que todo vaya donde
se supone que tiene que ir.
Bueno, en la vida real sí.
¿Reciclaje? Por supuesto.
Tomamos nuestra orina, la almacenamos,
la filtramos y luego la bebemos.
Y en realidad es deliciosa.
Nos sentamos alrededor de la mesa,
comemos alimentos que se ven mal
pero en realidad saben muy bien.
Pero la reunión alrededor
de la mesa es lo importante,
tanto en el espacio como en la Tierra,
porque eso es lo que une a un equipo.
Para mí la música fue una manera
de estar conectada con el mundo.
Toqué un dueto desde el espacio con
Ian Anderson de Jethro Tull en la Tierra
en el 50º aniversario
del vuelo espacial humano.
Conectar con la familia
era muy importante.
Hablé con mi familia casi a diario
todo el tiempo que estuve allí arriba
y, de hecho, leía libros a mi hijo
como una forma de estar juntos.
Muy importante.
Cuando la estación espacial
sobrevoló Massachusetts,
mi familia salió y vio la estrella
más brillante navegando por el cielo.
Y cuando miré hacia abajo
no pude ver mi casa,
pero significaba mucho para mí
saber que las personas que más amaba
estaban mirando hacia arriba
mientras yo estaba mirando hacia abajo.
Así que la estación espacial, para mí,
es donde la misión y la magia se unen.
La misión, el trabajo, son pasos vitales
en la búsqueda de
ir más allá de nuestro planeta
e imprescindible para comprender
la sostenibilidad aquí en la Tierra.
Me encantó ser parte de eso,
y si hubiera podido llevar
a mi familia conmigo,
nunca habría vuelto a casa.
Y así, mi vista desde
la estación me mostró
que todos somos del mismo lugar.
Todos tenemos nuestros papeles
que desempeñar.
Porque la Tierra es nuestra nave.
El espacio es nuestra casa.
Y somos la tripulación
de la nave espacial Tierra.
Gracias.
(Aplausos)