Para alguien que lleva muchísimos años
en las artes curativas,
bueno, algunos años.
(Risas)
Soy una observadora.
Los que practicamos las artes curativas,
somos observadores
de las conductas que nos fascinan como:
¿Por qué nos enfermamos?
¿Por qué nos derrumbamos?
¿Qué nos ayuda a ser mejores?
Somos un gran misterio
entre nosotros,
y me parece muy interesante
que tras tantos años de estudiarnos,
sigamos siendo tan misteriosos.
Lo que nos dice de inmediato,
que seguimos descubriendo
nuevos lugares en nosotros mismos,
que nosotros como observadores,
seguimos aprendiendo a observar,
y como seres humanos,
seguimos encontrando lugares que observar.
Digamos que el mundo
detrás de nuestros ojos
es nuestra nueva frontera.
Hemos sentido curiosidad
por nosotros mismos
como ninguna generación anterior
lo ha estado,
esta es la nueva frontera;
nosotros somos la nueva frontera.
Por eso observando, por ejemplo,
por qué nos enfermamos,
por qué no nos curamos,
tiene un significado diferente
si se hiciese la misma pregunta
antes de la Segunda Guerra Mundial.
El detalle con el que nos miramos
ahora a nosotros mismos
y la profundidad con la que
nos hacemos esta pregunta,
es un holograma comparado
con cómo en otros tiempos
se hacían estas preguntas,
puede que buscando una infección.
Ahora buscamos una historia, un relato,
razonamientos complejos.
Llevo trabajando con la gente
desde hace 35 años,
y como observadora de personas,
hay tantas cosas que podría
compartir con Uds.,
pero me limitaré a unas pocas,
por razones obvias,
sobre las decisiones.
Quiero subrayar el poder de decidir.
Y tal vez, hubo una época,
en la que ni hablaríamos de ello,
pero tenemos que hablar de esto hoy.
Porque decidir es un poder fundamental
de la experiencia humana.
Tenemos que considerar el poder
de decidir como una autoridad,
como un poder tan grande
que si yo dirigiese el mundo
—aquí es donde Uds. dicen:
"¡Qué buena idea!"—
(Risas)
Si yo dirigiese el mundo,
haría que en todas las escuelas
se estudiase el poder de la decisión.
Todos deberían aprender que
el poder de sus decisiones
tiene infinitas consecuencias.
Desde la más pequeña
de las decisiones a la más grande,
y la paradoja es
que no tienen ni idea de
qué decisión es pequeña
y cuál es mayor.
Estamos acostumbrados
a pensar que una gran decisión es obvia:
comprar una casa, casarse,
divorciarse.
De hecho, esas son decisiones pequeñas.
Las decisiones que de verdad
importan cuando se trata de su salud,
de curarse,
de encontrar nuestro sitio,
de empoderarse,
son las decisiones más pequeñas,
son las decisiones, digamos,
que se piensa que tienen menos poder,
que se toman en privado
cuando estamos a solas,
las que a Uds. les pueden parecer
más insignificantes.
Yo he descubierto repetidamente,
repetidamente,
que esas decisiones son las que
más afectan nuestra vida,
las más poderosas,
las que tienen más impacto
sobre nuestra biología,
sobre nuestra alma,
en la percepción de nosotros mismos,
en nuestro bienestar,
en nuestro mapa de vida.
Y les diré algo más,
que es arriesgado hacer
este tipo de afirmación
porque si alguien dijera,
"Quiero que me traiga una prueba de esto",
no podría hacerlo.
Pero escuchen con su corazón
y con su instinto,
y vean si les sienta tan bien
como una buena sopa de pollo.
Así que voy a guiarlos
a través de decisiones,
el tipo de decisiones que
si viniesen a mí diciéndome:
"No me siento bien.
No me siento bien.
Tengo cronicidad crónica.
(Risas)
Y paso de una cronicidad a otra.
Tengo cronicidades crónicas.
Soy un cascarrabias.
Nada me hace feliz.
Siempre me estoy quejando,
y sufro, estoy agotado.
Casi consigo descansar, pero no.
Casi me gusta mi vida,
pero, en realidad, no.
Casi puedo amar a alguien,
pero, en realidad, no.
Llego casi hasta ese punto,
donde siento amor,
pero, en realidad, no lo siento.
Creo que lo siento, creo sentirlo.
Creo sentirlo.
Y de vez en cuando,
el amor me anima al máximo,
pero no dura.
Me tomo dos aspirinas y se me pasa.
(Risas)
Después creo que tal vez sí,
pero luego no es.
Después sí es, pero casi,
pero realmente no.
(Risas)
Así que voy al psicólogo: "¿Es esto amor?"
Pero si me esfuerzo, pero tal vez,
así que busco un culpable".
¡Cronicidad!
Nunca ha habido gente como nosotros,
con este tipo de problemas.
Somos extraordinarios
por nuestros problemas.
Y a medida que me profundizo en el tema,
hay otra cosa que nos hace únicos.
Pongan esto en su sopa de pollo
para el alma.
Nacimos sabiendo ciertas cosas;
estamos preparados para ello.
Está en nuestro instinto;
está en nuestro instinto espiritual,
está en el ADN de nuestra alma.
Nacemos sabiendo el poder de la decisión.
La decisión es la más poderosa
de nuestras cualidades,
y lo sabemos.
Y esta es la razón por la que
nos aterra tomar decisiones.
Si pregunto: "¿Dónde quieres ir a cenar?"
"No lo sé".
"Elige un restaurante".
"No".
Ni elegir un restaurante.
A la gente le aterra tomar decisiones.
Les aterran las consecuencias.
"Elige tú".
Aterrados de ser responsables
de las consecuencias.
"Bueno, no sé lo que quiero hacer.
Lo pensaré".
La mañana, el día.
A su mente le toca el turno de día;
a su corazón le toca el turno de noche.
Su mente dice: "Bueno, yo creo".
Su corazón dice: " Yo siento".
Y Uds. no dejan que los dos se hablen.
Porque si se hablan,
Uds. tendrán que hacer algo.
A la gente le aterra decidir.
La mayoría de la gente hará cualquier
cosa para posponer la toma de decisiones.
Así que voy a ayudarles.
Vamos a repasar una lista de decisiones
que importan,
que importan, que marcan la diferencia.
La primera decisión es la decisión
de realmente vivir una vida íntegra.
Y cuando digo tomar esta decisión,
me refiero a eso mismo.
No me refiero a:
"Bien, yo vivo una buena vida".
No, no, no,no, no, no,no.
Hablo de darlo todo,
"viviré de acuerdo con mis creencias".
Voy a hacerlo de verdad.
Voy a vivir una vida de integridad.
Poco importa lo de "decir mi verdad",
realmente voy a decir la verdad.
Voy a vivir con integridad.
Voy a tomar mis decisiones,
de acuerdo con lo que yo digo que creo.
Voy a vivirlo.
Y esto quiere decir que no voy
a traicionarme a mí mismo.
No voy a hacer concesiones con quien soy.
No voy a ponerme en una situación,
o ponerme en una circunstancia,
o si estoy en esa circunstancia,
voy a salir de ahí.
O no voy a forzar a otra persona,
no voy a forzar a otra persona
a estar en una circunstancia
en la que sé que estará incómoda,
sólo para contentarme a mí.
No haré a otra persona rehén
porque eso no es íntegro.
Yo no voy a hacer eso.
Ahora, permítanme decirles algo:
Los mentirosos no se curan.
Los mentirosos no se curan.
Así que pueden beber los jugos
de germen de trigo que quieran,
pueden hacer todas esas cosas
con semillas y verduras,
(Risas)
pero una persona honesta
que coma comida para gatos,
llegará más lejos que Uds.
(Risas)
Gente deshonesta, mentirosos,
gente que tiene una crisis moral
y no entiende lo que le ocurre;
gente que culpa a los demás
por sus propios errores;
gente que toma decisiones
y sabe que otra persona va a pagar
las consecuencias de esa decisión
y son conscientes de ello,
saben que están diciendo
algo que no es verdad,
y saben que otra persona
va a sufrir por ello,
gente que deliberadamente
dice cosas para herir a alguien,
créanme, su cuerpo sabe lo que Ud. hizo.
Su cabeza sabe lo que Ud. hizo.
Su corazón y su alma
saben lo que Ud. hizo.
Así que no se digan,
bajo ninguna circunstancia,
que el problema de su depresión
viene de su infancia.
No vayan por ahí; olvídenlo;
y tomen la decisión.
La decisión de vivir una vida íntegra
significa: hacer las cosas bien.
Así que no es simplemente decir:
"Soy una buena persona".
¡Olvídenlo!
Esto es primera división.
En segundo lugar:
¿Están tomando apuntes?
(Risas)
Uds. toman la decisión:
No pasaré a los demás mi dolor,
sino mi sabiduría.
Tomo la decisión de no
pasar a los demás mi dolor,
sino mi sabiduría.
De manera que de los años de su vida,
tomen la decisión:
De la experiencia que puedo transmitir,
o enseño la sabiduría que he aprendido,
o estaré transmitiendo el dolor.
"Ay, pobre de mí.
Ay, ay, ay, ay".
O vayan a cosechar esa sabiduría.
¿Qué quieren transmitir?
¿El fango o la sabiduría?
Uds. deciden.
Todos tenemos la decisión,
todos podemos transmitir algo,
pero de nuevo, es una decisión.
Es una decisión que todos podemos tomar.
Y créanme, no estoy diciendo
que no tengamos pena o dolor.
Pero si miramos la vida,
hay ciertas cosas que todo lo espiritual,
las grandes tradiciones religiosas,
las grandes santas tradiciones
espirituales tienen en común.
Una de las lecciones de estas tradiciones,
una de las grandes enseñanzas
es que la vida nunca será lo maravillosa
y valiosa que queremos que sea;
nunca será lo que llamamos: "justa".
Nunca lo será.
Nunca será: "Bien, ocurrió por esto".
Una vez alguien me dijo:
"Si al menos supiera. Si supiera
por qué me ha pasado a mí".
Y yo le dije: "¿Y qué cambiaría eso?"
Y si Dios enviara un ángel,
y el ángel dijese: "¿Qué quieres?
Has estado haciendo ruido aquí abajo.
¿Qué quieres?"
"Quiero saber por qué pasó esto,
y esto, y esto".
Y si el ángel dijese: "Porque pasó".
¿Y ahora qué?
Les tengo que decir:
Las penas y heridas que
han sufrido algunas personas,
son tan horribles que cuesta creer.
Y la verdad es que nada puede borrarlo,
nada puede arreglarlo.
Y el modelo de curación que necesitamos
es un modelo en el que la curación
no consiste en olvidarse de esas cosas.
No se trata de olvidar.
Se trata de mirar lo que nos ha sucedido
y decir: "Esto nunca podrá conmigo.
No podrá conmigo,
pero no viviré sufriendo esto.
Tengo que, de alguna manera,
convertir esto en mi fuente de sabiduría,
pero no viviré afligido.
No lo haré".
Y se convierte en esta decisión.
Tengo que elegir la sabiduría o el dolor.
Pero no puedo hacer que desaparezca,
así que si no pueden hacerlo desaparecer
la decisión es: la sabiduría o el dolor.
La tercera:
la decisión de arriesgarse.
Tomen riesgos en su vida.
No esperen a tener pruebas,
tomen riesgos.
¿Y cómo afecta esto a su salud?
Porque lo que sucede es...
¿Qué sucede cuando la gente se enferma
y sienten disminuir su fuerza vital?
Siempre acaban arrepintiéndose.
Siempre se llega
a la fase de arrepentimiento.
Siempre se llega a:
"Ay, tenía que haber hecho esto,
haber hecho aquello, tenía que..."
Siempre se llega a este punto
al empezar a sentir que flaqueamos,
aunque vayamos a reponernos pronto.
Siempre llegarán al punto dónde visitarán
la vida que hubiesen deseado vivir.
Aunque sólo tengan un resfriado.
Y uno de los pesares que tenemos,
cuando todos nosotros empezamos
a perder nuestra fuerza y vitalidad,
es que revisamos la vida que tendríamos
que haber vivido, de haber tomado riesgos,
si no hubiésemos vivido una vida
en la que nuestra manera de decidir
estuviese basada en
el miedo a ser humillados.
"¿Y si me humillan por esto?
¿Y si no puedo aguantar
las consecuencias de hacer esto?
¿Y si tengo demasiado miedo?
¿Y si estoy solo?
¿Y si me cuesta demasiado dinero?"
Bueno, ¿entonces qué?
A esto respondería: "Vayan a casa,
y piensen: ¿Cuántos de mis mayores miedos
han ocurrido de verdad?
¿Cuántos han ocurrido de verdad?
¿Cuántos de mis mayores miedos
han ocurrido de verdad?
y entonces, hagan el cálculo, escriban:
¿Cuántas de las mejores cosas
que me han ocurrido en la vida,
son realmente gracias a mí?
Y probablemente...dos.
Les estoy dando el beneficio de la duda.
Porque si piensan y cuentan,
la mayoría de las mejores cosas
que les han sucedido,
no las provocaron Uds.
Y si piensan: "¿Cómo sucedió esto?"
Probablemente, gracias a un montón
de cosas que ni saben
y que eran muy arriesgadas,
aunque Uds. no tenían ni idea.
No tomen el camino seguro.
No se digan eso porque...
Cuando tengan que decidir sobre qué hacer,
no miren hacia atrás para orientarse,
porque no hay nada "allá atrás".
La razón por la que están dónde están
es que esa parte de su vida acabó.
No busquen "acabado" para trazar "nuevo".
No lo hagan.
Cuando tengan que tomar la decisión:
"¿No sé qué hacer a partir de ahora?"
no vuelvan a lo que fueron,
a lo que hacían antes,
porque los hará retroceder,
puede que incluso,
a sitios que ya no existen,
a imágenes de Uds. mismos que ya no son.
Uds. ya no son esas personas.
Y una de las maneras en que los debilita
es que los empuja a desear cosas
que ya no son apropiadas,
que no están en nuestro horizonte.
Lo que da vitalidad,
lo que alimenta el deseo
de vivir plenamente y de estar presente,
es que Uds. se digan,
"es hora de probar algo nuevo".
Acepten la novedad, no le tengan miedo.
Vivan en la novedad.
Vivan en ella.
Siguiente:
Elijan nuevas palabras.
Me encanta esto.
¡Me encanta ésta!
Durante mi infancia...
Soy hábil con las palabras.
Soy una escritora,
hábil con las palabras,
me encantan las palabras.
Incluso me acostaba
leyendo el diccionario.
Porque cada palabra
tiene su propio universo,
cada palabra, y en mis talleres,
si es pertinente, le digo a la gente:
"Lo que quiero que haga
es volver mañana con tres palabras
que me va a dar Ud. a mí,
no, que sea una,
que nunca volverá a usar.
Solo una, solo quiero una palabra,
y no la volverá a usar.
Nunca.
Y tengo derecho a quedarme
con todo lo que acompaña a esa palabra.
Todo.
Y no me importa si la palabra
tiene dos letras, tres, cuatro,
solo quiero una palabra".
Así que imaginen que han decidido:
"Bien, le doy la palabra bicho".
"Le doy la palabra... azul"
y nunca volverán a ver "azul".
Ahora, en serio, quiero que vayan a casa,
en los próximos días,
después de escuchar esta charla,
y piensen si realmente tuviesen
que arrancarse una palabra de la cabeza,
y esto significase llevarse todo ese mundo
que acompaña a esa palabra,
fuera de su cabeza,
¿Qué le darían a esa persona?
¿Qué palabra?
¿Cebra?
No volverían a ver una cebra.
¿De verdad quieren
dejar de ver ese animal?
Y todo lo que lo acompaña.
Ahora bien,
si alguien les dice que sus pensamientos
y sus palabras no tienen poder,
vuelvan a ese ejercicio
y entren por esa puerta,
y construyan las palabras
que les dicen a los demás,
palabra por palabra.
Y cuánto poder tiene cada palabra,
no solo lo que dicen a otras personas,
sino lo que se dicen a Uds. mismos.
¿Qué palabras se dicen a Uds. mismos?
Palabras que nunca más
deberían decirse a Uds. mismos.
Palabras que nunca deberían de usar.
Deberían decirse:
"¿Qué hace esa palabra en mi cabeza?"
Cuando finalmente hagamos
medicina cuántica,
medicina de micro energía,
analizaremos finalmente la energía
a un nivel que incluya
el poder del vocabulario que utilizamos.
Y podremos decirle a la gente:
"Su vocabulario es tan tóxico,
que la vibración de su neurología
incluye pensamientos,
incluye frecuencias,
que son tan tóxicos,
que aunque los visualicen,
queda anulada por un vocabulario
que es orgánicamente tan negativo,
no me importa cuál sea su visualización,
su vocabulario es fundamentalmente hostil,
es hostil.
Si tuviese que evaluar su vocabulario,
es fundamentalmente
hostil hacia todo lo que ven,
hacia todos y hacia Uds. mismos.
Se levantan por la mañana y es hostil.
Sus primeros pensamientos son de enfado.
Sus vidas le parecen insuficientes.
Los demás le parecen insuficientes.
Su primera reacción a todo es crítica".
Su primera reacción es:
"Esto no es suficientemente bueno.
Ellos no son suficientemente buenos".
Y Uds. albergan dos palabras,
palabras potentes: culpar y merecer.
"Ellos tienen la culpa.
Y yo me lo merezco".
Y se sienten con derecho.
Tres palabras que son letales:
derecho, culpa y merezco.
Y si Uds. pudiesen suprimir
esas tres palabras de su cabeza,
no tienen ni idea de
cuán mejor se sentirían.
Si Uds. nunca volviesen a usar
esas tres palabras,
les diré ahora mismo,
su depresión disminuiría,
porque no tienen derecho a nada.
Culpar a los demás o a lo que sea,
los sacará de su presente,
y sin duda les dará percepciones tóxicas.
Y para darse cuenta,
solo tienen que pensar
quién los está culpando de algo.
Solo piensen en cuánta gente
les echan la culpa,
y cuánto les gustaría
mortificarse con ese pensamiento.
Porque si culpan a los demás,
les aseguro que alguien los está culpando.
Alguien está haciendo terapia
porque los conoce.
(Risas)
Así que dejen de ver el mundo
a través de sus propios ojos.
Para terminar, decidan esto.
Decidan levantarse cada día
y bendigan su día.
Decidan levantarse cada día
y bendigan su día.
Y digan, no tengo ni idea
de lo que será mi día pero lo bendigo.
¿Por qué? Porque estoy vivo.
Y no basen la gratitud por su vida
en lo que tienen,
o en cómo se sienten,
tan solo porque lo que son.
¡Solo por estar vivos!
Solo por estar vivos.
Y entonces recen con su corazón:
Este día de mi vida nunca volverá.
Nunca volveré a ver
la gente a la que estoy mirando.
Nunca volveré a ver este amanecer,
y nunca volveré a ver este atardecer.
Nunca veré a la persona
que desayuna conmigo
exactamente de esta manera.
No, nada en mi vida volverá a ser así.
Solamente esto, esta decisión
sacará todo sabor amargo de su corazón,
daría forma a sus vidas
con tal gracia y belleza,
que los hará querer ver solo el presente
con gran gratitud y amor.
Gracias a todos.
(Aplausos)