Cuando alguien menciona Cuba,
¿en qué piensa?
¿Autos clásicos?
¿Unos buenos puros, quizá?
Quizá en un jugador de béisbol famoso.
¿Y cuándo alguien menciona
Corea del Norte?
Piensa en estas pruebas de misiles
quizás en su célebre líder
o en su buen amigo, Dennis Rodman.
(Risas)
Algo que probablemente
no les pase por la cabeza
es la visión de un país,
una economía libre,
donde sus ciudadanos tienen acceso
a un gran número de productos económicos.
No estoy aquí para discutir
cómo estos países llegaron hasta aquí.
Simplemente quiero utilizarlos
como ejemplos de país y de ciudadanos
que han sido afectados,
negativamente afectados,
por una política
que restringe las importaciones
y protege la industria local.
Hace poco hemos escuchado
a cierto número de países
hablar sobre restringir las importaciones
y proteger su industria local y nacional.
Esto puede ser un buen titular,
pero en realidad es proteccionismo.
Se ha hablado mucho de esto
en la campaña presidencial de 2016.
Lo hemos oído
durante los debates del brexit
y más recientemente
en las elecciones francesas.
De hecho, ha sido un tema
realmente importante
del que se ha hablado
en todo el mundo,
y muchos aspirantes a líderes políticos
ven al proteccionismo como algo bueno.
Puedo entender por qué creen
que el proteccionismo es bueno,
porque a veces
parece que el comercio es injusto.
Algunos han culpado al comercio
de algunos de los problemas
que tenemos aquí en los EE.UU.
Durante años se ha hablado
de la pérdida de empleos
de fabricación bien pagados en EUA.
Muchos piensan que la fabricación
está en declive en los EUA
porque las empresas están llevando
sus operaciones fuera del país
a mercados con mano de obra más barata
como China, México y Vietnam.
También piensan que a veces
los acuerdos de comercio no son justos,
como TLCAN (NAFTA)
y el Acuerdo Transpacífico
de Cooperación económica,
porque estos acuerdos
permiten a las empresas
reimportar esos artículos
producidos a bajo precio en los EUA
y en otros países
donde se perdieron puestos de trabajo.
Parece como si los exportadores ganasen
y los importadores perdiesen.
Pero la realidad es
que la producción en el sector
manufacturero estadounidense
está creciendo,
pero estamos perdiendo empleos.
Estamos perdiendo muchos.
De hecho, de 2000 a 2010,
se perdieron 5.7 millones
de empleos de fabricación.
Pero no se pierden por las razones
que Uds. puedan pensar
Mike Johnson en Toledo, Ohio
no perdió su trabajo en la fábrica
en favor de Miguel Sánchez
en Monterrey, México.
No.
Mike perdió su trabajo por una máquina.
87% de los empleos
de fabricación perdidos
han sido eliminados
porque hemos hecho mejoras
en nuestra productividad
mediante la automatización.
Quiere decir que uno de cada 10
empleos perdidos
fue debido a la deslocalización.
Esto no ocurre solo en los EE.UU.
No.
De hecho, la automatización
se está llevando a cada cadena de montaje
en todos los países del mundo.
Pero miren, lo entiendo:
Si pierde su empleo
y lee en el periódico
que tu antigua empresa
acaba de firmar un acuerdo con China
es fácil creer que has sido sustituido
en un uno contra uno.
Cuando escucho estas historias,
creo que la gente imagina
es que el comercio
solo ocurre entre dos países.
Los productores en un país
producen productos y los exportan
a consumidores en otros países,
y parece como si
los países productores ganasen
y los países importadores perdiesen.
La realidad es algo diferente.
Soy experto
en cadenas de suministros
y vivo y trabajo en México.
Trabajo en medio
de una red de productores
altamente conectada
en la que todos colaboran
de forma global
para producir muchos de los productos
que utilizamos hoy.
Lo que veo
desde mi asiento en primera fila
de Ciudad de México
en realidad se parece más a esto.
Esta es una representación más precisa
de cómo es realmente el comercio.
He tenido la suerte de poder ver
cuántos productos diferentes
se producen,
desde palos de golf
hasta ordenadores portátiles
servidores de internet, automóviles
e incluso aviones.
Y creanme, nada de ello
ocurre en una producción lineal.
Les pondré un ejemplo.
Hace unos meses estaba visitando
la planta de fabricación
de una multinacional aeroespacial
en Querétaro, México,
y el vicepresidente de logística
señaló un conjunto de cola terminado.
Resulta que estos conjuntos
se ensamblan a partir de paneles
que se manufacturan en Francia,
y se ensamblan en México
utilizando componentes importados
de los Estados Unidos.
Cuando se terminan los conjuntos de cola,
se exportan en camión a Canadá
a la planta principal de montaje
donde se unen
con otras miles de partes,
como las alas y los asientos
y las pequeñas persianas
sobre las pequeñas ventanas,
todo para formar parte
de un nuevo avión.
Piénsenlo.
Estos nuevos aviones,
antes incluso de tomar su primer vuelo,
tienen más sellos en sus pasaportes
que Angelina Jolie.
Esta estrategia de producción
sucede en todo el mundo
para manufacturar muchos de los productos
que utilizamos a diario,
de cremas para la piel a aviones.
Cuando vayan a casa esta noche,
miren en su casa.
Podrían sorprenderse al encontrar
una etiqueta como esta:
"Hecho en EE.UU.
con piezas de EAU y del extranjero."
El economista Michael Porter
describió mejor lo que ocurre aquí.
Hace muchas décadas, dijo
que para un país es más beneficioso
centrarse en producir los productos
que puede producir de forma más eficiente
y comerciar con el resto.
De lo que habla
es de la producción compartida,
y la eficiencia es la norma.
Probablemente hayan visto ejemplos
en casa o en el trabajo.
Tomemos un ejemplo.
Piensen en cómo se hizo su casa
o cómo se renovó su cocina.
Por lo general hay un jefe de obra
que es responsable
de coordinar las actividades
del resto de proveedores:
el arquitecto que dibuja los planos,
una constructora
que cave los cimientos,
un fontanero, un carpintero
y así sucesivamente.
¿Y por qué el jefe de obra
no elige una única empresa
para hacer toda la obra?
Por ejemplo, el arquitecto.
Porque es ridículo.
El jefe de obra
selecciona expertos
porque lleva años
aprender y dominar
cada una de las tareas necesarias
para hacer una casa o renovar una cocina,
algunas necesitan formación especializada.
Piense en ello:
¿Querría que su arquitecto
instalase su inodoro?
Por supuesto que no.
Apliquemos este proceso
al mundo corporativo.
Hoy en día las empresas
se centran en la producción
en lo que producen mejor
y de forma más eficiente,
y comercian con todo lo demás.
Significa que dependen
de una red global de productores,
independiente, interconectada,
para producir estos productos.
De hecho, la red está tan interconectada
que resulta casi imposible
desmantelarla y producir
productos en sólo un país.
Echemos un vistazo
a la web interconectada
que vimos hace unos momentos,
y centrémonos en un solo hilo
entre Estados Unidos y México.
El Instituto Wilson dice
que la producción compartida representa
el 40% del medio billón de dólares
del comercio entre EUA y México.
Es cerca de 200 000 millones de dólares,
o lo que es lo mismo, el PIB de Portugal.
Así que imaginemos
que Estados Unidos decide imponer
un impuesto del 20%
a todas las importaciones de México.
Está bien.
¿Cree que México permitiría
que eso suceda?
No, de ninguna manera.
Como represalia
imponen un impuesto similar
en todos los bienes importados
de los Estados Unidos,
y le sigue el toma y daca,
imagínese que los impuestos del 20%
se añaden a cada bien,
producto, componente
que cruza la frontera de un lado a otro,
y tendríamos un aumento
de más del 40% de los impuestos,
o 80 000 millones de dólares.
No se engañen,
estos costes se van a distribuir
entre Uds. y yo.
Ahora pensemos en el impacto
que puede tener en algunos productos,
o los precios de los productos,
que compramos cada día.
Si se aprobase un incremento
del 30% en los impuestos
veríamos un considerable
aumento de los precios.
Un Lincoln MKZ pasaría
de 37 000 dólares a 48 000.
Y el precio de un televisor
Sharp HD de 60 pulgadas
pasaría de 898 dólares
a 1167 dólares.
Y el precio de un hidratante
para la piel de 16 onzas
pasaría de 13 dólares a 17 dólares.
Recuerden, estamos tomando
solo un hilo de la cadena de producción
entre Estados Unidos y México,
ahora multiplíquenlo por todos los hilos.
El impacto podría ser considerable.
Piensen ahora en esto:
incluso aunque fuésemos capaces
de desmantelar esta red
y producir productos
en solo un país,
que por cierto
es más fácil decirlo que hacerlo,
solamente salvaríamos o rescataríamos
uno de cada 10 empleos de fabricación.
Porque, recuerden,
la mayoría de esos empleos, el 87%
se perdieron por mejoras
en nuestra propia productividad.
Y desafortunadamente,
estos empleos se han ido para siempre.
La verdadera pregunta es,
¿Tiene sentido que subamos los precios
hasta el punto que muchos de nosotros
no podamos permitirnos productos básicos
con el fin de salvar un trabajo
que de todos modos
podría eliminarse en un par de años?
La verdad es que la producción compartida
nos permite manufacturar
productos de mayor calidad
a precios más bajos.
Es así de sencillo.
Nos permite sacar más provecho
de los limitados recursos
y conocimientos que tenemos
y al mismo tiempo
beneficiarnos de precios más bajos.
Es muy importante recordar
que para que sea efectiva
la producción compartida,
tiene que basarse en un comercio
transfronterizo de materias primas,
componentes y productos finales.
Recuerden esto:
la próxima vez que escuchen a alguien
intentar convencerles de que la idea
de que el proteccionismo
es una buena idea,
simplemente no lo es.
Gracias.
(Aplausos)