La primera prueba de
embarazo conocida
se remonta al año 1350 a.C.
en el antiguo Egipto.
Según los egipcios,
bastaba con orinar en unas semillas
de trigo y cebada y esperar.
Si cualquiera de ellas brotaba,
felicitaciones, ¡estabas embarazada!
Si lo primero que brotaba era
el trigo, iba a ser una niña,
pero si era la cebada, era un niño.
En 1963, un pequeño estudio
ha reproducido esta prueba
y encontró que puede predecir el
embarazo con seguridad hasta un 70 %
aunque no es muy fiable en lo
que el sexo del bebé concierne.
La hipótesis de los científicos
es que la prueba funcionó
porque la orina de las mujeres
embarazadas contiene más estrógenos,
que pueden ayudar al
crecimiento de las semillas.
Ahora es fácil considerar
este antiguo método superado
porque las pruebas de
embarazo modernos ofrecen
resultados muy precisos
en cuestión de minutos.
Entonces, ¿cómo funcionan?
Las pruebas que venden en las
farmacias detectan una cosa:
una hormona llamada hCG.
La hCG se produce en las
primeras etapas del embarazo
y está a cargo de informar al cuerpo
de que la pared uterina
no sangre aquel mes.
A medida que el embarazo progresa,
la hCG se encarga de
la creación de la placenta
que transferirá nutrientes
de la madre al feto.
La prueba empieza cuando se aplica
la orina al extremo expuesto de la tira.
A medida que el fluido se desplaza
hacia las fibras absorbentes,
cruzará tres zonas separadas entre sí,
cada una con una tarea importante.
Cuando el líquido llega a la primera
zona, la zona de reacción,
las proteínas en forma de Y, llamadas
anticuerpos, se adhieren a cualquier hCG.
A estos anticuerpos se encuentra
aferrada una enzima útil
que puede activar las
moléculas de colorante,
algo que será crucial más tarde.
Entonces la orina recoge
todas las enzimas AB1
y las lleva a la zona de ensayo que
es donde aparecen los resultados.
En esta zona se encuentran fijados
más anticuerpos en forma de Y
que también se adhieren a la hCG
en uno de sus 5 centros de unión.
Los científicos llaman a este tipo
de prueba "prueba inmunoenzimática".
Si la hCG está presente, se aglutina
entre las enzimas AB1 y AB2,
y se pega a la zona de ensayo,
permitiéndole a la enzima adjunta que
activa el colorante, hacer su trabajo
y crear un patrón visible.
Si la hCG no está presente, la orina
y las enzimas simplemente pasan de largo.
Por último, hay una última parada
por hacer, la zona de control.
Como en cualquier buen experimento,
este paso confirma que la prueba
está funcionando correctamente.
Si las enzimas AB1 no encuentran hCG
o hay un exceso de ellas
porque la zona 1 está llena,
todas las enzimas AB1 que han quedado
libres y han sido recogidas en la zona 1
deben terminar aquí
y activar más colorante.
Así que si no aparece ningún patrón,
esto indica que la prueba es negativa.
Estas pruebas son bastante
fiables, pero no son infalibles.
Por ejemplo, se pueden
producir falsos negativos
si las concentraciones de hCG no son lo
suficientemente altas para ser detectadas.
Después de la inseminación, los niveles
de hCG se duplican cada 2 o 3 días,
por lo que puede ser demasiado
pronto para confirmarlo.
Las bebidas pueden diluir
la muestra de orina,
razón por la cual los médicos recomiendan
la prueba a primera hora de la mañana.
Por otro lado, los falsos positivos
pueden provenir de otras fuentes de hCG,
como las inyecciones de fecundación
in vitro, los embarazos ectópicos
o ciertos tipos de cáncer, como el
cáncer de útero o cáncer testicular,
por lo que es posible que al hacerle
una de estas pruebas a un hombre
resulte que esta "embarazado".
La mejor manera para que una
mujer lo sepa con seguridad
es en el consultorio del médico.
Los médicos también buscan la hCG,
pero con pruebas
más precisas y cuantitativas,
lo que significa que pueden descubrir
el nivel exacto de hCG en la sangre.
Unos cuantos minutos de espera
pueden parecer una eternidad
cuando se están esperando los resultados
de una prueba de embarazo.
Pero en este corto tiempo, será testigo
de la fuerza del método científico.
Puedes pedirle a este pequeño palillo
que realice un experimento controlado,
y luego analice los resultados
para validar la hipótesis original.
Y lo mejor es que ni siquiera tienes
que esperar hasta la próxima cosecha.