¿Saben cuando preguntan a una niña
cómo será su futuro
y responde que quiere
tener superpoderes o ser grande?
Si me hubieran preguntado cuando era niña
cómo sería mi vida a los 16 años
habría dicho que seré
más alta que mi padre
tendré muchos amigos,
pasearé sola por la ciudad,
seré completamente independiente
y tendré el cabello muy largo.
Siempre tuve una gran imaginación
y siempre me gustó leer.
Traducir letras en imágenes y sonido,
a pesar de que todo estaba en silencio,
era una forma para una niña, humana,
muggle, de llegar a ser especial.
Cada historia me hizo creer que
la vida material cotidiana no era la única
y que existía la magia.
En algún momento empecé a ver oscuridad,
mi visión periférica se volvía oscura,
hasta que todo estaba oscuro
y me mareaba un poco,
pero mi imaginación era tan fértil
que sentía que algo mágico me pasaba
o que el universo me transmitía
información secreta.
Siempre quise ser especial
pero al crecer tuve que aceptar
que el mundo mágico
se alejaba de mí cada vez más.
Entraba en el armario de mi casa
y creía que si me olvidaba
del panel trasero,
desaparecería y sería capaz
de llegar a Narnia.
Pero no descubrí
un armario mágico a los 8 años,
y tampoco recibí mi carta
de Hogwarts a los 11 años,
y tampoco un sátiro me dijo
que yo fuera una semidiosa a los 12.
Mi última esperanza era que Gandalf
me llevara en una aventura a los 50.
Pero, mientras tanto, a los 13 años,
de repente me convertí
en alguien especial,
aunque, en realidad, no era
la manera en que lo quería.
De hecho, el universo no me transmitía
información secreta,
sino que me arrastraba
hacia un agujero negro.
El 23 de septiembre de 2015,
a las 7:35 de la mañana,
llegué tarde a la escuela, como siempre,
porque el autobús tardaba muchísimo
en llegar a mi casa, como siempre.
Entré en la clase y me caí.
En medio de la clase,
delante de todo el mundo.
No vi una mochila que estaba en el suelo.
Me senté y me di cuenta de que no
podía leer las letras en la pizarra.
No podía leer.
Llamé a mi madre y ese día,
más tarde, me llevaron al hospital,
pensando lo genial que sería
tener un buen par de gafas.
Pero no me las compré, ni siquiera
fue dada de alta del hospital ese día.
Fui diagnosticada con hidrocefalia,
una palabra poco creativa que significa
que hay demasiado líquido en el cerebro,
y les develo algo,
en mi caso fue porque
se formó un glioma en el conducto
entre el primer y tercer ventrículo,
en la parte superior de la cabeza.
Esto no dejaba fluir
el líquido en mi cerebro,
entraba y no podía salir,
lo que aumentó mucho
mi presión intracraneal
y dañaba mis nervios ópticos.
Pero los médicos
no se dieron cuenta de eso.
Me sometí a una operación, luego otra,
luego otra y otra.
Estaba atrapada en un ciclo en el que
cuando mis padres y yo nos levantábamos,
la vida nos golpeaba de nuevo
cayendo una y otra vez.
Revolucionó mi mundo y estábamos todos
anestesiados por la situación.
Mis pensamientos mágicos se sustituyeron
por una cascada de santos y entidades,
que eran tan inmateriales
como mi esperanza de Gandalf.
El problema fue que el médico estaba
seguro de que sabía lo que me pasaba.
Pero dado que mi problema fue provocado
por algo totalmente diferente,
me quitaron demasiado líquido
entonces ya no era un problema
de alta presión intracraneal
sino de bajísima presión.
Durante 8 meses, me sometí a 4 operaciones
utilizando este procedimiento
y 3 operaciones más para intentar
compensar el error del médico.
Pero el daño ya estaba hecho.
Por fin pude regresar a la escuela,
pero ya no era la misma persona.
La vida había continuado
para la gente normal
y yo me había perdido
algunos eventos de la vida
y una crisis adolescente que,
de verdad, no echo de menos.
Básicamente pasé un año durmiendo,
porque dado que me quitaron la literatura
esta era la única manera de integrarme
en otra realidad cuando más lo necesitaba.
Pero miren, sigo viva.
Hay un dicho que dice:
"Me caí en un agujero, salí como gigante."
Eso es cómo me siento realmente,
porque cada vez que pasan
por una mala racha, hay una fuerza,
puede ser impalpable,
que les levantará de nuevo,
y esta vez serán mucho más sabios.
Hoy en día, soy capaz
de concentrarme en una cosa.
Y comer es una experiencia
totalmente diferente.
Cuando como "bolinho de chuva",
los pasteles de gota de lluvia,
me lleva inmediatamente a un lugar seguro
donde hay nubes de azúcar y canela
También, el oír o poner música
me permite escapar de las dificultades
por las que paso en la vida.
Y ahora puedo recordar
todas las letras de Bob Dylan,
lo que es un poco loco.
Mi imaginación es más intensa que nunca
porque ahora la uso como
uno de los sentidos más importantes.
Es el que me permite construir
un mundo totalmente nuevo
basado en lo que he visto
y en otros canales sensoriales.
Debo utilizar la imaginación
como un instrumento creativo y lógico
para sobrevivir esta realidad que depende
fuertemente en la estimulación visual.
Puedo hacer eso porque hay
una diferencia entre mirar y ver
como la hay entre oír y escuchar.
Ver y escuchar no tienen que ver
con una capacidad precisa de los sentidos,
sino con la sensibilidad,
para entender situaciones
y tener empatía por los demás,
por eso ahora puedo ver mejor que antes.
Por ejemplo, puedo ver
que están prestando atención.
(Risas)
En la mitología griega, el vidente
más famoso, Tiresias, era ciego,
porque no fue engañado por las trampas
de la apariencia y el mundo visual.
No soy para nada la persona
de 16 años que pensaba ser,
y no llevo la vida que pensaba llevaría,
pero si me preguntan si quiero
retroceder en el tiempo
e impedir que todo esto suceda,
he aprendido tanto que no quiero
extrañar cómo soy ahora,
la respuesta es no.
Gracias.