Puedo recordar, la primera vez, que me di cuenta de que algo andaba mal. Puedo recordar, la primera vez, que me dijeron que yo tenía dislexia. Puedo recordar que estaba en 1° o 2° cuando la maestra me llevó del pasillo a un aula pequeña. Me dijo que me sentara y puso 5 letras magnéticas en el pizarrón. Dijo: "Piper léeme esto. ¿Qué dicen estas 5 letras?" Las miré, las miré fijamente y dije: "No estoy muy segura de qué dice ahí". Ella dijo: "Está bien, está bien, pero ese es tu nombre". Recuerdo este sentimiento como si fuera esta mañana. Puedo asegurarles que mi cara estaba del color de una remolacha. Yo estaba demasiado avergonzada de no poder ni siquiera leer mi propio nombre. Puedo recordar cuando al siguiente año mi mamá me fue a buscar a la casa donde iba a las tutorías. El tutor salió y dijo: "Mary Beth, necesito que trabajes la secuencia con Piper. Ella todavía no entiende cómo se forma un dólar. Aquí hay 4 cuartos, solo siéntate con ella y cántale la canción del dólar". Así que cuando llegamos a casa nos sentamos a la mesa y la repetimos juntas 4 o 5 veces. 25, 50, 75, un dólar. Y después era mi turno de repetirla. ¿25, 50... ? Piper, 25, 50, 75, un dólar. Inténtalo de nuevo. 25, 50... Piper solo son 4 cosas. 25, 50, 75, un dólar. Puedo recordar cómo me afectó la dislexia desde la primaria hasta la secundaria. Puedo recordar la impresión de que tenía que dominar ciertos aspectos de la escuela y superarlos. Pensaba que era la única manera. Desde 1° hasta 8° me sacaron de las clases normales para que aprendiera en una forma distinta. Cuando estaba en 4° me dijeron que no podría aprender un idioma extranjero. En 6°, me dijeron que era esencial que dominara la multiplicación para poder continuar. Yo hice todo lo que pude para poder graduarme de los programas en los cuales me colocaban. Sabía que no podía aprender como todos Uds. pero quería estar en las clases tradicionales con Uds. Cuando me sentaba ahí, con mi vestido rosado y cinta de flores, no quería ser diferente. Puedo recordar que me esforzaba por salir de esas aulas. Mis padres me ayudaron en lo que estaba a su alcance para que me educara fuera del sistema de la Escuela Cape Elizabeth Repetidamente me hacían exámenes de CI porque mis resultados no tenían sentido. En muchas categorías "superaba los objetivos". Realmente mi cerebro funcionaba en maneras completamente diferentes a los otros. En 8° me vio un doctor para el último examen de CI. Y su única conclusión fue: a la chica hay que darle una calculadora y un diccionario. Después de una docena de sesiones con mis padres, con mis maestros, consejeros de apoyo de enseñanza y aún con la administración finalmente escuché exactamente lo que quería escuchar: Mientras mantengas tus notas y te preocupes por ti misma puedes graduarte del Programa de Apoyo de Enseñanza. Aunque me haya graduado, no significa que ya todo pasó. Cada día me recuerdo que todavía tengo dislexia. Por ejemplo, este verano trabajé en el camión de alimentos, Mainely Burgers. Era la cajera y tomaba los pedidos de hamburguesas. Yo deletreaba onions [cebollas] "U-N-I-O-N-S" [uniones]. Y fue 3 semanas después que los chicos finalmente empezaron a decir: "Piper, ¿él quería unions [uniones] en la hamburguesa?" (Risas) O,"Piper, ¿María pidió una aro de union grande o un aro de union pequeño?" (Risas) Algunas veces llamo a mi mejor amiga Chelsea, le pregunto cómo deletrear una palabra y cuelgo. El corrector ortográfico nunca sabe qué estoy tratando de decir. Y mis resultados del examen de admisión, fueron divertidos. Cuando fueron los exámenes de admisión de mayo, una vez los tomé sin prepararme y al recibí mis resultados obtuve 1350 puntos. Inmediatamente llamé a mi mamá, a mi papá, a mi hermano y les dije con emoción mi resultado de 1350 puntos. Ninguna de las universidades que estaba buscando aceptaba resultados de 1350. Así que para el segundo examen de admisión me preparé durante 2 horas, 3 veces por semana con un tutor privado durante un mes. Recibí mis resultados y obtuve 1350. 1350 era mi número del destino. Y recientemente le estaba escribiendo una carta a un profesor de la universidad para agradecerle por reunirse conmigo. Eran solo 4 o 5 oraciones. Las escribí una vez, en una nota adhesiva, la revisé. Las escribí de nuevo en una nota adhesiva, la revisé. Luego marqué unas palabras que parecían mal escritas, y las busqué en Google. Luego escribí la carta a lápiz en una tarjeta, y sobre la misma escribí con lapicero. Eso solo para escribir de 4 a 5 oraciones. Solía invertir mucho tiempo y energía en tratar de superar mi dislexia. Pero cuando llegué a la secundaria ya era suficiente. Me dí cuenta de que para mí no sería de importancia perfeccionar cosas como la multiplicación, mi habilidad en un idioma extranjero y detectar por qué no podía comprender los libros que estaba leyendo. Lo importante era que encontré lo que me gusta hacer y fortalecer lo que disfruto hacer. Encontré mucha satisfacción en el trabajo. Trabajé en la tienda de muebles de mi mamá y cuidé niños, y también fui voluntaria en la ambulancia de Cape Elizabeth. Encontré satisfacción en la organización de eventos. En ayudar a organizar uno de los bailes de graduación más memorables e incluso ayudé a planificar el evento en el cual Uds. están hoy. Y hace poco, supe que la parte creativa de mi cerebro es la que mejor me queda. El verano pasado completé 250 horas en la Universidad de Arte de Maine. Y cuando llegué para cursar mi último año, abandoné matemáticas, ciencias y un idioma extranjero. Encontré mi pasión y en este preciso momento me estoy dedicando a ella. El próximo otoño asistiré a la Universidad de Arte y Diseño de Savannah para estudiar Diseño de Accesorios y como carrera secundaria, Negocios. Mi desafío para cada uno de Uds. es que encuentren lo que les guste, encuentren lo que disfrutan y que se dediquen a ello. Trabajen arduamente, coman bien, y enamórense de todo. Gracias. (Aplausos) (Ovación)