Aquay Wunne Kesuk.
Kelsey Leonard Nooweesuonk.
Hola, buenos días a todos.
Soy de la nación de Shinnecock.
Gracias a la tribu Cahuilla,
en cuya tierra nos reunimos hoy.
Me enseñaron que el agua está viva.
Puede oír,
retiene recuerdos.
Y por ello he traído un recipiente
de agua conmigo hoy,
porque quiero que retenga los recuerdos
de nuestra conversación de hoy.
¿Quién obtiene derechos legales?
La historia nos ha demostrado que
algunas personas sí, pero otras no.
En EE.UU., personas indígenas como yo
no fuimos ciudadanos
según la ley hasta 1924.
Mis ancestros de Shinnecock,
que aquí muestro,
no eran ciudadanos según la ley.
Entonces, ¿por qué decimos ser
naciones gobernadas por la ley
si algunas personas están
protegidas, pero otras no?
Porque sigue siendo una de las
mejores formas de combatir la injusticia.
Y, como personas indígenas,
conocemos la injusticia.
Una querida amiga, mentora,
caminante del agua,
Nokomis, Abuela Josephine Mandamin-ba,
me habló de una profecía
procedente de su poblado,
los Anishinaabe de la Sociedad Midewiwin.
Y en esa profecía,
me dijo que cuenta que llegará un día
donde una onza de agua costará
más que una onza de oro.
Cuando me contó la profecía,
me senté un momento
y pensé sobre todas las injusticias
que vemos en el mundo hoy,
las crisis de agua que
vemos en el mundo hoy,
y dije: "Nokomis, Abuela,
siento que ya se está
cumpliendo la profecía".
Y me miró a los ojos
y dijo:
"¿Y qué vas a hacer al respecto?"
Por eso estoy aquí con Uds. hoy,
porque creo que
una de las muchas soluciones
para resolver las injusticias del agua
que vemos en el mundo hoy
es reconocer que
el agua es un familiar vivo
y otorgarle la personalidad
jurídica que se merece.
Para conseguirlo, necesitamos transformar
la manera en la que valoramos el agua.
Tenemos que empezar a pensar en
cómo conectamos con el agua.
Normalmente, alguien podría preguntarles:
"¿Qué es el agua?"
Y responderían con:
"Lluvia, océano, lago, río,
H2O, líquido."
Podrían incluso entender
la esencialidad sagrada del agua
y decir que el agua es vida.
Pero y si les preguntase, en cambio:
"¿Quién es el agua?"
De la misma forma en la que podría
preguntarles: "¿Quién es su abuela?"
"¿Quién es su hermana?"
Ese tipo de orientación
transforma en esencia la forma
en la que pensamos sobre el agua,
transforma la manera
en que tomamos decisiones
en cómo podríamos proteger el agua,
protegerla de la misma forma
como protegerían a su abuela,
a su madre, a su hermana, a sus tías.
Ese es el tipo de transformación
que necesitamos si vamos a enfrentarnos
a las múltiples crisis de agua que vemos
en nuestro mundo hoy,
estas horrorosas crisis de agua
transmitidas en nuestros
dispositivos digitales
como cuentas atrás hasta el Día Cero,
el momento en el que los suministros
municipales de agua son cerrados.
Lugares como Cape Town, en Sudáfrica,
donde en 2018
los residentes fueron restringidos
a ducharse en dos minutos
y a 87 litros de agua al día por persona;
o este pasado verano, donde
el mal empleo del agua
llevó a las calles de Chennai
a llenarse de miles de
jarras de agua de plástico
mientras los residentes esperaron
durante horas a que los tanques de agua
les diesen agua, primero
en ferrocarriles, luego en camiones,
para cubrir sus necesidades diarias.
O incluso aquí en EE. UU.,
uno de los países más
desarrollados del mundo.
A día de hoy Flint, en Michigan,
todavía no tiene agua limpia.
Pero quizás no hayan oído
hablar de estas crisis de agua,
como la de Neskantaga First Nation
en el norte de Ontario, en Canadá,
donde sus residentes han estado bajo
aviso de hervir su agua desde 1995.
O en Grassy Narrows First Nation,
que durante décadas ha estado
tratando con la contaminación del agua
causada por fábricas de papel
y donde un reciente estudio encontró
que cerca del 90 % de
la población indígena
tenía algún tipo de
intoxicación por mercurio,
causándoles severas
complicaciones de salud.
O incluso entre la nación Navajo.
Aquí os muestro el río de
las Ánimas una mañana de 2015
antes del derrame de la mina Gold King.
Después de que se vertiesen millones
de residuos mineros peligrosos
al sistema fluvial,
asçi era el río más tarde en el mismo día.
Hoy, la Nación Navajo y el poblado Diné
y el propio río están intentando
recuperarse de la contaminación.
O incluso aquí mismo
en Palm Springs, California,
donde la Banda Agua
Caliente de Indios Cahuilla
ha luchado durante décadas por proteger
la explotación de aguas subterráneas
para que futuras generaciones
no solo puedan vivir sino también
prosperar en su tierra natal,
tal y como lo han hecho
desde tiempos inmemorables.
Verán, un estudio reciente de
DIGDEEP y la US Water Alliance
demostró que la etnia, en EE. UU.,
es el mayor indicador
de acceso a agua y sanidad;
y eso para nosotros,
como americanos nativos,
somos el grupo con mayor probabilidad
de tener problemas de acceso
relacionados con el agua y la sanidad.
Así que, como experta
legal y científica indígena,
creo que muchas de
estas injusticias del agua
son resultado del sistema legal
occidental fallando al reconocer
la personalidad jurídica del agua.
Y debemos preguntarnos a nosotros mismos:
¿Para quién es la justicia?
¿Solo para la humanidad?
Hemos otorgado personalidad
jurídica a corporaciones.
En EE. UU., la Corte Suprema
encontró en "Ciudadanos Unidos"
que una corporación era una persona
con protecciones similares
bajo la Constitución,
tales como la libertad de expresión,
y aplicó un razonamiento
similar en "Hobby Lobby",
viendo que una corporación tenía
derecho a la libertad de religión
como defensa contra la implementación
de la Ley del Cuidado Accesible
sobre sus empleados.
Ahora bien, esto son casos controvertidos,
y como mujer Shinnecock y experta legal,
me hacen cuestionarme el compás
moral del mundo occidental,
donde uno puede garantizar
personalidad jurídica a una corporación,
pero no a la naturaleza.
Verán, la personalidad jurídica
nos otorga la capacidad
de ser visibles en un Tribunal de Justicia
y que oigan nuestra voz como
la de una persona protegida por la ley.
Y si pueden otorgar eso a una corporación,
¿por qué no a los Grandes Lagos?
¿Por qué no al río Misisipi?
¿Por qué no a los muchos canales
de agua alrededor del planeta
de los que depende nuestra supervivencia?
Sabemos que estamos ante
una crisis climática global
pero, globalmente, nuestras aguas
también son amenazadas,
y estamos enfrentándonos
a una crisis de agua global,
y si queremos abordar estas
crisis durante nuestras vidas,
necesitamos cambiar.
Necesitamos transformar en esencia
la forma en la que valoramos el agua.
Y esto no es algo nuevo
para nosotros, el poblado indígena.
Nuestros sistemas jurídicos indígenas
tienen un principio fundamental
de entender a nuestros parientes
no humanos
como seres vivos y protegidos por la ley.
E incluso en el mundo occidental,
teóricos jurídicos ambientales
han luchado por los derechos de
la naturaleza desde los años 70.
Pero necesitamos hacerlo mejor.
Necesitamos cambiar.
Y necesitamos otorgarle
personalidad jurídica al agua
porque permite los siguientes
derechos y protecciones.
Le garantiza al agua
el derecho a existir,
prosperar y evolucionar de forma natural,
y sobe todo, protege al agua de nosotros,
de seres humanos que le harían daño,
de impactos ambientales
causados por el ser humano,
de contaminantes,
y de la contaminación
causada por humanos.
Además, revierte la jerarquía aceptada
del dominio humano sobre la naturaleza.
Como humanos en este planeta,
no somos superiores a
otros seres del planeta.
No somos superiores a la propia agua.
Tenemos que aprender a ser
buenos mayordomos de nuevo.
A menudo imaginamos que el
mundo está lleno de agua infinita.
De hecho, no lo está.
Este planeta, Ohke, la Madre Tierra,
tiene unos recursos de
agua dulce muy finitos.
Actualmente, cerca de
2000 millones de personas
viven en países que
experimentan altas crisis de agua.
También se ha estimado que para el 2030,
hasta 700 millones de personas podrían
ser desplazadas a lo largo del mundo
debido a la escasez de agua.
Tenemos que abordar esta crisis.
Y por ello es hora de que cambiemos.
Tenemos que transformar la forma
en la que valoramos el agua.
Y podemos hacerlo.
Podemos aprender a ser
buenos mayordomos de nuevo.
Podemos crear leyes a través de las que
se otorgue personalidad jurídica al agua.
Podemos empezar a honrar
los tratados originales
entre poblados indígenas y no indígenas
para proteger el agua.
Podemos designar guardianes para el agua
que aseguren que los derechos
del agua estén siempre protegidos.
También podemos desarrollar
estándares de calidad del agua
que tengan un enfoque holístico,
que asegure el bienestar del agua por
encima de nuestras necesidades humanas.
Y, además, podemos trabajar en desmantelar
la propiedad exclusiva sobre el agua.
Y hay buenos ejemplos sorprendentes
de esto alrededor del mundo.
El río Whanganui en Aotearoa,
en Nueva Zelanda,
y el río Ganges en India
fueron otorgados personalidad
jurídica en 2017.
E incluso este año,
los residentes de la ciudad de Toledo
reconocieron la personalidad
jurídica del lago Erie.
Y aquí mismo en California,
la tribu Yurok otorgó personalidad
jurídica al río Klamath.
Verán, imagino un mundo
donde valoremos el agua
como a un pariente vivo,
donde trabajemos por restaurar
nuestra conexión con el agua.
Como mujeres, somos
transportadoras de agua.
Nutrimos al agua en nuestros vientres
durante nueve meses.
Es la primera medicina a la que
cada uno de nosotros, seres humanos,
somos expuestos.
Verán, todos nacemos como seres humanos
con una conexión natal con el agua,
pero en algún punto de nuestro camino,
perdimos esa conexión,
y tenemos que trabajar por restaurarla.
Porque imagino un mundo
donde el agua esté sana y
los ecosistemas prosperen.
Imagino un mundo
donde cada uno de nosotros tome
nuestro derecho de responsabilizarnos
como ciudadanos del agua
y protejamos el agua.
Así que, en palabras de Nokomis:
¿qué van a hacer al respecto?
¿Qué van a hacer por el agua?
Bueno, pueden llamar a un político local.
Pueden ir a una asamblea popular.
Pueden promover la concesión
de personalidad jurídica al agua.
Pueden ser como los habitantes
de la ciudad de Toledo
y edificar desde la base,
y construir su propia legislación,
si los políticos no van a escribirla,
reconociendo la personalidad
jurídica del agua.
Pueden aprender acerca de las tierras y
aguas indígenas que ahora ocupan
y el sistema jurídico indígena
que aún las gobierna.
Y sobre todo, pueden conectar con el agua.
Pueden restaurar esa conexión.
Vayan al agua más próxima a su hogar
y descubran por qué está amenazada.
Pero, sobre todo, si hacen algo,
les pido que se prometan a sí mismos
que cada día, se preguntarán:
"¿Qué he hecho por el agua hoy?"
Si somos capaces de cumplir esa promesa,
creo que podremos crear
un mundo audaz y brillante
donde futuras generaciones
sean capaces de formar
la misma relación con el agua que
hemos tenido el privilegio de tener,
donde todas las comunidades de
parientes humanos y no humanos
tengan agua para vivir,
porque el agua es vida.
Tabutni. Muchas gracias.
(Aplauso)