A mí me ocurren normalmente,
esas crisis profesionales,
a menudo, de hecho,
las noches de domingo,
justo cuando el sol comienza a ponerse
y la distancia
entre mis propias esperanzas
y la realidad de mi vida, comienza
a discrepar tan dolorosamente
que normalmente termino
sollozando en una almohada.
Menciono todo esto
porque creo que no es solamente
un problema personal.
Quizás piensen que me equivoco en esto,
pero creo que vivimos en una época
en que nuestras vidas son
afectadas regularmente
por crisis profesionales,
por momentos en que
lo que creíamos saber
sobre nuestras vidas,
sobre nuestras carreras,
entra en contacto con cierto tipo
de amenazante realidad.
Quizás ahora sea más fácil que nunca
ganar un buen sueldo.
Quizás es más difícil que nunca
permanecer tranquilos,
estar libres de ansiedad profesional.
Ahora quisiera analizar
algunas de las razones por
las que quizás sintamos ansiedad
sobre nuestras carreras.
Porqué quizás seamos víctimas
de esas crisis profesionales
mientras sollozamos suavemente
en nuestras almohadas.
Una de las razones por las que quizás
estemos sufriendo
es que estamos rodeados por esnobs.
En cierta manera, tengo malas noticias
en particular para quien venga a Oxford
del extranjero.
Hay un auténtico problema de esnobismo.
Porque a veces la gente de fuera
del R. U. imagina
que el esnobismo es un fenómeno
característicamente británico
obsesionado con casas de campo y títulos.
Las malas noticias es que
eso no es cierto.
El esnobismo es un fenómeno mundial.
Somos una organización global.
Es un fenómeno mundial.
Existe. ¿Qué es un esnob?
Un esnob es cualquiera que toma
una pequeña parte de ti
y la utiliza para llegar a
una visión completa de quién eres.
Eso es esnobismo.
Y el tipo dominante de esnobismo
que existe hoy es
el esnobismo ocupacional.
Lo encuentras a minutos
de iniciada una fiesta
cuando encaras esa
famosa pregunta distintiva
de comienzos del siglo XXI:
¿En qué trabajas?
Y de acuerdo a cómo respondas
esa pregunta,
la gente estará increíblemente
encantada de verte
o mirarán el reloj e inventarán excusas.
(Risas)
Ahora, lo opuesto a un esnob es tu madre.
(Risas)
No necesariamente tu madre, o lo mía,
sino, como si fuese la madre ideal.
Alguien a quien
no le interesan tus logros.
Desafortunadamente la mayoría
de la gente no es nuestra madre.
La mayoría establece una estricta
correlación entre cuánto tiempo
y si quieres, amor,
—no amor romántico
aunque tal vez haya algo—
sino amor en general, respeto,
están dispuestos a otorgarnos,
y eso estará estrictamente definido
por nuestra posición
en la jerarquía social.
Esa es la razón por la que nos
preocupamos tanto por nuestras carreras
y de porqué nos empezamos a preocupar
tanto por bienes materiales.
Se nos dice a menudo que vivimos
en una época muy materialista
que todos somos codiciosos.
No creo que seamos
particularmente materialistas.
Creo que vivimos en una sociedad
que simplemente ha vinculado ciertas
recompensas emocionales
a la adquisición de bienes materiales.
No son los bienes materiales
lo que queremos, son las recompensas.
Es una nueva forma de ver
a los artículos de lujo.
La próxima vez que vean a alguien
conduciendo un Ferrari
no piensen: "Es alguien codicioso".
Piensen: "Es alguien increíblemente
vulnerable y necesitado de amor".
En otras palabras... (Risas)
sientan compasión, en lugar de desprecio.
Hay otras razones...
(Risas)
hay otras razones
por las que ahora
sentirse tranquilos
es más difícil que nunca.
Una de ellas, y es paradójica porque está
vinculada a algo más bien agradable
es la esperanza que todos tenemos
en nuestras carreras.
Nunca antes habían sido tan altas
las expectativas
de lo que los seres humanos
pueden lograr durante sus vidas.
Se nos dice, desde muchos sitios,
que cualquiera puede lograr lo que sea.
Nos hemos librado del sistema de castas.
Ahora estamos en un sistema
en el que cualquiera
puede elevarse
a cualquier posición que guste.
Y es una idea hermosa.
La acompaña un espíritu de igualdad,
todos somos básicamente iguales.
No hay jerarquías
claramente definidas.
Hay un problema muy grande con esto
y ese problema es la envidia.
Envidia, es un auténtico tabú
mencionar la envidia
pero si hay una emoción dominante
en la sociedad moderna, es la envidia.
Y está vinculada al espíritu de igualdad.
Permítanme explicarlo.
Creo que sería muy inusual que
alguien aquí, o de los que están viendo,
tuviera envidia de la Reina de Inglaterra.
A pesar de que sea mucho más rica
que cualquiera de ustedes,
y de que tenga una casa enorme.
La razón por la que no la envidiamos
es porque es muy rara.
Simplemente es demasiado extraña.
No podemos identificarnos con ella.
Habla raro.
Viene de un lugar peculiar.
Así que no nos identificamos. Y cuando no te
puedes identificar con alguien, no lo envidias.
Cuanto más cercanas sean dos personas,
en edad, en trayectoria
en el proceso de identificarse,
mayor es el peligro de envidia.
Lo cual por cierto es el porqué nunca
deberían ir a reuniones de exalumnos
porque no hay
punto de referencia más fuerte
que los compañeros de escuela.
Pero el problema es que, en general, la sociedad moderna ha convertido al mundo entero
en una escuela.
Todos usan jeans, todos son iguales.
Y sin embargo, no lo son.
Así que hay un espíritu de igualdad,
combinado con profundas desigualdades.
Lo que contribuye a una situación
muy estresante.
Quizás es tan improbable
que en la actualidad
llegues a ser tan rico y famoso
como Bill Gates
como era de improbable en el siglo XVII
acceder a la jerarquía
de la aristocracia francesa.
Pero el punto es que no se siente así.
Se hace sentir, por revistas
y otros medios de comunicación
que si tienes la energía, unas cuantas
ideas brillantes sobre tecnología
un garaje,
tú también podrías empezar algo grande.
(Risas)
Y las consecuencias de este problema
se perciben en las librerías.
Cuando vas a una librería grande
y miras la sección de autoayuda
como yo a veces hago
si analizas los libros de autoayuda
que se producen
actualmente, son básicamente de dos tipos.
El primero te dice: "¡Puedes hacerlo!
¡Puedes triunfar! ¡Todo es posible!"
Y el otro tipo te dice como lidiar
con lo que educadamente llamamos
"baja autoestima"
y descortésmente
"sentirte pésimo sobre ti mismo".
Existe una auténtica correlación
entre una sociedad que le dice a la gente
que pueden hacer cualquier cosa
y la existencia de baja autoestima.
Así que esa es otra forma en la que
algo muy positivo
puede tener un efecto desagradable.
Hay otra razón por la que quizás
nos sintamos más ansiosos
sobre nuestras carreras, sobre nuestro
estatus en el mundo, hoy más que nunca.
Y está de nuevo vinculada a algo bonito.
Y a ese algo bonito
se le llama meritocracia.
Todos, todo político
de izquierda o derecha
está de acuerdo en que
la meritocracia es algo grandioso
y que deberíamos intentar volver
meritocracias reales nuestras sociedades.
En otras palabras,
¿qué es una sociedad meritocrática?
Es una en la que si tienes
talento, energía y habilidad
llegas a la cima.
Nada debería detenerte.
Es una hermosa idea,
el problema es que si de verdad
crees en una sociedad
en la que aquellos que merecen llegar
a la cima, llegan a la cima
también, por implicación
y de forma bastante horrible
crees en una sociedad donde aquellos
que merecen llegar al fondo
también llegan al fondo y se quedan ahí.
En otras palabras, tu posición en la vida
llega a considerarse no accidental
sino digna y merecida.
Y eso vuelve al fracaso
mucho más aplastante.
En la Edad Media, en Inglaterra
cuando conocías una persona muy pobre
esa persona sería descrita
como un "desafortunado"
literalmente, alguien que no ha sido
bendecido por la fortuna, un desafortunado.
Hoy, en particular en Estados Unidos,
si conoces a alguien
del fondo de la sociedad
sería, cruelmente,
descrito como un "perdedor".
Hay una real diferencia entre ser
un desafortunado y ser un perdedor,
y eso muestra 400 años de evolución social
y de la creencia de quién es
responsable de nuestras vidas.
Ya no son los dioses, somos nosotros.
Nosotros estamos al mando.
Eso es estimulante si te está yendo bien
y muy aplastante si no.
Lleva, en los peores casos,
en el análisis de un sociólogo
como Emil Durkheim,
a tasas mayores de suicidios.
Hay más suicidios en países
desarrollados individualistas
que en ninguna otra parte del mundo.
Y parte de la causa es
que la gente toma lo que
le sucede de forma
extremadamente personal.
Son responsables de su éxito,
pero también de su fracaso.
¿Hay algún alivio para alguna
de esas presiones
que he estado describiendo?
Creo que la hay.
Quiero mencionar algunos de ellos.
Tomemos la meritocracia,
la idea de que todos merecen
llegar a donde llegan.
Creo que es una idea descabellada,
totalmente descabellada.
Apoyaré a cualquier político
de izquierda o derecha
que tenga una idea
medio decente meritocrática.
Soy un meritócrata en ese sentido.
Pero creo que es demente
creer que alguna vez
construiremos una sociedad genuinamente
meritocrática. Es un sueño imposible.
La idea de que haremos una sociedad
donde literalmente todos serán asignados
los buenos en la cima
y los malos en el fondo
y que sea hecho
exactamente como se debe, es imposible.
Simplemente hay
demasiados factores aleatorios:
accidentes, accidentes de nacimiento,
accidentes de cosas cayendo en la cabeza,
enfermedades, etc.
Nunca conseguiremos evaluarlos.
Nunca evaluaremos a las personas
como se debería.
Me atrae una encantadora cita de
San Agustín en "La Ciudad de Dios"
que dice: «Es un pecado juzgar
a cualquier hombre por su puesto».
En español moderno significaría:
Es un pecado decidir
con quién debes hablar
basado en su tarjeta de presentación.
No es el puesto el que debería contar.
Y de acuerdo a San Agustín
sólo Dios es quien puede
poner a todos en su lugar
y lo hará el Día del Juicio
con ángeles y trompetas,
y los cielos se abrirán.
Idea descabellada,
si eres una persona laica como yo.
Sin embargo hay algo
muy valioso en esa idea.
En otras palabras, contente a la hora
de juzgar a las personas.
No necesariamente sabes cuál es
el auténtico valor de alguien.
Es algo desconocido de él
y no deberíamos comportarnos
como si fuera algo conocido.
Hay otra fuente de alivio
y confort para todo esto.
Cuando pensamos sobre
fracasar en la vida, en el fracaso,
una razón para temerlo no es sólo
la pérdida de ingreso o de estatus.
Lo que tememos es el juicio y ridículo
de los otros. Y eso existe.
El instrumento número uno
del ridículo hoy, es el periódico.
Si lo abren cualquier día
está lleno de gente
que arruinó sus vidas.
Durmió con la persona equivocada,
tomó la sustancia equivocada
aprobó la ley equivocada.
Lo que sea.
Y ahora son dignos de ridiculizar.
Es decir, han fracasado
y son descritos como «perdedores».
¿Hay alguna alternativa a esto?
Creo que la tradición occidental
muestra una gloriosa alternativa.
Y es la tragedia.
El arte trágico, como se desarrolló
en los teatros de la antigua Grecia
en el siglo V a.C. era en esencia
una forma de arte dedicada
a registrar cómo fracasa la gente
y también a otorgarles
un nivel de simpatía
que la vida ordinaria
no les daría necesariamente.
Recuerdo que hace unos años
pensaba acerca de esto
y fui a ver al "The Sunday Sport"
un tabloide que no
les recomiendo que empiecen a leer
si no lo conocen ya.
Fui a hablarles
sobre algunas de las grandes tragedias
del arte occidental.
Y quería ver cómo tomarían la esencia
de ciertas historias
si éstas les llegaran como
noticias a su escritorio
la tarde de un sábado.
Les conté sobre Otelo.
No lo conocían pero les fascinó.
(Risas)
Y les pedí que escribieran el titular
para la historia de Otelo.
Salieron con: «Inmigrante loco de amor
mata hija de senador»
puesto en el encabezado.
Les di el argumento de Madame Bovary
otro libro que les encantó descubrir
y escribieron: "Adúltera despilfarradora
toma arsénico después de fraude crediticio».
(Risas)
Y mi favorita,
realmente tienen cierta clase genio
propio esta gente.
Mi favorito es «Edipo Rey» de Sófocles.
«El sexo con mamá fue cegador».
(Risas)
(Aplausos)
De cierto modo,
en un extremo del espectro de la simpatía
tienen al tabloide
y en el otro extremo tienen a la tragedia
y al arte trágico.
Y argumento que deberíamos
aprender un poquito
sobre lo que ocurre en el arte trágico.
Sería de locos llamar perdedor a Hamlet,
él no es un perdedor, aunque haya perdido.
Creo ese es el mensaje de la tragedia
para nosotros,
y porqué es tan, tan importante, creo.
Lo otro de la sociedad moderna
y que nos causa esta ansiedad
es que no tenemos nada en su centro
que sea no-humano.
Somos la primera sociedad en vivir en
un mundo en el que no adoramos
a nada más que a nosotros mismos.
Tenemos una opinión muy alta de nosotros,
y así deberíamos.
Hemos puesto gente en la Luna, hemos
hecho toda clase de cosas extraordinarias.
Así que tendemos a adorarnos
a nosotros mismos.
Nuestros héroes son héroes humanos.
Eso es una situación muy nueva.
La mayoría de sociedades tuvo en su centro
la adoración de algo trascendente, un dios
un espíritu,
una fuerza natural, el universo.
Lo que fuera,
es alguna otra cosa lo que es adorado.
Hemos perdido algo el hábito de hacer eso
y es la razón, creo
de que nos atraiga tanto la naturaleza.
No por nuestra salud,
aunque sea presentado así
sino porque es un escape
del hormiguero humano
de nuestra propia competición
y nuestros propios dramas.
Y por eso es que disfrutamos
ver glaciares y océanos y contemplar
a la Tierra desde el exterior, etc.
Nos gusta sentirnos en contacto
con algo que no es humano
y eso nos resulta
tan profundamente importante.
Creo que he hablado en realidad
de éxito y fracaso
y algo interesante sobre el éxito es que
creemos saber qué significa.
Si les dijera que hay
alguien muy exitoso
detrás la pantalla, ciertas ideas vendrían
de inmediato a la mente.
Pensarían que quizás esa persona
ganó mucho dinero, alcanzó renombre
en algún campo.
Mi propia teoría del éxito, y estoy
muy interesado en el éxito,
de verdad quiero ser exitoso
siempre pienso:
"¿Cómo podría tener más éxito?".
Pero al envejecer, matizo mucho
lo que "éxito" pudiera significar.
He aquí un descubrimiento
que he hecho sobre el éxito.
No puedes tener éxito en todo.
Oímos hablar mucho sobre
el equilibrio entre vida y trabajo.
Tonterías. No puedes tener todo.
No puedes.
Así que toda visión del éxito
debe admitir qué se está perdiendo,
dónde está la pérdida.
Y creo que toda vida sabia aceptará
que habrá un elemento
donde no estamos triunfando.
Y el detalle sobre una vida exitosa
es que muchas veces nuestras ideas
sobre lo que significaría vivir exitosamente,
no son nuestras.
Son absorbidas de otras personas.
Principalmente, si eres hombre,
de tu padre.
Y si eres mujer, de tu madre.
El psicoanálisis ha recalcado
este mensaje por unos 80 años.
nadie hace mucho caso,
pero creo bastante que es verdad.
Y también absorbemos mensajes
de todo, desde la TV, la publicidad
hasta el marketing, etc.
Esas son fuerzas enormemente poderosas
que definen lo que queremos
y cómo nos vemos a nosotros mismos.
Cuando nos dicen que ser banquero
es un profesión muy respetable
muchos queremos ser banqueros
cuando ya no es tan respetable,
perdemos interés en serlo.
Estamos muy abiertos a la sugestión.
Lo que quiero argumentar
no es que debamos abandonar
nuestras ideas del éxito,
sino que deberíamos asegurarnos
de que son nuestras.
Debemos enfocarnos
en nuestras propias ideas
y asegurarnos
de que somos dueños de ellas
que de verdad somos los autores
de nuestras propias ambiciones
porque ya es malo no conseguir
lo que quieres,
es incluso peor tener una idea
de lo que quieres y descubrir,
al final del camino
que no es, de hecho,
lo que querías desde el principio.
Voy a terminar aquí
pero lo que de verdad
quiero enfatizar es que
ciertamente, sí al éxito.
Pero aceptemos lo ajeno
de algunas de nuestras ideas.
Verifiquemos nuestras nociones
sobre el éxito.
Asegurémonos de que nuestras ideas
sobre el éxito son verdaderamente nuestras.
Muchas gracias.
(Aplausos)
Chris Anderson: Eso fue fascinante.
¿Cómo reconcilias la idea de que
es malo pensar de alguien
como un perdedor
con la idea que a muchos gusta,
de tomar el control de tu vida
y que una sociedad que favorece eso
quizás tenga que tener
algunos ganadores y perdedores?
Alain de Botton: Sí. Yo creo que es
simplemente el azar existente en
el proceso de perder y ganar
lo que quería enfatizar
porque hoy día hay muchísimo énfasis
en la justicia de todo
y los políticos
siempre hablan de justicia.
Soy un firme creyente en la justicia,
simplemente creo que es imposible.
Así que deberíamos hacer todo
lo que podamos para alcanzarla
pero a fin de cuentas
debemos recordar siempre
que quien sea que tengamos enfrente,
lo que sea haya pasado en sus vidas
habrá un fuerte elemento de azar
y es eso para lo que intento dejar espacio
porque de otra manera
se vuelve muy claustrofóbico.
CA: Es decir, ¿crees poder combinar
tu más benévola y moderada
filosofía del trabajo
con una economía exitosa?
¿O crees que no puedes,
pero que no importa demasiado que pongamos tanto énfasis en eso?
AB: La perspectiva pesadilla
es que asustar a la gente es
la mejor forma de hacerla trabajar
y que de alguna forma, entre más cruel
sea el entorno, más personas
se pondrán a la altura del desafío.
Deberías pensar, ¿quién te gustaría
como tu papá ideal?
Y tu papá ideal es alguien
que es duro pero amable.
y es una línea muy difícil de trazar.
Necesitamos padres, por así decirlo,
figuras paternas ejemplares en la sociedad
evitando los dos extremos
por un lado el autoritario, disciplinario
y por el otro el laxo,
la opción sin reglas.
CA: Alain de Botton.
AB: Muchas gracias.
(Aplausos)