Tengo, lo que para unos es, uno de los trabajos más rudos del planeta. Soy una mamá. (Aclamaciones) (Aplausos) Soy la madre de tres niños muy ocupados quienes mágicamente piensan que soy una doctora una repostera, una entrenadora, una chef, una terapeuta y que tengo la paciencia de un santo todo el día, todos los días. Hago lo mejor que puedo y hay días mejores que otros especialmente en lo que se refiere a la paciencia de un santo. Quiero lo que la mayoría de padres quiere para sus hijos. Quiero que su niñez sea feliz. Quiero que sean libres para jugar. Que hagan amigos, que sean adultos, buenos compasivos, felices. Pero parece que hay un pequeño reto. El reporte de felicidad mundial declara que en cualquier momento más de 220 millones de niños y mil millones de adultos sufren de ansiedad, depresión, y trastornos de conducta. No es precisamente una imagen bonita de personas felices en un planeta feliz. Desafortunadamente, como adultos, ya seas un padre o no es lo que nuestros hijos aprenden de nosotros. Saben que estamos muy ocupados cada día. Sienten nuestro estrés y nos ven luchar para encontrar nuestra propia felicidad. ¿Cómo pasamos de ansiedad y depresión a felicidad? Buenas noticias. El reporte de felicidad mundial declara que el mejor predictor para saber si un niño será adulto satisfecho es a través de su salud emocional en la niñez. Así que si esto es correcto, debería ser fácil. Niños felices, adultos felices, planeta feliz: sí. (Risas) Esta es la misma lección que aprendí de mi padre. Cuando era una pequeñita creciendo en la gran ciudad de Londres, Ontario cada mañana de Navidad mi padre nos llevaba a mis tres hermanas y a mi a su oficina. Verán, mi padre era un doctor y su oficina, un hospital. Era nuestro trabajo pararnos alrededor de la cama de los pacientes y cantar villancicos. Empezábamos siempre con la misma canción y mi papá, nos dirigía. Y ahora, por primera vez en TEDx, si la conocen canten. (Cantando) Feliz Navidad; feliz Navidad Feliz Navidad, próspero año y felicidad. (Dejan de cantar) (Aclamaciones) (Aplausos) Son geniales. Los voy a apuntar a todos para este año. (Risas) Y vean sus sonrisas. Lo hicimos todas las mañanas de Navidad por años. Esos pacientes, cantaban con nosotros así como ustedes lo hicieron. Y sus sonrisas, sus sonrisas iluminaban sus cuartos de hospital. Esto es lo que aprendí de nuestros cantos. Hacer algo por esos pacientes los hacía felices, y me hacía feliz. Todos hemos escuchado que el dar te hace feliz y es mejor dar que recibir. Pero se han puesto a pensar ¿por qué? Pues, investigadores de todo el mundo han estado estudiando la ciencia y psicología del dar Han descubierto que nuestros cerebros y nuestros cuerpos están programados para dar. Cuando damos, aparecen nuestras endorfinas y nos dan un éxtasis natural. De hecho la han denominado el "éxtasis del que ayuda". Se elevan nuestros niveles de oxígeno, esta sería nuestra hormona del amor. Y para aquellos que hayan buscado la Fuente de la eterna juventud es el remedio natural de nuestro cuerpo contra el envejecimiento. Y ese sentimiento que tuve al ser voluntaria con mi papá esa es la serotonina, el transmisor de la felicidad de nuestro cuerpo. Pero aquí va la cereza del pastel. Disminuyen nuestros niveles de cortisol. Esta es nuestra hormona del estrés. El dar reduce la ansiedad y el estrés y nos hace sentir felices. Que tal si les dijera que podrían ser felices todos los días, y que es fácil. De hecho, es tan fácil que un niño de tres años lo puede hacer. En el tercer cumpleaños de mi primer hijo Nick decidí que le iba a enseñar el como ser feliz todos los días. Le iba a enseñar a Nick a dar. Presenté la idea durante un pastel de cumpleaños y helado: "Nick, vamos a iniciar un proyecto familiar muy divertido juntos. Vamos a dar algo al mundo todos los días por un año". Esperé a ver la emoción en su rostro la emoción que yo sentía y entonces dijo: "Mami, ¿cuántos días tiene un año?" (Risas) Así es, no precisamente la respuesta que buscaba pero Nick solo tenía tres años. Tenía que abordar la idea de dar todos los días un poco diferente. Aún así, acerqué papel "craft" y una gran caja de colores, y volví a empezar: "Nick, vamos a hacer una cosa para ser amables, atentos y dadivosos con una persona, un animal o el planeta todos los días por 365 días". Cuando compartí esta idea con amigos y familiares pensaron que estaba siendo, digamos, un poco ambiciosa. Iba a aportar algo al mundo todos los días por 365 días con un niño de tres años. Estuve de acuerdo, parecía mucho pero no cuando empiezas con cosas pequeñas, solo una cosa, un día a la vez. Nick y yo empezamos una lista, solo para iniciar debía ser fácil y cerca de casa. Donar toallas y sábanas para un refugio animal local recoger basura, reciclar dar ropa a la beneficencia preferida; y así continuó nuestra lista. Nick se adaptó rápido y ahora estaba emocionado. Estaba tan emocionado que quería empezar ese día, en su cumpleaños. Así que, primera parada al refugio animal local a donar toallas y sábanas. Cuando entramos al refugio fuimos golpeados por el olor de algo entre perro mojado y desinfectante. Podíamos escuchar perros ladrando. Sabía que estaban encerrados en jaulas; detrás de una puerta cerrada. Nick entregó las toallas y sábanas a la linda mujer detrás del escritorio. Nos dio una gran sonrisa y nos agradeció por la donación. Cuando ya nos íbamos Nick notó dos grandes puertas de vidrio que llevaban a un cuarto lleno de gatos. Se acercó y se asomó y luego se volteó a mi y dijo: "Mami, puedes ver a esos gatos durmiendo en la sábana roja allá atrás. ¿Nuestras sábanas serán para esos gatos?" Volteó a ver a la chica atrás del escritorio y dijo: "Claro que sí". Podías ver el cerebrito de Nick funcionar. Estaba haciendo la conexión que su donación del día iba a ayudar a esos gatos. Nick aprendió ese primer día y me volteó a ver, sonrió y dijo: "¡Genial!, mamá". El dar lo hizo feliz. Día dos, en la playa para un poco de diversión en el sol y un juego: ¿cuánta basura podíamos recoger en tres minutos o menos? porque ese era el lapso de atención de mi hijo de tres años. (Risas) Día tres, sacamos la basura y la clasificamos. A la edad de tres años, Nick aprendió a reciclar. El dar a diario se convirtió en una rutina para Nick como cepillar sus dientes. En realidad, ahora que lo pienso sería más fácil enseñar a un niño de tres años a dar cada día que a lavar sus dientes cada día, eso es seguro. Nick preguntó si compartiríamos nuestras aventuras de dar a diario con amigos y familiares para que pudieran hacer lo mismo. Así que ese primer día empecé un blog y lo llamé "365give". Solo para que sepan no soy una escritora o gurú de las redes sociales así que se pueden imaginar mi sorpresa cuando las personas ajenas a mi familia y amigos empezaron a leer el blog. Empezaron a leer y a comunicarse de todo el mundo. Me enviaron correos y dejaron comentarios con sus historias de dar diariamente porque fueron inspiradas por Nick. Estaba tan emocionada que voy a compartir algunas con Uds. Henry de Londres, Inglaterra, escribió: "Paso por el mismo vagabundo todos los días de camino al trabajo. Hoy le compré el desayuno estaba tan agradecido que decidí que será mi regalo todos los días de ahora en adelante". Arwoney de Lehrer, Uganda: "Llevé a cuatro niños que viven en una calle cerca de mi casa para comer. Los niños estaban tan contentos por la comida por primera vez en mucho tiempo sintieron que a alguien le importaban". Amy de Australia: "Soy una maestra de cuarto grado y empecé el "365give", una práctica de dar a diario, en mi sala de aula". Esta, esta me tomó por sorpresa. ¿Se puede enseñar el "365give" en una sala de aula? Yo no lo sabía, yo era solo una mamá. Pero el destino hizo de las suyas recibí una llamada de mi amiga Sarah. Es una maestra de una primaria local y dijo: "Jacqueline quiero llevar el concepto de "365give" a mi sala de aula. En realidad, a toda la escuela". Las dos estábamos muy emocionadas, empezamos a trabajar. Creamos un programa educacional una herramienta para maestros que integra una sencilla práctica de dar a diario con su currículo lo llamamos el desafio "365give". Es único porque esta alimentado por los niños. Ellos eligen como van a dar apoyar causas e impactar al mundo de la forma que ellos elijan. Empezamos en la escuela de Sarah y no podía esperar para escuchar como los niños iban a dar. Unas semanas después de iniciado el reto Fuí a la escuela y conocí un grupo de segundo grado, niños de 7 años. Cuando entré al salón no estaba segura de quien estaba más emocionado, los niños o yo. Primero pasó Arman saludó emocionado no podía esperar para contarme todo acerca de las galletas recién horneadas que habían hecho y entregado a su estación de bomberos cercana. Querían agradecer a los bomberos por todo lo hecho en su comunidad. Arman destilaba orgullo. Después, pasó Mia. La primita de Mia enfermó de cáncer ese año y los niños, todo el grupo decidieron hacer una venta de palomitas en la escuela. Recaudaron 252 dólares, en el recreo y lo donaron a una beneficencia que apoya a niños con cáncer. Pero esta es la parte que casi me hace llorar porque nunca imaginé que el proyecto familiar súper divertido con mi hijo pudiera tener un efecto tan grande. Y es lo que su maestra, la Sra. Story me dijo: "Jacqueline, mis niños están entendiendo como sus acciones pueden hacer un mundo mejor. Los ha conectado entre ellos y su comunidad y lo más importante, esta haciendo feliz a mi salón de clases". El reto "365give" ha llegado a cerca de 5.000 niños en 25 escuelas y apenas empezamos. (Aclamaciones) (Aplausos) Los niños están compartiendo sus historias de dar a diario con otros niños y esta llegando hasta sus familias, sus comunidades y a todo el mundo. El reto fue creado para niños, pero es en realidad para todos no importa donde vivas, que hagas o tu edad. Imagina si todos lo hiciéramos. Empezó con solo un niño dando algo cada día. Eso son 365 días de dar. Lo compartimos, y ha llegado hasta aquí con todos ustedes. Ahora, si consideramos a todos en esta sala cerca de 2.000 personas, por 365 aportaciones diarias es más de 700.000 acciones de dar. Ya no es solo un niño dando cada día pero cada uno de nosotros creando un mejor planeta, uno más feliz. Y es tan simple que un niño de tres años lo puede hacer. Es un hábito diario, como cepillarse los dientes. Empieza tu lista hoy observa tu vida, tu mundo, tu familia, tu día haz lo que funcione para ti. Dona, haz voluntariado, ayuda a un vecino, se amable con un extraño. Así es como pasaremos de la ansiedad y depresión a la felicidad. Juntos, podemos empezar pequeño y podemos hacer del mundo uno mejor, uno más feliz al dar una vez, un día a la vez. (Aplausos) (Aclamaciones)