Vivimos en un mundo cada vez más polarizado, en el que diferentes opiniones son recibidas con hostilidad en lugar de comprensión. Pero, ¿Y si hubiera una forma diferente? ¿Si pudiéramos trascender las limitaciones del pensamiento dualista y abordar la política con compasión y claridad? No-dualidad es algo que se revela cuando experimentamos directamente quiénes somos más allá del nombre y la forma. Las antiguas tradiciones llaman a esto de muchas maneras; Samadhi, Moksha, Liberación, el Reino de Dios. A través de una profunda indagación interior, llegamos a ver los prejuicios y apegos de nuestros propios personajes y filtros. Transformamos naturalmente nuestra comprensión de la política y promovemos un mundo más armonioso. La no dualidad se realiza abandonando la identificación con los personajes que hemos estado interpretando, y directamente despertando a nuestra verdadera naturaleza, que es algo que no puede ser descrito en palabras o comprendido analíticamente. Samadhi es despertar de la ilusión de que estamos separados, entidades independientes, y hay un conocimiento directo de que todo es parte de un Todo unificado. La sabiduría del tercer patriarca Zen ofrece una profunda visión en la naturaleza del no dualismo. En su famosa afirmación de que la Gran Vía no es difícil para aquellos que no tienen preferencias. Cuando el Amor y el Odio están ausentes todo se vuelve claro y sin disfraces. Haz la más pequeña distinción, y el Cielo y la Tierra se separan infinitamente. Si deseas ver la verdad, no sostengas opinión a favor o en contra de nada. Enfrentar lo que te gusta contra lo que no te gusta, es la enfermedad de la Mente. Las preferencias están en la raíz del ego, la raíz del pensamiento del «yo», y por por su propia naturaleza, crean división. Establecen una jerarquía de valores y son la raíz de toda violencia El pensamiento egoico por su naturaleza es violencia, y son las preferencias las que alimentan el conflicto, cuando esos resultados egoicos no se realizan. No preferencia, no es apatía o indiferencia. Significa acercarse a situaciones con una mente abierta, y la voluntad de aceptar lo que ES. Esto nos permite ver las cosas más claramente sin las distorsiones de nuestros propios prejuicios y deseos. Cuando cada uno abandona su propia agenda egoica, entonces la vida fluye más libremente. Algunos malinterpretan esta enseñanza como una llamada al desapego, que podría conducir a indiferencia o apatía. Los críticos dirán que es importante querer profundamente ciertos valores y abogar por ellos. Pero esto es un profundo malentendido del camino del Despertar. Cuando abandonamos nuestra propia agenda egoica y nuestros propios prejuicios, entonces la acción fluye desde un lugar de verdadera compasión y amor, en lugar de centrarnos en lo que solo es para nuestro propio beneficio. Amar es ser uno con todo, y la humildad de la mente egoica. La Gran Vía implica llevar el típicamente inconsciente ego humano, a la Conciencia. Es reconocer el mecanismo dualista que funde el sentido del Yo al mundo de la forma y perpetúa sufrimiento a través de estos apegos. Un dicho afirma que 'Lo que resistes, persiste.' Donde va la atención, fluye la energía. Al resistir cualquier cosa en nuestro interior o exterior, damos fuerza al ego. Es absurdo resistirse a lo que es, porque ya ES. Sólo añadimos más sufrimiento si nos resistimos. El primer paso hacia la Liberación es ver la locura de resistirse a algo que ya es. Fue el filósofo alemán Hegel quien dijo: «El mal reside en la propia mirada que percibe el Mal a su alrededor». Cuando nos etiquetamos como buenos y a los demás como malos, creamos una resistencia interior y exterior, y cultivamos el apego egoico, potenciando nuestro propio ego. Nos convertimos en lo mismo a lo que nos resistimos. Del mismo modo Johann Wolfgang von Goethe dijo: 'Uno ve en el mundo lo que lleva consigo en su corazón' Cualquier cosa o persona que apartes, se convierte en una lucha interior, una especie de Sombra interior que te seguirá, hasta que lo ilumines con la luz de la Conciencia. En lugar de intentar eliminar personas y cosas incómodas, las aceptas. No dándoles el control, sino acogiéndolas con apertura y comprensión. A través de esta aceptación pierden su poder sobre ti, transformándose en energías a las que puedes acceder y comprender. Se convierten en una parte natural de la experiencia plena de ser consciente vivo y presente. De este modo, todos los aspectos de tu ser vuelven a unirse armonizándose en un Todo unificado. No vemos las cosas en el mundo como son. Las vemos como somos nosotros. Cuando cambiamos nosotros, cambiamos el mundo que percibimos. La madurez emocional y espiritual implica reconectar todas las partes de ti mismo, sin dejar nada ignorado, negado o ocultado, permitiendo la verdadera completitud. El camino sin senderos hacia la Liberación para todos, es que cada individuo se conozca a sí mismo, y despertando a su verdadera naturaleza. Ver esa verdadera naturaleza en todos y en todas las cosas.