Hace 14 años, me paré en la Corte Suprema para defender mi primer caso. Y no fue cualquier caso. Fue lo que los expertos llamaron uno de los casos más importantes que la Corte Suprema haya escuchado jamás. Consideró si Guantánamo era constitucional y si las Convenciones de Ginebra eran procedentes para combatir el terrorismo. Fue a pocos años luego de los horribles ataques del 11 de septiembre. La Suprema Corte disponía de siete designados del partido republicano y dos del partido democrático, y mi cliente era el conductor de Osama bin Laden. Mi oponente era el fiscal general de EE.UU., el mejor abogado litigante de EE.UU. Había defendido 35 casos. Yo aún no tenía 35 años. Y, para complicar las cosas, el Senado, por primera vez desde la Guerra Civil, aprobó un proyecto de ley para remover la causa de la jurisdicción de Corte Suprema. Los entrenadores de oratoria dicen que debo crear suspenso y no contar el final. Pero ganamos. ¿Cómo? Hoy voy hablar de cómo ganar un debate, en la Corte Suprema o en cualquier lugar. La sabiduría popular dice que se debe hablar con confianza. Así se logra persuadir. Yo creo que es incorrecto. Creo que la confianza es enemiga de la persuasión. La persuasión tiene que ver con la empatía. con entrar en la mente de las personas. Eso es lo que hace a TED lo que es. Es la razón por la que escuchan esta charla. Pudieron haberla leído en papel, pero no lo hicieron. Lo mismo sucede con los casos en la Corte Suprema. Hacemos los escritos en papel, pero también hay una argumentación oral. No solo tenemos un sistema en el que los jueces escriben preguntas y uno las respuestas. ¿Por qué? Porque alegar implica interacción. Quiero mostrarles el detrás de escena para contarles lo que hice, y cómo estas lecciones se pueden generalizar. No solo para ganar casos en la corte, sino para algo mucho más profundo. Obviamente requiere práctica, pero no cualquier práctica servirá. En mi primera sesión de práctica para Guantánamo, viaje a Harvard y tenía a estos legendarios profesores haciéndome preguntas. Y aunque había leído todo, ensayado millones de veces, no persuadía a nadie. Mi argumentación no tenía eco. Estaba desesperado. Hice todo lo posible, leí cada libro, ensayé millones de veces, y no iba a ningún lado. Al final tropecé con este tipo. Era un entrenador de actuación, no era una abogado. Nunca ha estado en la Corte Suprema. Y un día vino a mi oficina con una camisa blanca ondulada y una corbata de bolo, y me vio con mis brazos cruzados y dijo: "Mira Neal, puedo decir que no crees que esto vaya a funcionar, pero solo hazme caso. Dime tu argumentación". Así que tomé mi libreta y empecé a leer mi argumentación. Dijo: "¿Qué haces?" Le dije: "Te cuento mi argumentación". Dijo: "¿La libreta es tu argumentación?" Le dije: "No, pero está en la libreta". Dijo: "Neal, mírame. Dime tu argumentación". Así que lo hice. Instantáneamente comprendí que mis ideas tenían eco. Estaba conectando con otro ser humano. Y él pudo ver la sonrisa que se formaba en mi rostro mientras decía mis palabras y dijo: "Esta bien, Neal. Ahora dime tu argumentación mientras me sostienes la mano". Y le dije: "¿Qué?" Y él dijo: "Sí, dame la mano". Estaba desesperado, así que lo hice. Y comprendí: "Esto es conexión. Es el poder de la persuasión". Y me ayudó. Pero, la verdad, seguía nervioso conforme se acercaba la fecha. Y sabía que un debate se basa en ponerse en el lugar de otra persona y empatizar con ella. Antes necesitaba tener una base sólida. Así que hice algo fuera de mi zona de confort. Llevaba joyas. Pero no cualquier cosa. Era un brazalete que mi padre había usado toda su vida, hasta que falleció solo unos meses antes del debate. Me puse una corbata que mi madre me había dado para la ocasión. Tomé la libreta y escribí los nombres de mis hijos, porque esa era la razón por la que hacía esto. Por ellos, para dejar el país mejor de cómo lo había encontrado. Llegué a la corte, y estaba calmado. El brazalete, la corbata, el nombre de mis hijos, me mantenían concentrado. Como un escalador que se asoma al precipicio, si tienes una base sólida, puedes dar el próximo paso. Y como la argumentación se basa en la persuasión, sabía que debía evitar cualquier emoción. Las muestras de emociones fallan. Es como escribir un correo todo en negrita y mayúsculas. No persuade a nadie. Tiene que ver con la persona que habla, no con quien escucha. En algunos contextos la solución puede ser la emocionalidad. Estás discutiendo con tus padres, usas las emociones y funcionan. ¿Por qué? Porque tus padres te aman. Pero la Corte Suprema no te ama. No se ven a sí mismos como personas a las que se persuade por la emoción. Usé esa idea pero al revés, provocando una reacción emocional en mi oponente, para posicionarme como la voz tranquila y firme de la ley. Y funcionó. Recuerdo cuando, sentado en la corte, supe que habíamos ganado. Que los tribunales de Guantánamo se estaban derrumbando. Y salí a los escalones del tribunal, y había una tormenta mediática. 500 cámaras, y todas me preguntaban: "¿Qué significa esta decisión?" La decisión era de 185 páginas. No había tenido tiempo de leerla, nadie lo hizo. Pero sabía lo que significaba. Y esto es lo que dije en las escaleras del tribunal. "Esto es lo que ha sucedido hoy. Tienen lo más bajo de lo bajo. Este hombre, que fue acusado de ser el conductor de Osama bin Laden, uno de los hombres más horribles del mundo. Y no ha demandado a cualquiera, sino al hombre más poderoso de la nación, de hecho, del mundo, el presidente de EE.UU. Y no lo hace en un tribunal sin importancia, sino en el mayor tribunal de la nación, la Corte Suprema de EE.UU. Y gana. Eso es algo notable en este país. En muchos otros países podrían haber matado a este conductor solo por presentar su demanda. Y más importante para mí, podrían haber matado a su abogado. Pero eso es lo que diferencia a EE.UU. Lo que hace especial al país". Debido a esa decisión, las Convenciones de Ginebra se aplicaron contra el terrorismo, lo que significó el fin de las prisiones fantasmas a nivel mundial, el final de las torturas y de los tribunales militares de Guantánamo. Construyendo el caso de forma metódica y entrando en la mente de los jueces pudimos literalmente cambiar el mundo. Suena fácil, ¿verdad? Pueden practicar mucho, evitar mostrar emociones, y Uds. también podrán ganar cualquier debate. Lamento decir que no es tan simple, mis estrategias no son infalibles, y aunque he ganado más casos en la Corte Suprema que cualquier otra persona, también he perdido muchos casos. De hecho, cuando fue electo Donald Trump yo estaba aterrado, en términos de la Constitución. Entiendan que esto no se trata de izquierda contra derecha, ni nada parecido. No voy a hablar de eso. Pero solo una semana en el mandato del nuevo presidente, podrán recordar esas escenas en los aeropuertos. El presidente Trump hizo una campaña sobre una promesa diciendo, y cito, "Yo, Donald J. Trump propongo un cierre total de toda inmigración musulmana hacia EE.UU." También dijo, y cito, "Creo que el Islam nos odia". Y cumplió esa promesa prohibiendo la inmigración desde siete países con población mayormente musulmana. Mi equipo de abogados, y otros, acudimos al tribunal de inmediato para demandar, y conseguimos detener esa primera prohibición de viajar. Trump la revisó. Acudimos nuevamente al tribunal y la detuvimos. La revisó nuevamente, e hizo unos cambios, añadiendo a Corea del Norte. Porque todos sabemos que EE.UU. tuvo un serio problema de inmigración con Corea del Norte. Pero permitió que sus abogados fueran a la Corte Suprema y declaren, "Esto no es discriminación hacia los musulmanes, también incluye a otras personas". Yo creí que teníamos la respuesta perfecta. No los aburriré con detalles pero el tema es que perdimos. Cinco votos contra cuatro. Y yo estaba devastado. Estaba preocupado de haber perdido mis poderes de persuasión. Y luego pasaron dos cosas. Primero, noté que algunos jueces de la Corte Suprema respecto de la prohibición de viajar, discutían el internamiento japonés-estadounidense. Ese fue un momento horroroso en nuestra historia, en el que más de 100 000 japoneses-estadounidenses fueron recluidos en campos de concentración. Mi persona favorita para desafiar este esquema era Gordon Hirabayashi, un estudiante de la Universidad de Washington. Se entregó por cuenta propia al FBI, y le dijeron, "Mira, es tu primer crimen, puedes irte a casa". Y Gordon les respondió: "No, soy una persona estricta, debo resistir leyes injustas", así que lo arrestaron y fue condenado. Su caso llegó a la Corte Suprema. Y, lo haré de nuevo, no crearé suspenso, y les diré qué sucedió. Gordon perdió el caso. Pero perdió por una sencilla razón. Porque el fiscal general, el mejor abogado litigante del gobierno, le comentó a la Corte Suprema que el internamiento japonés-estadounidense se justificó por una necesidad militar. Y eso fue así, que a pesar de que su propio personal había descubierto que no había necesidad del internamiento japonés-estadounidense y que el FBI y la comunidad de inteligencia creían lo mismo. Y, de hecho, que estaba motivado por prejuicios raciales. Su personal suplicó al fiscal general, "Diga la verdad, no suprima la evidencia". ¿Qué hizo el fiscal general? Nada. Entró y contó la historia de la "necesidad militar". Así que el tribunal confirmó la condena de Gordon Hirabayashi. Y al año siguiente, confirmó el internamiento de Fred Korematsu. ¿Y por qué estaba pensando en esto? Porque alrededor de 70 años más tarde, debo tener la misma oficina. Jefe de la Oficina de la Procuración General. Y tengo que dejar las cosas claras, explicando que el gobierno ha malinterpretado los hechos en los casos relacionados al internamiento japonés. Y cuando pensé en la opinión de la Corte Suprema sobre la prohibición de viajes me di cuenta de algo. La Corte Suprema, en esa opinión, hizo todo lo posible por anular el caso Korematsu. Ahora, no solo el Departamento de Justicia dijo que el internamiento japonés estaba mal, la Corte Suprema también lo dijo. Esa es una lección importante acerca de los debates, el tiempo. Todos Uds., cuando debatan, tengan esa importante palanca para jugar. ¿Cuándo hacen sus argumentaciones? No necesitan solo la argumentación correcta, necesitan la argumentación correcta en el momento indicado. ¿En qué momento la audiencia, un cónyuge, un jefe, un niño, se encuentra más receptivo? A veces esto escapa al control. El retraso tiene costos muy altos. Así que uno debe entrar y luchar y les puede pasar, como a mí, que el tiempo no sea el correcto. Eso es lo que pensamos en la prohibición de viajar. Y verán, la Corte Suprema no estaba lista, tan temprano en el mandato del presidente, para anular su iniciativa emblemática, así como no estaba preparada para anular el internamiento japonés-estadounidense de Roosevelt. Y, en ocasiones, se debe correr el riesgo. Pero es muy doloroso cuando pierdes. Y tener paciencia es muy difícil. Pero eso me recuerda la segunda lección. Incluso si la reivindicación llega más tarde, me di cuenta cuán importante es ahora la lucha, porque inspira, y porque educa. Recuerdo leer una columna de Ann Coulter sobre la prohibición musulmana. Esto es lo que dijo. "Argumentando contra Trump, estaba el estadounidense de primera generación, Neal Katyal. Hay muchas personas de décima generación que odian a EE.UU. ¿No pudieron traer a uno de ellos que argumente que debemos acabar con nuestro país a través de la inmigración masiva? En ese momento la emoción, que es la condena de una buena argumentación fue importante para mí. Se necesitó la emoción fuera del tribunal para permitirme volver a entrar. Cuando leí las palabras de Coulter, yo estaba enojado. Me revelé contra la idea de que pertenecer a la primera generación de estadounidense me descalificara. Me revelé contra la idea de que la inmigración masiva acabaría con este país. En lugar de reconocer que esa fue la base sobre la que se fundó este país. Cuando leí a Coulter pensé muchas cosas de mi pasado. Pensé en mi padre, que llegó al país con ocho dólares desde India, y no sabía si debía usar el baño para gente de color o el de blancos. Pensé en su primera oferta laboral en un matadero. No es un gran trabajo para un hindú. Pensé en cómo cuando nos mudamos a un nuevo barrio de Chicago, con otra familia india, esa familia tenía una cruz quemada en el césped. Porque las personas racistas no son buenas en distinguir entre afro-estadounidenses e hindúes. Y pensé en todos los correos de odio que recibí durante Guantánamo, por ser un amante de lo musulmán. De nuevo, los racistas tampoco son buenos para distinguir entre hindúes y musulmanes. Ann Coulter creía que ser hijo de inmigrante era una debilidad. Ella estaba profundamente equivocada. Es mi fortaleza, porque yo sabía lo que se supone que EE.UU. apoya. Sabía que en EE.UU., yo, el hijo de un hombre que vino aquí con ocho dólares en el bolsillo, podía pararme en la Corte Suprema de EE.UU. del lado de un extranjero odiado, como el conductor de Osama bin Laden, y ganar. Y me hizo dar cuenta, aunque pude haber perdido el caso, de que yo tenía razón sobre la prohibición musulmana. No importa lo que el tribunal haya decidido, no pudieron cambiar el hecho de que los inmigrantes hacen más grande a este país. De hecho, en muchos sentidos, los inmigrantes aman más a este país. Cuando leí las palabras de Ann Coulter pensé en la gloriosas palabras de nuestra Constitución. La Primera Enmienda. El Congreso no hará una ley que establezca una religión oficial. Pensé en nuestro credo nacional, "E plurbis unum". "De muchos, uno". Más allá de todo, me di cuenta de que el único modo que de verdad puedes perder un debate es rindiéndote. Así que me uní a la demanda del Congreso de EE.UU. desafiando la adición de Trump al censo de una pregunta de ciudadanía. Una decisión con grandes implicaciones. Fue un caso muy difícil. Muchos creían que íbamos a perder. Pero ganamos. Cinco votos a cuatro. Básicamente, la Corte Suprema dijo que el presidente Trump y su secretario de gabinete habían mentido. Y ahora conseguí levantarme y me reincorporé a la lucha. Y espero que cada uno de Uds., a su manera, también lo haga. Me levanto porque creo que los buenos argumentos terminan ganando. El arco de la justicia es largo, y se dobla, a veces lentamente, pero se dobla siempre y cuando lo doblemos. Y me di cuenta de que la pregunta no es cómo ganar todos los debates. Sino que es cómo poder levantarte cuando pierdes. Porque, a la larga, los buenos argumentos van a ganar. Si haces una buena argumentación, tiene el poder de sobrevivirte, para extenderse más allá de tu núcleo, de alcanzar a esas mentes futuras. Y por esa razón todo esto es tan importante. No les estoy diciendo cómo ganar debates por el hecho de ganar debates. Esto no es un juego. Se los digo porque aunque no ganen en este momento, si tienen una buena argumentación, la historia demostrará que tienen razón. Siempre recuerdo a aquel entrenador de actuación. Y me di cuenta de que la mano que sujetaba era la mano de la justicia. Esa mano extendida vendrá por Uds. Es su decisión alejarla o sujetarla. Muchas gracias por escucharme.