Patatas fritas amargas. ¡Señoras señores, clientes de la freiduría! ¿A qué viene este jaleo y algarabía? Acérquense, ¡escúchenme! Les voy a contar de Bélgica, de manera algo enérgica, una historia de amor, patatas fritas y rencor. ¡Y ahora, silencio! Señor sapo, ¡música, por favor! Cuando el Manneken Pis duerme todavía, da comienzo la historia mía. En plena noche, y no en otro momento. En este preciso apartamento. ¡Aquí se encuentra nuestra pareja de predilección. Éste es el señor León, el mejor cazador de la región. Y la señorita Gallo, magnífica gallina ponedora. Para llegar a fin de mes, se casaron sin demora. Pero ahora no se pueden ni ver. Día a día, hora a hora peor va todo entre el león y su mujer. Por ejemplo, Para el marido el sueño es sagrado. ¡Vaya por dios! Su señora cada mañana le despierta temprano y con gana, ¡y a él le sienta como un tiro o dos! Siete de la mañana. Hora de desayunar para la esposa. ¡Pero anoche León destrozó todo a su alrededor! Gallina cacarea, ¡encima le ha caído una losa! Le cuesta despegarse las sábanas al señor. Al ir a dormir, el gran felino, pisa y ¡acaba el día con desatino! A la señora Gallina le encanta pasar cada día el aspirador. Realiza la tarea con devoción y ardor Pero se encuentra con la cola del depredador "Basta ya", piensan sin remedio. Olvidan el amor y el confort de su unión Y cada uno elige una mortífera... solución . Él por el fusil se decanta, ella por el veneno, qué lianta. Para preparar este remedio para tu pareja, usa patatas fritas, salsa tártara añeja, y matarratas como aliño. Mézclalo tres veces y ¡toma ya, cariño! "Tus patatas fritas, amor, que aproveche" Un gesto de enfado se distingue en el rostro de León "¡Arghh! ¿Qué demonios es este amargo sabor?" Y escupe la salsa al ajillo con dolor. "Salsa samurai quería, ¡ y salsa tártara me trae la arpía!" No salió bien el plan de la gallina. Y se vuelve a su piso mohína. Su marido tiene el estómago vacío, y caza antes de que ésta vuelva. Los dejamos a su libre albedrío, y esperemos a que todo se resuelva. Déjenme presentarles ahora, Platón, perro de pedigrí. Se cree un perro de gran mente pensadora, Pero no es así, ¡es que es más tonto que un roca! El estómago es su especialidad. Su misión es sencilla: ¡búscate algo que llevarte a la boca! Devora las patatas fritas y más rápido que el rayo se encuentra con Don Gato de soslayo. Una hora después, estamos en palacio. Vuelven a traer al perro del rey después del paseo. Le duele la tripa, qué mareo. Entre del país la flor y nata, el cánido estira la pata. Triste y hundido, el jardinero inunda el lujoso jardín palaciego Todo el personal alertado, lo deja todo, por culpa del riego, ¡para dejar el palacio salvado! El buen rey, en sus aposentos, se ve superado por los acontecimientos, No parece apreciar el humor de su mayordomo. Lo hace llamar, no puede huir ni por asomo. En la cocina no hay ni un alma, nadie se lo ha tomado con calma. Así que nadie puede ver ni oler el gas que por el palacio no se para de extender. Sin aliento, vuelve el criado, que lleva en la mano la pipa del rey cargada con tabaco cubano. Ya fuera del acuario su majestad y su ego esperan a que el criado les dé fuego. ¡Y pum! El señor, espaturrado en el sofá ante las noticias no se conmueve ni ná. Pero cuando enciende la aspiradora su mujer, ¡la cólera le invade y ruge por doquier! Decide que ha llegado la hora ¡de hacerla desaparecer sin demora! Saca la escopeta. Y apunta a la gallina. "¡Muere, vieja alcahueta!" Y aprieta el gatillo. Pero el ave de corral como una exhalación ¡lanza el mayor huevo hacia el cañón! Y entonces una lluvia de tortilla empieza a caer, qué maravilla Llueve tortilla sobre el palacio. Para infortunio de esta ambulancia, que llevaba al rey al hospital, ¡qué circunstancia! El monarca es pescadito frito, dictaron los hados... Y éstos dos se ponen excitados ¡y totalmente almibarados! Manneke, mi historia ha terminado. Y las patatas fritas están listas. ¡Espero que os gusten, artistas!