En 2013 decidí conocer a mis enemigos.
Era una galardonada documentalista
de 27 años de edad
y una feminista orgullosa.
Y estaba determinada a
exponer el oscuro bajo vientre
del Movimiento por los
Derechos del Hombres.
En ese punto, lo único que
sabía del movimiento
era lo que había leído en línea:
es un grupo de odio misógino y activamente
trabaja contra la igualdad de las mujeres.
Bueno, la gran mayoría
de mi trabajo previo,
fue sobre problemas de las mujeres.
Dirigí documentales sobre
los derechos reproductivos,
madres solteras,
y la necesidad de que más chicas
entren a la educación CTIM.
Cuando supe que nadie había documentado
el movimiento de los derechos del hombre
en una película nunca antes,
lo vi como una oportunidad para seguir
luchando por la igualdad de las mujeres,
exponiendo a quienes la impiden.
Entonces, durante un año,
viajé por América del Norte
conociendo a los líderes y seguidores del
Movimiento por los Derechos del Hombre.
Pasé desde dos hasta ocho horas,
entrevistando a cada activista
por los derechos del hombre,
también conocidos como ADH,
y filmé a 44 personas en total.
Hay una regla importante
en el cine documental:
como entrevistador, no interrumpes.
Entonces hago preguntas y
escucho sus historias de vida.
Y en ese momento no me di cuenta,
pero ahora, mirando atrás, puedo ver
que mientras dirigía mis entrevistas,
no estaba escuchando realmente.
Los oía hablar
y sabía que las cámaras estaban grabando,
pero en esos momentos,
sentada frente a mi enemigo,
no estaba escuchando.
¿Qué estaba haciendo?
Me estaba anticipando,
estaba esperando escuchar una oración,
o incluso solo un par
de palabras en sucesión,
que probaran lo que yo quería creer:
que había encontrado al misógino.
La "zona cero" de la guerra
contra las mujeres.
Un par de veces pensé que lo tenía.
Hubo un activista del movimiento
que me dijo:
"Solo ve afuera y mira alrededor,
todo lo que veas fue
construido por un hombre".
¡Oh!
Esa declaración se sintió antimujeres.
Sentí que mi mandíbula se apretaba,
pero me senté en silencio,
como un documentalista debe hacer,
mientras eliminaba todo el espacio
entre mis molares superiores e inferiores.
(Risas)
Después de mi año de filmación,
estaba revisando las 100 horas
de material que había recopilado,
lo estaba reproduciendo y transcribiendo,
y, créanme cuando les digo,
que nadie les escuchará más,
que alguien que transcribe sus palabras.
Deberían anotar eso.
(Risas)
Entonces...
...estaba tipeando
meticulosamente cada palabra,
y, a través de ese proceso,
comencé a darme cuenta
que mis reacciones instintivas
iniciales a ciertas declaraciones
no eran realmente justificadas,
y que el hecho de sentirme ofendida,
no resistiría un análisis intenso.
¿Era esa declaración sobre los hombres
construyendo rascacielos
y puentes, antimujeres?
Pensé, bueno, ¿cual sería el escenario
inverso, en cuanto a género?
Tal vez una feminista diciendo:
"Solo mira alrededor,
toda persona que veas
fue dada a luz por una mujer".
¡Guau!
Esa es una declaración poderosa.
¡Y es verdad!
¿Es antihombres?
Yo no lo creo.
Creo que es reconocer nuestra valiosa
y excepcional contribución a la sociedad.
Afortunadamente,
mientras hacía la película "The Red Pill",
llevé un diario en video, que registró
la evolución de mis puntos de vista,
y repasando los 37 diarios
que grabé ese año,
había en ellos un tema en común.
A menudo escucharía el
punto de vista inocente y válido
de un activista del movimiento,
pero en mi cabeza,
le agregaría a su declaración
un giro sexista o antimujeres,
asumiendo que habían querido
decir eso, pero no lo hicieron.
Aquí hay dos ejemplos de cómo sería.
Un activista por los derechos
del hombre, un ADH, me diría:
"Hay más de 2000 refugios
contra la violencia doméstica
para mujeres en los Estados Unidos.
Pero sólo uno para hombres. Sin embargo,
múltiples estudios muestran que el hombre
corre el mismo riesgo de sufrir abuso".
Lo que yo escucharía sería:
"No necesitamos 2000
refugios para mujeres,
todas mienten acerca de sufrir abusos,
es una estafa".
Pero repasando todo el
material que he recopilado
de activistas hablando sobre refugios
y todos los blogs que han escrito,
y las transmisiones en vivo
que han publicado en YouTube,
ellos no están intentando
eliminar los refugios para mujeres.
Para nada.
Solo dicen que los hombres
pueden sufrir abusos también
y merecen cuidado y compasión.
Segundo ejemplo.
Un activista me diría:
"¿Dónde está la justicia para un hombre
que fue acusado falsamente de violación,
y, debido a esa acusación,
pierde su beca estudiantil
y es etiquetado con el
título indeleble de violador?".
Lo que yo escucharía sería:
"Que una mujer sea violada
no es un tema importante".
Es como si no hubiera escuchado
la palabra "falsamente",
todo lo que escuché fue,
"fue acusado de violación".
Por supuesto, la violación
es un tema importante
y todos los activistas que conocí
están de acuerdo en que es horrible
que eso le haya sucedido a cualquiera.
Al final entendí que
lo que están diciendo
es que tratan de aportar a la
discusión sobre igualdad de género.
¿Quién se pone de pie
por el hombre honorable, de buen corazón,
que pierde su beca, su trabajo,
o aun peor, sus hijos,
porque es acusado de algo que,
sin lugar a dudas, no hizo?
(Suspira)
Bueno, no podía seguir negando los
puntos que estaban planteando.
Eran problemas reales.
Pero, en mi esfuerzo por evitar estar de
acuerdo con mi enemigo completamente,
pasé de poner palabras en sus bocas,
a reconocer el problema, pero insistiendo
en que son problemas de las mujeres.
Aquí hay dos ejemplo de cómo sería eso.
Un activista me diría:
"Los hombres tienen mayor probabilidad de
perder sus hijos en un juicio de custodia"
Y yo respondería:
"Eso es porque se espera injustamente
que las mujeres cuiden a los niños.
Es discriminatorio contra las mujeres que
obtengan la custodia más a menudo".
Si.
(Risas)
No estoy orgullosa de eso.
(Risas)
Segundo ejemplo.
Un ADH me diría:
"Los hombres representan el
78% de los suicidios en el mundo".
Y yo respondería diciendo:
"Pero las mujeres intentan
suicidarse más a menudo".
¡Ahí lo tienes!
(Risas)
¿Ahí lo tienes?
Esto no es una competencia,
pero yo seguía convirtiéndolo
en una competencia.
¿Por qué no podía simplemente aprender
sobre los problemas de los hombres,
y sentir compasión por los
hombres que son víctima,
sin buscar la oportunidad de insistir en
que las mujeres son las víctimas reales?
Después de años de investigación
y comprobación de datos,
los que estos activistas están diciéndome,
es que no se puede negar que existen
muchos problemas de derechos humanos
que afectan únicamente, o en forma
desproporcionada, a los hombres.
El fraude de paternidad afecta
únicamente a hombres.
El Servicio Selectivo de EE.UU.
en caso de reclutamiento
aun afecta únicamente a hombres.
Muerte en el trabajo: afecta a los
hombres de forma desproporcionada.
Muertes en guerra: los afecta
de forma abrumadora.
Suicidio: los afecta de forma abrumadora.
Disparidad en condenas,
expectativa de vida,
custodia de hijos, manutención de hijos,
falsa acusación de violación,
prejuicio en cortes criminales,
misandria, failure to launch,
niños que repiten el grado,
gente sin techo,
problemas de veteranos,
mutilación genital infantil masculina,
nulo poder de decisión sobre
la continuidad del embarazo
falta de recursos para hombres
víctimas de abuso doméstico,
tantos problemas que son desgarradores
si tú eres la víctima,
o si amas a alguien que es víctima
de cualquiera de esos problemas.
Estos son problemas de hombres.
Y mucha gente no puede nombrar ni uno.
Porque piensan,
"Los hombres tienen todos sus derechos,
tienen todo su poder y privilegios".
Pero estos problemas
merecen ser reconocidos.
Merecen cuidado, atención
y motivación para encontrar soluciones.
Antes de hacer la película "The Red Pill",
fui feminista por casi diez años,
y pensaba que conocía muy bien
los problemas de la igualdad de género,
pero no fue hasta que
conocí a estos activistas
que finalmente comencé
a considerar el otro lado
de la ecuación de la igualdad de género.
No significa que concuerde
con todo lo que han dicho,
pero vi el inmenso valor
que tiene escucharles
y tratar de ver el mundo
a través de sus ojos.
Pensé que, si podía lograr que mi
audiencia también los escuchara,
podría servir como un
peldaño en la escalera,
subiéndonos a una conciencia superior
sobre la igualdad de género.
Entonces, en octubre del 2016,
la película fue estrenada en cines
y empezaron a llegar
los artículos y las críticas.
Entonces experimenté que tan
comprometidos están los medios
en el pensamiento grupal,
con relación a políticas de género.
Aprendí una lección difícil:
Cuando empiezas a humanizar a tu enemigo,
tú, a la vez, puedes ser
deshumanizado por tu comunidad.
Y eso es lo que me sucedió a mí.
En lugar de debatir el mérito de los
problemas abordados en la película,
me convertí en el blanco de
una campaña de difamación,
y gente que nunca había visto
la película protestó fuera del cine,
coreando que era dañina para las mujeres.
Ciertamente no lo es.
Pero entiendo su mentalidad.
Si no hubiera hecho esta película,
y hubiera escuchado
que había un documental
sobre estos activistas, que no los
mostraba como monstruos,
yo también hubiera protestado,
o al menos firmado las
peticiones para prohibirla,
porque me habían dicho
que ellos eran mi enemigo.
Me habían dicho que los ADH estaban
en contra de la igualdad de las mujeres.
Pero todos los activistas que conocí
apoyan los derechos de la mujer,
y simplemente hacen una pregunta:
¿Por qué la sociedad no se ocupa
de los derechos del hombre?
El mayor desafío que enfrenté
a lo largo de este proceso,
no fueron las protestas
contra mi película,
no fue el trato que me dieron
los medios de comunicación,
aunque fue bastante
desagradable, por momentos,
el mayor desafío que enfrenté...
...fue atravesar las capas
de mi propio prejuicio.
Resulta que conocí a mi
enemigo mientras filmaba,
era mi ego, diciendo que yo tenía razón,
y que ellos eran subhumanos.
No es un secreto que ya no me
llamo a mí misma feminista,
pero debo aclarar que no soy antifeminista,
y no soy una activista por
los derechos del hombre,
todavía defiendo los derechos de la mujer
y ahora me también importan
los derechos del hombre.
Sin embargo...
...creo que si queremos discutir
la igualdad de género honestamente,
debemos invitar a todas
las voces a la mesa.
Pero eso no está sucediendo.
Grupos de hombres son
continuamente menospreciados,
falsamente etiquetados
como grupos de odio,
y sus voces son acalladas
sistemáticamente.
¿Creo que alguno de los movimientos
tiene todas las respuestas?
No.
Los activistas por los derechos
del hombre tienen sus fallas,
también los feministas.
Pero si un grupo está siendo silenciado,
ese es un problema de todos nosotros.
Si pudiera dar un consejo a
nuestra sociedad en general,
debemos dejar de esperar ser ofendidos,
y debemos empezar a escuchar de
verdad, abierta y sinceramente.
Eso llevaría a un mayor entendimiento
de nosotros mismos y de otros,
a tener compasión el uno por el otro,
a trabajar juntos hacia soluciones,
porque estamos todos juntos en esto.
Y cuando hagamos eso, finalmente
podremos sanar, de adentro hacia afuera.
Pero debemos empezar por escuchar.
Gracias por escuchar.
(Aplausos)
(Ovación)