Cuando tenía 22 yo era como de 14 años era alguien que hacía lo que mi madre ordenaba, lo que era mi deber, era más soñador era... Realmente no tenía claro qué hacer. En este día de mi cumpleaños 22 fui con mi madre a Hamburgo, a la ciudad, y me preguntó «¿Qué quieres como regalo de cumpleaños?» pensé un poquito y dije «Quiero papel, lápices, pintura y quiero pintar, dibujar». Mi madre me miró y preguntó «¿Por qué quieres dibujar? Nunca te gustó el arte». Incluso en aquel momento no dijimos «arte», «No te interesan los dibujos». No teníamos mucho dinero y costó mucho dinero estos papeles pero ella los compró y desde aquel día empecé a pintar, dibujar y a hacer esculturas. (fuerte chorro de agua) ¿Cuándo descubriste que las imágenes jugarían un papel importante en tu vida? Cuando caí a un lago a los 6 años. (zambullida) Caí al fondo y probablemente vi el mundo más hermoso que había visto, era colorido, lleno de luz y las plantas se movían; los veía regularmente, los veía casi constantemente en mi mente, en mi mirada mental, una especie de paraíso; sentí que ese era el mundo real. Tuve mucha suerte porque no morí, mi tío me salvó pero lo que sucedió fue... me fue mostrado, solo con el accidente, que hay más que solo la superficie de la vida, lo verdadero está bajo la superficie. A decir verdad, había olvidado esa experiencia con el tiempo solo tenía 6 años, a los 6 años hay muchas cosas en tu vida y cada mes prácticamente tienes más información, más conocimiento sobre lo que te rodea, es una enorme entrada de datos, datos biológicos, emocionales y espirituales. Casi lo olvido, estaba dando una entrevista un día, no como esta, estaba probablemente... quiero decir, cuando estaba... diría que... Estaría yo en mis treinta, mis tempranos treinta y el entrevistador preguntó sobre mi infancia, le dije de la historia del agua y entonces me dijo «Quizás por eso usas agua en tu trabajo». ¡Por supuesto! Ni siquiera lo había pensado. (fuerte chorro de agua) Esta se llama «Epílogo», todavía de la misma serie, es un final para la historia, le pedí a la persona que viniese una vez más conmigo para hacer una fotografía y aceptó. Él siempre usaba guantes por el invierno y manejaba bicicleta por lo que usaba los guantes, y por supuesto, también, usar guantes y tocar a alguien es como la imposibilidad del contacto. No es la situación violenta, pero creo que es más... Lo que quise expresar fue esta idea de imposibilidad del contacto debido a la interrupción. El asunto importante en estos primeros trabajos es que tenía que ser verdadero, no se recrea a posteriori, es siempre aquello que sucedió, tenía que hacerlo de ese modo, de otra manera hubiera sido tarde, acabado el momento decisivo no podría restituirlo porque hubiera ido contra mis principios el rehacer posteriormente, así que era entonces o nunca. Probablemente de ahí viene la fuerza, que es genuino. Pobre criatura. Con el trabajo con mi madre, lo inicio al volver a casa una Navidad, no la había visto por un tiempo, ella antiguamente era una bailarina profesional con el ballet de N.Y., en los años 50 comenzó bailando, como stripper realmente, comenzó a sexualizarse de manera muy extrema y a proyectarse así, y básicamente llegué a la ciudad en Navidad sin haberla visto quizás un año, ella me abrió la puerta estando completamente desnuda y fue como una declaración de hasta qué punto había llegado, fue casi como decir «Tómalo o déjalo», de algún modo me estaba llevando a una muy complicada relación entre ella y yo pero también en el amplio contexto familiar, lo que mis abuelos sentían, lo que mi hermano sentía, todas estas relaciones que de algún modo se perfilan en la obra. La propuesta fue continuar en una relación con ella sin juzgarla, en el que yo pudiera trabajar con el fin de entender cómo ella se concebía, cómo se proyectaba a la cámara y más allá de la cámara a una audiencia desafiando algunas expectativas de cómo debe procederse o complicarse en su posición en relación a estos criterios, y al hacerlo, formular interrogantes sobre la naturaleza de aquellos criterios que la gente proyecta sobre ella, así que comencé a fotografiar en ese momento. En un sentido, hay una relación complicada entre los deseos en las fotografías, más aun complicada porque soy su hijo siendo un actante en el objeto de trabajo. Con la forma que tiene el proyecto, nunca podría haber sido concebido de antemano, transcurrió a lo largo de 8 años, y por esta razón hay muchas emociones diferentes y distintos niveles de comprensión y propósito en él; en ciertos momentos la cámara fue un mecanismo de separación, en ciertos momentos ella lo usa como un dispositivo y me usa para proyectar ese pasado, un retrato de ella misma o una relación difícil, tal vez como antagonista bien a una audiencia o en específico a su padre. En un sentido me constriñe a ciertas condiciones proyectando sobre mí una identidad o personalidad de deseo inapropiado el cual llevo a la obra, así que cuando asumo lo que proyecta sobre mí... No me la llevé bien con mis padres porque fueron muy severos conmigo sobre convertirme en artista, así que peleamos todo el tiempo porque yo siempre pintaba. La razón por la que peléabamos, la razón de que mi arte se hizo la causa de la disputa con mis padres es que mi hermana mayor se casó con un hombre de un gran conglomerado comercial, y mis padres quisieron que me casara con un hombre con el mismo nivel de status social de mi cuñado. Yo estaba absolutamente en contra de la idea, así que continué pintando día y noche. Mi madre volteó mi caja de pinturas, botó todo y dijo «¡Si quieres pintar no regreses a casa!». Ella dijo «Ve a América». Mi psiquiatra puso atención en esto y nos dijo que yo debía vivir por mí misma porque si me quedaba con esta familia, me iba a consumir en esta clase de situaciones. Tomé prestado un millón de yenes de mis padres, un familiar era un ministro de Japón y me ayudó a llegar a América. Yo sabía que Nueva York era la punta de lanza del arte, quería competir aquí con otros con mi arte. Me complace haberme convertido en artista porque muchas personas me expresan que se sienten conmovidos por mi trabajo. (vidrio rompiéndose) No hay una regla del cuándo y dónde obtengo las ideas, algunas son tácticas de supervivencia, algunas son tics psicóticos, algunas están muy bien meditadas, es extremadamente diferente. (música suave) Cada uno, muy especialmente, llegó en un momento muy sensible cuando un hombre, editor en jefe del periódico llamado «2U», me dio carta blanca para hacer todas las páginas, que fue lo que hice, con amigos míos, no sobre mí, sobre amigos y sus trabajos, en el título quería a una vieja señora, la foto de una señora, y él dijo «Debes cambiar la portada, no se va a vender». Me visualizé destruyendo su auto (vidrio rompiéndose) pero luego pensé que él no valía eso. Y de todo eso, esta obra nació; usar la agresión en un momento destructivo para cambiarlo y hacer una obra esperanzadora. Y ¿cómo lo hizo? Silvana Ceschi lo hizo como si lo hiciera a diario, como si fuera muy normal, sin agresividad, y esa fue mi catarsis. Y por supuesto, cuando eres preguntado... ¿Cómo eso llega a mis ideas? Ellas están enlazadas con mi plan, mi plan es cuestionar las cosas presentes, en este caso el carro como símbolo de lo ya dado, no hace mucho que tenemos la mobilidad individual pero a nosotros nos parece que ha sido así desde siempre, cómo nos hemos acostumbrado a algo tan rápido, yo solo ejerzo una fuerza contraria...