¿Cómo atrapa peces el caracol marino?
Es lento porque se trata de un caracol,
y los peces son más rápidos.
Pero aun así pasa esto:
Hay un caracol cónico
oculto debajo de la arena.
Y eso naranja que ven ahí
es una especie de lengua.
Lo llamamos probóscide.
El caracol lo utiliza para rastrear
y atrapar al pez desprevenido.
En esta lucha,
los caracoles no son
como los de nuestro jardín.
Estos son asesinos del mar.
Y su arma es el veneno.
Veneno como el de los escorpiones
y algunas serpientes.
Estos caracoles marinos usan su veneno
para atrapar peces, lombrices
y a otros caracoles.
El veneno de estos caracoles
no es un solo componente
sino un cóctel de moléculas tóxicas
que concentran y expulsan a través
de un diente falso llamado rádula.
Podemos pensar en las rádulas
como agujas hipodérmicas.
Pero, no se preocupen,
los caracoles llevan a cabo
un uso correcto de las agujas
y utilizan cada rádula solo una vez.
En base a nuestro conocimiento
sobre organismos venenosos,
y al perturbador video
que acabo de mostrarles,
se podría pensar que
el veneno es malo y peligroso.
Bueno, en parte sí y en parte no.
Un modo más preciso de pensar el veneno
es considerarlo como un supervillano
y un superhéroe a la vez.
En mi laboratorio, estudiamos la evolución
del veneno de los caracoles marinos
como algo positivo.
Parece una exageración,
o incluso aceite de serpiente,
pero, de hecho,
si bien se trata de serpientes,
el producto es legítimo.
Una de las razones por la cual
el producto es tan exitoso
es porque transforma una guerra física
en una guerra bioquímica.
Usualmente, una depredación
es un encuentro de fuerza bruta
pero el veneno lo lleva
a una escala molecular.
Y ahí ya no importa el tamaño,
sino la mezcla del arsenal de veneno.
La química de las toxinas de ese arsenal
es lo que le permitirá
a David vencer a Goliat.
Y en este escenario, David es el caracol.
Otra característica del veneno
que lo hace tan bueno
es que las toxinas funcionan
con la precisión de una najava suiza.
Estas toxinas llegan a las fortalezas
que le permiten funcionar a un organismo.
Llegan a la sangre, al cerebro
y a las membranas.
Ya sea que se trate de
veneno de caracol o de serpiente,
ambos tienen componentes
capaces de hacer cosas
como coagularnos la sangre:
son los componentes "hemotóxicos".
O impiden las neuronas cerebrales
funcionen correctamente,
y se los llama "neurotóxicos".
O tienen toxinas que perforan
las membranas celulares,
lo cual provoca su ruptura
y eventual explosión:
se los llama "citotóxicos".
Hablamos de explosión celular.
Si eso no es lo suficientemente
poderoso y que ocurre en todos lados,
entonces qué podría serlo.
Les contaré un poco sobre mí,
y por qué estoy
tan obsesionada con el veneno.
Crecí en Nueva York,
y tuve un acceso forzado
al Museo de Historia Natural.
Digo "acceso forzado",
porque tengo cuatro hermanos,
y mis padres usaban
los museos como guardería.
Había solo dos reglas:
no perderse
y encontrarnos con nuestros padres
en la sección de elefantes africanos
a las 5:30 cuando el museo cerraba.
Esos días sin vigilancia, corriendo
por los pasillos del museo,
estaban llenos de aventura y exploración.
Y así me siento cuando estudio el veneno.
Es una aventura científica.
Exploramos con osadía esta entidad que
conecta a la naturaleza con la humanidad.
Otra razón por la que
estoy obsesionada con el veneno
es por su dualidad.
Cuando inyectamos los componentes
de un arsenal de veneno en un organismo,
puede matarlo o curarlo.
A nivel molecular,
pueden ocurrir varias cosas.
Vimos que produce parálisis en los peces.
Eso pasó porque las toxinas del veneno
atacaron la comunicación
celular en los peces,
y eso les impidió escapar.
¿Hay otras cosas que
se podrían atacar con veneno?
Por supuesto.
Una de ellas es el cáncer.
Los tumores cancerosos son células.
Y como toda célula,
se comunican entre ellas
y con el ambiente que las rodea.
Queremos encontrar componentes del veneno
que sirvan para interrumpir la
comunicación entre las células tumorales.
Así fue como el veneno interrumpió
la comunicación celular en los peces
y les impidió escapar.
En mi laboratorio estudiamos
el cáncer como una canalopatía.
Es decir que, básicamente,
buscamos componentes del veneno
que apunten a los canales que están
sobreexpresados en células tumorales
comparado con células normales.
Ahora nos estamos enfocando
más que nada en el cáncer de hígado.
Esto se debe a que desde 1980
se han duplicado las muertes
a causa de esta enfermedad
y representa una amenaza
emergente en EE. UU.
En un estudio con
células de cáncer cervical,
neuroblastoma, y de cáncer
de próstata e hígado,
encontramos un compuesto de caracol
que, al parecer, ataca
a las células cancerosas del hígado,
solo a estas células y a ninguna
de las otras que estudiamos.
Luego, cuando inyectamos este
compuesto a los ratones de prueba
que expresaban células
de cáncer de hígado,
reprimió de manera significativa
el crecimiento de los tumores.
Todavía no sabemos
con seguridad cómo funciona.
Aún estamos investigando el mecanismo
y cómo aumentar la eficacia
de este compuesto.
Así que todavía no podemos
ir corriendo a la farmacia
y pedir un tratamiento contra el cáncer
de hígado a base de caracol asesino.
Todavía no.
Básicamente, creemos que el compuesto
bloquea un canal específico,
y prohíbe la transmisión
de una sustancia química específica
que activa una señal
y le permite al tumor
multiplicarse y atraer la sangre.
El estudio de los componentes del veneno
en busca de tratamientos
para combatir enfermedades
y afecciones en humanos
no es algo nuevo.
Se trata de descubrir medicamentos
en productos naturales,
y viene sucediendo desde hace siglos,
en todas las culturas del mundo.
El veneno no solo nos brinda
nuevos compuestos útiles.
También nos ayuda a pensar en modos nuevos
de tratar enfermedades
y afecciones en humanos.
Les daré tres ejemplos:
El primero es el caracol
asesino, por supuesto.
El primer medicamento a la venta
extraído de estos caracoles,
se llama "ziconotida", o Prialt,
y se usa para tratar el dolor crónico
en pacientes con cáncer y VIH.
Prialt es un tratamiento contra el dolor
que no causa dependencia.
Son palabras mágicas en cuanto
al tratamiento del dolor se refiere.
Usamos productos con
un alto grado de dependencia.
Por ejemplo, la morfina,
o cualquier otro opioide a la venta.
Gracias a estos caracoles marinos,
podemos tratar el dolor
sin riesgo de dependencia.
Y eso es un gran avance.
El segundo ejemplo es
la serpiente yararaca de Brasil.
De estas serpientes extraemos
un compuesto llamado "captopril".
El captopril se usa para tratar
la hipertensión arterial,
y es un medicamento innovador.
Pero no solo por sí mismo,
sino porque permitió el desarrollo
de una nueva clase de medicamentos,
conocidos como inhibidores ECA,
los más recetados para tratar la
hipertensión y la insuficiencia cardíaca.
El último ejemplo
deriva del monstruo de Gila,
que combina la fascinante
ecología de estos organismos
con el descubrimiento
de medicamentos eficaces.
Los monstruos de Gila
se atracan con comida.
Cuando muerden a una presa de gran tamaño,
liberan en su veneno compuestos
que reducen la glucosa en la sangre.
¿Qué medicamento creen que
encontramos en el monstruo de Gila?
Un compuesto que usamos para reducir
la glucosa en pacientes diabéticos.
Estos tres ejemplos son maravillosos,
pero es apenas el comienzo.
Hay mucho más veneno
por descubrir y estudiar.
De hecho, creemos que el 15 %
de los animales del mundo
son venenosos.
Pero creo que es un índice muy bajo,
ya que aún no hemos analizado
a todos los animales del planeta.
Pero la naturaleza parece haber
encontrado algo que le gusta,
y lo continúa repitiendo varias veces,
lo que nos permite tener
una amplia variedad de animales
en todo el árbol de la vida.
Ya sea que hablemos
de mis favoritos, los caracoles asesinos,
o de medusas,
o de larvas de mariposas y polillas,
o de ornitorrincos, o de loris lentos,
ya sea en el aire, el agua o la tierra,
de seguro vamos a encontrar
alguna criatura venenosa.
¿Recuerdan que les dije
que el veneno puede ser
tanto superhéroe como supervillano,
y dudaron de mí?
Mmm...
Estamos en una carrera para aprovechar
todas las bondades del veneno
antes de perder a la gran mayoría
de los animales del planeta.
Es un proceso holístico.
No podemos descubrir tratamientos
médicos si no tenemos animales.
Y no podemos tener animales
si no hay ecosistemas.
Así que para mí y los caracoles marinos,
esto implica que
debemos salvar los océanos.
Y ya que los animales venenosos
se encuentran en todas partes,
básicamente debemos salvar el planeta.
Háganlo por los animales venenosos,
si no quieren hacerlo por Uds. mismos.
Y quién sabe,
quizás algún día el veneno de
los caracoles acabe salvando tu vida.
Gracias.