"We and our mountains".
[Nosotros y nuestras montañas]
Seguramente han visto la película,
y estarán de acuerdo en que es
una obra de arte del cine armenio.
Cada vez que ves esta película,
descubres algo nuevo
sobre temas diferentes,
empezando por la política,
la agricultura o la economía.
Me gustaría compartir
parte de esta película,
que considero muy importante
para todos los granjeros, los economistas
e incluso los legisladores.
Veámosla.
(Video en armenio)
[¿Crees que llevar el rebaño así
a la ciudad es buena opción?]
[Para empezar, no vendemos
ovejas; el Estado las compra.]
[No se supone que debamos ir
y pedir que nos las compren.]
[Ellos tienen que venir y preguntar
si tenemos ovejas para vender.]
[Y luego tienen que mandar
100 camiones para cargar las ovejas]
[y llevarlas al matadero en media hora.]
[Hay 830 ovejas... 70 km
de distancia en dos días...]
[Cada oveja perderá en esos
dos días al menos 2 kg de peso...]
[830 por 2... 1660 kg]
[es decir, 1,6 toneladas
de carne perdida.]
[Y 1600 dividido entre 20 son 80 ovejas.]
[Si alguien provee esas 80 ovejas extra,]
[el Estado le da el título de héroe.]
[Su foto se publica
en los periódicos de Moscú,]
[y le dan un premio de 1000 rublos.]
[Vemos una pérdida
de 1,6 toneladas de carne]
[pero nadie nos va a culpar.]
[Cuando en realidad deberían
meternos en prisión.]
Es increíble, ¿no?
Es increíble lo bien educados que estaban
los granjeros armenios en los años 60.
(Risas)
En un minuto, Pavle se ha dado cuenta
de que los animales están perdiendo peso,
ha calculado cuánto es la pérdida,
e incluso ha sugerido que,
por ley, debería ir a la cárcel.
Está hablando de la prevención,
de cómo evitar la pérdida.
En términos actuales, estas 80 ovejas,
que son el principal producto
de exportación en Armenia,
valdrían alrededor de
cuatro millones de drams.
A ningún ganadero le gustaría
tener esas pérdidas
si se diera cuenta.
Pero en el mundo moderno,
ocurre continuamente
en muchos sectores de la economía.
El desperdicio y la pérdida de comida es
hoy un tema muy debatido a nivel mundial.
Alrededor de un tercio de la comida
producida para el consumo humano
se desperdicia o se pierde.
Eso es casi 1,3 miles
de millones de toneladas
o más de la mitad de la cosecha
anual de cereales en el mundo.
Este problema debería preocupar no solo
a los países ricos y desarrollados,
sino también a los pequeños
en vías de desarrollo, como Armenia.
Porque en Armenia la agricultura
y la elaboración de alimentos
representan el 30 % del PIB del país.
Tenemos mucha gente
que se dedica a la agricultura,
alrededor del 36% de la población activa,
y lo que es más,
todavía hay un alto porcentaje de pobreza
rural, cerca del 32 % a nivel nacional,
pero en algunas regiones
la tasa es aún más alta.
Evitar el desperdicio de comida
tendrá un impacto positivo
pues subirán los ingresos,
mejorará la seguridad
y la calidad alimentarias,
impulsará el desarrollo económico
y favorecerá el medio ambiente.
Tenemos que darnos cuenta
de que desperdiciar y perder comida
también representa un desperdicio
de los recursos usados en la producción.
Como en mi caso,
si pierdo manzanas y trigo,
también pierdo los recursos
usados para la producción
de esas manzanas y ese trigo,
como energía, agua, tierra, insumos.
Así que cualquiera sea
el desarrollo económico del país,
el desperdicio y la pérdida de comida
debería mantenerse al mínimo.
Estamos perdiendo comida
en toda la cadena de producción,
empezando por la producción
de huevos hasta la fase de consumo.
En el campo,
se debe a las cosechas
realizadas a destiempo,
a maquinaria inadecuada,
a problemas mecánicos.
En la fase de posproducción
y almacenamiento,
se debe a condiciones de
almacenamiento inapropiadas,
a falta de control de las temperaturas.
En la fase de procesamiento,
a problemas mecánicos
durante el empaque y procesamiento.
En las tiendas y los mercados,
se debe a la comida que no se vende,
que está vencida,
o al almacenamiento inadecuado.
Y en nuestros hogares,
¿acaso es por malos hábitos de consumo?
¿Demasiada comida en el plato?
¿O también por un
almacenamiento inadecuado?
De hecho, me gustaría mencionar
que las pérdidas se miden
según los productos
dirigidos al consumo humano.
Aunque a veces la gente,
especialmente en zonas rurales, dice:
"Nosotros no desperdiciamos nada,
no tiramos nada a la basura.
Se lo damos a las vacas o los cerdos".
Pero es una comida un poco
cara para las vacas, ¿no?
Me pregunto si consultan con las vacas
qué comprar para cenar.
(Risas)
En cuanto a preguntar,
hicimos un sondeo sobre
el desperdicio de comida en Armenia
sobre varios productos específicos,
y los resultados fueron impactantes.
De hecho, la metodología se basa
en la Organización de la ONU
para la Alimentación y la Agricultura,
y se tuvieron en cuenta todos
los factores de conversión y distribución.
Estos son los resultados.
Alrededor del 30 % del trigo disponible
para el consumo humano en Armenia
se desperdicia o se pierde cada año.
Equivale a unas 129 000 toneladas.
El valor monetario de eso
serían 32 millones de dólares.
Y eso en un país donde el trigo
es un cultivo estratégico,
muy importante para
la seguridad alimentaria.
Somos importadores netos de trigo.
Importamos cerca del 60 % del
trigo total que necesita el país.
Si sumamos estos tres números
y lo convertimos en dinero,
serían 40 mil millones de drams.
Nuestras estadísticas indican que
para eliminar la pobreza del país,
necesitamos unos 84 mil millones de drams.
Estamos malgastando,
tan solo en estos tres productos,
unos 40 mil millones de drams.
¿Exáctamente dónde
estamos tirando la comida?
Depende de cada producto.
En el caso de la patata,
la mayoría del desperdicio
es en la fase de producción,
principalmente por daños
mecánicos durante la cosecha
y también en el almacenamiento
por las condiciones precarias.
Y me ha pasado a mí.
Hace un par de años,
alquilé una cámara frigorífica
para guardar mis manzanas
hasta el Año Nuevo,
como hacen muchos productores,
y perdí el 30 %.
En esa ocasión, fueron
alrededor de 1,5 toneladas.
Se debió a un control
deficiente de la temperatura,
a que no se hizo
una desinfección correcta
y a un embalaje inadecuado.
En general, era un depósito
de almacenamiento muy malo.
Y muchos productores siguen
teniendo estos problemas.
En el caso del trigo,
alrededor del 26 % de las pérdidas
ocurren durante la producción.
Y estos dos últimos números, como 22, 15,
que corresponden a la fase final
de la cadena de abastecimiento,
37 % del trigo en pan y pastelería,
se desperdicia
en hogares y supermercados.
Las pérdidas del trigo, solo en las
granjas, equivale a 9 millones de dólares.
En otras palabras,
podemos comprar 90
cosechadoras de alta tecnología.
Es ridículo, ¿verdad?
Por un lado,
a causa de daños mecánicos
por maquinaria deficiente,
estamos tirando 90 cosechadoras
completamente nuevas cada año.
De hecho, en Armenia hay 1400 segadoras.
Según las estadísticas,
el 83 % de estas funcionan.
¿Pero cuán bien funcionan?
Es una buena pregunta.
Recuerdo que a mediados de los 90,
cuando estudiaba
en la Universidad de Economía...
Veo aquí mucha gente joven,
y estoy seguro de que han
estudiado la devaluación.
¿Verdad?
Estudié la devaluación física, financiera,
contable y, un término algo
extraño, la devaluación moral.
¿Han oído de la devaluación moral?
Un término algo soviético, ¿no?
Pero no me dí cuenta de ello hasta
que en Canadá, dos años más tarde,
vi una cosechadora en un campo,
funcionando sin conductor,
controlada por satélite GPS,
típico de la alta tecnología.
Y entonces me di cuenta:
comparadas con esta máquina
nuestras máquinas
estarán moralmente devaluadas.
¿Qué puede hacer, o debería
hacer, un productor armenio
cuando una máquina devaluada
física y moralmente, como esta,
intenta cosechar
el cultivo para el agricultor?
Rezar.
(Risas)
Porque nunca se sabe qué
va a pasar con esa máquina
cuando se acabe la cosecha.
Pero algo es seguro:
hasta terminar la cosecha, los productores
están tan cansados como la máquina.
¿Qué hacer entonces?
Hagamos lo que dice Pavle en la película:
reconocer, calcular y prevenir.
Reconocer el hecho
de que estamos malgastando
y perdiendo comida.
La gente tiene que ser consciente
de este tema tan importante.
Calcular la cantidad perdida.
Como dijo Peter Drucker:
"Si no lo mides, no lo puedes manejar".
Y prevenir.
Claro que no sugiero encarcelar
a todo el mundo, como dice Pavle.
Pero podemos educar al agricultor,
podemos invertir en tecnologías adecuadas,
podemos invertir en maquinaria nueva,
podemos construir cámaras frigoríficas
modernas para nuestros agricultores.
O simplemente cambiar
nuestro comportamiento.
Gnel Ghazaryan, un ganadero
del pueblo de Arpi en Vayots Dzor,
ya ha cambiado su manera
de manejar el ganado en la granja.
Lo transporta a los pastos de las montañas
en camiones, como sugería Pavle,
y el año pasado se ahorró 4 millones
de toneladas en peso vivo.
Tras este estudio,
yo también cambié mi comportamiento
a la hora de comprar comida.
Creo que a mi mujer no le gusta mucho.
Ahora soy como un guardia
de la comida en casa.
He dejado de comprar comida
en grandes cantidades.
Compro más a menudo
en menor cantidad,
prestando atención a las condiciones
de almacenamiento, por ejemplo.
Los resultados se ven
en nuestro presupuesto.
Si hay gente que puede
cambiar su comportamiento,
¿por qué no los demás?
Si todos cambiamos nuestro
comportamiento, como país, en conjunto,
si la gente de desarrollo
y los legisladores
prestan más atención al desperdicio
y la pérdida de la comida
y la prevención de ese mecanismo,
se notarán los resultados
en el presupuesto del país.
Y muy pronto podremos
eliminar la pobreza del país.
Así que vayan a casa
y, por favor, ahorren comida.
(Aplausos)
Gracias.
(Aplausos)