En las útlimas semanas, la creciente violencia y enfrentamientos han acabado con la vida de civiles inocentes: hombres, mujeres y niños. Los mensajes acalorados de ambas partes han elevado el riesgo de una guerra. Hoy quiero hablaros directamente a vosotros, el pueblo de Sudán y Sudán del Sur. Habéis soportado increíbles dificultades en vuestras vidas. Leváis en vuestros corazones los recuerdos de la pérdida de familiares y amigos, pero en los últimos años, a pesar de todo, habéis hecho extraordinarios progresos hacia la ruptura de los ciclos de violencia del pasado, hacia la construcción de un futuro de paz y prosperidad. Ahora, todo ese progreso corre el riesgo de derrumbarse. Por esto, mi mensaje hoy es simple: no tiene por qué ser así. Este conflicto no es inevitable. Aún estáis a tiempo de elegir. Aún estáis a tiempo de evitar ser arrastrados a una guerra, que sólo lleva a un lugar. Más sufrimiento, más refugiados, más muerte, más sueños perdidos para vosotros y vuestros hijos. Sabemos lo que tiene que ocurrir. El Gobierno de Sudán debe detener sus acciones militares, incluyendo los bombardeos aéreos. Debe permitir a los cooperantes el acceso necesario para salvar vidas. Y debe retirar su apoyo a los grupos armados que se encuantran en el sur. Asimismo, el Gobierno de Sudán del Sur debe retirar su apoyo a los grupos armados en Sudán y debe suspender sus acciones militares al otro lado de la frontera. Los presidentes de Sudán y Sudán del Sur deben tener el valor de volver a las mesas de negociación y resolver estas cuestiones de forma pacífica. Todos aquellos que están luchando, incluso en Kordofán del Sur y el Nilo Azul, deben admitir que no existe una solución militar. La única manera de alcanzar la seguridad real y duradera es solucionar vuestras diferencias a tarvés de la negociación.