Considera este escenario desafortunadamente familiar. Hace varios meses, un virus respiratorio altamente contagioso, a veces mortal, infectó por primera vez a los humanos. Proliferó más rápido que lo que las medidas de salud pública podían soportar. Ahora la Organización Mundial de la Salud ha declarado una pandemia, lo que implica que se está extendiendo por todo el mundo. El número de muertos aumenta y todos se hacen la misma pregunta: ¿Cuándo terminará la pandemia? La OMS probablemente declarará el fin de la pandemia una vez que la infección esté mayormente contenida y las tasas de transmisión disminuyan considerablemente en el mundo. Pero saber cuándo sucederá eso depende de lo que hagan los gobiernos globales. Tienen tres opciones: Exposición llana, Vacunar y retardar, o Coordinar y contener. Una de ellas es considerada la mejor, y puede que no sea la que crees. En la primera, gobiernos y comunidades no hacen nada para detener la propagación y en su lugar permiten que las personas se expongan lo antes posible. Sin tiempo para estudiar el virus, los médicos saben poco sobre cómo salvar a sus pacientes, y de forma inmediata, los hospitales alcanzan su capacidad máxima. En algún lugar en el rango de millones a cientos de millones de personas mueren, ya sea por el virus o por el colapso de los sistemas de salud. Pronto, la mayoría de las personas que se contagiaron perecieron o sobrevivieron al desarrollar sus respuestas inmunitarias. En este punto, comienza la inmunidad colectiva, donde el virus ya no puede encontrar nuevos huéspedes. Entonces la pandemia se esfuma poco tiempo después de que comenzó. Pero existe otra forma de crear inmunidad colectiva sin un coste de vidas tan alto. Retrocedamos al momento en que la OMS declaró la pandemia. Esta vez, los gobiernos y las comunidades de todo el mundo reducen la propagación del virus para así dar tiempo a los lugares de investigación para producir una vacuna. Se gana tiempo a través de tácticas que incluyen pruebas generalizadas para identificar a los portadores, poniendo en cuarentena a los contagiados y a aquellos con los que interactuaron, y con el distanciamiento físico. Incluso con estas medidas, el virus lentamente se propaga, causando cientos de miles de muertes. Algunas ciudades tienen el brote controlado y vuelven a la normalidad, solo para tener un rebrote y volver al distanciamiento físico cuando aparece un nuevo caso. En los próximos años, una o varias vacunas estarán disponibles, ojalá de forma gratuita, gracias a un esfuerzo mundial. Una vez que el 40-90 % de la población la reciba, cantidad que varía según el virus, la inmunidad colectiva se activa y la pandemia se esfuma. Retrocedamos una vez más, para examinar la estrategia final: Coordinar y contener. La idea es privar de huéspedes al virus, en todas partes, de forma simultánea a través de la cuarentena, la distancia social y la restricción de viajes. El factor vital es sincronizarse. En una pandemia típica, cuando un país alcanza su punto máximo, otro puede estar teniendo sus primeros casos. En lugar de que cada líder responda a lo que sucede en su jurisdicción, todos deben tratar el mundo como el sistema interconectado que es. Si se coordina adecuadamente, acabaría con una pandemia en solo unos meses, con una baja pérdida de vidas. Pero salvo que el virus sea completamente erradicado, lo cual es muy poco probable, habrá riesgos de que aumente a niveles pandémicos una vez más. Y factores como los animales que transportan y transmiten el virus podrían socavar nuestros mejores esfuerzos por completo. Entonces, ¿qué estrategia es mejor para este virus mortal y contagioso? La Exposición llana es una solución rápida, pero sería una catástrofe global, y puede no funcionar en absoluto si la gente puede reinfectarse. Acabar con el virus solo con Coordinación y contención es atractivo por su rapidez, pero confiable solo con una cooperación global verdadera y casi imposible. Es por eso que la vacunación, asistida por la mayor coordinación global posible, generalmente se considera la opción ganadora: es la opción lenta, constante y comprobada en la carrera. Incluso si la pandemia termina antes de que esté lista una vacuna, el virus puede reaparecer estacionalmente y así las vacunas protegerán a la gente. Y aunque puede llevar años crearla, las interrupciones en la vida de la gente no necesariamente durarán todo el tiempo. Los avances en tratamiento y prevención de los síntomas pueden hacer que los virus sean mucho menos peligrosos, y, por lo tanto, requieren medidas de contención menos extremas. ¡Anímate, la pandemia acabará! Su legado será duradero, pero no del todo malo; los avances, los servicios sociales y los sistemas que desarrollamos se pueden utilizar para la mejoría de todos. Y si nos inspiramos en los éxitos y las lecciones de los fracasos, podemos mantener la próxima pandemia potencial tan contenida que los hijos de nuestros hijos ni siquiera sabrán su nombre.