Recuperar un perfil como
el de Marisa González,
que fue Premio Velázquez en el 2023
es fundamental para la institución,
sobre todo porque abre
la posibilidad de conocer
de investigar, de realmente profundizar
en una generación de mujeres
de la que poco o nada conocemos.
Es una memoria viva,
una memoria que sigue ahí y a la que
no hemos interrogado lo suficiente.
Una exposición de estas características,
que es una antológica que recupera
sus principales trabajos
a lo largo de estos últimos 50 años,
nos permite realmente, abrir
una brecha para que nuevas generaciones
nos podamos proyectar
en ese pasado que desconocemos.
Desde la voz de sus propias protagonistas,
que son las mujeres entendidas como
como sujetos subalternos
que tuvieron, de alguna manera,
revertir, agrietar un contexto para
poderse proyectar como artistas.
Y, sobre todo, perfiles como Marisa,
con una obra en relación a los feminismos
y a los movimientos sociales.
Marisa es una artista muy presente
en el contexto de Madrid.
Desde el asociacionismo,
lo estuvo siempre como estudiante;
desde el movimiento asociativo
como estudiante en
la escuela de Bellas Artes.
Pero se tuvo que marchar a Estados Unidos
en busca de una enseñanza contemporánea.
Digamos que Marisa venía
de una militancia antifranquista.
No venía de esa doble militancia
feminista y antifranquista,
sino que era más antifranquista.
Y de repente, llega a Estados Unidos
y se abre como a todo
Estados Unidos en los años 70.
Se abre de repente a todo un activismo
que estaba ocurriendo entonces
en Chicago y en Washington,
en relación al feminismo,
a los feminismos.
En relación a los movimientos
por los derechos civiles,
en relación al pacifismo.
Cuando terminé Bellas Artes en Madrid
me fui a Estados Unidos,
al Art Institute de Chicago,
y allí me encontré con
mi mentora y profesora Sonia Sheridan,
y entre otras aulas y otros temas,
me decidí centrar en ella,
que se llamaba Sistemas Generativos.
Allí teníamos múltiples máquinas
para crear arte.
La primera fotocopiadora a color del mundo
se había inventado dos o tres años antes.
La teníamos allí, en el aula.
Hacía maravillas, hasta tal punto que
el inventor de la fotocopiadora decía:
"Yo he creado una máquina que reproduzca
lo más fielmente la realidad
y vosotros transformais esa realidad."
Y venía a ver lo que hacíamos.
Dice: "no me puedo creer que esta máquina
sea un instrumento de creación."
Intento estar al día
pero, como digo siempre,
cuando yo empecé solo había una máquina.
Dos, tres tipos de fotocopiadoras...
pero ahora hay mil recursos,
mil máquinas y mil vías.
Entonces, no me quiero dispersar
probando todo tipo de herramientas,
me concentro en una.
Aunque ya he probado
la inteligencia artificial.
Es un artista que, además,
sigue en activo.
Entonces la conversación
está abierta.
Además Marisa, su trabajo,
nunca está cerrado.
Continuamente reconfigura sus series.
Para esta exposición veréis
muchas cartelas que terminan en el 2025,
porque, digamos que ha reconfigurado,
ha terminado de hacer,
ha vuelto sobre su archivo
para producir alguna obra nueva también.
Que vengan a ver la exposición
y verán diferentes etapas.
No es una colectiva,
es una exposición individual,
aunque pudiera parecer colectiva,
por la diversidad de recursos
y de temas que he desarrollado
a lo largo de más de 50 años.