Si ves las noticias o sigues la política
lo más probable es que
hayas oído el término orwelliano
en un contexto u otro.
Pero ¿alguna vez te has parado a pensar
qué significa en realidad
o por qué se utiliza tan a menudo?
El término fue acuñado
por el autor británico Eric Blair
conocido por su seudónimo George Orwell.
Debido a que su obra más conocida,
la novela "1984",
representa una sociedad opresiva
bajo un gobierno totalitario,
"Orwelliano" se utiliza a menudo
simplemente para decir autoritario.
Pero el uso de la expresión de esta manera
no solo no logra transmitir
plenamente el mensaje de Orwell,
sino en realidad corre el riesgo de
provocar lo que él trató de prevenir.
Orwell, de hecho, era opuesto
a toda forma de tiranía,
y pasó gran parte de su vida luchando
contra fuerzas antidemocráticas
tanto de izquierdas, como de derechas.
Pero también estaba muy preocupado
por cómo esas ideologías proliferan.
Y una de sus más profundas aportaciones
fue la importancia
que el lenguaje juega en la formación
de nuestros pensamientos y opiniones.
El gobierno de Oceanía en "1984" controla
las acciones y el habla de su pueblo
que, en algunos aspectos, son obvias.
Todo movimiento y palabra
se observa y escucha.
Y la amenaza de lo que ocurre
con los que sobrepasan la línea
se cierne siempre, creando temor.
Otras formas de control
no son tan evidentes.
La población está sometida a
un constante bombardeo de propaganda
de hechos y estadísticas históricas
fabricados por el Ministerio de la Verdad.
El Ministerio de la Paz es el militar.
Los campos de trabajo
se llaman "Centros de diversión".
Los presos políticos son detenidos y
torturados en el Ministerio del Amor.
Esta ironía deliberada es
un ejemplo de doble discurso,
al utilizar palabras no para transmitir
el significado, sino para socavarlo,
corrompiendo los mismos conceptos
a los que se refieren.
El control del lenguaje
del régimen va más allá,
eliminando palabras del inglés
para crear el dialecto oficial
de la neolengua,
una colección crudamente limitada
de siglas y nombres concretos simples
carente de complejidad suficiente
para alentar el pensamiento
crítico o diferenciado.
Esto tiene un efecto sobre la psique que
Orwell llama, "doblepensar"
un estado hipnótico
de disonancia cognitiva
en el que uno se ve obligado a pasar
por alto su propia percepción
para asumir la versión dictada
oficialmente de los acontecimientos,
convirtiendo al individuo en
absolutamente dependiente
de la definición que el Estado
hace de la realidad misma.
El resultado es un mundo
en el que se viola incluso la privacidad
del propio proceso de pensamiento,
donde se puede ser culpable por tener
pensamientos criminales
hablando en su sueño, por hacer
un diario o por tener una historia de amor
todo es un acto subversivo de rebelión.
Esto puede sonar como algo que solo puede
suceder en los regímenes totalitarios,
pero Orwell nos estaba advirtiendo sobre
la posibilidad de que esto ocurra
incluso en las sociedades democráticas.
Y es por eso que "autoritario"
por sí solo no identifica "orwelliano".
En su ensayo,
"La política y la lengua inglesa"
describió técnicas de uso de palabras
pretenciosas a las autoridades
o mostró atrocidades que suenan
aceptables enterrándolos en eufemismos
y estructuras de frases enrevesadas.
Incluso los abusos más mundanos
del lenguaje afectan
cómo pensamos sobre las cosas.
Las palabras que ves y oyes
en la publicidad diaria
se han elaborado para atraerte y
afectar tu comportamiento,
al igual que las proclamas y
los asuntos de las campañas políticas
que rara vez presentan una perspectiva
más matizada sobre los temas.
Y la forma cómo usamos frases y
respuestas extraídas de
informes de los medios
o copiado de Internet
hace que sea fácil no pensar
demasiado profundamente
o cuestionar las afirmaciones.
Así que la próxima vez que oigas
a alguien usar la palabra orwelliano,
presta mucha atención.
Si hablan del uso engañoso
y manipulador del lenguaje,
están en lo correcto.
Si hablan de vigilancia masiva
y de gobierno intrusivo,
están describiendo algo autoritario
pero no necesariamente orwelliano.
Y si lo utilizan como una palabra de uso
múltiple para una idea que no les gusta,
es posible que sus declaraciones
sean más orwellianas
que lo que sea que estén criticando.
Las palabras tienen el poder
de moldear el pensamiento.
El lenguaje es la moneda de la política,
que forma la base de la sociedad, de
las interacciones cotidianas más comunes
con los más altos ideales.
Orwell nos instó a proteger nuestra lengua
porque nuestra capacidad de pensar y
comunicarse con claridad
es, en última instancia, lo que
se interpone entre nosotros y un mundo
donde la guerra es la paz
y la libertad es la esclavitud.