Hola. Mi función era esperar su llamada después de cada salto. Había hablado con él el día anterior y estaba muy emocionado por cómo se desarrollaba su viaje. Al día siguiente, cuando sonó el teléfono, era J.T. Dijo tres palabras: "Shane ha muerto". Me quedé en silencio, grité, colgué el teléfono. No sabía qué hacer, mi cerebro iba a mil por hora, no podía respirar y mi hija me miraba, con miedo y desconcertada. Me fui de Sudáfrica cuando tenía 21 años para recorrer el mundo en busca de mi padre biológico. Nunca llegué a conocerlo, y era algo que me molestaba mucho. (Risas) Pero, mirando atrás, fue gracias a él que conocí al amor de mi vida, mi alma gemela. Shane McConkey era uno de los esquiadores más influyentes del mundo. Transformó completamente la industria del esquí cambiándolo todo: desde la forma de los esquís hasta la manera de esquiar en nieve polvo. Shane ganó competiciones de esquí, era una estrella del cine extremo. Realizó hazañas descabelladas como combinar el esquí con el salto BASE y el traje aéreo. La gente quería a Shane. Le querían porque era auténtico. Les hacía reír con su humor absurdo y sus bromas, les invitaba a adentrarse en su mundo y les hacía sentirse especiales. Le gustaban los raros y los marginados, y rompió con los elitismos. Cuando tenía una idea, la llevaba a cabo. Como cuando fue a K2 y les pidió gastar millones de dólares para cambiar los esquís. Le miraron mal pero con compromiso y determinación dejó boquiabierta a la industria del esquí tanto por su faceta de atleta como por la de innovador. Era amable y comprensivo. Cuando "Make a Wish" le pidió conceder un deseo a un niño fue un honor para él e hizo todo lo posible para que el niño pasara el mejor momento de su vida. Amaba a los animales y al planeta y no temía predicar con aquello en lo que creía. Era un cocinero horrible y limpiaba fatal, (Risas) pero cuando lo hacía, era fantástico y divertido. Nos casamos en 2004 y, en 2005, me dio el mejor regalo del mundo: nuestra hija Ayla. Disfrutamos mientras recorríamos el mundo y su personalidad contagiosa caló en Ayla. Estaba enamorado y era un padre increíble. El 26 de marzo de 2009, en las Dolomitas, Italia, Shane y uno de sus mejores amigos, J.T. Holmes, realizaban un salto BASE con traje aéreo (consiste en descender una gran montaña, soltar los esquís volar y, finalmente, aterrizar). Shane descendió la montaña, realizó un doble backflip, intentó liberarse de los esquís pero solo uno de ellos salió. Es necesario que ambos esquís se liberen para poder tirar del paracaídas, de otro modo, se podrían enredar en las cuerdas del paracaídas. Para cuando Shane se liberó de los esquís y se giró para activar el paracaídas, ya era demasiado tarde. Mi vida cambió para siempre. No hay palabras que expliquen el dolor, es una rueda de emociones: miedo, culpabilidad, pérdida, rabia, y esas palabras no lo terminan de definir. Es como si alguien te apretara la garganta y te pisara el pecho, no puedes respirar. En los últimos años en Tahoe, nuestra comunidad ha visto muchas muertes. No todas relacionadas con el salto BASE o el paracaídas, pero muchas sí. Al poco de pedirme que diera la charla, me tocó de cerca una de esas muertes. Esta vez fue un accidente de paracaidismo de otro amigo extraordinario. No soy alguien que se enfade pero, por primera vez en mi vida, la rabia me superó, una rabia que nacía de dentro. Sufrí el dolor de una mujer que estaba de luto y de unos niños que no conocerían a su padre. La vi reflejada en mi y eso me mató. Estaba reviviendo la muerte de Shane y estaba emocionalmente agotada por ver a tantos amigos morir demasiado jóvenes. Lo único que quería era huir. Quería irme de Tahoe, quería una vida normal, quería huir del trauma y el dolor. Siempre he afrontado el dolor montando en bici. De hecho, la llamo Bronson y digo que es "mi novio". (Risas) Salir en bici me abre la mente, me hace ser mejor madre y me permite llorar sin ser juzgada. En ese día en particular lloré, grité y tuve una revelación. Me dije: "¿En qué estás pensando? No tienes derecho a estar enfadada. Disfruta de este mundo maravilloso, tienes un grupo de gente increíble a la que quieres, y tienes una hija que espera que seas fuerte". También me recordé a mi misma que elegí este tipo de vida. Después de todo, me casé con alguien que hacía cosas inusuales para vivir, no con un chico que trabaja en Microsoft (no os ofendáis, chicos de Microsoft). (Risas) Y esta vida es lo normal para mi. Durante mi revelación, me di cuenta de cuánto aprendí de Shane y decidí esforzarme en las cosas que me gustan y me apasionan. En ocasiones me sentía muy frustrada, era muy duro para mi. Siempre me consideré una niña tonta. Mis hermanos aprobaron sin problemas y yo tenía dificultades en el colegio. No fui a la facultad, y, esa inseguridad, me ha perseguido toda la vida. Shane tampoco era bueno en el colegio pero a él le daba igual. Sabía lo que quería hacer y lo haría costara lo que costase. Shane me enseñó que si tenía el valor para ser auténtica, y me aferraba a las cosas que amaba, cualquier cosa era posible. Tras la muerte de Shane, me di cuenta que la gente que le admiraba estaba de luto también. Así que me junté con un grupo maravilloso de amigos y creamos la Fundación Shane McConkey. En los últimos seis años hemos donado más de 250.000 dólares a causas que a Shane y a mi nos importan. También empezamos el Shane McConkey Eco-Challenge, una competición para niños, de escuelas de toda la nación, para que se informen y pongan en marcha un cambio medioambiental. La respuesta ha sido asombrosa. He vivido un proceso increíble de curación y auto-conocimiento y he descubierto que mi pasión es marcar una diferencia en el mundo. También colaboré en un documental sobre mi marido. A pesar de que ha sido una de las cosas más duras que he hecho en mi vida, obtuvo premios e hizo reír y llorar a la gente, además de inspirar a miles de personas en todo el mundo; recibí cientos de e-mails sorprendentes que contaban cómo Shane había influido en la vida de la gente de forma positiva. No puedo explicar lo maravillosa que me hace sentir. Ha sido gracias a Shane que he aprendido más sobre mi. Y fue con su muerte como aprendí a soportar el dolor, superar obstáculos y lograr una versión mejorada de mi. Sigo hacia delante tras su muerte y, aunque no puedo ni seré jamás capaz de explicar la pérdida del amor de mi vida, puedo decir que he descubierto una nueva yo tras sufrir una horrible tragedia y que sigo escribiendo mi historia. Ser feliz no depende de mis circunstancias. Perseguir lo que amo y vivir, vivir de verdad, es lo mejor que hago cada día. Gracias. (Aplausos)