Querido Thay, querida Sangha
He tenido la bendición de recibir tus enseñanzas
por tanto tiempo, desde los 80´s,
y te lo agradezco profundamente
¿Treinta, treinta y cuatro años?
Sí, es verdad, los retiros de familia,
y en Honolulu
Tú eres mi continuación
Trabajo como psicoterapeuta,
y aunque he tenido enseñanzas tan preciosas,
me encontré, cuando fui diagnosticada
con cancer, hace doce años, que fue
extremandamente difícil.
Y aprendí una nueva forma de sufrimiento
en mi cuerpo y mente.
Y gracias a que tengo la práctica,
me fue muy bien durante el proceso.
Pero ahora, trabajo con personas con cáncer,
y he creado un retiro de plena consciencia
para gente con cáncer. Y sé muy bien
que el miedo es muy diferente cuando
el miedo a la muerte no es algo abstracto,
sino está en tu propio cuerpo.
Y el miedo a la incertidumbre, en el que
la gente vive constantemente de un reto
a otro. Y me encantaría escuchar cualquier
enseñanza que quisieras compartirnos
acerca de cómo trabajar con estos miedos
tan profundos. Y cualquier otra cosa que
yo pueda transmitirle a esa comunidad.
Gracias.
En este retiro hemos meditado sobre este tema.
Hemos contemplado la noción de la muerte
y del miedo. Y sabemos que cuando
obtienes la Visión Correcta, te liberas del
miedo y la desesperación.
Y por eso, si tenemos la Visión Correcta,
no como una teoría sino como una
experiencia real, entonces podemos ayudar
mucho a las personas.
Cuando te sientas junto a una persona
que está muriendo y tienes el entendimiento
del no-nacimiento y no-muerte
Si tienes esa paz, puedes ser de mucha
ayuda, y la persona que está muriendo
no va a sufrir. Y puede morir en paz.
Ese es el caso de Anathapindika,
el practicante laico.
Anathapindika era un practicante laico.
Era un hombre de negocios, y cuando viajó
al Reino de Rajagaha, conoció al Buda por
primera vez y lo invitó a su ciudad Savatthi
y le ofreció un parque para practicar.
Un hermoso parque que fuera un centro de práctica.
Y un día, cuando Anathapindika estaba muriendo,
el venerable Sariputra vino con su hermano menor
del Dharma –Ananda– por recomendación de Buda.
Durante su visita, Sariputra trató de ayudar a
Anathapindika para que estuviera en contacto
con la naturaleza del no-nacimiento y no-muerte.
Y la historia está escrita in el Sutra
"Enseñanzas que deben darse a los
que están muriendo"
Y Sariputra es el hermano mayor del Dharma
de todos nosotros. Él era muy hábil.
Ananda estaba cerca de él y la primera cosa
que Sariputra dijo fue "querido amigo,
¿cómo te sientes en tu cuerpo?
¿el dolor está disminuyendo o sigue creciendo?"
Y esa es la pregunta de un médico, ¿cierto?
Entonces, Anathapindika dijo "Queridos y verables,
no parece que el dolor en mi cuerpo disminuya,
está incrementando todo el tiempo, estoy
sufriendo muchísimo, me duele mucho"
Y Sariputra respondió "En ese caso, vamos
a meditar en plena consciencia sobre
las tres joyas: El Buda, El Dharma y La Sangha"
Y los dos monjes ofrecieron una meditación
guiada para ofrecer soporte a la persona que
estaba muriendo, para practicar y refugiarse
en El Buda, El Dharma y La Sangha.
Y podemos aprender de sus experiencias.
Porque Sariputra era un monje muy inteligente,
él sabía que Anathapindika había disfrutado
mucho servir al Buda y a la Sangha.
Él era un hombre de negocios, tenía una
casa muy hermosa, ayudó a muchas personas
pobres en la ciudad de Savatthi. Y por eso
lo querían tanto y le dieron ese nombre
tan bello, Anathapindika, que significa "aquel que se
interesa por los indefensos"
Su nombre real era Sudatta. Y él le ofreció
al Buda un hermoso parque como centro de
práctica, en el que las personas se reunían
a escuchar las pláticas del Dharma, a recitar
los Principios de la Consciencia Plena,
y compartir el dharma. Él alentaba a
sus hijos a ir con él a practicar.
Y cada vez que pensaba en el Buda, en la Sangha
o hacía algo para apoyarlos, se sentía muy feliz.
Servir al Buda y a la Sangha le trajo mucha
felicidad. Por lo tanto había muchas
semillas de felicidad plantadas en su consciencia.
Y Sariputra pensó que al hacerlo enfocar su
atención en el Buda, el Dharma y la Sangha,
las semillas de felicidad que ya existían en él
se regarían y los sentimiento de alegría
y felicidad se manifestarían para crear un
equilibrio entre la felicidad y el dolor.
Y él sufriría mucho menos.
Creo que todos los terapeutas deberían
aprender de nuestro hermano mayor del
Dharma, Sariputra.
Después de cinco u ocho minutos de
practicar recordar al Buda, al Dharma y la Sangha,
Anathapindika logró sonreír. Así que
al sentarse a un lado de una persona en su
lecho de muerte, tenemos que reconocer
las semillas de felicidad en esa persona.
Y tienes que decir algo que riegue sus
semillas de felicidad. Y así se genere el
sentimiento de alegría y felicidad que
va a restablecer el equilibrio. Y esa persona
va a sufrir menos.
Después, Sariputra siguió con la meditación
sobre los seis órganos de los sentidos:
los ojos, los oídos, la nariz, la lengua,
el cuerpo y la mente.
Los seis objetos de los sentidos: forma,
sonido, olor, tacto, etc.
Y las seis consciencias. Esto para ayudar a
Anathapindika a que viera estas seis cosas
como formaciones que no tienen un origen,
que sólo cuando las condiciones son
suficientes se manifiestan como tal. Vinieron
de ningún lado y van hacía ningún lado.
no vienen, no se van. Ese es el
entendimiento que tenemos cuando
practicamos. Ellos trataron de enfocar su
atención en el hecho de que hay cuatro
elementos en nuestro cuerpo: agua,
aire, calor y tierra. Fuera y dentro. Para
ayudar a la persona que está muriendo
a ver que un ser humano está hecho de
estos elementos, y cuando las condiciones
son suficientes se manifiestan, y cuando las
condiciones no son suficientes, no hay
manifestación. Y no hay nacimiento ni muerte,
no hay llegada y no hay ida. Y ya hacia el
final de la meditación, vieron a Anathapindika
llorar. Ananda no entendió el significado de
sus lágrimas, estaba muy preocupado.
Le dijo "querido amigo, ¿por qué lloras?
¿no tuviste éxito al seguir la meditación?"
"No, venerable Ananada, lo hice muy bien, tuve éxito
al seguir la meditación" "Oh, ¿entonces te
arrepientes de algo?" "No, venerable
Ananda, no me arrepiento de nada"
"Entonces ¿por qué lloras?" Y Anathapindika
dijo "Querido Ananda, lloro porque
estoy muy conmovido, estuve al servicio del
Buda, el Dharma y la Sangha más de
30 años, pero nunca había recibido
enseñanzas y práctica tan maravillosa que
me liberaran como las de hoy. Gracias a las
enseñanzas de no nacimiento y no muerte,
ahora soy libre, no tengo miedo a morir,
conozco la naturaleza del no llegar y no irse,
puedo ver mi continuación" Y Ananda le dijo,
"Querido amigo, no lo sabes, pero los
monásticos recibimos esa enseñanza casi
todos los días" Anathapindika dijo "Querido
y venerable Ananda, claro que hay personas
laicas que están tan ocupados, que no tienen
tiempo de recibir estas enseñanzas y
prácticas. Pero habemos otros que no
estamos tan ocupados, y estamos listos
para recibir estas maravillosas enseñanzas
y ponerlas en práctica. Así que por favor,
regresen con el Buda, nuestro maestro,
y díganle que hay personas laicas que pueden
recibir y practicar estas profundas enseñanzas"
Y así él habló en nombre de la comunidad laica.
Y Ananda dijo "no te preocupes, amigo,
después de esto iré inmediatamente con
el Buda, y le diré de tu petición" Y después
Anathapindika murió en paz con una sorisa
en su boca.
Así que el Sutra sobre las enseñanzas que
deben darse a los que están muriendo, está
disponible en el libro de Plum Village
"Chanting from the Heart" Tenemos que
estudiar y practicar y así podemos ayudar
a que las personas que están muriendo
sufran menos. Pero incluso si no
tenemos cáncer o ya nos hemos curado
tenemos que continuar practicando. Porque
si no practicamos, puede regresar o puede
crecer rápidamente. Por eso es muy .
importante mantener la práctica viva.
Y siempre tener el respaldo de la Sangha para
practicar.
Tenemos un amigo en Montreal en Canadá.
El doctor le dio tres meses de vida, pero después de
haber conocido a la Sangha y asistir
a un retiro, llevó la práctica a su corazón
y vivió más de diez años, pero después de
eso, su esposa hizo algo, y tenía una
relación que lo hizo sufrir, no pudo continuar
con su práctica, y por eso su situación se
deterioró muy rápido y murió. Yo creo que
necesitamos estar en contacto con la Sangha
siempre. Y cuando algo así pasa tenemos
que renovar nuestra práctica, apoyarnos en
la Sangha, de lo contrario, vamos a sufrir
al igual que nuestro amigo en Canadá.
Esta enseñanza no es sólo para terapeutas,
esta enseñanza es para todos,
monásticos y gente laica.