Conforme sigue la pandemia, las variantes se han convertido en la preocupación más reciente, con ejemplos señalados detectados en Sudáfrica, Brasil y el Reino Unido. Pero las variantes son complejas. Cada una está compuesta de un conjunto de mutaciones, todas las cuales pueden potencialmente cambiar el virus SARS-CoV-2 de maneras inesperadas. Entonces, ¿a qué se refieren los científicos cuando hablan de variantes? ¿Y qué significa esto para el futuro de la pandemia? Los virus se multiplican copiando sus genomas una y otra vez. Pero como con las fotocopiadoras antiguas, esas copias no siempre son perfectas. Cada una de esas copias imperfectas es una variante. Generalmente, las imperfecciones o mutaciones no cambian el comportamiento del virus y a menudo pueden hacerlo menos eficiente que la cepa original. Pero muy rara vez, las mutaciones pueden cambiar el virus en aspectos importantes. Podría ser más contagioso o más capaz de eludir el sistema inmunitario. Cuanto más se permita a un virus reproducirse sin control, más oportunidades tendrá de acumular esas inusuales mutaciones ventajosas. Eso puede suceder cuando a los virus se les permite propagarse rápidamente por una población o si encuentran a un huésped menos capaz de enfrentarse a ellos, como las personas inmunocomprometidas por tratamientos médicos o aquellas que son VIH+. Si un conjunto de mutaciones en concreto hace que una variante sea más eficaz, podría destacar sobre las otras y entonces es cuando se repara en ella. Los epidemiólogos podrían incluso decidir etiquetarla como una variante de preocupación, como los ejemplos identificados en Brasil, Sudáfrica y el Reino Unido. Durante meses, los científicos se esfuerzan por averiguar qué ha cambiado en estas variantes y qué significan esos cambios. Aunque una variante se propague, eso no quiere decir necesariamente que su mutación sea ventajosa. Por ejemplo, un número reducido de personas, podrían, sin querer, trasladar una variante de una región a otra, como los turistas que vuelven de lugares de vacaciones populares. Esto podría hacer que esa variante se propague en una nueva ubicación, a pesar de que no haya cambios importantes en la biología del virus. Esto se denomina efecto fundador. Entender por qué surge una variante requiere de una combinación de investigaciones. La epidemiología puede ayudar a detectar y rastrear nuevas variantes y señalar nuevos o preocupantes patrones de infección. Y los estudios de laboratorio pueden empezar a identificar cómo las mutaciones están cambiando las propiedades del virus. Y estudios como estos están empezando a identificar mutaciones que le han dado ventaja al virus. Algunas variantes se propagan más rápidamente y hay señales de que ciertas mutaciones podrían empezar a debilitar o incluso eludir la inmunidad natural y de las vacunas. Por ejemplo, la mutación D614G, conocida por los virólogos como Doug, se propagó ampliamente al principio de la pandemia y se encuentra en casi todas las variantes. Afecta a la proteína de la espícula que las partículas del coronavirus usan para penetrar en las células. Una mutación en el genoma cambia un aminoácido por otro y hace que la nueva variante sea más infecciosa que el virus original. La N501Y, conocida como Nelly, es otra mutación de la proteína de la espícula que parece estar asociada con una mayor transmisibilidad. Esta mutación se ha detectado en las cepas B.1.1.7, B.1.351 y P.1, que son todas variantes de preocupación. También se atisba preocupación por el llamado escape inmunológico con otra mutación de la proteína de la espícula: la E484K o Eek. Eek se ha detectado en B.1.351 y P.1, las variantes localizadas en Sudáfrica y Brasil. Los estudios de laboratorio de principios de 2021 mostraron que la variante podía evadir algunos anticuerpos neutralizantes de virus, mientras que los ensayos en Sudáfrica indicaron que la variante reducía la eficacia de algunas vacunas. A pesar de esas preocupaciones, el coronavirus está mutando muy despacio en comparación a algo como la influenza y parece que las vacunas desarrolladas hasta el momento seguirán siendo eficaces al menos en parte. Pero los científicos siguen tomándose muy en serio la amenaza de las variantes. Y se pueden hacer varias cosas para ayudar a combatirla. En primer lugar, para poder hacer cualquier cosa, los investigadores necesitan datos. Es muy importante hacer un seguimiento y rastrear la aparición de variantes y eso no siempre es fácil. Organismos como el COVID-19 Genomics UK Consortium o COG-UK, han redoblado sus esfuerzos para combinar una secuenciación rápida con un eficiente intercambio de datos. COG-UK ya ha secuenciado más de 400 000 genomas de SARS-CoV-2. Luego, los investigadores deben anticiparse a cómo estos virus mutados podrían afectar a los esfuerzos de vacunación a nivel mundial. Las vacunas existentes pueden rediseñarse y también se hacen pruebas a las combinaciones de vacunas, pero realizar ensayos clínicos fiables podría ser difícil en medio de los programas de vacunación en curso. Sin embargo, ahora hay que seguir trabajando a nivel nacional. Las políticas de salud pública como el seguimiento y rastreo, el distanciamiento social y el despliegue de las vacunas son potentes herramientas para cortar la transmisibilidad y llevar un control de las nuevas variantes. Después de todo, cada vez que se evita que el virus se propague, también se evita que mute, cortando de raíz las nuevas variantes antes incluso de que tengan la oportunidad de desarrollarse.