Hola. Soy Refik, artista audiovisual.
Utilizo los datos como pigmento
y pinto con un pincel del pensamiento
usando inteligencia artificial.
Mis lienzos serían
los espacios arquitectónicos
y trabajo con máquinas para hacer
que los edificios sueñen y alucinen.
Podrían estar preguntándose
qué significa todo esto,
así que déjenme mostrarles
mi trabajo y mi mundo.
A los ocho años, presencié
el poder de la imaginación
cuando vivía en Estambul.
Un día, mi madre trajo
a casa un videocasete
de la película de ciencia ficción
"Blade Runner".
Recuerdo con claridad
la fascinación que me produjo
la impresionante visión arquitectónica
del futuro de Los Angeles,
un lugar que nunca antes había visto.
Esa visión quedó fija en mis fantasías.
Cuando llegué a LA en 2012
para cursar una licenciatura
en el Design Media Arts,
alquilé un auto
y fui al centro de la ciudad
para ver el maravilloso mundo
del futuro próximo.
Recuerdo una frase específica
que se repetía en mi cabeza
una y otra vez.
La escena donde la androide Rachael
se da cuenta de que sus recuerdos
realmente no son suyos,
y cuando Deckard le dice
que son de otro ser.
Desde ese momento,
una de mis inspiraciones
ha sido esta pregunta:
¿qué puede hacer una máquina
con los recuerdos de otra persona?
O, en otras palabras,
¿qué significa ser una IA en el siglo XXI?
Cualquier androide o máquina de IA
solo es inteligente
si trabajamos en conjunto.
Puede construir cosas
que la inteligencia humana
pretende producir
pero que no tiene
la capacidad para hacerlo.
Piensen en sus actividades
en las redes sociales, por ejemplo.
Entre más interactúan con ellas,
más inteligentes se vuelven.
Si las máquinas pueden
aprender o procesar recuerdos,
¿también pueden soñar?,
¿alucinar?,
¿recordar involuntariamente?,
¿o hacer conexiones entre
los sueños de distintas personas?
Ser IA en el siglo XXI, ¿significa,
básicamente, no olvidar nada?
Y si es así,
¿no es lo más revolucionario
que hemos experimentado
en siglos de esfuerzo por plasmar
la historia en los medios?
En otras palabras,
¿qué tan lejos hemos llegado
desde "Blade Runner" de Ridley Scott?
Fundé mi estudio en 2014
e invité a arquitectos,
científicos de datos y computación,
neurocientíficos, músicos
e incluso narradores
para acompañarme
en la realización de mis sueños.
¿Pueden los datos
convertirse en pigmentos?
Esa fue la primera pregunta que hicimos
en la aventura de incorporar
el arte de los medios a la arquitectura,
para unir el mundo físico con el virtual.
Entonces imaginamos
lo que yo llamo "la poética de datos".
Uno de nuestros primeros proyectos,
"Virtual Depictions",
fue una escultura
hecha con datos públicos
encargada por la ciudad de San Francisco.
La obra invita a la audiencia
a ser parte de una grandiosa
experiencia estética
en un espacio urbano vivo
que representaba una red fluida
de conexiones de la ciudad.
También sirve como recordatorio
sobre cómo los datos invisibles
de nuestro día a día,
como las publicaciones de Twitter
que se representan aquí,
pueden hacerse visibles
y transformarse en conocimiento sensorial
que se puede experimentar en conjunto.
De hecho, los datos solo se vuelven
conocimiento cuando se experimentan,
y el conocimiento y la experiencia
pueden tomar muchas formas.
Mientras exploráblamos las conexiones
del amplio potencial
de la inteligencia artificial,
también reflexionamos sobre la conexión
entre los sentidos humanos
y la capacidad de las máquinas
de simular la naturaleza.
Eso ocurrió cuando pintamos
datos según el patrón de los vientos.
Tomaron la forma de poemas visibles
basados en un grupo oculto de datos
tomados de sensores de viento.
Después usamos algoritmos generativos
para transformar la velocidad,
las ráfagas y la dirección del viento
en un pigmento de datos etéreos.
El resultado fue una experiencia
tanto meditativa como especulativa.
Esta escultura de datos cinéticos,
llamada "Bosphorus",
fue un intento similar
por cuestionar nuestra capacidad
para reimaginar los sucesos naturales.
Mediante registros de radares
de alta frecuencia del mar de Mármara,
recopilamos datos de la superficie
y proyectamos su movimiento dinámico
usando inteligencia artificial.
Creamos una sensación de inmersión visual
dentro de un mar artificial
calmado pero en constante cambio.
Solemos llamar "imaginación"
al acto de ver con el cerebro
y, para mí, imaginar arquitectura
trasciende el cristal, metal o concreto.
Es experimentar con las mayores
posibilidades de inmersión
y las formas de incrementar nuestra
percepción de los entornos construidos.
Cada día hay más investigaciones
sobre inteligencia artificial,
lo que nos deja con la sensación
de estar conectados a un sistema
que es más grande y tiene
más conocimiento que nosotros mismos.
En 2017, descubrimos
una biblioteca de código abierto
con documentos culturales en Estambul
y comenzamos a trabajar
en "Archive Dreaming",
una de las primeras instalaciones
públicas mundiales generadas con IA.
Una IA que explora cerca
de 1,7 millones de documentos
que abarcan 270 años.
Una de nuestras inspiraciones
en este proceso
fue una breve historia
titulada "La biblioteca de Babel"
del escritor argentino Jorge Luis Borges.
En la historia, el autor percibe
al universo como una gran biblioteca
con todos los libros posibles de 410 hojas
de un formato y caracteres determinados.
Con esta idea inspiradora,
imaginamos cómo explorar físicamente
los amplios archivos del conocimiento
en la era de la inteligencia artificial.
El resultado, como pueden ver,
fue un espacio inmersivo
manejado por el usuario.
"Archive Dreaming" cambió por completo
la experiencia de una biblioteca
en la era de la inteligencia artificial.
"Machine Hallucination"
es una expedición en tiempo y espacio
de los archivos fotográficos públicos
de la ciudad de Nueva York.
Para este proyecto inmersivo,
único en su tipo,
usamos algoritmos
de aprendizaje automático
para encontrar y procesar
más de 100 millones de fotos de la ciudad.
Diseñamos un innovador sistema narrativo
que usara inteligencia artificial
para predecir o alucinar nuevas imágenes,
para dejar entrar al espectador
en una fusión de ensueño
del pasado y el futuro de Nueva York.
Mientras perfeccionábamos
nuestros proyectos
para recordar y transmitir conocimiento,
más nos dimos cuenta de que
nuestros recuerdos no eran estáticos
sino interpretaciones cambiantes
de eventos pasados.
Reflexionamos en cómo las máquinas
podrían simular eventos
inconscientes y subconscientes,
como sueños, recuerdos y alucinaciones.
Así creamos "Melting Memories"
para visualizar el momento de recordar.
La inspiración surgió
de un trágico suceso,
cuando supe que mi tío
enfermó de Alzheimer.
En ese momento, solo quería
encontrar una forma de celebrar
cómo y qué recordamos
cuando aún podemos hacerlo.
Pensé en los recuerdos,
no en cómo desaparecen
sino en cómo se derriten
o cambian de forma.
Usando inteligencia artificial,
trabajamos con científicos
del laboratorio Neuroscape
de la Universidad de California,
que nos enseñaron cómo
trabajan las señales cerebrales
cuando se crean los recuerdos.
Aunque mi tío iba perdiendo
la capacidad de procesar recuerdos,
las obras de arte creadas
por los datos del EEG
exploraron la tangibilidad
de los recuerdos
y quedaron como homenaje
a lo que mi tío había perdido.
Casi nada de la actual ciudad de LA
coincidía con la expectativa
que tenía en mi infancia,
a excepción de una asombrosa construcción:
la sala de conciertos Walt Disney,
o WDCH, diseñada por Frank Gehry,
uno de mis héroes de toda la vida.
En 2018, recibí una llamada
de la Filarmónica de LA
que buscaba una intervención
para celebrar su centésimo aniversario.
Para esto, nos preguntamos:
¿una construcción puede aprender y soñar?
Para contestarla, decidimos recopilar
todas las grabaciones
de los archivos del WDCH
y la Orquesta Filarmónica de LA.
Para ser exacto, 77 teras
de memorias archivadas digitalmente.
Mediante el uso
de la inteligencia artificial,
todos los archivos de 100 años
se transformaron en proyecciones
sobre la fachada del edificio.
Se instalaron 42 proyectores para lograr
esta futurística experiencia pública
en el centro de Los Ángeles.
Fue como estar un paso más cerca
de la ciudad de LA de "Blade Runner."
Si un edificio alguna vez
ha podido soñar, fue en ese momento.
Ahora, los invito a un último viaje
dentro de la mente de una máquina.
Justo ahora, estamos totalmente inmersos
en el universo de los datos
de cada charla TED presentada
en los últimos 30 años.
Esta recolección de datos incluye
7705 charlas en el escenario de TED.
Esas charlas han sido traducidas
a 7,4 millones de segundos,
y cada segundo se representa aquí,
en este universo de datos.
Cada imagen que ven aquí
representa un momento único
de esas charlas.
Usando la inteligencia artificial,
procesamos un total de 487 000 oraciones
en 330 clústers de temas como
naturaleza, emisiones globales,
extinción, racismo, computación,
confianza, emociones, agua y refugiados.
Esos clústers fueron luego
conectados entre sí por un algoritmo,
y produjeron 113 millones
de segmentos de líneas,
que revelan nuevas
relaciones conceptuales.
¿No sería maravilloso poder recordar
todas las preguntas
que se hicieron en el escenario?
Aquí estoy, dentro de la mente
de grandes pensadores,
como una máquina, interactuando
con diversos sentimientos
atribuidos al aprender,
recordar, preguntar
e imaginar, todo a la vez,
ampliando el poder de la mente.
Para mí, estar aquí es, en efecto,
lo que significa
ser una IA en el siglo XXI.
Está en nuestras manos,
en nosotros los humanos,
entrenar la mente para aprender
y recordar lo que solo podemos soñar.
Gracias.