Cuando tienes un trabajo
donde cobras lo suficiente
para cubrir tus necesidades básicas,
facturas e incluso algo para gastar,
la suposición es que debes ser feliz,
o, incluso mejor, sentirte realizado.
Y parece impensable
que un día te levantes y digas
que vas a dejar semejante trabajo
para perseguir tu pasión.
Y ese fue mi dilema hace seis años.
Tenía un trabajo cómodo,
vivía una vida cómoda,
y la gente esperaba
que estuviese satisfecha,
pero no era así.
Había algo en mí que quería más.
Había una desconexión
entre las cosas que hacía a diario
y las cosas que realmente me importaban.
Por lo que decidí dejar mi trabajo
y explorar la posibilidad
de traer esta pasión a mi rutina diaria.
Y la cuestión sobre encontrar
lo que te apasiona
es que no es sencillo.
Incluso la gente con dinero y carreras
sigue luchando por encontrar su pasión.
Y ahí estaba yo con 30 años,
hablando de encontrar mi pasión
y convertirla en una profesión.
Literalmente, la gente me decía,
"No hables de pasión hasta que
hayas ganado suficiente dinero
(Risas)
o al menos hasta que
estés preparada para jubilarte".
Porque hay una noción de que
mirando el interior
y encontrar las cosas
que nos dan el placer y la satisfacción
es un lujo que solo el rico
puede disfrutar,
o un placer que solo
el jubilado se puede dar.
Lo que me hizo preguntarme:
¿Está la pasión reservada
para los ricos,
o es algo de lo que solo puedan
disfrutar los jubilados?
A muchos de nosotros, nos han hecho creer
que la vida es
una carrera de supervivencia.
Hemos estado condicionados para vernos
a nosotros mismos como supervivientes
que debemos hacerlo todo
en nuestro poder para sobrevivir.
En África estamos educados
para ir al colegio, esforzarnos y aprobar,
con la esperanza de que
consigas un trabajo después.
Y si lo consigues, aférrate a él,
aunque sea tremendamente horrible.
(Risas)
Hasta que consigas una oferta mejor
o te pidan que te jubiles.
Y por abandonar la escuela,
sabía que no tenía derecho a nada.
Cada oportunidad era un privilegio.
Y cuando pensé dejarlo,
fue un gran riesgo.
Me dieron dos alternativas,
que son las más normales en África.
La primera es inscribirse en un curso
de una centro vocacional y hacerlo.
Mi segunda opción, aceptar
cualquier oferta de trabajo que consiga,
sin importar las condiciones de trabajo,
y hacerlo.
Esto probablemente explica
por qué muchos de nuestros jóvenes
se ven traficados
en busca de mejores condiciones.
Opté por la primera opción,
Miré un par de centros vocacionales
con la esperanza de que encontraría
un curso en sintonía con mi persona,
mis sueños y aspiraciones.
Me decepcionó saber que no había hueco
para inadaptados como yo
en estos centros.
El sistema educativo
en muchas partes del mundo
ha sido diseñado
en torno a opciones preseleccionadas
en las que los jóvenes encajarán
o se arriesgarán a ser unos marginados.
Y volviendo al colegio,
fui educada y condicionada
a pensar en línea recta y
no salirme de ella.
Pero cuando abandoné,
descubrí un mundo de posibilidades.
Sabía que podía ser cualquier cosa,
que podía estudiar cualquier cosa,
así que aproveché cursos gratis en linea.
Así es como hice mi currículum,
conseguí un empleo
y trabajé durante 8 años.
Después de esos ocho años,
me dije a mi misma
que debía haber más en la vida,
algo más allá de las rutinas de la vida.
Así que en 2014, puse en marcha
una organización llamada Kyusa
donde trabajamos
con jóvenes no escolares
capacitándolos
para que conviertan sus pasiones
en negocios rentables,
expansibles y sostenibles.
Ahora, cuando hablamos de pasión,
una de las preguntas más comunes es:
"¿Qué es una pasión?
¿Cómo la encuentro?".
Y en la definición más simple,
una pasión es una colección
de experiencias vitales
que te dan
un profundo sentido de satisfacción.
Y para identificar tu pasión,
necesitas mirar en tu interior.
Así que usamos dos preguntas reflexivas.
Lo primero que preguntamos es:
"Si tuvieses todo el tiempo
y dinero del mundo,
¿cómo pasarías el tiempo?".
Suena como una pregunta muy simple,
pero muchas personas
tienen dificultades para responder
porque nunca habían pensado en ello.
La segunda pregunta que planteamos
es: "¿Qué te hace feliz
o te da
un profundo sentido de satisfacción?".
Uno podría suponer que todos sabemos
lo que nos hace felices,
pero también hay que tener en cuenta
que mucha gente no tiene ni idea
de lo que les hace felices,
porque están tan ocupados
con sus rutinas diarias,
que nunca se han parado
a mirar su interior.
Identificar lo que nos da
un profundo sentido de satisfacción
y lo que nos da alegría
son pensamientos que empiezan
a dirigirnos hacia nuestra pasión.
Y en caso que que te cuestiones
qué responderías a esas preguntas,
te invito a que después pienses
y reflexiones sobre ellas.
Sin embargo, también soy consciente
de que solo la pasión
no puede garantizar éxito en la vida.
Y debo mencionar
que no toda pasión puede llegar
a ser una profesión.
Para que la pasión
llegue a ser una profesión,
debe estar acompañada de habilidades,
condicionamiento y posicionamiento.
Cuando invitamos a los jóvenes
a que miren en su interior,
también les preguntamos:
qué habilidades tienes,
qué talentos tienes,
qué experiencia tienes
que puedas usar
para construir un nicho de mercado.
Pero más que eso, también vemos
las tendencias del mercado,
porque no importa
cuánto te guste o te divierta
si nadie lo quiere o
está dispuesto a pagar por ello,
no puede ser una profesión.
Solo sería un pasatiempo.
Y lo tercero que vemos es
¿cómo te posicionas?
¿A quién te diriges?
¿A quién quieres vender?
¿Por qué quieren comprarte a ti?
Y así, la combinación de las tres
es lo que permite a uno moverse
de solo una pasión a un negocio.
Y muchos de nuestros jóvenes
han sido capaces de convertir sus ideas
y anhelos en negocios rentables
o empresas sociales,
y no solo están creando trabajos,
sino resolviendo desafíos sociales.
Compartiré con Uds. dos ejemplos.
El primero es el de Esther.
Conocí a Esther hace dos años.
Llevaba dos años sin ir a la escuela
y estaba profundamente afectada
por su abandono.
Como resultado,
pasó por una grave depresión
y llegó hasta el punto de intentar
quitarse la vida varias veces.
Sus amigos y familiares
no sabían qué hacer por ella.
Simplemente rezaban por ella.
Cuando conocí a Esther
y empecé a conversar con ella,
le hice una pregunta muy sencilla.
Le dije: "Si tuvieses todo el tiempo
y dinero del mundo,
¿qué harías?".
Sin pensar o dudar,
sus ojos se iluminaron y empezó a decirme
cómo quería cambiar
la vida de los jóvenes.
Quería recuperar la esperanza
y la dignidad de otros adolescentes
ayudándolos a tomar
decisiones vitales bien informados.
Estaba segura del hecho
de que ese ferviente deseo
era inextinguible.
Así que trabajamos con Esther
para que sacara provecho de su deseo.
Actualmente dirige una empresa social
en su pueblo,
sensibilizando sobre abuso de drogas,
salud mental, salud sexual y reproductiva,
y ayuda a otros que abandonan la escuela
a adquirir habilidades vocacionales,
para que puedan ganarse la vida.
Esther cumplió 20 años este año,
y los últimos dos años, ha organizado
un festival anual de adolescentes
que reúne a más de 500 adolescentes.
(Aplausos)
Estos jóvenes son capaces
de establecer contactos y colaborar
en diferentes proyectos,
pero más importante,
de conocer profesionales que
de lo contrario no habrían conocido.
Todo gestionado por una joven que creía
que el mundo no tenía espacio para ella,
que sin educación,
nunca llegaría a ser nada.
Pero mirando en su interior
y aprovechando un deseo ferviente,
construyendo sobre esa base,
ha llegado a ser un modelo
que no solo ha cambiado su vida,
sino que está transformando
vidas de cientos de jóvenes cada año.
El otro ejemplo es el de Musa.
Musa es un chico artístico por naturaleza.
Podría mirar cualquier diseño
y replicarlo sin despeinarse.
Así que intenta reconocer
esa habilidad en él.
Cuando conocí a Musa,
hacía todo tipo de artesanías:
bolsos, cinturones, monederos...
pero era algo más bien a tiempo parcial.
O si estaba en números rojos
y necesitaba ganar dinero rápido,
se le ocurría un diseño y lo vendía.
Pero nunca se lo había planteado
como un negocio.
Empezamos a trabajar con Musa,
ayudándolo a que pasara de verlo
como un pasatiempo a un negocio
y a empezara a pensar dos veces
cómo crear productos que pudiera vender,
e incluso superarse.
Musa hace unos de los bolsos
más impresionantes que haya visto,
y durante el último año,
el negocio de Musa ha crecido.
Ha sido reconocido en diferentes lugares.
Actualmente, está hablando
de exportar a países desarrollados.
Musa, como otros que abandonaron,
creía que sin título académico,
no podría llegar a nada.
Pensó que el talento que tenía
no servía para nada
simplemente porque no tenía
un título académico que lo definiese.
Pero mirando en su interior se dio cuenta
de que lo que tenía era su mejor atributo.
Y animándolo a convertirlo en un negocio,
no solo vive, sino que prospera.
Lo que pasa con la introspección
es que puede asustar,
especialmente si lo haces por primera vez.
Pero la verdad es que no empiezas
a vivir de verdad
hasta que aprendes
a vivir desde tu interior.
Y para aprovechar nuestro potencial,
debemos mirar en nuestro interior
para identificar qué nos da
un sentido profundo de satisfacción,
qué nos da la alegría más profunda,
y así poder integrarlo
en nuestra vida cotidiana.
Al hacerlo, dejamos de trabajar
y comenzamos a vivir.
Lo que pasa con la vida es que de ella
no te tienes que jubilar... ni dimitir.
(Risas)
(Aplausos)
Así que cuando pensemos
en desbloquear nuestro potencial,
el de nuestros jóvenes,
el de nuestros niños,
no los condicionemos a mirar
hacia el exterior
sino en el interior,
para que conecten con quienes son
y lo incorporen en su vida cotidiana.
Cuando dejas de trabajar y vives,
cuando haces de tu pasión tu profesión,
no solo sobresales,
llegas a ser imparable.
Gracias.
(Aplausos)