Esta es Dory. Todos la conocemos, ¿cierto? Es nuestro pececito azul favorito de Buscando a Nemo. A todos nos gusta Dory y creo que la queremos porque nos identificamos con ella. Todos somos como Dory en dos formas principales: todos sufrimos de cortos y adorables intervalos de atención. Es cierto. En el 2000, el intervalo de atención de una persona era de 12 segundos. En 2015, disminuyó hasta 8,25 es decir 8 segundos y un cuarto. Para tener un punto de referencia, el intervalo de atención de un pez dorado es de 9 segundos. Al igual que la de ella, nuestra concentración es muy mala y tenemos pequeños problemas de pérdida de memoria. Siento decírselos pero somos como ella. La característica principal de Dory es su pérdida de memoria a corto plazo. La nuestra no es tan mala, pero estamos cerca. Pero antes no nos parecíamos tanto a Dory, antes éramos más como Marlin, el papá de Nemo. Incluso nos podíamos concentrar y recordar algunas cosas. Pero en las últimas décadas, empezamos a convertirnos en Dorys. Hay una razón para este cambio y tiene que ver con el auge de la tecnología digital y un concepto llamado neuroplasticidad. Suena complicado, pero no lo es, se refiere a que nuestro cerebro es adaptable, puede cambiar y reorganizarse porque está hecho de 210 000 millones de células cerebrales o neuronas que realizan todo tipo de conexiones entre ellas. Así es como pensamos. Cada vez que experimentamos algo, dichas conexiones cambian un poco y así es como aprendemos. Digamos que camino por la calle y veo a alguien paseando a su perro. Es un perrito tierno y peludito, así que me detengo a acariciarlo. Mi cerebro fortalece esta conexión: "Los perros son lindos y buenos; no debo temerles". Pero si camino por la calle, paso al frente de una casa y veo a un perro bravo ladrando y gruñendo en el jardín se me ponen los pelos de punta. Aquí la conexión cambia: "¿Sabes qué? Los perros dan miedo". "Debes cuidarte de ellos de ahora en adelante". Así funciona la neuroplasticidad es decir, nuestro cerebro puede cambiar dependiendo de cada experiencia. Esto significa que cada vez que usamos un dispositivo tecnológico, ya sea un teléfono, un computador, etc., nuestro cerebro cambia un poco. Lo que hace la tecnología digital es promover nuestro modo multitarea. Nos impulsa a ser multitareas, a enfocar la atención en varias cosas. Por ejemplo, nos sentamos a escribir algo, paramos para ver el teléfono, seguimos escribiendo, respondemos un correo electrónico y seguimos escribiendo. Ahora tenemos más práctica en desviar nuestra atención que la que teníamos hace 20 o 30 años, antes de que la tecnología digital fuera algo tan relevante. El cerebro es como un músculo que cambia. Entre más lo usamos, más fuerte se vuelve y entre menos lo usamos, más se debilita. Toda esta práctica mejora nuestra atención por eso hemos mejorado nuestro modo multitarea pero estamos comprometiendo nuestra capacidad de concentración. Lo mismo le pasa a nuestra memoria, le ha pasado y le sigue pasando. Si no la usamos, la perdemos. Existe un proceso llamado memoria transactiva que de nuevo suena complicado, pero no lo es. Se refiere a la idea de que si no sabemos algo se lo preguntamos a otra persona que lo sepa y ella nos lo dirá. No sé mucho sobre la serie de TV "Doctor Who", pero mi amigo Ben la ve. Entonces si necesito saber algo sobre la serie le pregunto a Ben y él posiblemente sabrá la respuesta y viceversa, si Ben necesita algo que yo sé puede preguntarme y yo se lo diré. A eso nos referimos con memoria transactiva, si alguien en un grupo social, no importa que tan grande sea el grupo -- podemos ser Ben y yo -- -- o mi familia y yo, o mis amigos y yo -- es decir, si dentro del grupo todos tienen la tarea de recordar una parte de la información entonces todos dentro del grupo tienen acceso a la información completa que es mucho más de lo que cada uno podría recordar por sí mismo. Para quienes aprenden de forma visual aquí tienen una ayuda. Tradicionalmente, los humanos contábamos con compañeros de memoria transactiva en los que confiábamos para recordar cosas. Pero desde que la memoria digital nos ofrece disponibilidad inmediata empezamos a confiarle a los computadores o a Internet nuestra memoria transactiva, lo que parece genial. El problema es que los computadores recuerdan mejor que nosotros. Primero, no olvidan nada y segundo, saben casi todo gracias al uso de Internet. Esto significa que cada vez que usamos uno de ellos como memoria transactiva es como si interactuáramos con un súper humano alguien tan, pero tan bueno para recordar cosas que ni siquiera podemos comprenderlo. Este tipo de experiencia no se experimentaba hace 20 o 30 años cuando el proceso de memoria transactiva generalmente solo incluía humanos. Esta experiencia es diferente lo que significa que nuestro cerebro reacciona a ella de otra forma y por eso nuestro cerebro ha cambiado. Esto es lo que ha sucedido, de hecho realizaron estudios sobre el tema y descubrieron que si usamos un computador como compañero de memoria transactiva nos volvemos un poco más malos para recordar información lo que tiene sentido, porque para eso son este tipo de compañeros. Supongamos que hay una lista de hechos que debemos leer y yo debo recordar tantos como pueda. Si primero copio la lista en un computador voy a recordar menos hechos porque cuando los escribo en el computador estoy eligiéndolo como mi compañero de memoria transactiva y mi subconsciente dice: "Él puede recordarlo, yo no tengo que hacerlo", y luego olvido algunos de ellos. Y lo malo es que esto pasará sin importar si intento o no recordar los hechos. El subconsciente toma la decisión de confiar en el computador para que recuerde parte de la información por mí y es tan fuerte que sobrepasa mi esfuerzo consciente de querer recordar. Cada vez que se usa un computador como compañero de memoria transactiva se provoca un poco de pérdida de memoria en ese tema. Suena preocupante. Creo que ahora dirán: "Ya no quiero ser como Dory, pensé que esta charla sería divertida". Pero no se preocupen, lo único que puedo decirles es que siempre y cuando sigamos usando dispositivos tecnológicos nuestros cerebros se seguirán adaptando a ellos. No es algo malo o bueno, simplemente pasa. Es un hecho en nuestras vidas actualmente pero es un hecho que no creo que debamos ignorar porque si lo ignoramos y seguimos con la tecnología, no podremos decidir cómo nos cambia o no este hecho, simplemente seguiremos la corriente, nos guste o no. La razón por la que quería decirles esto, porque la que quería compartirlo, por la que les digo cómo y por qué pueden verse afectados, es porque quiero que lo acepten y hagan algo al respecto. Una vez que acepten este hecho, pueden empezar a plantearse preguntas, a decirse a Uds. mismos: "¿Sabes qué, querido yo? Te voy a reentrenar para concentrarte", porque pueden hacerlo. Si cuando no practicamos nuestra concentración empeora, cuando practicamos, podemos mejorarla. También podemos decirnos: "¿Sabes qué, querido yo? Acepto nuestro corto intervalo de atención, seamos una máquina multitarea". También es una opción válida. Pero lo más importante es que elijan qué camino seguir. Seamos honestos: todos somos como Dory y la tecnología ya nos cambió. Uds. son como Dory, lo que quiere decir es que posiblemente no le prestaron atención a mi charla. Solo les pido un último favor: acepten este conocimiento que les di, no se asusten cuando piensen esto, pero acéptenlo y úsenlo. Tomen medidas sobre el asunto, respiren profundo y aplíquenlas. Incluso cuando sea difícil, extraño o preocupante no tengan miedo y como dice Dory: "Sigue nadando". Gracias. (Aplausos)