¿Qué trajo al mundo
la guerra contra las drogas?
Vean los asesinatos y masacres en México,
América Central y en muchas
otras partes del mundo,
el mercado negro estimado
en 300 mil millones de dólares al año,
las cárceles atestadas
en los EEUU y otros países,
policías y militares arrastrados
en una guerra imposible de ganar
que viola derechos fundamentales
y ciudadanos corrientes
que solo esperan no verse atrapados
en este fuego cruzado.
Y mientras tanto, más gente usa
más drogas que nunca.
Esta es la historia de mi país
con la prohibición del alcohol
y Al Capone, multiplicada por 50.
Por lo que es particularmente
irritante para mí
como estadounidense saber
que somos la fuerza impulsora
detrás de esta guerra global
contra las drogas.
¿Por qué tantos países declaran ilegales
drogas de las que nunca han oído?
¿Por qué los acuerdos de la ONU enfatizan
la criminalización sobre la salud?
E incluso ¿por qué la mayoría
del dinero mundial
para lidiar con el abuso de drogas
no va a organismos de asistencia
sino a las que castigan?
Y la respuesta es los buenos viejos EEUU.
¿Por qué hicimos esto?
Algunas personas,
especialmente en Latinoamérica,
piensan que no se trata de drogas.
Es solo una estrategia para promover
los intereses políticos de los EEUU.
En líneas generales, no es así.
No queremos gánsteres y guerrillas
financiados con dinero ilegal de la droga,
aterrorizando y controlando
otras naciones.
No, lo cierto es que EEUU enloquece
cuando se trata de drogas.
Recuerden que fuimos nosotros
los que creíamos
que podríamos prohibir el alcohol.
Piensen en nuestra guerra mundial
contra las drogas
no como un modelo de política racional,
sino como la proyección internacional
de una psicosis nacional.
(Aplausos)
Pero hay buenas noticias.
Ahora son los rusos los que lideran
la guerra antidroga, no nosotros.
La mayoría de los políticos de EEUU
quieren relajar la guerra antidroga
y meter a menos implicados entre rejas,
y estoy orgulloso de decir,
como estadounidense,
que ahora somos líderes mundiales
en reformas políticas sobre la marihuana.
Ahora es legal con fines terapéuticos
en casi la mitad de los 50 estados,
millones de personas
pueden comprar su marihuana
como medicamento
en los dispensarios autorizados
y más de la mitad de mis compatriotas
dicen que es el momento
de que la marihuana se legalice y se grave
más o menos como al alcohol.
Es lo que están haciendo
Colorado, Washington
y Uruguay, y otros seguramente
seguirán el ejemplo.
Así que esto es lo que hago:
tratar de poner fin a la guerra antidroga.
Creo que todo empezó al crecer
en una familia muy religiosa, muy moral.
Era el hijo mayor de un rabino,
fui a la universidad
donde fumé marihuana...
y me gustó.
(Risas)
También me gustaba beber
pero era obvio que el alcohol
era en realidad
el más peligroso de los dos,
pero nos podían arrrestar a mí
y a mis amigos por fumar un canuto.
Esta hipocresía me molestó,
escribí mi tesis doctoral sobre el control
internacional de las drogas.
Hablé con el Departamento de Estado.
y me dieron autorización
para entrevistar a cientos de agentes
de la DEA y otros agentes de la ley
en toda Europa y América,
y les pregunté:
"¿Cual creen que es la solución?".
Bueno, en América Latina, me dijeron:
"No se puede cortar el suministro.
La clave está en los EEUU.
Hay que eliminar la demanda".
Regresé y hablé
con las personas involucradas
en la lucha antidroga y me dijeron:
"Mira Ethan, no se puede
eliminar la demanda.
La respuesta está ahí.
Hay que cortar el suministro".
Luego hablé con los de la aduana
que tratan de detener
el tráfico en las fronteras.
Me dijeron: "No puedes pararlo aquí.
La respuesta está ahí fuera,
en la supresión de la oferta
y de la demanda".
Y me di cuenta
de que todos los involucrados
pensaban que la solución estaba en el área
sobre la que no sabían lo más mínimo.
Entonces empecé a leer todo lo que pude
sobre las sustancias psicoactivas:
la historia, la ciencia,
la política, todo.
Y cuanto más leía,
más me llamaba la atención
el iluminado e inteligente enfoque
que nos llevó aquí,
mientras que la política
y las leyes de mi país
nos llevaron en otra dirección.
Y esta discrepancia me pareció
un increíble rompecabezas
intelectual y moral.
Tal vez nunca existió
una sociedad libre de drogas.
Prácticamente todas las sociedades
han ingerido sustancias psicoactivas
para lidiar con el dolor,
aumentar su energía, socializar,
incluso para comunicarse con Dios.
Nuestro deseo de alterar
nuestra conciencia
puede ser tan fundamental
como nuestros deseos
de comida, compañerismo y sexo.
Nuestro verdadero reto
es aprender a vivir con las drogas
de manera que causen
el menor daño posible,
y en algunos casos,
el mayor beneficio posible.
Les diré algo más que aprendí;
que la razón de que algunas drogas
sean legales y otras no,
no tiene casi nada que ver
con la ciencia, la salud
o el riesgo relativo de su consumo,
y casi todo que ver
con quiénes las utilizan
o son percibidos como usuarios
de ciertas drogas.
A finales del siglo XIX,
cuando la mayoría de las drogas
que ahora son ilegales eran legales,
los principales consumidores
de opiáceos en mi país
y en otros eran mujeres blancas
de mediana edad,
que los consumían para aliviar
dolores y molestias
a falta de otros analgésicos disponibles.
Y nadie pensaba en criminalizarlas
porque nadie quería poner
a la abuela entre rejas.
Pero cuando cientos de miles de chinos
comenzaron a llegar a mi país
para trabajar duro
en los ferrocarriles y las minas,
y luego regresaban a casa tarde
para relajarse como en su país natal,
con una pocas bocanadas
de su pipa de opio,
fue cuando aparecieron
las primeras leyes antidrogas
en California y Nevada,
motivadas por el miedo racista
a que los chinos
transformaran a las mujeres blancas
en esclavas sexuales adictas al opio.
La primera ley que prohibió la cocaína
fue impulsada de manera similar
por el miedo racista a que el hombre negro
al consumir el polvo blanco
olvidara el lugar que le correspondía
en la sociedad sureña.
Y las primeras leyes
que prohibían la marihuana,
todo por miedo a los inmigrantes mexicanos
en el oeste y suroeste.
Y lo que ocurrió en mi país
también sucedió en muchos otros,
en lo que respecta
a los orígenes de estas leyes
y su aplicación.
Digámoslo de esta manera,
y exagerando solo un poco:
si los principales consumidores de cocaína
hubieran sido hombres
mayores, ricos y blancos,
mientras que los principales
consumidores de Viagra
hubieran sido jóvenes negros y pobres,
sería fácil conseguir cocaína
con una receta médica,
mientras que la venta de Viagra
te supondría de 5 a 10 años de prisión.
(Aplausos)
(Fin aplausos)
Yo era profesor y enseñaba estas cosas.
Ahora soy un activista
de los derechos humanos
y lo que me motiva es mi vergüenza
por vivir en una nación,
tan grande en otras cosas,
que tiene menos
del 5% la población mundial
pero casi el 25% de la población
carcelaria del mundo.
Conozco gente que ha perdido
a un ser querido
por la violencia o en la cárcel,
a causa de la droga,
de una sobredosis o de SIDA,
porque nuestra política
de drogas se centra
más en la criminalización que en la salud.
Hay personas buenas cuyo empleo,
casa, libertad, incluso sus hijos
se los ha llevado el Estado,
y no porque hayan hecho daño a alguien
sino solo porque eligieron utilizar
una droga en lugar de otra.
Así que, ¿es la legalización la solución?
No lo tengo claro:
tres días a la semana creo que sí,
tres días a la semana creo que no,
y los domingos soy agnóstico.
Pero como hoy es martes,
permítanme decirles
que la regulación y el gravamen
de la mayoría de las drogas hoy ilegales,
disminuiría drásticamente
la delincuencia, la violencia,
la corrupción, el mercado negro
y los problemas de las drogas
adulteradas y no legalizadas,
mejorando así la seguridad pública
y las posibilidades de que los recursos
de los contribuyentes
se empleen para fines más útiles.
Los mercados de la marihuana, la cocaína,
la heroína y la metanfetamina
son mercados mundiales
de productos básicos,
al igual que los mercados
mundiales del alcohol, tabaco,
café, azúcar y tantas otras cosas.
Si hay demanda,
hay oferta.
Destruye una fuente
e inevitablemente surgirá otra.
La gente tiende a pensar en la prohibición
como el último recurso regulatorio,
cuando en realidad representa
la renuncia a la regulación,
con delincuentes haciéndose un hueco.
Por lo que hacer
de la ley penal y la policía
el frente y el centro del control
de un mercado mundial dinámico,
es una receta para el desastre.
Y lo que hay que hacer
es sacar los mercados de drogas ilegales
a la luz y regularlos
de la manera más inteligente posible,
para reducir tanto los daños
infligidos por las drogas
como por las leyes prohibicionistas.
En cuanto a la marihuana,
eso obviamente significa
regularla y gravarla igual que al alcohol.
Los beneficios de hacerlo
son enormes, los riesgos, mínimos.
¿Habrá más gente consumiendo marihuana?
Tal vez,
pero no serán los jóvenes,
porque no será legal para ellos,
y, francamente, ya tienen acceso a ella.
Creo que serán los adultos.
Gente de 40, 60, tal vez 80;
los que preferirán la marihuana
a una copa por la noche o al somnífero,
que les puede ayudar
con su artritis o la diabetes,
o incluso puede condimentar
un largo matrimonio.
(Risas)
Y sería un claro beneficio
para la salud pública.
En cuanto a las otras drogas,
echen un vistazo a Portugal,
nadie va a la cárcel
por posesión de drogas
y el Gobierno se comprometió en serio:
tratan la adicción
como un problema de salud.
Miren a Suiza, Alemania, Holanda,
Dinamarca, Inglaterra,
donde los adictos a la heroína
que trataron en varias ocasiones
dejarlo y fracasaron,
pueden conseguir heroína farmacéutica
y recibir ayuda en hospitales.
Y los resultados demuestran
que el abuso de drogas, las enfermedades,
las sobredosis, la delincuencia
y los arrestos, todos disminuyeron,
mientras que la salud
y el bienestar mejoraron,
los contribuyentes se beneficiaron,
e incluso muchos drogadictos
se desengancharon.
Fíjense en Nueva Zelanda,
que promulgó recientemente una ley
que permite la venta legal
de ciertas drogas recreativas
siempre que se demuestre que son seguras.
Fíjense aquí en Brasil y en otros países,
donde una fuerte sustancia
psicoactiva, la ayahuasca,
puede comprarse y consumirse legalmente,
con tal de que se realice
en un contexto religioso.
Miren a Bolivia y Perú,
donde los productos
a base de hoja de coca,
la fuente de la cocaína,
se venden legalmente abiertamente
sin daño aparente a la salud pública.
Recuerden que hasta 1900
la Coca-Cola contenía cocaína,
y como sabemos no era más adictiva
que lo que es hoy.
(Risas)
Por otra parte piensen en los cigarrillos.
Nada es tan adictivo o puede
matar como los cigarrillos.
Cuando los investigadores
preguntan a los heroinómanos
cuál es la droga más dura de dejar
la mayoría dice los cigarrillos.
Sin embargo, en mi país y muchos otros,
la mitad de los que
han sido adictos a los cigarrillos
ha dejado de fumar
sin que nadie sea detenido, encarcelado
o enviado a un "programa de tratamiento"
por un fiscal o un juez.
Lo que lo logró fueron más impuestos,
restricciones en lo que concierne
las horas y lugar de las ventas y uso
y campañas antitabaco eficaces.
¿Podríamos reducir el tabaquismo aún más
declarándolo ilegal?
Probablemente.
Pero imagínense la pesadilla
que generaría.
Así que hoy nos enfrentamos
a dos desafíos.
El primero es el desafío político
de crear e implementar alternativas
a las políticas
prohibicionistas ineficaces
mientras mejoramos las actuales
y aprendemos a convivir
con las drogas legalizadas.
El segundo reto es aún más difícil
porque nos incumbe.
Los obstáculos para la reforma
no solo residen
en el poderoso complejo
industrial carcelario
u otros intereses creados
que quieren mantener
las cosas como están,
sino también en cada uno de nosotros.
Son nuestros miedos,
nuestra ignorancia
y nuestra falta de imaginación
lo que se interpone en el camino
de la verdadera reforma.
Y en última instancia
se reduce a los niños,
al deseo de cada padre
de criarlos en una burbuja,
y al miedo de que de alguna manera
las drogas rompan esa burbuja
y los pongan en riesgo.
De hecho, a veces, parece
que toda la guerra antidroga se justifica
como una gran iniciativa
para proteger a la infancia,
algo que cualquier joven les contradiría.
Esto es lo que le digo a los adolescentes.
En primer lugar, no consumas drogas.
En segundo lugar, no consumas drogas.
En tercer lugar,
si lo haces,
hay algunas cosas que quiero que sepas,
pporque al fin y al cabo,
como padre, mi principal interés
es que al final de la noche
llegues sano y salvo a casa,
para crecer y llevar
una vida adulta sana y buena.
Ese es mi mantra sobre las drogas:
la seguridad ante todo.
He dedicado mi vida
a poner en marcha un movimiento
de personas que ve necesario alejarse
de las políticas fallidas del pasado
y adoptar nuevas políticas
basadas en la ciencia,
la compasión, la salud
y los derechos humanos;
con gente de todas
las tendencias políticas
y de todos los campos,
en el que hay personas
que aman las drogas,
personas que las odian,
y personas a las que
no les importan en absoluto
pero en el que todos creen
que esta guerra antidroga,
retrógrada, despiadada y desastrosa
debe terminar.
Gracias.
(Aplausos)
Gracias. Gracias.
Chris Anderson: Ethan,
enhorabuena, qué reacción.
Una charla impactante.
Pero no todos se pusieron de pie,
así que supongo que algunas personas aquí,
y tal vez algunos
de los que nos ven en línea,
quizá conocen a algún adolescente,
o un amigo o a alguien que está enfermo
o que tal vez murió de una sobredosis.
Estoy seguro que ha conocido gente así.
¿Qué les dices?
EN: Chris, lo más increíble
que me pasó últimamente
es que he conocido gente
que ha perdido a un hermano o un hijo
por una sobredosis,
y que solo hace 10 años hubieran deseado
fusilar a todos los narcotraficantes
para resolver el problema.
Pero se dieron cuenta
de que la guerra antidroga
no sirvió para proteger a sus hijos,
sino que más bien
estos niños corrieron más riesgos.
Y que ahora quieren pertenecen
a este movimiento de reforma.
Y se apuntan más padres,
con hijos dependientes al alcohol,
la cocaína o la heroína
que se preguntan
"¿Por qué algunos chicos
pueden paso a paso
tratar de curarse y mejorar
mientras que otros se enfrentan
a la cárcel, la policía
y los delincuentes?".
Todo el mundo comprende
que la guerra antidroga
no protege a nadie.
CA: Los EEUU están
en un punto muerto político
en muchos temas.
¿Es realista esperar
que algo cambie realmente
durante los próximos cinco años?
EN: Yo diría que es sorprendente.
Me llaman periodistas y me dicen:
"Ethan, hay solo dos temas
con futuro político en los EEUU hoy:
la ley sobre la marihuana
y la del matrimonio gay.
¿Cuál es tu secreto?".
Y fijémonos en la ruptura bipartidista
republicanos ahora en el Congreso
y legisladores estatales
pasando proyectos de leyes
con el apoyo de la mayoría demócrata,
así que vemos que hemos pasado
de ser un tema poco importante,
uno de los más temidos en EEUU,
a uno de los casos más exitosos.
CA: Ethan, muchas gracias
por venir a TEDGlobal.
EN: Chris, muchas gracias. CA: Gracias.
(Aplausos)