Su cara es demasiado oscura
para que los sensores puedan...
Negro y orgulloso, zorra.
Calíbrame eso.
No tengo referencias para "negro".
No, claro que no.
En este mundo híperconectado,
en el que muchos llevamos
un dispositivo electrónico
que nos mantiene conectados
a internet en todo momento,
y las tecnológicas saben cómo somos
y qué compramos,
un juego en el que tú utilizas
esa red tecnológica para sabotear
los planes de las megacorporaciones
tiene todo el sentido del mundo.
Pero con Watch Dogs en 2014,
Ubisoft no supo convertir esa premisa
en un juego atractivo.
Watch Dogs 2 logra mejorar
algunos aspectos de su predecesor.
Su protagonista y personajes secundarios
son más carismáticos
y San Francisco exuda
algo más de personalidad
que el escenario de la primera entrega.
Sin embargo, Watch Dogs vuelve a fracasar
donde más importa:
nos machaca con misiones repetitivas,
misiones que no llegan a hacernos sentir
como auténticos hackers.
Casi todas las misiones principales
te hacen infiltrarte
en una instalación fuertemente vigilada
para robar o hackear algo.
Y una vez descubres
una estrategia que funciona,
es muy fácil seguir el mismo patrón
en cada una de las misiones.
El protagonista, Marcus Holloway,
no tiene mucha resistencia,
y el entorno está repleto de enemigos
que pedirán refuerzos inmediatamente
ante el menor atisbo de problemas.
Eso nos obliga a descartar
el enfrentamiento directo.
Lógico, si el juego quiere
que utilices tus habilidades de hacker
para enfrentarte a estas misiones,
pero como los errores
se castigan tan duramente,
y te reviven tan lejos,
utilizaba la misma táctica
para todas las misiones;
mi estrategia consistía en quedarme lejos,
hackear la seguridad del edificio
y encargarme uno a uno de los enemigos
que podían pedir refuerzos,
falsificando sus antecedentes
para que la policía
llegara y los matara o arrestara.
Era un enfoque pasivo y tedioso,
pero cumplía su función.
A veces, es algo positivo
que el juego castigue los errores.
En juegos con un combate preciso,
el prospecto de un retroceso importante
le añade intensidad,
nos obliga a dominar las mecánicas
y hace que las victorias
sean más satisfactorias.
Pero Watch Dogs 2 no es uno de esos juegos.
Esto no es Dark Souls.
Es un juego de mundo abierto convencional,
con un sistema
y un control de armas mediocre
cuya interacción es tan errática
que lo único que puedes hacer
es intentar controlarlo para completar