Este fin de semana, los sudafricanos de todo el mundo, celebramos 20 años de nuestra democracia. Disculpen que me ponga un poco emotiva, porque celebro con Uds. No estoy en casa con mis amigos, mi equipo, pero estoy aquí y espero que todos celebren nuestros 20 años de democracia. (Aplausos) Hace 20 años, cuando era adolescente mi hermana y yo, en este mismísimo día estábamos preparando afanosamente mucha comida para las miles de personas que iban a dar su voto por primera vez en la historia de Sudáfrica, la primera vez que cientos y miles de sudafricanos votarían. Y el 67 % de la población sudafricana votante votó por Nelson Rolihlahla Mandela, afectuosamente llamado Madiba. Conocí a Madiba poco después que asumió la presidencia. Lo conocí en la casa del jefe Albert Lutuli en Groutville. Yo vivía cerca y hablamos de viajes, hablamos de su comida favorita, que son los frijoles, por cierto. Hablamos de que quería ser diseñadora y me habló sobre sus estudios en leyes. Me dijo que era muy importante para él estudiar leyes y conocer todo al respecto, para poderlas cambiar por Sudáfrica. Así, al ir creciendo, empecé a reflexionar en aquel tiempo con Mandela porque también me dijo... que en su momento no entendí, porque pensé que éramos una nación libre, en aquel 1994... pero me recordó, dijo que había mucho trabajo por hacer todavía. Y dijo: "¿Quieres ser diseñadora? Necesitamos diseñadores. Necesitamos que mucha gente haga mucho". Porque me decía que nuestra democracia era solo una parte de la travesía a la libertad. Entonces no lo entendí. Así, recientemente, he estado reflexionando al respecto de lo que quiso decir. Y empecé a pensar en lo que quería hacer con mi vida. Y cómo he... quizá, ¿qué sacrificios he hecho? Saben, Madiba hizo muchos sacrificios, junto con muchas otras personas. Me pregunté, ¿qué estaba haciendo? Entonces cuando murió en diciembre pasado, empecé a pensar en todas las cosas de mi vida: Mis relaciones personales, mi trabajo y a menudo me decía, incluso en mis horas más sombrías: "¿Qué haría Madiba?" Saben, vengo de una familia que es como una mezcla. Vivíamos en la tropical KwaZulu-Natal, una provincia de la costa noreste de Sudáfrica. Vengo de un pueblo pequeño y mi mamá es persa y su mamá es de Rangún, en Burma. Y su cabello es pelirrojo intenso, tiene pecas y ojos ámbar. Mi papá es sudafricano con ascendencia india. Su familia ha estado en Sudáfrica por cuatro generaciones. En casa hablamos gujarati, inglés y zulú y recitamos poemas en árabe y urdu. Así que tuvimos una vida muy colorida. Nuestro hogar era muy colorido, muy ruidoso, constantes debates, canciones y oraciones. Fue una niñez feliz. Pero afuera, sabía que vivíamos un tiempo de apartheid. Sombrío y pesimista. Fue un tiempo horrible en Sudáfrica. Cuando de jovencita me fui concientizando del apartheid porque vivíamos en la punta sur de África. Pero tenía que vivir en un área exclusiva para indios, lo mismo que la escuela. Todos los días y en cada momento teníamos que clasificarnos, teníamos que llenar los formularios siempre justificando quiénes éramos. Teníamos estas forma que eran "ingl..." disculpen, "blanco", "negro", "indio" y "de color". En ocasiones había "otro" y siempre marcaba el "otro". Mi papá estaba frustrado. Le encantaba pescar, saben, era un buen pescador, así que pasábamos mucho tiempo en la playa. Vivíamos cerca del Océano Índico. Solía juntarme con mi papá. No creía que fuera de gran ayuda pero de todas formas le acompañaba. En una ocasión, nos echaron de la playa sin cortesía, debiera agregar. Le pregunté a mi papá: "¿Por qué nos echan? Respondió: "Zahira, somos indios, no tenemos permiso de estar en la playa". Repliqué: "Pero papá, aprendí en la escuela que este es el Océano Índico, ¡pensé que eras dueño de la playa!" (Risas) Así de jovencita, empecé a notar que algo no estaba bien. No estaba bien. No estaba bien lo que estaba ocurriendo. Me di cuenta dentro de mi casa las cosas eran coloridas, crecientes. Lo que había afuera era pesimista, era decreciente. Eran los tiempos apagados del apartheid. Mi familia, como la mayoría de los sudafricanos, vivimos una vida de indignidad humillante. Aceptábamos callados nuestras circunstancias y parecía también que entre más sombrío se ponía, peor era el trato. Vivíamos en la periferia de la sociedad, con escaso acceso a oportunidades económicas. Así, al ir creciendo, me hice social y políticamente consciente. Aprendí, de adolescente, que Mandela fue encarcelado y aprendí el porqué. Aprendí que el jefe Albert Luthuli, que era amigo de la familia y que había vivido con nosotros varios meses, cuando lo pusieron en arresto domiciliario... cuando le otorgaron el Premio Nobel en 1960, tuvieron que darle una "membrecía honoraria blanca" o "estatus honorario blanco", solo para viajar a recibir el premio. También supe de mi tío, el profesor Kader Asmal, en exilio durante 37 años y que vivía en Irlanda. Estaba en el exilio porque fue uno de los fundadores del movimiento anti-apartheid en Europa. También supe que nuestras teléfonos estaban intervenidos. Oficiales del Partido Nacional nos visitaban y mi familia era constantemente interrogada acerca de las actividades de mi tío en el exilio. En ese entonces, el gobierno pensaba que mi tío debió haber sido encarcelado junto con Mandela. En aquellos días, un grupo de negros era considerado una protesta ilegal, en lugar de una reunión social y una fiesta. Había una Ley de Áreas de Grupo... sí, tuvimos una ley cada ciertos años, para contenernos y restringirnos. Estaba la Ley de Áreas de Grupo, que nos obligaba a vivir con gente de nuestra raza. A algunos nos sacaron a la fuerza de nuestras casas y nos obligaron a vivir en la miseria en la periferia de las ciudades. Estaba la Ley de Educación Bantu, que limitaba la educación de los negros, para así perpetuar su persecución. Estaba la Ley de Suelo. que hacía imposible que tuviéramos terrenos propios en Sudáfrica Y mi favorita, la Ley de Inmoralidad, que hacía ilegal amar a alguien de otra raza. Estudiantes de todo el país en Sudáfrica en los años '70, fueron asesinados por las fuerzas de defensa sudafricanas. "Protestaban", no querían estudiar afrikáans. Negros en todo el país fueron asesinados. "Protestaban", no querían usar su libreta de registro que limitaba sus movimientos por el país. Todos queríamos ser libres. En ese momento, me di cuenta de que nadie era libre, ni las víctimas ni los perseguidores Éramos esclavos de señores coloniales; nuestras culturas eran consideradas burdas. Teníamos que usar entradas traseras a los restaurantes si es que en primer lugar estaba permitido. Nos prohibían visitar muchas partes de Sudáfrica. ¿Se pueden imaginar? Todo este espacio en un país hermoso y no teníamos acceso. Protesté porque creía que había algo mejor. Deseaba ser libre, no solo para andar por el país y ver cosas bellas, sino también ser libre para expresarme y para ser simplemente yo. Quería que mi color, mi cultura, mi herencia, mi idioma importara igual que el de los demás. O que no importara, si no importaba. No quería vivir en miedo. Recuerdo también que nos llamaban sudafricanos, pero no sabíamos qué significaba. Éramos tan duramente excluidos de actividades actividades importantes en Sudáfrica... "¿Cómo nos podían llamar sudafricanos?" Simplemente era imposible. Así aquel tiempo en Sudáfrica fue tan doloroso para tanta gente que muchos no pueden hablar de eso aún hoy. Entonces me pregunto, 20 años después, "¿Qué significa la libertad para nosotros?" Me siento libre ahora y no doy mi libertad por hecho. Sé lo que sentía antes y nunca más quiero sentirlo. Ni siquiera le deseo a nadie que sienta lo que sentí, de jovencita viviendo en Sudáfrica. Así me comprometí con mi libertad cada día y cada momento de mi vida. Así que mis amigos y colegas me llaman activista. Algunos me dicen: "Tus conversaciones del apartheid me incomodan un poco". A lo que digo: "Si sientes un poco de incomodidad ahora imagina lo que sentía en la realidad". Algunos otros dicen: "Deja el apartheid, Zahira, ya se acabó". Respondo: "El apartheid sigue, si tantos sudafricanos todavía viven en condiciones tan duras". Entonces algunos de mis amigos y colegas dicen: "Zahira, con tu trabajo y lo que haces, ¿qué te importa? Haz otra cosa más divertida". Replico: "Madiba nos recuerda, que el trabajo arduo no ha terminado. Además, imaginen si Madiba hubiera dicho: '¿Qué importa?' ¿Dónde estaría Sudáfrica hoy?" Así me pregunto, en países como Sudáfrica y Brasil, ¿qué significa la libertad para nosotros? Tanto Brasil como Sudáfrica tienen el peor coeficiente Gini del mundo en términos socioeconómicos, lo que significa que nuestros países, nuestras sociedades son las más divididas. Tan divididas, que probablemente de hecho nunca se encuentren. En Brasil, permitan que lo diga, algunos de sus edificios tienen dos entradas separadas: (Portugués) "Servicio" y "Social". De hecho, ¡la mayoría de los edificios de San Pablo lo tienen! ¡Es inaceptable! ¡Dos entradas separadas para la gente! ¡Me recuerda mi niñez en el apartheid! Peligrosamente similar. A los diseñadores de esta sala: ¡cambien eso! (Aplausos) Demasiados sudafricanos viven debajo de la línea roja. Demasiados sudafricanos viven sin educación. Y demasiados sudafricanos viven sin dignidad. Eso es inaceptable. Con 30 años de democracia en Brasil y 20 años de democracia en Sudáfrica ¿en realidad qué significa para nosotros? Los retos que enfrenta nuestra democracia deberían ser vistos como oportunidades no --disculpen-- y procesos de compromiso y no problemas a resolver. La gente no es problema. A través de mi trabajo, descubrí en Sudáfrica cosas que igualmente han alegrado mi corazón como cosas que han puesto mis pelos de punta. He visto gente vivir en condiciones... y circunstancias tan precarias, que me entristecen tanto que incluso las circunstancias de mi niñez palidecen en comparación. Sin embargo, esta gente... lo que me llenó el corazón fue que esta gente tenía mucha esperanza de que tendrían una vida mejor. Si no para ellos, para sus hijos y sus nietos. Todavía tenían esperanza de que Madiba les diera todos esos años pasados, que a través de nuestra libertad y nuestra democracia, tendremos una vida mejor. Así en esos momentos me di cuenta cuando me reuní con esta gente hermosa que compartían sus vidas conmigo tan generosamente... y no obstante que no tenían nada... Recuerdo las palabras que me dijo Madiba sobre el viaje a través de la libertad y la emancipación que solo habían comenzado con nuestra democracia. La libertad se tiene que negociar constantemente. Y la libertad se tiene que demostrar siempre Pero más que nada, la libertad necesita ser compartida. Para aquellos de nosotros que tenemos libertad política, asegurarnos que las políticas del gobierno tengan en el centro el interés de la gente, Para aquellos que tenemos libertad económica, asegurarnos que todos tengan un hogar, que toda la gente tenga acceso a servicios de calidad y acceso a la educación y al aprendizaje. Para aquellos que tenemos libertad social, asegurarnos que estamos liberados del odio, la rabia y los celos. Madiba nos recordaba que el amor llega con más naturalidad al corazón humano. La libertad no es competencia y tampoco es un carrera con un línea de meta. Nuestra libertad debería ser como un relevo: debemos pasarlo a otros. Quisiera que todos nosotros hoy, mientras celebramos los 20 años de democracia de Sudáfrica, que reflexionáramos sobre nuestras vidas, reflexionáramos sobre nuestro trabajo. Asegurar que nos comprometemos activamente con la libertad. ¡Ser ese activista! Apliquen su talento para la emancipación de otros, ya sean médicos, ya sean ingenieros, diseñadores o arquitectos, especialmente si son líderes políticos. Cada día de sus vidas, cuando tengamos momentos de incertidumbre o si están buscando inspiración, reflexionemos: "¿Qué haría Madiba?" Gracias. (Aplausos)