Hace poco me mudé de un lugar así, a uno que se ve así. Hay muchas cosas geniales en las ciudades, pero el acceso a la naturaleza no es una. Sentía que lo más cercano que tenía a la naturaleza eran los vídeos de gatos en YouTube. (Risas) Algunos se pueden identificar. A veces no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. No soy como Woody Allen, que dijo: "Amo la naturaleza, pero no la quiero sobre mí". (Risas) Yo la quería sobre mí, la extrañaba. Cuando me mudé por el trabajo de mi esposo de Boulder, Colorado, a Washington DC no estaba muy feliz. sino sorprendida por lo rápido que bajó mi sensación de bienestar. Me deprimí, estaba ansiosa, me sentía irritable. Mi cerebro estaba perezoso y apagado. Me tenía que acostumbrar a nuevos sonidos como el de constantes aeronaves, helicópteros y los sopla hojas que se oyen todo el tiempo. Por suerte, poco después de mudarme, me dieron una tarea de ensueño en la revista Outside, tenía que visitar las selvas nacionales de Japón para escribir sobre una práctica extraña llamada "shinrin-yoku" o baño de bosque. Esto básicamente consiste en seguir un camino: caminando, a veces estar sentado, o solo descansar en una roca y dejar que la naturaleza fluya en todos tus sentidos. Así que imaginemos un minuto cómo debe de ser esto. Estás ahí sentado, escuchando pájaros y grillos. Hueles la fértil tierra margosa y el olor de pinos frescos. Sientes la brisa en tus mejillas y el musgo bajo tus pies. ¿Cómo crees que esto te haga sentir? Los científicos japoneses querían responder esta pregunta. Entonces, en una serie de experimentos enviaron a 84 universitarios estresados a pasar 30 minutos en uno de estos bosques y luego también pasar tiempo en la calle de una ciudad. Esto es lo que descubrieron. Esta soy yo en uno de los experimentos: Una reducción del 16 % en la hormona del estrés cortisol. Una reducción del 2 % en la presión sanguínea. Una reducción del 4 % en el ritmo cardiaco. Esto pasa con los que visitan el bosque. Nada de esto sucede con quienes fueron a la ciudad. Las personas que fueron al bosque también reportaron menos ansiedad y mejor humor, lo opuesto sucedió con las personas que fueron a la ciudad. Así que, la naturaleza tiene superpoderes para nosotros Incluso tiene un efecto de dosis: entre más tiempo pases en la naturaleza, mejores cosas pueden pasar. En Japón enviaron a estos estudiantes o a otras personas, voluntarios, a pasar tres días en una cabaña de un bosque Encontraron un aumento del 40 % en células inmunes llamadas asesinas naturales Muy importantes para el sistema inmune. Cuando fueron a la ciudad esto no sucedió. Así que no es un efecto de las vacaciones sino algo en la naturaleza. Me interesé tanto en esta historia y en esta ciencia que tomé otro proyecto de National Geographic. Y este me llevó a varios países del mundo estudiando este tema para mejorar la salud de los ciudadanos, a veces, se llega a recomendar la naturaleza como medicina. En Japón, como vimos, existen caminos terapéuticos en bosques. Tienen 48 de estos. Corea tendrá 37 bosques sanadores para el año que entra. Bosques completos. Para esto, están entrenando a 500 guardabosques sanadores que guiarán programas para todos, desde adictos digitales hasta bravucones. Los bravucones, por cierto, toman un tren llamado "el tren feliz" de la ciudad al bosque. (Risas) También hay programas para bomberos con TEPT, y mujeres embarazadas, y pacientes con cáncer, O sea, hay más y más de lo que hacen ahí. También fui a Finlandia. En Finlandia han llegado tan lejos, son muy precisos ahí, que recomiendan una dosis específica de naturaleza para la depresión. Ellos recomiendan, tomen nota: estar cinco horas al mes en la naturaleza o poco más de una hora a la semana. Ahora, en Finlandia son afortunados de estar cubiertos de bosques, costas y parques. Pero en otros lados del mundo no son tan afortunados. La mitad de las personas en el mundo vivimos en ciudades. Y para el 2050 seremos el 70 %. Así, hacer ciudades verdes y habitables será uno de los grandes retos del siglo. ¿Cómo pueden, ciudades e instituciones, crear espacios de asombro y restauración? La ciudad de Wellington, Nueva Zelanda, creó un espacio de asombro al designar y señalar un camino de snorkel muy cerca del centro, ahí puedes saltar al agua y nadar, ver pulpos, palometas y caballitos de mar. ¡Qué genial!, ¿no? En Seattle se ofrecen caminatas en marea baja en donde a los niños les encanta ver estrellas y moluscos. En Singapur hay parques intercalados con proyectos de viviendas públicas, así, gente de toda la ciudad puede tener acceso a la naturaleza. Esta ciudad también promueve que arquitectos y constructores incorporen jardines verticales, que son los favoritos de las mariposas, dentro de edificios empresariales y residenciales. Cuando mi conductor del taxi me dejó en este hotel, me dijo que era muy práctico quedarse aquí, ya que podía despertar y empezar a pastar. (Risas) La Universidad de California en Berkeley creó un espacio de asombro al proteger uno de las arboledas más altas en Norteamérica. Esto es genial pues los estudiantes pueden ir allí a recuperase del estrés y los psicólogos de la universidad pueden estudiar esto mientras sucede. Una manera de hacer esto es que mandaron a unos alumnos a observar esta arboleda un minuto y a otro grupo de alumnos a mirar el edificio del campus un minuto. Con un ingenioso engaño, un investigador tiró una caja de plumas delante de cada grupo de alumnos. Adivinen qué grupo le ayudó a recoger más plumas: ¿Los de la arboleda o los del edificio? Los de la arboleda, es correcto. Y solo les tomó un minuto para estar en asombro y comportarse más generosos. Al parecer, el tiempo en la naturaleza también nos puede hacer más creativos. Cuando pasamos tiempo afuera en lugares hermosos, una parte de nuestro cerebro, la corteza prefrontal subgenual, se calma. Y esta parte del cerebro se asocia a los pensamientos negativos sobre uno mismo. Un investigador de Stanford asoció esto a la naturaleza cuando envío a un grupo a caminar en un hermoso parque de Palo Alto durante 90 minutos, y envió a otro grupo a caminar por una calle de la ciudad, después captó la imagen de sus cerebros. Solo las personas del parque tuvieron un cambio positivo. La naturaleza nos puede beneficiar de muchas maneras. También nos puede hacer creativos en pequeñas cantidades. Por ejemplo, tenemos a Facebook y otras comunidades de alta tecnología están descubriendo que si incorporan jardines en azoteas y caminos de sus diversos edificios, pueden mejorar su negocio. Sabemos esto desde hace mucho. De Aristóteles a Beethoven, a Darwin, las hermanas Brontë, Wordsworth, Einstein, la lista sigue, así, muchos atribuyen a las caminatas en estos hermosos espacios ser cruciales para su proceso creativo. ¿Qué pasa, entonces, con nuestro cerebro y psicología si pasamos más tiempo en la naturaleza? Sabemos que suceden cambios fisiológicos, lo vimos con las células asesinas. ¿Pero qué pasa a nivel psicológico? Me fascinó presenciar esto cuando conocí a una mujer llamada Tania Herrera. Ella acababa de regresar de dos viajes a Irak, había sufrido una herida grave con una granada y un coche bomba. Sufrió una contusión grave, perdió la movilidad de un brazo. Había experimentado convulsiones, ansiedad, depresión. Tenía dificultad para hacer tareas simples, incluso, leer. No quería salir de su casa, porque se sentía prisionera de su propio cuerpo. Pero cuando era joven, había participado en un programa que lleva niños de la ciudad a la naturaleza. Ella recordaba que eso le daba consuelo. Entonces se inscribió en un paseo de seis días por el río Salmón de Idaho. Ella y otros compañeros guerreros remaron y nadaron en este viaje, durmieron bajo las estrellas y hablaron alrededor de la fogata. Yo tuve el privilegio de verlos salir de sus refugios de tristeza como sobrevivientes fuertes y de todos sus sentidos, ayudándose, disfrutando su nueva amistad y las posibilidades futuras. Ella me dijo: "Cuando estoy en casa me siento abrumada, no tengo en qué apoyarme, y me agobian pensamientos y sentimientos negativos. Cuando estoy fuera la vida es simple, tengo en qué apoyarme, hay pensamientos positivos, y equilibrio". El defensor de la naturaleza, John Muir entendió el poder que tiene la naturaleza para ayudar a nuestras mentes. El escribió: "Entre cada par de árboles, está la puerta que nos lleva a un nuevo estilo de vida". Existe una receta simple para mejorar la calidad y el sentido de nuestros días. Y está en abrir la puerta de Muir. Vayan afuera, vayan seguido. Gracias. (Aplausos)