Cristian Sánchez: ¿Os acordáis
de cuando erais niños?
¿Que nos entreteníamos
con cosas tan sencillas como
con juegos como el escondite,
o el pilla pilla?
Todo era muy sencillo, ¿verdad?
Nuestra única preocupación
era mantenernos entretenidos,
mantenernos ocupados.
Y si no teníamos nada con lo que hacerlo
daba igual porque,
no sé, con una simple hoja de papel
y con un lápiz,
gracias a nuestra infinita imaginación,
éramos capaces de convertirnos
en el compañero
de nuestro superhéroe favorito
o, mejor aún,
en nuestro propio superhéroe.
Pero claro,
no todos los niños del mundo
tienen esta suerte.
Donde nosotros vemos estrellas fugaces
ellos rezan por ser una de ellas.
Nos referimos en este caso
a Oriente Medio
donde a estos niños
les ha tocado vivir una guerra
totalmente ajena a ellos.
Si tienen suerte y su familia tiene medios
podrán escapar del país.
Pero, ¿qué pasa si sus familias
no tienen medios?
Solo tienen dos opciones.
La primera es esperar
a que esa guerra pase,
si consiguen superarla.
Y la otra opción que les queda
es que los secuestre
algún grupo terrorista,
los adoctrine,
los entrene,
y los mande al frente,
a la friolera edad de 15 años.
Andrea Rueda: Pero, cuando por fin
consiguen llegar a Europa,
sus posibilidades tampoco
son mucho más esperanzadoras.
Se encuentran que su futuro más próximo
se va a desarrollar en un campo vallado
alejado de la ciudad,
donde apenas tienen posibilidades de ocio
ni de trabajar
y donde, además, las necesidades básicas
están cubiertas de milagro.
Nosotros hemos estado en los campos
de Atenas y alrededores
y hemos podido hacernos eco
de esta situación.
Hemos podido conocer también
a muchos niños
que viven en esta situación
tan desoladora.
Y queremos mostraros algunos ejemplos
que consideramos más significativos.
El primero de ellos es Firas
que es este niño.
Firas dejó Siria con 9 años.
Y se lanzó con su familia al mar.
Estuvo dando vueltas por el mar,
por territorios como Turquía o Macedonia
durante tres años hasta que,
por fin, ahora, con 12 años,
ha conseguido estabilizarse
en la ciudad de Atenas.
Pero Firas no sabe escribir
porque los años más fundamentales
de su educación
se los ha pasado de un sitio para otro.
Además, Firas está deseando hacer amigos
porque tampoco ha tenido
un grupo fijo de amigos
por el mismo motivo.
Cuando llegamos allí,
lo primero que hizo Firas
fue acercarse a nosotros
y decirnos
"Veniros a hablar conmigo,
yo quiero amigos".
Y enseguida nos acercó a los demás niños
que estaban allí en el puerto del Pireo.
Nos ayudó muchísimo
a acercarnos a los demás
y a crear un vínculo emocional con ellos.
Firas estaba deseando aprender siempre.
Siempre quería jugar a juegos de mesa,
quería aprender a jugar a las cartas.
Era un niño encantador.
Disfrutaba muchísimo
cuando estábamos con su familia.
Él siempre nos invitaba a tomar café,
a tomar el té, a cenar en su casa.
Porque le gustaba tener amigos
y juntarlos con su familia,
que era su vínculo más importante
y, realmente, lo único que tenía allí.
Otro caso muy especial
es el de la niña Neka,
que es esta niña.
Neka es afgana,
tiene 9 años
y es la niña más presumida del mundo.
A Neka le encantaba hacer collares,
pulseras,
regalarlos para que todos estuviésemos
monísimos como ella.
Neka tenía dos deseos fundamentales:
uno era ir a Alemania,
como todo el mundo allí,
y el otro era dormir en un hotel
porque llevaba meses durmiendo
en una tienda de campaña en el puerto
junto con su familia.
La última vez que vi a Neka
fue un día que llegué al puerto
y hablé con su padre y me dijo:
Tenemos los pasaportes de vuelta,
nos deportan, no hemos conseguido asilo,
nos vamos a Afganistán de nuevo.
Yo, con toda mi pena,
me acerqué a Neka, le di un abrazo,
y ella supercontenta me dice:
Bueno, ¿vas a venir a verme a Alemania
cuando llegue?
A mí ahí se me cayó el mundo.
Neka tenía también una hermana pequeña.
Tenía dos años,
o sea, ya había nacido
durante el trayecto,
que habían estado de un lado para otro,
y es una de las pocas niñas
que yo he visto
que no se ríe ni juega.
Es una niña que estaba enferma.
Tenía siempre fiebre,
siempre estaba llorando,
una niñita con dos años.
CS: Los niños no solo buscaban
el evadirse en el juego.
Sino que también lo buscaban
cuando nosotros estábamos haciendo
labores de trabajo,
labores como distribución de alimentos,
labores de limpieza,
o como en este caso que estábamos haciendo
un huerto en un campo.
Ellos corrían como locos
a ayudarnos en todo lo que podían
porque ellos nos veían a nosotros,
en los campos,
que dedicábamos todo nuestro día
a ayudarles a ellos
entonces ellos también
sentían la necesidad,
para también sentirse útiles,
de ayudarnos a nosotros en la labor
que estábamos desempeñando.
Porque imaginaos lo que tiene que ser
vivir, durante meses,
en un campo delimitado,
completamente vallado
sin absolutamente nada que hacer.
Por supuesto, pueden salir
pero el pueblo más cercano,
con suerte, está a 50 Km.
Pero no todo era jugar.
Y no todo era ayudarnos a nosotros
en nuestras labores.
Sino que había niños que también,
por diversos motivos,
el padre de la familia no estaba
con ellos en esos campos.
Estos niños tenían que ayudar
a su madre y a sus hermanos
en las labores cotidianas del hogar.
Labores como guardar cola
para la recogida de alimentos,
guardar cola para lavar la ropa,
estar en las distribuciones
para recoger pañales, potitos,
leche, cuando había.
Sin embargo, existe un caso mucho peor.
Y es el caso en el que no hay
ni padre ni madre
y, en la mayoría de casos,
ni hermanos.
Esos niños están a nivel familiar
totalmente desamparados.
Es el caso de Abdul Haid
del que, por desgracia,
no tenemos ninguna foto de ese niño.
Pero creemos que esta foto
es muy representativa.
Abdul Haid es un niño que tiene 16 años
y la mayor parte del tiempo
se lo pasaba solo en su tienda de campaña
bien escuchando música
o, cuando tenía la suerte,
hablando con su familia por teléfono.
Los pocos momentos que salía de su tienda
siempre nos recibía,
siempre, absolutamente siempre,
con un abrazo.
Se notaba que era una persona muy cariñosa
y aparte necesitaba
una reciprocidad de ese cariño.
Cuando hablaba con nosotros
nunca nos soltaba la mano.
Estaba siempre ahí.
Yo lo entiendo como que,
no que nos viera como una figura paterna,
porque su padre es su padre,
sino como una figura protectora
por llamarlo así.
Por todos esos motivos,
es por lo que nosotros
estamos aquí.
Porque cuando una persona vuelve de allí
su manera de entender la realidad,
de entender los problemas,
de entender la vida cotidiana en general
cambia por completo.
Nosotros allí hemos dejado amigos.
Hemos dejado personas con las que
hemos vivido muchísimos momentos
tanto buenos como malos.
Y al llegar aquí
uno no puede sentirse tranquilo.
Porque sientes la necesidad
de estar con ellos
aunque, nosotros, por desgracia,
no tenemos los medios ni la capacidad
para resolver sus problemas
pero sí podemos estar a su lado
y ayudarles a pasar
esos momentos tan duros.
Por todo esto surge esta iniciativa.
La cual consiste en llevar un juguete
a los niños y niñas más desamparados,
a los campos más desamparados.
AR: Hablamos de la iniciativa
"Cambiemos el juego"
que surgió allí en Atenas.
Un día Cristian me comentó:
"Yo quiero volver aquí en Navidad
para traer juguetes a estos niños,
que sean felices de una vez".
"Yo le dije, para adelante
yo te voy a ayudar".
Y junto con la ayuda de más personas
estamos montando un proyecto,
una iniciativa para hacer esto.
Lo que hacemos son eventos culturales
de forma que también
fomentamos la cultura local
de las diferentes ciudades
en las que nos movemos.
y hacemos conciertos,
teatros de improvisación,
recitales de poesía...
Los fondos recaudados
los llevaremos allí
y los invertiremos en juguetes
para que al fin los niños
recuperen la ilusión que han perdido.
Que tengan la ilusión de tener un regalo,
algo suyo, algo propio,
con lo que puedan jugar cuando quieran,
que sea suyo, para ellos,
y que puedan compartir con los demás niños
y así puedan recuperar la infancia
que han perdido.
Y vosotros os preguntaréis,
por qué no recaudamos directamente
juguetes en vez de fondos.
Y la idea es muy sencilla.
Y es que si nosotros cogemos juguetes
y los tenemos que llevar para allá
se pierden muchísimos fondos
durante el camino
porque vale muy caro.
Es mucho más fácil
llevar fondos allí directamente
e invertirlos allí
porque podemos ahorrar muchísimos costes.
Además, hay que tener en cuenta
que allí la organización no es perfecta
porque es muy difícil.
Va llegando gente nueva, se van otros
y el censo varía mucho.
Teniendo en cuenta
que pueden llegar niños nuevos
y, dependiendo de su edad y de su sexo,
queremos comprar
los juguetes apropiados para ellos
y no al buen tuntún.
Entonces, es por esto.
También tenemos
que tener en cuenta
que podemos llegar allí
en el último momento,
la carencia está cubierta
en el campo al que nos queremos dirigir.
Por ejemplo, el día anterior, sin aviso,
llega un camión de juguetes.
¿Qué vamos a llevar más juguetes?
Es absurdo.
Tendríamos que dirigirnos
a otro campo
y tendríamos que hacerlo
en función del censo del nuevo campo.
CS: Somos completamente conscientes de
que hay carencias mucho más importantes
que las de un juguete.
Por ejemplo, carencias alimentarias,
carencias sanitarias...
Pero también, como todos sabréis,
hay muchas ONGs, organizaciones
y asociaciones
que se dedican a conseguir fondos
para mandarlos allí
a las ONGs operantes a pie de campo
o bien comida directamente, medicinas...
Nosotros queríamos hacer algo diferente,
sobre todo enfocado a los más pequeños.
Porque entendemos que,
un juguete a un niño
le hace recobrar la alegría,
le hace recobrar la ilusión por el juego,
puede evadirlo de la situación
que está viviendo
y también puede hacer que le ayude
a entablar nuevas relaciones sociales
a través del juego.
Básicamente, queremos que
estos niños vuelvan a ser así.
Si dejamos de mirar para otro lado
y somos capaces de no resignarnos
ante lo que estamos viendo
podremos convertirnos
en esa estrella fugaz
de la que antes hablábamos
y representar un rayo de esperanza
para todos estos niños y niñas
que hace mucho tiempo
perdieron su alegría.
En definitiva, que sigan siendo
los niños que son.
¡Vamos a cambiar el juego!
Muchísimas gracias por vuestra atención.
(Aplausos)