Ya es mañana.
¡Qué invitación!
Lo que he decidido entender
es que en nuestro presente
están las semillas de nuestro futuro.
A partir de ahí,
la pregunta que me hago es:
¿hasta qué punto presto atención hoy?
¿Qué futuro elijo hacer
crecer hoy para mañana?
Hace 50 años, la humanidad
caminó sobre la Luna.
Eso fue sólo ocho años después
de que John Kennedy fijara la meta.
Hace 50 años, por primera vez,
vimos la Tierra desde el espacio.
Nos dimos cuenta
de la singularidad de nuestra casita azul,
llena de vida, suspendida
en el vacío del universo.
Sin embargo, eso no fue suficiente
para hacernos dignos habitantes suyos.
Por mi parte, no voy a hablarles aquí
sobre justicia climática o biodiversidad.
Pero una cosa es cierta:
hoy, más que nunca,
somos los autores de nuestro futuro.
Y por mi parte, creo profundamente
en la humanidad.
En nuestra capacidad creativa.
Pero también tengo dudas
porque todavía no estamos
en los bloques de salida,
listos para embarcarnos
en este necesario cambio de trayectoria.
¿Y si, en 2019,
50 años después de caminar sobre la Luna,
decidimos quedarnos en la Tierra?
¿Convertirnos en verdaderos terrícolas?
Este es un futuro
al que quiero contribuir.
Lo que me complace
es que cada vez más de nosotros
somos conscientes de que vamos
a estrellarnos contra el muro.
Ya lo sabemos.
Lo vemos.
Lo sentimos.
Y para algunos, ya lo experimentamos.
Esta situación, este contexto
que hemos creado para nosotros mismos,
puede ser metafóricamente representada
en forma de embudo.
La mala noticia,
como podemos ver de inmediato,
es que con el paso del tiempo,
nuestro margen de maniobra disminuye.
Pero también podemos preguntarnos:
¿por qué nuestro margen
de maniobra disminuye
a pesar de nuestros progresos,
nuestras innovaciones,
nuestras soluciones para hacerlo
más eficiente y menos contaminante?
¿Y si fue simplemente
porque no entendimos las reglas
del sistema de la Tierra?
Esto abre nuevos horizontes.
Entendemos inmediatamente que,
en cualquier juego,
si no hemos entendido las reglas,
será difícil ganar.
Quiero decir, jugar.
Porque en el juego de la vida,
el objetivo no es ganar.
Es poder seguir jugando.
De eso se trata el desarrollo sostenible.
Yo hice mi cambio de paradigma en 2001.
Estaba haciendo investigación en gestión
y procesamiento de residuos industriales.
Admito que, después de cinco años,
estaba harta de la basura.
Y sobre todo, me di cuenta
de que buscar soluciones
al final de la cadena
puede no ser la mejor estrategia.
Que podría hacerme otras preguntas.
¿Por qué hay desperdicio?
¿Es posible hacer otra cosa?
¿Es posible inventar otras soluciones
a nuestras necesidades
que no impliquen sistemáticamente
la generación de residuos?
Y así es como caí en la olla
del desarrollo sostenible.
Una verdadera revolución copernicana.
Con muchas preguntas.
Muchas preguntas para las que
no tenía la respuesta inmediata,
pero que, en mi opinión, se ajustaban
mucho más a la lógica de la vida.
Así que, si vuelvo
a la metáfora del embudo,
tal vez la pregunta que se nos hace es:
¿Qué pasaría si todos los problemas
que enfrentamos hoy
fueran solo errores de concepción?
¿Algún error de diseño?
¿Malas decisiones de desarrollo
que hicimos para poder
satisfacer nuestras necesidades,
pero no entendimos las reglas
del sistema de la Tierra?
Entonces,
el futuro que podemos desear
es la salida del embudo.
Este es el momento
en que encontraremos un equilibrio
entre nuestras necesidades
y los límites planetarios.
¡Y aquí no estoy hablando
de supervivencia!
Estoy hablando de vivir
todo nuestro potencial humano.
Porque aún no hemos llegado a ese punto.
Y esto podría ser una actualización real
de la definición de progreso.
Además, como pueden ver,
el margen de maniobra
puede abrirse nuevamente.
Esto se relaciona a la capacidad
regenerativa de la naturaleza
y nuestras nuevas economías.
Pero para eso, no debemos
pasar muchos umbrales irreversibles.
En cualquier caso, lo que es obvio aquí
es que las estrategias de adaptación
no serán suficientes.
Además, no sé ustedes,
pero creo que la perspectiva
de tener que adaptarse a un mundo
en el que el margen de maniobra
está disminuyendo no es nada estimulante.
Prefiero contribuir al surgimiento
de sociedades con prosperidad renovada.
Esto también me hace feliz
en este momento.
Cada vez más de nosotros
estamos percibiendo y viendo
estos futuros posibles.
Cada uno de nosotros
tiene una parte de la solución.
Así que lo que quiero hacer aquí
es compartir con ustedes
algunos de los puntos de referencia
que he recopilado por años
y que me ayudan a dar forma
a estos nuevos paradigmas.
Mi primer punto de referencia
es la forma en que representamos
el desarrollo sostenible.
La imagen que vemos con mayor frecuencia
es la de tres círculos interconectados.
El defecto de esta representación
es que está sobre la tierra.
Y, sobre todo, nos permite creer
que podemos elegir
el grado en que tendremos en cuenta
la dimensión social o ambiental.
Esto es lo que hemos hecho
a lo largo de los años.
Otra representación
más cercana a la realidad
es la de tres círculos concéntricos.
Nos recuerda de un vistazo
que no hay sociedad humana
sin planeta Tierra
y que no hay actividad económica
sin humanos.
Entonces, por supuesto,
es muy esquemático.
Pero en un momento en que hay
muchas invitaciones y mandatos
para renovar nuestra imaginación,
es una manera sencilla
de recordarnos nuestra interdependencia
con el sistema de la Tierra
y con los seres vivos
y también para dar un nuevo significado
a nuestras actividades económicas.
Uds. lo ven como yo,
dependiendo de la representación
desde la que yo elija ver el mundo,
nos haremos diferentes preguntas
y desarrollaremos diferentes soluciones.
Mi segundo punto es la diferencia
entre complicado y complejo.
A menudo estas palabras
se usan indistintamente.
Sin embargo, representan mundos
muy diferentes.
Un problema complicado
es aquel que requiere experiencia
para resolverlo.
Pero una vez que se sabe cómo funciona,
los resultados son reproducibles
y se puede implementar un plan,
un procedimiento.
Así que, si fuerzo la línea,
finalmente, ir a la Luna
es la expresión de una sociedad
que domina lo complicado.
Pero de hecho, es "sólo" un gran cálculo.
Un problema complejo es diferente.
Las relaciones de causa y efecto
sólo tienen sentido en retrospectiva.
Y se relaciona con la multiplicidad
de parámetros y sus interacciones.
Y así, los resultados
son difíciles de predecir
e incluso menos reproducibles.
Así, interactuar con los seres vivos
para satisfacer nuestras necesidades
es complejo.
Requiere que pensemos
de manera diferente
y actuemos de manera diferente.
Así que aquí, el reto
no es tanto cambiar de paradigma
como decirse a sí mismo:
"Está bien, estoy ante una situación así,
¿me pongo las gafas más bien
"me voy a la Luna"
o me pongo las gafas
"me quedo en la Tierra"?
¿Recuerdan los puntos de referencia?
¿Uds. también ven
estos paradigmas que nos llaman?
¿Ese momento en el que seremos terrícolas?
Finalmente,
tengo dos excelentes ingredientes más
que quiero compartir con Uds.
El primero son las reglas
del sistema de la Tierra.
Ya saben, las que les dije
que nos hacían falta
para que pudiéramos
jugar el juego de la vida.
Estos principios
para sociedades sostenibles
fueron desarrollados
hace 30 años en Suecia
y ahora son utilizados
por miles de organizaciones.
Hoy en día se necesita mucho más
para liderar realmente
el cambio de rumbo que tanto necesitamos.
Estos principios, fueron pensados
como un lenguaje.
Y todos estamos invitados a aprovecharlos
para ser autores y actores
de nuestro futuro.
Después de todo, aprendemos a caminar,
cantar, leer, escribir, contar.
Podemos aprender este lenguaje
y estas reglas del juego
del sistema de la Tierra.
Y podemos optar por usar este par de gafas
"nuevo paradigma", muy de moda,
para guiar hoy
nuestras elecciones de mañana.
Mi segundo ingrediente
es la alegría.
¡Así que tengan cuidado!
No se trata de ser ingenuo
o de esconder la cabeza en la arena.
Es más bien atreverse a conectarse
realmente con la realidad de la situación.
Atrévanse a contactar
con el miedo,
la ira,
la tristeza
que podemos sentir
de manera muy saludable.
Estas emociones no son muy agradables,
pero son nuestra brújula.
Simplemente nos dicen
que debemos movernos,
hacer otra cosa para honrar
lo que está vivo en nosotros.
Seguramente han notado la alegría
de esta gente involucrada
en los movimientos
Basura Cero, Ciudades en Transición,
Alternatiba, Colibríes.
Hay alegría.
Hay alegría en recuperar el control.
Hay alegría en volver a ser el autor
del propio futuro, de nuestro futuro.
Hay alegría en redescubrir
el sentido de la vida cotidiana,
del trabajo,
de los compromisos
como padres y como ciudadanos.
Moverse,
cambiar la trayectoria hacia sociedades
con prosperidad renovada,
significa reconectarse con lo que está
profundamente vivo en nosotros.
Significa cuidarse a sí mismo,
a los demás y a los seres vivos.
Es elegir convertirse
en hombres y mujeres terrícolas.
Entonces,
¿y si para mañana
decidiéramos hoy
quedarnos en la Tierra?
¿Están listos?
Público: ¡Sí!
C.G .: ¡No he terminado!
(Risas)
Los veré en ocho años
para celebrar nuestro aterrizaje.
E imaginen, en 2040,
cómo nos enorgullecerá contar
este momento a nuestros pequeños.
Y esta historia, empezará con:
"Érase una vez,
en 2019,
la humanidad eligió
convertirse en terrícola."
Gracias.
(Aplausos)