Hay algo que necesitamos con desesperación, algo que no podemos dejar de hacer: respirar. ¿Quieren intentarlo? ¿Por qué no intentamos dejar de respirar juntos por, digamos, unos diez segundos. ¿Está bien? Hagámoslo. Preparados, listos, ¡ya! ¡Uf! Difícil, ¿no? Bueno, este es un número increíble que los va a dejar sin aliento: siete. ¿Siete qué? Siete millones de muertes prematuras al año causadas por la exposición a la mala calidad del aire que respiramos. Imaginen: es más que si toda la población de mi querido Madrid fuera aniquilada en un año. Y podrían preguntar: ¿esta información ha sido revelada? ¿Esta información ha sido publicitada, distribuida? Bueno, sí. Actualmente tenemos más de 70 000 artículos científicos donde se estudia la relación entre la polución del aire y nuestra salud, y los medios globales han informado sobre este tema periódicamente. De hecho, en un lapso relativamente corto de tiempo, hemos llegado a saber que la polución del aire tiene un impacto negativo en casi todos los órganos principales. Empecemos con los pulmones. Cuando pensamos en la polución del aire, siempre pensamos en los pulmones. De hecho, cada vez que respiramos inhalamos contaminantes tóxicos, y nuestros pobres pulmones rosados e inocentes sufren por eso. En los últimos 10 años, hemos recopilado muchos conocimientos al respecto, pero déjenme contarles primero qué es la polución del aire. La contaminación del aire es una mezcla compleja de, veamos, partículas sólidas, gotas líquidas y químicos gaseosos. Imaginen toda esta mezcla que puede provenir de fuentes como la quema casera de combustible, la industria o el tráfico, o de muchas otras fuentes interiores o exteriores. Y, por supuesto, diferentes fuentes de polución crearán diferentes mezclas de contaminantes. La clave es que todas estas toxinas pueden combinarse de diferentes maneras. Tomemos, por ejemplo, la materia particulada, la MPA. Puede ser una mezcla que contiene... Presten atención a este cóctel: tierra y polvo del tráfico, sal marina, metales tóxicos, humo diésel, nitratos y sulfatos. Y todo este veneno tóxico, este increíble cóctel, ingresa a nuestros pulmones cada día, y estamos constantemente expuestos a esta polución del aire porque no podemos dejar de respirar. Podemos hacerlo por 10 segundos, pero no mucho más que eso. No podemos dejar de respirar y, además, necesitamos, cada día, cerca de 10 000 litros de aire. Dijimos que hay siete millones de muertes al año a causa de la polución del aire. ¿Entramos en pánico? ¿Mantenemos la calma? ¿Lo declaramos un desastre nacional, una emergencia global? Bueno, no, y, de hecho, me pregunto cada día: ¿Qué está pasando? Pero aquí hay algo que quizás nos obligará a reaccionar más rápido. La polución del aire no afecta solamente nuestros pulmones, también afecta nuestro cerebro. Así luce nuestro cerebro. Precioso. Todos tenemos uno, todos lo necesitamos. Con suerte, todos lo usamos... (Risas) algunos más que otros. Y en los últimos 10 años de historia, la investigación sobre la relación entre la polución del aire y la salud de nuestro cerebro ha incrementado exponencialmente, así que quizás nuestro cerebro se esté llenando de humo. Pero permítanme contarles cuál es la evidencia, qué sabemos hasta ahora sobre la polución y nuestro cerebro. Primero, hay un incipiente conjunto de evidencias sobre los posibles efectos nocivos de los contaminantes del aire en nuestro sistema nervioso central. Pero volvamos a las partículas tóxicas. ¿Recuerdan? Las dejamos en los pulmones, disfrutando de la vida, contaminando todo. Pero las más pequeñas de ellas pueden pasar al torrente sanguíneo, y desde el torrente sanguíneo, al ser bombeadas por el corazón, pueden alcanzar todo el cuerpo. Y esto es una amenaza para todos los órganos, inclusive para el cerebro. Solíamos decir que la contaminación del aire no tiene fronteras, y tampoco las tiene dentro de nuestro organismo, porque los contaminantes del aire atraviesan la barrera placentaria, llegan al feto y alteran la corteza cerebral de nuestros hijos, incluso antes de que respiren por primera vez. Segundo, varios estudios han indicado que la exposición prenatal y temprana a la contaminación del aire tendrá a largo plazo una influencia negativa en el desarrollo neuronal, impactará en el resultado de las pruebas cognitivas, y también tendrá una influencia negativa en algunos trastornos del comportamiento como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Además, se encontró evidencia de que exponer el cerebro de nuestros hijos y adultos jóvenes durante largo tiempo a las materias particuladas causará algunas reacciones como la inflamación del cerebro, lo cual altera la respuesta neuronal y también puede influir en las placas amiloides que se acumulan y pueden incrementar el riesgo de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. Irónico, ¿no es así? Estamos invirtiendo en el futuro de nuestros hijos, los mandamos a la escuela cada día para expandir sus mentes; la sociedad está invirtiendo en su educación, y aun así el aire que respiran mientras esperan al autobús escolar está influyendo negativamente en el desarrollo de su cerebro. Vayamos al tercero: ¿qué hay de los adultos? Según la evidencia científica reciente, la exposición a largo plazo a materias particuladas causó un deterioro cognitivo en los participantes del estudio a medida que envejecían. Y no solo eso, si se los expone a materias particuladas muy finas durante mucho tiempo, su cerebro envejecerá más rápidamente y tendrán mayores probabilidades de tener leves y silenciosas apoplejías. El último, y no les daré más evidencia –pues hay un montón–: algunos estudios epidemiológicos en modelos animales han indicado que podría haber un incremento en el riesgo de demencia al sufrir una exposición sostenida a contaminantes del aire. Casi todo el mundo está expuesto a la contaminación del aire. Ya sea que vivan en un área rural o en un área urbana, en un país de altos ingresos o un país de bajos ingresos, el cerebro de todos, incluso el de Uds., está en peligro. Como médica, he dedicado más de los últimos 20 años de mi carrera profesional a crear conciencia sobre los problemas de la salud pública, riesgos de la salud pública, en la OMS. Y sé que el conocimiento existe y las soluciones también. Es verdad, algunos lugares tienen más polución que otros, pero este es un problema global. Ningún individuo, ninguna ciudad, ningún grupo, ningún país, ni región será capaz de solucionarlo solo. Necesitamos compromisos serios y medidas serias por parte de todos: la sociedad civil, el sector privado, incluso los individuos. Todos tenemos un papel que desempeñar. Sí, necesitamos influir en la manera en que consumimos, cómo viajamos y cómo usamos nuestra energía. Lo bueno es que todas estas soluciones están disponibles. La cuestión es que si posponemos las medidas un día más, podríamos perder cientos de vidas; pero si las posponemos un año, podríamos perder de nuevo siete millones. Así que cada funcionario, cada político necesita estar consciente de las consecuencias en la salud humana de posponer sus decisiones. De hecho, esta no es la primera vez en la historia que nos enfrentamos a los riesgos de este asesino invisible. Esta foto es de Londres en 1952. Como se hizo en Londres durante los años 50 y 60, los gobiernos y las ciudades necesitan tomar medidas urgentes para parar el terrible impacto de la polución. Todo político debe saber que retrasar lo que ellos llaman "acciones difíciles", como reducir el tráfico en las ciudades o invertir en transporte público y participar en la promoción del ciclismo en las ciudades, invertir en energías renovables, promover la energía más limpia para cocinar, refrigerar, para el transporte y la calefacción son soluciones muy inteligentes porque, de hecho, reducen las emisiones, mejoran la calidad del aire de acuerdo con los estándares de la OMS, que son los estándares que nos protegerán. De hecho, todas las políticas que necesitamos, estos compromisos serios y la voluntad política, los necesitamos a todos ahora. A quienes no actúan, posponen las medidas, incluso se les ha pedido que defiendan su posición en los juzgados. Y de ahora en adelante ningún político será capaz de decir: "No lo sabía". Así que la pregunta es cuántas vidas, pérdida de calidad de vida y pérdida de nuestra capacidad intelectual estamos dispuestos a aceptar. Si la respuesta es "Ninguna", voy a pedirles que, mientras su cerebro aún funciona, mientras aún somos inteligentes, por favor ejerzan su derecho, presionen a sus políticos y asegúrense de que tomen medidas para parar las fuentes de la polución. Esto es lo primero que necesitamos hacer para protegernos y proteger nuestro bello cerebro. Muchas gracias. (Aplausos)