Este fin de semana,
cientos de miles de personas en EE.UU.
y cientos de miles más en todo el mundo,
en Columbus, Georgia, en Cardiff, Gales,
en Chongqing, China, en Madrás, India,
saldrán de sus casas,
se subirán a sus autos o usarán
el transporte público
o irán a pie,
entrarán en una sala,
se sentarán junto a
alguien que no conocen,
o quizás si lo conozcan,
se apagarán las luces
y verán una película.
Verán películas sobre aliens o robots
o aliens robots o gente normal.
Pero todas serán películas sobre
qué significa ser humano.
Millones sentirán asombro o miedo,
millones se reirán y millones llorarán.
Y luego las luces volverán a encenderse
y volverán al mundo que
conocían hacía unas horas.
Y millones de personas verán el mundo
un poco distinto de como
lo hacían cuando entraron.
Como ir al templo o
a la mezquita o a la iglesia,
o a cualquier otra institución religiosa,
ir al cine, de muchas maneras,
es un ritual sagrado.
Que se repite semana
tras semana tras semana.
Yo iré este fin de semana,
igual que hecho casi todos los
fines de semanas entre 1996 y 1990,
al multicine, cerca del centro comercial
a unos 8 km. de la casa de
mi infancia en Columbus, Georgia.
Lo curioso es que en algún
momento entre entonces y ahora
cambié accidentalmente
parte de la conversación
sobre cuáles de esas películas
se llegan a hacer.
La historia comienza en 2005, en un
despacho en lo alto de Sunset Boulevard,
donde era un joven ejecutivo
en Appian Way, la productora
de Leonardo DiCaprio.
Y para aquellos que no sepan cómo
funciona la industria del cine,
básicamente significa que yo era uno
de las pocos detrás de la persona
que produce la película para la gente
que está detrás y delante de la cámara
y cuyos nombres reconocerán
mejor que el mío.
Era el ayudante del productor
que hace el trabajo poco glamuroso
que conlleva el aspecto creativo
de producir una película.
Se hacen listas de guionistas,
directores y actores
que pueden ser adecuados
para las películas que quieren hacer;
se reúnen con muchos de ellos
y sus representantes,
deseando ganarse su favor
para una futura cita.
Y leen mucho.
Leen novelas que pueden
convertirse en películas,
cómics que pueden
convertirse en películas,
artículos que pueden
convertirse en películas,
guiones que pueden
convertirse en películas.
Y leen guiones de escritores que
puede que escriban la adaptación
de las novelas, los cómics, los artículos,
y que puede que reescriban los
guiones con los que ya trabajan.
Todo con el fin de encontrar
el próximo bombazo
o al próximo gran guionista
que pueda ofrecer algo
que haga que Uds. o su empresa
sean los próximos bombazos.
En 2005 yo era ejecutivo de desarrollo
en la productora de Leonardo.
Recibí una llamada del
representante de un guionista
que empezó casi igual que
todo ese tipo de conversaciones:
"Tengo la próxima película de Leo".
En la película que
su cliente había escrito,
Leo interpretaría a un miembro
de la industria del petróleo
cuya novia, una meteoróloga local,
amenaza con dejarle
porque su trabajo contribuye
al calentamiento global.
Y está situación es relevante
porque hay un huracán en el Atlántico
que amenaza con causar un daño similar al
de Maria desde Maine hasta Myrtle Beach.
Leo, muy triste por la posible ruptura,
investiga un poco sobre el huracán
y descubre que en su camino
sobre el Atlántico,
pasará por un volcán que lleva tiempo
inactivo pero que ahora está activo
y que lanzará ceniza tóxica
al ojo del huracán
lo que lo convertirá
en un tipo de arma química
que destruirá el mundo.
(Risas)
Llegados a ese punto le pregunté:
"¿Me estás intentando colar
'Leo contra la supertormenta tóxica
que destruirá la humanidad?'"
Y como respuesta me dijo:
"Bueno, si lo dices así suena ridículo".
Y me avergüenza admitir
que le permití que me enviara el guion
y que leí 30 páginas para asegurarme
de que era tan malo como pensaba.
"Supertormenta" es un ejemplo extremo
pero tampoco es un ejemplo infrecuente.
Y desgraciadamente no todos los
guiones se rechazan con tanta facilidad.
Por ejemplo, una comedia sobre una
chica en el último curso de instituto
que al enfrentarse a
un embarazo no deseado
toma una decisión inusual
respecto a su futuro hijo.
Claramente es "Juno".
USD 230 millones en la taquilla mundial,
cuatro nominaciones a
los Oscars, una victoria.
¿Y qué hay del adolescente de
Bombay que creció entre chabolas
y que quiere participar en
la versión india
de "¿Quién quiere ser millonario?"?
Esa es fácil, "Slumdog Millionaire".
USD 377 millones en todo el mundo,
10 nominaciones a los
Oscars y 8 victorias.
Un chimpacé cuenta la historia
de su vida viviendo con el
legendario Michael Jackson.
¿Alguien?
(Risas)
Es una pregunta trampa.
Pero es un guion llamado "Bubbles"
y va a ser dirigido por Taika Waititi,
el director de "Thor: Ragnarok".
Una gran parte del trabajo del
ejecutivo de desarrollo
es separar las "Supertormentas" de
los "Slumdog Millionaires",
y de manera más general los guionistas
que escriben "Supertormenta"
de los que escriben "Slumdog Millionaire".
Y obviamente la manera más fácil
de hacerlo es leyendo todos los guiones
pero francamente, es imposible.
Como regla general, el
Sindicato de Guionistas de EE.UU.
registra unas 50 000 piezas
de material cada año
y la mayoría son guiones.
De estos, unos 5000 aproximadamente
pasan varios filtros, agencias,
empresas de gestión,
composición de guiones y similares
y los lee alguien de la productora
o de algún gran estudio.
Y se intenta decidir si pueden ser
una de las 300, y bajando, películas
que hacen los grandes estudios
o algunos de sus asociados cada año.
Alguna vez lo he descrito
como entrar a una librería
exclusiva para miembros
en la que todo el inventario está
organizado de cualquier manera
y todos los libros tienen la misma
portada sin descripción.
El trabajo consiste en
entrar a esa librería
y no salir hasta que se encuentren
los libros mejores y más rentables.
Es anárquico y alegremente opaco.
Y todos tienen un método
para afrontar estos problemas.
La mayoría confía en las grandes agencias
y asumen que
si hay un gran talento en el mundo,
ya ha encontrado la forma
de llegar a las agencias,
sin importar las barreras
estructurales que existan
para llegar hasta las
agencias en primer lugar.
Otros están constantemente
comparando notas entre ellos
sobre lo que han leído y lo que es bueno
y simplemente esperan que su séquito
sea el mejor y más conectado
y tenga el mejor gusto en la ciudad.
Y otros tratan de leer todo pero
una vez más, es imposible.
Si leen 500 guiones al año
están leyendo mucho.
Y sigue siendo un pequeño
porcentaje de lo que hay.
Básicamente se usa el triaje.
Y cuando se usa el triaje se tiende a
caer en la sabiduría convencional
sobre lo que funciona y lo que no.
Una comedia sobre una mujer joven
que lidia con la realidad reproductiva
no vende.
La historia de un adolescente indio no
es viable en el mercado doméstico
o en cualquier otro sitio fuera de India.
La única fuente de películas viables
es un grupo muy reducido de guionistas
que ya se han hecho
un hueco en Hollywood,
que ya tienen los mejores
representantes del negocio
y que escriben una franja de
historias muy limitada.
Y me da un poco de vergüenza admitir que
ahí es donde yo me encontraba en 2005.
Sentado en el despacho
sobre Sunset Boulevard,
mirando a esa librería
anónima y metafórica
y habiendo leído guiones
malos durante meses.
Y pensé que eso significaba dos cosas:
que A: no era muy bueno en mi trabajo,
que aparentemente era
encontrar buenos guiones,
o B: leer guiones malos era mi trabajo.
Por eso las llamadas semanales
de mi madre preguntando
si mi examen de acceso a la
facultad de derecho seguía valiendo
era algo a lo que
debía prestar más atención.
Lo que también sabía
era que estaba a punto de
irme de vacaciones
y si leer malos guiones es malo
cuando es tu trabajo,
cuando estás de vacaciones es aún peor.
Así que tenía que hacer algo.
Una noche en mi despacho hice una lista
de todos con quienes había desayunado,
comido, cenado o tomado algo
y que tenían trabajos parecidos al mío
y les envié un email anónimo.
Y les hice una petición muy simple.
Envíenme una lista de hasta 10 de
sus guiones preferidos
que cumplan tres requisitos.
Uno: el guion les encanta,
dos: la versión cinematográfica del
guion no estará en los cines
al final de ese año natural,
y tres: descubrieron ese guion este año.
Esto no era un llamada para guiones que
fueran a ser los siguientes blockbusters,
ni una llamada para los que
fueran a ganar el Oscar,
no tenían por qué ser guiones
que sus jefes amaran
o que quisiera hacer el estudio.
Era solo una oportunidad
para que la gente diera su opinión
sobre lo que les gustaba,
que, en este mundo, es cada vez más raro.
Casi todas las 75 personas a las que
escribí de manera anónima respondieron.
Y luego otras dos docenas de personas
escribieron al email anónimo
para poder participar,
pero confirmé que de verdad
tuvieran los trabajos que decían tener.
Pasé los votos a una hoja de cálculo,
hice una tabla cruzada,
lo exporté a PowerPoint
y la noche antes de irme de vacaciones
le puse un nombre casi subversivo
y se lo envié desde el email anónimo
a todos los que votaron.
La lista "negra".
Un homenaje a los que perdieron sus
carreras con la histeria anticomunista
de los años 40 y 50
y una inversión consciente de la noción
de que de alguna manera negro
tiene una connotación negativa.
Tras llegar a México, llevé
una silla hasta la piscina,
empecé a leer los guiones y descubrí,
para mi sorpresa y alegría,
que la gran mayoría eran bastante buenos.
Misión cumplida.
Lo que no hube esperado
es lo que pasó después.
Cuando llevaba cerca de
una semana de vacaciones
pasé por el centro de negocios
del hotel para mirar mi email.
Después de todo ese era
un mundo pre iPhone.
Y descubrí que la lista que había
creado de manera anónima
me la habían reenviado
varias docenas de veces
a mi email personal.
Todo el mundo estaba compartiendo
la lista de guiones que todos amaban,
leyéndolos y amándolos ellos también.
Y mi primera reacción, que en
realidad no puedo decir aquí,
pero que la describiré como miedo,
la idea de tantear a la gente
sobre los guiones
no era ni nueva ni ingeniosa.
Seguro que había alguna ley
del silencio no escrita en Hollywood
que había evitado que
la gente lo intentara antes
y sobre la que yo era
demasiado ingenuo para conocerla,
pues estaba en el principio de mi carrera.
Estaba seguro de que me iban a despedir
así que ese día decidí que
A: no contaría a nadie
que lo había hecho,
y B: nunca lo volvería a hacer.
Seis meses después pasó
algo todavía más extraño.
Estaba en mi despacho, en Sunset,
y recibí una llamada del
agente de otro guionista.
La llamada comenzó de manera muy
similar a la llamada de "Supertormenta":
"Tengo la próxima película de Leo".
Esa no es la parte interesante.
Lo interesante fue la forma
en que acabó la llamada.
Porque ese agente me dijo,
y cito literal,
"No se lo digas a nadie pero
sé de buena mano
que va a ser el guion número uno
en la Lista negra del año que viene".
(Risas)
Sí.
No hace falta decir que
me quedé a cuadros.
Tenía a una agente usando la Lista
negra, que yo había hecho anónimamente,
y que decidí no volver a hacer,
para venderme a su cliente.
Sugirió que el guion tenía mérito
basándose solo en la posibilidad de ser
incluído en la lista de guiones amados.
Cuando acabó la llamada me senté
en mi despacho y miré por la ventana,
entre el shock y el vértigo.
Y entonces me di cuenta de que
eso que había creado
tenía mucho más valor
que el que yo encontrara
buenos guiones para leer en vacaciones.
Así que lo hice otra vez el año siguiente,
y el "LA Times" me destapó como
la persona que la había creado,
y el año siguiente,
y el año siguiente... lo he hecho
todos los años desde 2005.
Y los resultados han sido fascinantes,
porque, mentiras descaradas aparte,
ese agente tenía toda la razón.
Para mucha gente, la lista era
la prueba del valor del guion
y de que un guion tenía más valor
de lo que mucha gente, pienso,
había anticipado.
Rápidamente, los escritores
cuyos guiones estaban en la lista
empezaron a conseguir trabajos,
esos guiones empezaron a hacerse
y los guiones que se hacían
a menudo eran los que
violaban las suposiciones
sobre lo que funcionaba y lo que no.
Había guiones como "Juno"
y "Pequeña Miss Sunshine"
y "The Queen" y "El discurso del rey"
y "Spotlight".
Y sí, "Slumdog Millionaire"
E incluso una película próxima
sobre el chimancé de Michael Jackson.
Creo que es muy importante que
haga una pausa aquí un momento
para decir que el éxito de ninguna de
esas películas es mérito mío.
Yo no las escribí, no las dirigí,
no las produje, no las iluminé,
no preparé la comida ni el catering...
todos sabemos lo importante que es eso.
El crédito de esas películas,
el crédito de ese éxito,
es de la gente que hizo las películas.
Yo lo que hice fue cambiar
la forma en la que la gente las veía.
Accidentalmente pregunté si la
sabiduría convencional era correcta.
Y obviamente hay películas
en esa lista que se habrían hecho
sin la Lista negra,
pero hay muchas que desde luego no.
Como mínimo, hemos catalizado
que se lleven a producción
y creo que es digno de mencionar.
Ha habido unos 1000
guiones en la Lista negra
desde que se descubrió en 2005.
Unos 325 han sido producidos.
Han sido nominados a 300 Oscars,
han ganado 50.
4 de las últimas 9 ediciones de
"Mejores películas"
fueron para guiones de la Lista negra
y 10 de los últimos 20 Oscars de guiones
han ido a guiones de la Lista negra.
Han recaudado USD 25 mil millones
en la taquilla mundial,
lo que significa que
cientos de millones de personas
han visto estas películas
fuera de sus casas,
se han sentado junto a alguien desconocido
y se han apagado las luces.
Y eso sin decir nada de
los entornos fuera del cine,
como el DVD, el streaming y,
honestamente, las descargas ilegales.
Hace hoy cinco años, el 15 de octubre,
mi socio y yo reforzamos la idea
de que no ibamos a encontrar el talento
de los guionistas donde pensábamos
y lanzamos una web que permitía
que cualquier persona del mundo
que hubiera escrito un guion en inglés
lo subiera, fuera evaluado
y lo pusiera a disposición de miles
de profesionales de la industria.
Y me alegra decir que en los
cinco años desde que existe
hemos demostrado esa tesis con creces.
Cientos de escritores en el mundo
han encontrado representantes,
han opcionado o vendido su trabajo.
7 se han convertido en películas en los
últimos 3 años, incluyendo "Nightingale",
la historia del declive
psicológico de un veterano,
en la que la cara de David Oyelowo
es la única en pantalla
durante los 90 minutos que dura.
Fue nominada a un Globo de Oro
y a dos premios Emmy.
También es genial que más de
una docena de escritores
que fueron descubiertos en la web
han acabado en esta lista anual,
incluídos dos de los últimos
tres escritores número uno.
Sencillamente, la sabiduría convencional
sobre la calidad de los guiones,
dónde está y dónde se podía encontrar,
estaba equivocada.
Y esto es notable porque,
como mencioné antes,
en el triaje de encontrar películas
para hacer y hacerlas,
se confía mucho en
la sabiduría convencional.
Y esa sabiduría convencional,
quizás y solo quizás
pueden estar equivocada
con mayores consecuencias.
Las películas sobre negros
no se venden en el extranjero.
Las películas de acción
sobre mujeres no funcionan
porque las mujeres se verán en los hombres
pero los hombres en las mujeres no.
Que nadie quiere ver películas
sobre mujeres de más de 40 años.
Que nuestros héroes del cine tienen que
ajustarse a una idea de belleza limitada
que consideramos convencional.
¿Qué significa cuando esas imágenes
se proyectan a 9 metros de alto
y se apagan las luces,
para niños con mi aspecto
en Columbus, Georgia?
¿O una niña musulmana en Cardiff, Gales?
¿O un niño gay en Madrás?
¿Qué dice de cómo
nos vemos a nosotros mismos,
o de cómo vemos el mundo o
cómo el mundo nos ve a nosotros?
Vivimos en un tiempo muy extraño.
Y creo que en la mayor parte
vivimos en un estado de triaje constante.
Hay demasiada información,
demasiadas cosas contra las que pelear.
Y como norma, tendemos a
usar la sabiduría convencional.
Y creo que es importante que
nos preguntemos constantemente
¿cuánto de esa sabiduría convencional
es convención y no sabiduría?
¿Y a qué precio?
Gracias.
(Aplausos)