Si tratas de pagar algo
con un pedazo de papel,
puede que te encuentres
con algunos problemas.
a menos, por supuesto,
que el pedazo de papel
sea un billete de 100 dólares.
Pero ¿que hace de ese billete
tanto más interesante y valioso
que otros pedazos de papel?
Después de todo, no es mucho
lo que puedes hacer con él.
No puedes comerlo.
No puedes construir cosas con él.
Y quemarlo es ilegal.
¿Así cuál es la gran cosa con él?
Por supuesto, probablemente
conoces la respuesta.
Un billete de 100 dólares
está impreso por el gobierno
y designado como moneda oficial,
mientras otros pedazos de papel no.
Pero eso es solo
lo que los hace legales.
Qué es lo que le da valor a un billete
de 100 dólares, por otro lado,
es si hay muchos
o pocos en circulación.
A través de la historia,
la mayoría de las divisas,
incluido el dólar americano,
estaba conectado al valor
de las materias primas
y la cantidad de
ellos en circulación
dependía de las reservas
de oro o plata del gobierno.
Pero luego de que Estados Unidos
aboliera ese sistema en 1971,
el dólar se convirtió en lo que
conocemos como dinero financiero,
o sea no relacionado con
ningún recurso externo
sino que sólo depende de
las políticas de gobierno
para decidir
cuánto dinero imprimir.
¿Qué parte del gobierno
estableció estas políticas?
¿El ejecutivo, el legislativo,
o el judicial?
La respuesta sorpresiva es:
¡ninguno de los anteriores!
De hecho, la política
monetaria es establecida
por el independiente
Sistema de Reserva Federal,
o el Fed,
compuesto por hasta
12 bancos regionales
en las más grandes
ciudades del país.
Su consejo de gobernadores,
que es nombrado
por el presidente
y confirmado por el Senado,
reporta al Congreso,
y todas las ganancias del Fed
van al tesoro de Estados Unidos.
Pero para mantener
al Fed sin influenciar
por las vicisitudes
políticas del día a día,
no está dentro
del control gobierno.
Entonces, ¿por qué el Fed no decide
imprimir infinitos
billetes de 100 dólares
para hacer a todos felices y ricos?
Bueno, porque entonces
los billetes no valdrían nada.
Piensa acerca del
propósito de la moneda,
que es para ser cambiada
por bienes y servicios.
Si todo el dinero en circulación
crece más rápido que el valor
total de bienes y servicios
en la economía,
entonces cada porción
individual podría
comprar una porción
más pequeña que antes.
Esto se llama inflación.
Por otro lado,
Si la oferta de dinero
se mantiene igual,
mientras más bienes
y servicios se producen,
el valor de cada dólar aumentaría
en un proceso llamado deflación.
¿Cuál es peor?
Demasiada inflación
o sea el dinero en billetera hoy
valdrá menos mañana,
haciendo que quieras
gastarla de inmediato.
Así, mientras esto
estimula los negocios,
también fomentaría
el consumo excesivo,
o acaparar productos, como
la comida y el combustible,
aumento de los precios
y llevando a la escasez de
consumo e incluso más inflación.
Pero la deflación hará que la gente
quiera guardar su dinero,
y el decrecimiento
del gasto de consumo
reduciría las ganancias
de los negocios,
llevándonos a mayor desempleo
y a mayor disminución en el gasto,
causando que la economía
siga decreciendo.
Así, la mayoría de
los economistas creen que
que cualquiera de
los dos es peligroso,
una pequeña, consistente
cantidad de inflación
es necesaria para incentivar
el crecimiento económico.
El Fed usa una gran cantidad
de información económica
para determinar cuánto dinero
debería estar en circulación,
incluyendo rangos
previos de inflación,
tendencias internacionales,
y la tasa de desempleo.
Como en la historia
de "Ricitos de Oro",
ellos necesitan ajustar
los números al limite
para poder estimular el crecimiento y
mantener a la gente empleada,
sin permitir que la inflación
llegue a niveles perjudiciales.
La Fed no solo determina
cuanto ese papel
en tu billetera vale
sino que también tus posibilidades
de tener o conservar el trabajo
donde lo ganas.