Muchas gracias. Cuando era niño, mis padres a veces me llevaban a acampar a California. Acampábamos en las playas, en los bosques, en los desiertos... Hay quienes piensan que no hay vida en los desiertos, pero mis padres me enseñaron a percibir la fauna que nos rodea: los halcones, las águilas, las tortugas... Una vez cuando estábamos acampando, encontramos un bebé de escorpión con su aguijón preparado, y recuerdo haber pensado lo genial que era que algo pudiera ser a la vez tan lindo y tan peligroso. Tras la universidad, me mudé a California, y comencé a trabajar en varias campañas medioambientales. Me involucré en salvar el último bosque de secuoyas del estado, y en bloquear la propuesta de un depósito de residuos radioactivos ubicado en el desierto. Poco después de cumplir los 30, decidí que quería dedicar buena parte de mi vida a solucionar el cambio climático. Me preocupaba que el calentamiento global acabase por destruir muchos de los paisajes naturales que la gente se esforzaba en proteger. Pensaba que las soluciones técnicas eran bastante sencillas --paneles solares en los tejados, coches eléctricos en los garajes--, que los principales obstáculos eran políticos. Así que ayudé a organizar una coalición de los mayores sindicatos y grupos medioambientales del país. Nuestra propuesta fue invertir 300 mil millones de dólares en energía renovable. La idea era que no sólo prevendríamos el cambio climático, sino que también crearíamos millones de nuevos empleos en un sector fecundo de alta tecnología. Nuestros esfuerzos se vieron recompensados en 2007, cuando el candidato presidencial Barack Obama adoptó nuestra visión. Y entre 2009 y 2015, EE. UU. invirtió 150 mil millones de dólares en energías renovables y otros tipos de tecnologías limpias. Pero de inmediato comenzamos a encontrar algunos problemas. Primeramente, la electricidad de los techos solares acaba costando el doble que la electricidad de granjas solares. Y ambas, granjas solares y eólicas, requieren de una amplia extensión de terreno para los paneles solares y las turbinas eólicas, y también requieren largas líneas de transmisión para traer toda esa electricidad desde el campo hasta la ciudad. Ambas medidas eran frecuentemente rechazadas por las comunidades locales, como así también por los biólogos conservacionistas, quienes se preocupaban por el impacto en aves salvajes y otros animales. Ahora bien, había muchas otras personas trabajando en soluciones técnicas. Uno de los grandes desafíos es la intermitencia del sol y el viento. Sólo generan electricidad entre el 10 % y el 30 % del tiempo durante gran parte del año. Algunas de las soluciones propuestas consistían en convertir presas hidroeléctricas en baterías gigantes. La idea era que cuando el sol brillara y el viento soplara, se bombearía el agua aguas arriba, se almacenaría para el futuro y, cuando se necesitara electricidad, se la llevase a las turbinas. Respecto a la vida silvestre, algunos de estos problemas no parecían ser una preocupación de peso. Cuando me enteré de que los gatos domésticos matan miles de millones de pájaros cada año, eso puso en perspectiva los cientos de miles de pájaros que mueren por las turbinas eólicas. Básicamente, en aquel tiempo me parecía que casi todos, quizás todos los problemas de las energías solar y eólica, podían solucionarse mediante más innovaciones tecnológicas. Pero conforme pasaban los años, estos problemas persistían y en muchos casos empeoraban. California es un estado realmente comprometido con la energía renovable, pero aún no hemos convertido muchas de nuestras hidroeléctricas en grandes baterías. Algunos de los problemas son geográficos, se precisa de un tipo muy particular de formación para poder hacer eso, e incluso en tales casos es bastante costoso hacer esas conversiones. Otros desafíos son que hay otros usos para el agua, como el riego, y quizá el problema más importante es que en California el agua de nuestros ríos y reservas es cada vez más escasa y menos fiable debido al cambio climático. Respecto a la fiabilidad --y como consecuencia de ello-- hemos tenido que detener la electricidad que la ciudad recibe de granjas solares porque en ocasiones ha sido demasiada. Hemos empezado a pagar a nuestros estados vecinos, como Arizona, para que tomen esa electricidad. La alternativa es sufrir explosiones en la red. Y resulta que en lo relativo a los pájaros y los gatos, los gatos no matan águilas, al contrario. Los gatos matan pequeños gorriones, arrendajos y petirrojos, pájaros que no están en peligro o en riesgo de extinguirse. Lo que mata águilas y otras grandes aves como este milano, también búhos y cóndores y otras especies amenazadas y en peligro, son las turbinas eólicas. De hecho, son una de las amenazas más importantes para esas grandes especies. No hemos ocupado el espacio aéreo con muchos otros objetos como lo hemos hecho con turbinas eólicas durante los últimos años. Y en relación con la energía solar, construir una granja solar es muy similar a construir cualquier otro tipo de granja: se debe despejar el área entera de vida silvestre. Esta imagen es de un tercio de una de las mayores granjas en California, llamada Ivanpah. Para construir esto, tuvieron que limpiar toda el área de tortugas del desierto, literalmente sacándolas junto a sus crías de las madrigueras, poniéndolas en camionetas, y transportándolas a cautiverio, donde muchas acabaron muriendo. Y según las estimaciones actuales unos 6000 pájaros mueren cada año al incendiarse sobre la granja solar y desplomarse al vacío. Con el tiempo, gradualmente me percaté de que no había cantidad de innovación tecnológica que pudiese hacer que el sol brillara más regularmente, o que el viento soplara con más consistencia. De hecho, se podrían hacer paneles solares más baratos, y turbinas eólicas más grandes, pero la luz solar y el viento son combustibles muy diluidos, y para producir cantidades significativas de electricidad, se necesita cubrir una amplia extensión de terreno con ellas. En otras palabras, los grandes problemas de la energía renovable no son técnicos, sino naturales. Lidiar con esta falta de fiabilidad y el enorme impacto medioambiental obviamente implica un elevado costo económico. Hemos escuchado mucho sobre cómo los paneles solares y turbinas eólicas se han abaratado los últimos años, pero ese costo se ha visto significativamente superado por los retos de integrar toda esa energía variable en la red. Tomemos por ejemplo lo que sucedió en California. En el período en que los paneles solares han bajado significativamente de precio, también la energía eólica, nuestra factura eléctrica es cinco veces mayor que en el resto del país. Y no nos sucede sólo a nosotros. El mismo fenómeno puede observarse en Alemania, el líder mundial en energía solar, eólica y otras tecnologías renovables. Sus precios subieron un 50 % durante su gran implementación de renovables. Se podría pensar que lidiar con el cambio climático simplemente va a requerir que paguemos más por la energía. Eso es lo que solía pensar yo. Pero consideremos el caso de Francia. Francia obtiene comparativamente el doble de electricidad de fuentes limpias de cero emisiones que Alemania, y aun así Francia paga alrededor de la mitad por su electricidad. ¿Cómo es posible? Quizá ya anticiparon la respuesta: Francia obtiene casi toda su electricidad de la energía nuclear, alrededor del 75 %. Y la energía nuclear resulta ser mucho más fiable, pues genera energía las 24 h del día, siete días a la semana, durante el 90 % del año. Vemos que este fenómeno se manifiesta a un nivel global. Por ejemplo, ha habido un experimento natural durante los últimos 40 años o más, en términos de la implementación de la energía nuclear y la energía solar. Puede verse que por un costo ligeramente mayor, hemos obtenido la mitad de electricidad de fuentes solares y eólicas que de fuentes nucleares. ¿Qué significa esto de cara al futuro? Creo que uno de los hallazgos más notables hasta la fecha es el siguiente: si Alemania hubiera gastado 580 mil millones de dólares en energía nuclear y no en renovables, ya estaría obteniendo el 100 % de su electricidad de fuentes limpias, y toda su energía de transporte. Quizá se estén preguntando --y es bastante razonable--: ¿Es la energía nuclear segura? ¿Qué hacer con los residuos? Se trata de preguntas muy razonables. Resulta que ha habido estudios científicos sobre esto durante más de 40 años. Este estudio es el más reciente, realizado por la prestigiosa revista médica británica "The Lancet", en el que se descubre que la energía nuclear es la más segura. Es fácil entender el porqué. De acuerdo con la OMS, unos 7 millones de personas mueren al año por contaminación atmosférica. Y las plantas nucleares no emiten eso. Como resultado, el climatólogo James Hansen estudió el asunto. Calculó que la energía nuclear ya había salvado casi dos millones de vidas hasta la fecha. Resulta que incluso la energía eólica es más mortífera que la nuclear. En esta fotografía vemos dos operarios de mantenimiento en Países Bajos, poco antes de que uno de ellos cayera por eludir el fuego y muriera, y el otro fuera envuelto por las llamas. ¿Qué hay del impacto medioambiental? Creo que una forma sencilla de pensarlo es que el uranio, que es lo que usábamos en las plantas nucleares, tiene gran densidad energética. Una cantidad de uranio similar a este cubo de Rubik puede proporcionar toda la energía que necesitarán durante su vida entera. Como consecuencia, no requiere de grandes terrenos para producir una notable cantidad de electricidad. Aquí se puede comparar la granja solar anteriormente descrita, Ivanpah, a la última central nuclear de California, Diablo Canyon. Se precisa un terreno 450 veces mayor para generar la misma electricidad que produce la central nuclear. Se necesitarían 17 granjas solares más como Ivanpah para generar la misma producción que Diablo Canyon y, por supuesto, entonces sería energía poco fiable. ¿Y qué hay de la minería, y los residuos y el caudal de materiales? Esto también ha sido estudiado exhaustivamente, y resulta ser que los paneles solares requieren 17 veces más materiales que las plantas nucleares, en forma de cemento, cristal, hormigón, acero... Y eso incluye todo el combustible usado en esas plantas nucleares. La consecuencia es que lo que finalmente se obtiene a partir de la energía nuclear no son demasiados residuos. Todos los residuos del programa nuclear suizo entran en esta habitación. Los residuos nucleares son los únicos desechos en la producción eléctrica que pueden almacenarse con seguridad. Todos los demás métodos de producción emiten residuos al medioambiente, ya sea como polución o como desechos materiales. Tendemos a pensar que los paneles solares son limpios, pero lo cierto es que no hay plan alguno para lidiar con los paneles solares al final de sus 20 o 25 años de vida útil. Muchos expertos están preocupados de que los paneles solares terminen enviándose a países pobres en África o Asia, con el resto de nuestros desechos electrónicos, para ser desmontados, lo que frecuentemente expone a la gente a niveles muy altos de elementos tóxicos, como plomo, cadmio y cromo, elementos cuya toxicidad, justamente por ser elementos, nunca decrece con el tiempo. Creo que intuitivamente sabemos que la energía nuclear es una poderosa fuente de energía y que la luz solar está demasiado diluida, que es difusa y débil, razón por la cual han de instalarse colectores solares o turbinas eólicas en amplias extensiones de terreno. Quizá por eso no sorprendió a nadie que en la nueva adaptación de Blade Runner, la película comience con una escena distópica, en la que los desiertos de California han sido pavimentados con granjas solares. Todo esto plantea una pregunta muy incómoda: Acaso en el esfuerzo por salvar el clima, ¿estamos destruyendo el medio ambiente? Lo interesante es que durante los últimos cientos de años, los seres humanos han intentado sustituir los combustibles materialmente voluminosos por otros de energía más concentrada. Es decir, de la madera y el estiércol a carbón, petróleo, gas natural y uranio. Es un fenómeno que lleva varios años. Los países más pobres del mundo están aún en proceso de abandonar la madera y el estiércol como energías primarias. Y esto es, en buena medida, algo positivo. Al dejar de usar madera como principal fuente de combustible, se permite que los bosques crezcan de nuevo, y que la fauna regrese. Al dejar de quemar madera en casa, ya no tienen que respirar ese humo tóxico. Y al pasar del carbón al gas natural y al uranio como principales fuentes de energía se presenta la posibilidad de eliminar la contaminación atmosférica por completo. Hay un solo problema con la energía nuclear. Aunque el cambio a fuentes de energía más limpias ha sido bastante popular, de fuentes de energía difusa a otras más densas, la energía nuclear es muy impopular por razones de corte histórico. Como consecuencia, en el pasado, tanto yo como muchos otros hemos dicho: "Para lidiar con el cambio climático vamos a necesitar de todos los tipos de energía a nuestra disposición". El problema es que eso resulta no ser cierto. Recuerdan que mencioné a Francia hace un momento. Francia obtiene casi toda su electricidad de la energía nuclear. Si Francia intentara invertir en energías solares y eólicas, también debería reducir la electricidad proveniente de plantas nucleares. Porque para gestionar la gran variabilidad solar y eólica en la red, necesitarían quemar más gas natural. Piensen en esto: es muy difícil ampliar o reducir la producción de una planta nuclear, pero todos sabemos lo sencillo que es encender el gas natural en nuestra cocina. Un proceso similar se aplica en el caso de la red. Por supuesto, es evidente que las compañías petroleras y de gas entienden esto sobradamente, motivo por el cual han invertido millones de dólares últimamente en promover energías solares y eólicas. Esto plantea otro desafiante interrogante: en lugares que usan mucha energía nuclear, o tienen redes de energías nucleares e hidráulicas, la transición a energías solares, eólicas y otras renovables de hecho aumentaría las emisiones de carbono. Creo que una mejor alternativa es simplemente decir la verdad. Eso es lo que han hecho algunos científicos. Mencioné antes que cientos de miles de pájaros mueren al año por turbinas eólicas; pero no mencioné que un millón de murciélagos, como mínimo, mueren cada año por las turbinas. Por esta razón, los biólogos se han pronunciado al respecto. Esta especie de murciélago en particular, el murciélago gris, que es una especie migratoria, está literalmente en peligro de extinción en este momento, por la notable expansión de la energía eólica. Tampoco la energía solar está exenta de problemas. Los científicos implicados en la construcción de Ivanpah, involucrados en limpiar el terreno, tenían también cosas que contar. Uno de ellos escribió: "Es sabido que la reubicación de tortugas del desierto es inviable. Cuando caminas frente a una excavadora, llorando y quitando animales y cactus del camino, es difícil creer que el proyecto sea una buena idea". Y ahora podemos ver estos fenómenos reproducirse a nivel internacional. En mi estado, California, hemos almacenado mucho gas natural en el lateral de una montaña para gestionar la intermitencia las energías solar y eólica. Hubo una fuga. Fue el equivalente a poner 500 000 coches en la carretera. Y actualmente en Alemania, hay manifestantes tratando de bloquear un nuevo proyecto minero de carbón que implicaría destruir el antiquísimo bosque de Hambach para llegar hasta el carbón que está debajo, todo en un esfuerzo por eliminar la energía nuclear y expandir la solar y eólica. Las buenas noticias son que a la gente aún le preocupa la naturaleza lo bastante para que estos datos importen. El año pasado en Corea del Sur, un jurado popular deliberó durante varios meses, y analizó estos asuntos. Tenían que decidir si iban a eliminar la energía nuclear o a mantenerla y expandirla. Comenzaron con un 40 % a favor de expandir la nuclear, pero tras unos meses de analizar estos problemas, el 60 % acabó votando por la expansión. Un fenómeno similar aconteció la semana pasada en Arizona. Los votantes tenían una iniciativa popular para votar si continuar con la energía nuclear, o eliminarla e intentar reemplazarla con gas natural y energía solar. Terminaron por rechazarla en un 70 a 30. Incluso aquí en Europa, vimos que Holanda es uno de los primeros países en anunciar la semana pasada que van a incrementar su dependencia de la energía nuclear, en un reconocimiento de que no hay forma de generar suficiente energía de fuentes solares y eólicas para cumplir sus objetivos climáticos. Creo que es natural que quienes estamos muy preocupados por el cambio climático, un gran problema medioambiental, gravitemos hacia soluciones románticas como armonizar la civilización con el mundo natural usando energías renovables. Pero también es entendible que, ante el peso de la evidencia, muchos hayamos comenzado a cuestionar nuestras creencias y a cambiar de opinión. Para mí la cuestión ahora es: Sabiendo que las energías renovables no pueden salvar el planeta, ¿vamos a continuar permitiendo que lo destruyan? Muchísimas gracias. (Aplausos)