Hoy les voy a hablar sobre un modo diferente de percibir lo que es real. No es fácil identificar qué es lo real, porque no poseemos un conocimiento infinito, y por eso siempre estamos haciendo suposiciones sobre qué es lo más real. Lo importante es aquello que atribuyas como real, porque fundamentas las decisiones que realizas, y que dirigen el curso de tu vida, en esas suposiciones, lo reconozcas o no. Y, si tus suposiciones son erróneas, o incluso si permites que queden incompletas, pagarás un alto precio por ello. Las suposiciones que albergamos en nuestra cultura, aunque nos han permitido desarrollar una tecnología inmensamente potente, están incompletas de maneras que nos han perjudicado y que son sumamente peligrosas. Desde el comienzo de la era científica, vivimos en un universo donde los estratos inferiores de la realidad se analizan como algo que está muerto... como la suciedad, como la materia. Es objetivo. Es externo. Y no hay elemento alguno que dé realidad a fenómenos como el significado o el propósito. Todo ello se relega a lo subjetivo y de alguna manera a lo ilusorio. Pero no es en absoluto evidente que ese conjunto de presuposiciones sean correctas, porque carecemos de sabiduría infinita. Hay muchas cosas respecto a la estructura de ser que no entendemos. La conciencia es la más importante. No podemos explicarla, y no podemos explicar el papel que desempeña en la transformación del potencial en realidad, que es un rol que ha sido reconocido por los físicos durante casi cien años, y que permanece como unos de los mayores misterios sin resolver de la ciencia. Existen otros métodos de percibir lo que es real, y estos métodos poseen ciertas ventajas, y una de esas ventajas es que nos protegen. Reconocer otras formas de funcionar dentro de la realidad, o de definirla, nos protege de ciertos tipos de patologías. En la actualidad, la gente es propensa a un buen número de patologías que derivan de las suposiciones de los sistemas para definir la realidad. Y una de esas patologías, es una clase de desesperanza nihilista que es una consecuencia de reconocer que, en el análisis final, nada realmente tiene sentido. Y porque la vida es difícil –ese es un significado del que no puedes escapar–, ser forzado a abandonar tu creencia en un sentido positivo o trascendente te puede dejar débil, en momentos en que menos te puedes permitir el lujo de ser débil. Hay patologías más importantes a las que esto nos expone: patologías de creencias. Creo que hemos visto el ejemplo más terrible, con suerte, los ejemplos más terribles, en el siglo XX. Personas cuyos sistemas de creencias se destruyeron, en parte, por la rivalidad entre puntos de vista científicos y religiosos, se multiplicaron en movimientos de masas que eran en todos los sentidos un sustituto, y en cierto sentido, más racional, para las creencias religiosas que ya no parecían ser viables. La consecuencia de ello fue prácticamente la aniquilación. Estuvimos cerca de lograrlo dos veces, una en los 60 y otra en los 80. Aun sin la aniquilación total, perdimos cientos de millones de personas como consecuencia de sistemas de creencias patológicos en el siglo XX. De modo que, si un sistema de creencias se vuelve patológico, esa patología podría ser la mayor amenaza para nuestra existencia misma. Y si en cierto sentido eres darwiniano, debes entender que aquello que es la mayor amenaza a tu supervivencia existe realmente. Se debe lidiar con ello. Aquí hay otra manera de enfocarlo. Comenzaré con la definición. La palabra "phainesthai" es la raíz etimológica de "fenómeno". Los fenómenos son cosas que aparecen ante ti, y phainesthai significa "brillar". Los fenomenólogos, interesados en el resplandor de las cosas, presuponían que aquello que se manifestaba ante ti como significativo era lo más real. Creo que puede argumentarse que es así como está cableado el cerebro. Está cableado para reaccionar ante aquello que tiene sentido, antes de armar la percepción de lo que ves como objetos. La razón de ello es que el significado de las cosas es más real, en cierto sentido, y más importante que la visión de las cosas como objetos. Por ejemplo, una famosa división de filósofos y psicólogos afirmó que, cuando te acercas a un acantilado, no ves un acantilado, ves un lugar donde puedes caerte. No es el objeto "acantilado" al que atribuyes el significado del lugar del que puedes caer. Es la percepción de caer de allí lo que surge primero, y la abstracción del acantilado objetivo, si alguna vez ocurre, viene mucho después. Después, conceptualmente, porque hasta los bebés pueden percibirlos, aún más atrás, históricamente. Los poetas han observado este fenómeno de la realidad que brilla, y lo han asociado con la niñez, y creo que con justa razón. Pienso que el cerebro no es tanto una estructura inhibitoria cuando se es niño, previo a su completo desarrollo, y hay razones neurológicas que permiten notarlo, pero también hay razones que parten de un nivel de experiencia vivida. Puedes notarlo en compañía de niños, que se abren a situaciones en formas que los adultos no. Se muestran maravillados. A los adultos les gusta estar con los niños por esa razón. Porque, aunque un niño requiere mucha atención, y es en cierto sentido un objeto aterrador de observar, si tienes relación con un niño, dado que son tan vulnerables, la manera en que te compensan es que te abren los ojos. Tus ojos que se cerraron a raíz de tus experiencias, y que aprendieron a protegerse de las cosas que resplandecen. Cuando tienes un niño, puedes ver a través de sus ojos, y en cierto modo creo que están en llamas. Son como una vela, o algo que arde intensamente. Esto sucede en parte porque no bloqueamos el fuego. Vemos el fuego. Por eso no podemos ignorarlo cuando estamos en su presencia. Creo que sucede lo mismo cuando uno está enamorado, si el amor es genuino. Porque el amor genuino da pistas de cómo podría ser el futuro si te enfocas bien, ves un futuro probable, si te enamoras. No lo obtienes sin esfuerzo, pero tienes un vistazo. Creo que la razón es que cuando te enamoras ocurre una transformación bioquímica. Son las estructuras perceptivas las que te impiden ver a las personas, porque realmente no ves personas, ves sombras. Las barreras se levantan temporalmente, y lo que realmente está ahí brilla y es abrumador. Pero para permanecer en ese estado, se requiere de un esfuerzo moral enorme, y esa es la forma correcta de entenderlo. Wordsworth dijo acerca de la niñez: "En otras épocas, las praderas, los arroyos y las arboledas, la tierra, y todo lo que comúnmente vemos, me parecían adornados por una luz celestial, por la gloria y la frescura de un sueño. Pero eso ya no ocurre; vaya a donde vaya, de día o de noche, ya no consigo ver lo que antes veía. La Tierra, de placeres suyos llena el regazo, siente afán de su propia especie natural, y aún con algo de ánimo de una Madre, con digna pretensión, familiar Ama, hace cuanto puede para lograr que a su hijo adoptivo, el Hombre, se le olviden las glorias que ya había conocido, y el palacio imperial de donde vino." Lo que Wordsworth quiere decir es que al desarrollarte como un adulto competente, que es la dirección en la que debieras desarrollarte, mucho de lo que haces se encierra y restringe. Te encierras y restringes hacia una meta y una forma de ser en particular. Esto es necesario porque, al desarrollarte, debes hacerlo hacia una manera de ser en particular o no te desarrollas, y no puedes permanecer niño para siempre. Eso se echa a perder por sí solo. De esta manera, el ser humano está destinado a cercar sus percepciones para agudizarse y enforcarse en cosas muy específicas. Al menos puede lograr eso. Pero el precio que pagamos es que comenzamos a reemplazar nuestra relación con una realidad irrestricta por sombras que son apenas complejas para hacer lo necesario y no más que eso. Y aunque somos más competentes, también somos más ciegos. Sabemos algo de cómo sucede. Sucede de abajo hacia arriba. Esta es una pintura de Magritte, y la pintura en cierto modo tiene un significado obvio: que somos ciegos aun ante lo que tenemos en frente, a causa de los objetos que vemos. Pensamos que ver es dejar entrar la luz. Pero se deja entrar solamente una pequeña fracción de luz, porque solo somos capaces de contemplar una pequeña fracción del todo, en cualquier cosa que hagamos. Mucho de lo que hacemos es filtrar cosas. Mucha de la corteza es inhibitoria. Magritte intenta indicar eso con esa idea. Allí hay un hombre de negocios en su uniforme. No puede ver más allá de lo que tiene en frente. ¿Cómo sucede eso? Supongamos que eres un bebé; lo primero que aprendes es a manejar tu cuerpo de abajo hacia arriba. Construyes tu estructura perceptiva y activa de abajo hacia arriba. Aprendes a mover el brazo, aprendes a cerrar la mano. Luego aprender a hacer cosas prácticas con esas habilidades: levantas una cuchara. Bueno, tienes que hacerlo para alimentarte. Aprendes a mover un plato, aprendes a poner la mesa. Comienzas a socializar porque puedes poner la mesa para ti y otras personas. Aprendes a cocinar, esa es una secuencia más compleja de actividades motoras y percepciones más enfocadas. A medida que continúas tu desarrollo, las cosas que vinculas se vuelven más complejas y también más específicas. Tienes que cuidar a tu familia, y esto significa que hay cosas que no estás haciendo. Tienes que encontrar un buen trabajo, algo que casi todos de jóvenes sienten como una limitación. Tal vez no todos, pero muchos piensan: "¡Oh no! Tendré que conformarme con este rol. No quiero ser solo esto." Pero es mejor tener ese rol que ninguno. Quizás el trayecto de este rol es a través de él y no rodeándolo. Es imposible eludir la responsabilidad de restringir, configurar y especilizarse. Sé un buen padre. Ese es tu sacrificio para la siguiente generación. Sé una buena pareja. Lo mismo aplica. Sé un buen ciudadano. Para los jóvenes es fácil ser escéptico con todo eso, porque la sociedad es siempre corrupta, arcaica y ciega. Ser miembro de eso es permitirte adoptar la misma ceguera anticuada. Pero también te educa, y moldea tus palabras. Es algo que debes agradecer, aun en su modalidad vieja y arcaica. Es parte de los menesteres de la responsabilidad humana, que te conviertas en buen ciudadano. Esto significa, en cierta manera, renunciar a lo que podría ser, al menos para mantener lo que ya es. Hay una canción satírica en inglés de la época de 1890. "Soy el modelo de un mayor general actual, tengo información vegetal, animal y mineral, conozco a los reyes de Inglaterra y cito las luchas de la historia, de Maratón a Waterloo, en orden categórico..." Y la sátira muestra que él tiene la sapiencia. Él es un funcionario oficial, y es muy difícil serlo, pero a la vez es muy limitado y categórico, y naturalmente un artista se opondría. Pero es mejor que nada, y esa es la alternativa. Tal vez, más que ser un buen ciudadano... A veces ser buenos ciudadanos no es tan bueno. Si eras un buen ciudadano en la Alemania Nazi, la Unión Soviética, o la China de Mao, estabas restringido en cierta manera, tal vez, de manera obligada y también muy patológica. Entonces, me parece, que tiene que haber algo, aun adoptando esa visión restringida. Tiene que haber algo más allá. Creo que eso puede ser lo que restaure la percepción de un vínculo con las realidades profundas y significativas de la vida. Ese es el problema de ser una buena persona. Es ser más que un buen ciudadano; es otra cosa. Tiene que ver con el desarrollo de la individualidad. Creo que estamos cableados para eso. Al parecer, estamos cableados para descartar lo aprendido y capacitarnos y, una vez capacitados, reabrirnos. Una vez integradas las habilidades a nuestro cuerpo, podemos manejar la realidad, porque estamos más adaptados, más pulidos y más flexibles. Luego, podemos volver a abrir las puertas. Creo que el sistema nervioso está creado para ayudarte, si no interfieres con él y si lo notas. Lo notas al prestar atención a las cosas que se te presentan, que brillan como algo interesante, que te cautivan. Y cuando te cautivan es cuando el mapa confuso en el que vives ya no oculta la realidad bajo la superficie. Hay un agujero en el mapa y la luz lo atraviesa y te atrae. Eso te jalará. Esto sucede cuando algo despierta tu interés. Es tu sistema nervioso, no tú, quien lo hace. Es una fuerza inconsciente. Hasta podrías decir que el mundo te está hablando. Los fenomenólogos lo sentían de esa forma. Es un fenómeno real, no algo secundario, y lo sabes porque no puedes vivir sin él. Te mueres, te atrofias, te vuelves cínico, te vuelves nihilista o adoptas creencias salvajes si no tienes el apego a algo que le dé significado genuino a tu vida. Es muy difícil seguir esto porque no te coloca en perfecta yuxtaposición con la sociedad, porque no es la sociedad. No es ser buen ciudadano, es otra cosa. Es también aquello que reconstruye cómo serías un buen ciudadano. Los egipcios sabían esto. No sabían realmente que sabían. Lo interpretaron en sus obras y lo retrataron en la mitología, porque no tenían la capacidad de articular totalmente sus ideas. Pero los egipcios adoraban el ojo humano. Adoraban el ojo porque sabían que el ojo es lo que presta atención, como criaturas visuales que somos. Tus ojos se sienten automáticamente atraídos por aquello que se manifiesta o brilla delante de ti y tienes que mirarlo. Si prestas atención a lo que brilla, porque lo que ves es la realidad en vez de un mapa. Estás ganando acceso a información cierta del mundo. No es información preempaquetada, porque podría ser falsa. Es la información cierta que fluye desde la base del ser. Y, si le prestas atención, te ayudará a ir hacia los objetivos que te has propuesto como buen ciudadano y que son parte de la estructura de valores que has adoptado, pero que, al mismo tiempo, te ofrecerán algo más. Te llevarán a transformar la naturaleza de esas metas. Porque al perseguir aquello que guía tu interés, y más información se revela, entonces, al absorber esa información, que es básicamente aprendizaje, te conviertes en una persona diferente, una persona más fuerte e informada; una persona más intacta, con más integridad, más fuerza y con más rumbo. Al mismo tiempo, identificas cuál es tu mapa. De manera que vives más y más en el mundo real. Al acercarte a tu meta específica, aunque esté condicionada culturalmente, el aprendizaje que realizas te transforma, y transforma la naturaleza de tu meta. Las cosas brillan. Hay un motivo para ello y lo sabes, porque cuando te estás ocupando de algo que te interesa y te atrae, estás vivo. Es cuando la vida vale la pena. Tanto vale la pena, que no cuestionas esos momentos. La pregunta desaparece porque el significado que le otorgas es tan poderoso, que hace retroceder a la adversidad que de otro modo caracteriza la vida. Nietzsche dijo que quien posee un "por qué" puede soportar cualquier "cómo". Eso es algo muy útil de entender, porque uno piensa que somos criaturas muy vulnerables, nuestra vida acaba mal, y nos suceden cosas terribles, ¿cómo podemos soportarlo? La respuesta es y siempre ha sido sintonizar con algo más allá de ti. Esa sintonía te da fuerza para soportar tus limitaciones. Puedes notar esto, la gente lo sabe, todos lo saben. Sólo que nuestra cultura no sabe articularlo bien. Hemos perdido mucho de esto. No hemos desarrollado el conocimiento de esto tanto como lo hacemos con el mundo objetivo. Y lo estamos pagando. Lo ves en lugares extraños. Aquí abajo a la derecha hay un símbolo antiguo. Se llama "caos circular" y los alquimistas creían que el caos circular era lo que contenía aquello que formaba al mundo, lo real. Y lo conceptualizaron como algo similar a la información. Lo consideraban una combinación de espíritu y de materia, una combinación de espíritu y materia, que es la información, en cierto modo, porque cuando interactúas con ella tomas parte de la información y te construyes a partir de ella. Ese es el elemento espiritual. Tomas parte de la información y construyes el mundo. Eso es lo material. Pensaron la realidad como algo que precedía a lo espiritual y material, y que esa realidad era lo que brillaba. Se lo ha dramatizado en cuentos actuales de transformación. El lugar más llamativo donde surgió es en la historia de Harry Potter, donde el juego de Quidditch es central en la historia. En el juego de Quidditch, la forma de ganar es jugar un juego más allá del juego de Quidditch. Se gana el juego de Quidditch hallando y siguiendo aquello que incita. Esta cosa dorada que destella y se mueve. Si la atrapas, tu equipo y tú ganan el juego. Dentro de eso está la piedra de resurrección. Es un diamante, una joya. La idea es que si sigues aquello que resulta interesante para ti, te guiará a través de la adversidad y a través de las dificultades. Mientras sucede, no más allá de tu capacidad, dado que está moldeado para ello, lo que sucederá es que al chocarte con el mundo, persiguiendo lo que te interesa, te alinearás. Tus moléculas, tu estructura interna se volverán no contradictorias, como la estructura de una joya, que refleja una luz, que te hace fuerte y resistente, y capaz de aguantar las condiciones de la existencia sin corromperte. T. S. Eliot dijo algo sobre esto: "No dejaremos de explorar, y el final de todas nuestras exploraciones será llegar a donde empezamos y conocer el lugar por primera vez". Ese es un resumen de cinco líneas, el enunciado más extraordinario sobre la naturaleza de la relación entre la conciencia humana individual y la realidad misma que jamás se haya escrito. Es la culminación de un sistema de pensamiento que se ha ido desarrollando durante miles y miles de años, el cual hemos perdido y no articulamos adecuadamente. Persigue lo que te interesa. Te guiará a la adversidad y a través de ella. Te trasformará de ciudadano a individuo. Luego las puertas se abrirán nuevamente. En ese punto tendrás la fortaleza para vivir tu vida. En ese momento eres fuerte para no ser presa de sistemas de creencias patológicas que persiguen la destrucción de las cosas. Gracias