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Creo que, para nosotros,
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ha sido un largo
recorrido de pruebas,
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así que para cuando nos dieron
el diagnóstico
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ya estábamos
preparados para ello.
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Así que, en algunos sentidos,
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ya nos habíamos hecho a la idea.
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Entonces, tomamos la decisión
de seguir adelante
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y vivir nuestras vidas juntos
desde el momento del diagnóstico.
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Tardamos unos meses
en aceptar el diagnóstico,
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pero tuvimos mucha suerte porque
el diagnóstico de Amelie fue rápido.
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Tenía síntomas leves.
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Solo había perdido la capacidad
de gatear y caminar.
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Entonces no tenía
problemas para alimentarse,
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ni para dormir,
ni tenía convulsiones.
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Así que nos permitió
analizar la enfermedad.
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Aceptar lo que traería el futuro
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sin tener que lidiar realmente
con esos síntomas al principio.
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Tuvimos un año increíble
en el que estaba relativamente sana.
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Perdía habilidades,
pero todavía podíamos hacer mucho.
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Nos tomamos unas largas vacaciones,
tuvimos muchas experiencias,
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que, en retrospectiva,
fueron una de las mejores cosas.
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Eso nos ayudó mucho
a aceptar el diagnóstico.
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Para algunas familias
es diferente.
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Son meses y meses seguidos
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y el niño está perdiendo habilidades
y empeorando,
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lo que debe ser muy, muy difícil,
pero nosotros fuimos afortunados,
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en una situación desafortunada,
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al tener un diagnóstico tan temprano
que nos ayudó a aceptarlo.
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Una semana.
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Fue duro, la primera vez.
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Quería morir, pero amo a mi hijo
y se merece todo.
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Y si muero, no puedo ayudarle.
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No lo aceptas.
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Aprendes a vivir con ello.
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Tardé varios meses en aceptar
el diagnóstico de Ruby.
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Al principio estaba enfadada,
lo negaba y no lo aceptaría.
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Pero, poco a poco,
empecé a buscar en Internet
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algo de apoyo
y algo de información,
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y me encontré
con una familia en Australia,
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Alex y su niña,
Artemissia,
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padeció la enfermedad de Sandhoff.
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Me ayudó a aceptar
lo que iba a pasar
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y compartió algunos de sus consejos
y las cosas que hizo por su hija.
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A partir de ese momento,
empecé a aceptar,
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pero me llevó varios meses.