Gracias. (Aplausos) Gracias. Gracias. (Aplausos) En los últimos años hemos estado desafiando a los hombres. Se tenía que hacer. (Aplausos) Pero últimamente, he estado pensando que tenemos que hacer algo aún más difícil. Necesitamos, como dice mi buen amigo Tony Porter, encontrar una manera de convocar a los hombres. Mi padre empezó a abusar sexualmente de mí cuando yo tenía cinco años. Él entraba en mi habitación en medio de la noche. Parecía estar en trance. El abuso continuó hasta que cumplí 10 años. Cuando traté de resistirme, cuando finalmente fui capaz de decir que no, comenzó a golpearme. Me llamó estúpida. Dijo que era una mentirosa. El abuso sexual terminó cuando yo tenía 10 años, pero en realidad, nunca se terminó. Cambió quién era yo. Estaba llena de ansiedad, culpa y vergüenza todo el tiempo, y no sabía por qué. Odiaba mi cuerpo, me odiaba a mí misma, Me enfermaba con frecuencia. No podía pensar. No podía recordar cosas. Me sentí atraída por hombres y mujeres peligrosas a quienes permitía, o en realidad invitaba, a tratarme mal, porque mi padre me había enseñado que eso era el amor. Esperé toda mi vida a que mi padre se disculpara. No lo hizo. No lo habría hecho nunca. Con los recientes escándalos de hombres famosos, denunciados uno tras otro, me di cuenta de algo: Nunca he oído a un hombre que haya cometido violación o violencia física pedir públicamente perdón a su víctima. Empecé a preguntarme cómo sería una disculpa auténtica y profunda. Algo extraño comenzó a suceder. Empecé a escribir, y la voz de mi padre comenzó a resonar en mí. Empezó a decirme lo que había hecho y por qué. Empezó a disculparse. Mi padre murió hace casi 31 años y, sin embargo, en esta disculpa, la que yo tuve que escribirle, descubrí el poder de una disculpa y la forma en que realmente podría ser el camino para seguir adelante en la crisis que enfrentamos ahora con los hombres y con todas las mujeres de las que ellos abusan. La disculpa es un compromiso sagrado. Se requiere honestidad absoluta. Exige un profundo autocuestionamieno y tiempo. No puede ser apresurada. Descubrí que una disculpa tiene cuatro pasos y, si les parece, quisiera mostrárselos. Lo primero es que tienen que decir, en detalle, lo que hicieron. La explicación no puede ser imprecisa. "Perdón si te hice daño" o "Lo siento por haber abusado de ti sexualmente" no es suficiente. Uno tiene que decir lo que realmente ocurrió. "Entré en la habitación en medio de la noche, y te quité la ropa interior". "Te menosprecié porque estaba celoso de ti y quería que te sientas menos". La liberación está en los detalles. Disculparse es recordar. Conecta el pasado con el presente. Dice que lo que ocurrió de verdad ocurrió. El segundo paso es que hay que preguntarse por qué. Los sobrevivientes son perseguidos por el porqué. ¿Por qué? ¿Por qué mi padre quiere abusar sexualmente de su hija mayor? ¿Por qué me tomaría de la cabeza y la aplastaría contra una pared? En el caso de mi padre, nació mucho después que sus hermanos. Fue un accidente que se convirtió en "el milagro". Fue adorado y tratado como el niño mimado. Pero la adoración, en realidad, no es amor. La adoración es una proyección hacia uno mismo de la necesidad de alguien para que uno sea perfecto. Mi padre tuvo que vivir a la altura de este ideal imposible, y por ello nunca se le permitió ser él mismo. Nunca se le permitió expresar ternura o vulnerabilidad, curiosidad, duda. Nunca se le permitió llorar. Y se vio obligado a enterrar todos esos sentimientos y con el tiempo creó metástasis. Esos sentimientos reprimidos más tarde se convirtieron en "Shadow Man", lo llevaron fuera de control, y finalmente descargó ese torrente sobre mí. El tercer paso es que hay que abrir el corazón y sentir lo que sentía la víctima por estar abusando de ella. Hay que dejar que el corazón se rompa. Se debe sentir el horror y la traición y los impactos a largo plazo del abuso en la víctima. Uno tiene que confrontarse con el sufrimiento que ha causado. Y, por supuesto, el cuarto paso es asumir la responsabilidad por lo que se ha hecho y repararlo. ¿Por qué alguien querría pasar por este proceso tan agotador y humillante? ¿Por qué querría alguien abrirse en canal? Porque es la única manera de poder liberarse. Es la única manera que va a liberar a su víctima. No solo han destruido a su víctima. Se han destruido a Uds. mismos. No hay nadie que ejerza violencia sobre otra persona sin sufrir los mismos efectos. Crea un espíritu muy oscuro y contaminante, que se extiende a lo largo de toda la vida. Con la disculpa que escribí, aprendí algo sobre la lente diferente con la tenemos que mirar para entender el problema de la violencia de los hombres al que yo y otras mil millones de mujeres han sobrevivido. A menudo pensamos en el castigo en primer lugar. Es nuestra primera reacción, pero en realidad, aunque el castigo a veces es eficaz, por sí solo no es suficiente. Mi padre me castigó. Me bloqueé, y estaba destrozada. Creo que el castigo nos endurece, pero no nos enseña. La humillación no es revelación. Lo que realmente se necesita es crear un proceso que puede implicar la pena, mediante el cual abrimos una puerta donde los hombres en realidad pueden convertirse en algo y alguien más. Durante muchos años, odié a mi padre. Yo lo quería muerto o en la cárcel. Pero, en realidad, la rabia me mantuvo conectada a la historia de mi padre. Lo que realmente quería no era solo que mi padre dejara de hacerlo. Quería que cambiara, que se disculpara. Eso es lo que queremos. No queremos que los hombres sean destruidos, no queremos que sean castigados solamente. Queremos que nos vean, a las víctimas que han perjudicado, y queremos que se arrepientan y cambien. Y realmente creo que esto es posible. Y realmente creo que es el camino a seguir. Pero necesitamos que los hombres se unan a nosotras. Necesitamos ahora que los hombres sean valientes y parte de esta transformación. He pasado la mayor parte de mi vida desafiando a los hombres, y estoy aquí ahora, ahora mismo, convocándolos. Gracias. (Aplausos)