Si yo perdonara, y lo hice con Mengele, con Hitler; digamos que los hubiera perdonado en 19... 50, en 19... 55, diez años después de la liberación ¿Acaso Mengele, Hitler, Himmler, cualquiera de ellos, lo sabría o le importaría? No. ¿A quién más le habría afectado, realmente? - A usted. A mi. Así que partamos de esa idea, para entender: ¿Por qué ocurre el perdón? ¿Y qué ha producido en mi? ¿Pude haber cambiado algo de lo que sucedió? La tragedia, ¿pude haberla cambiado? ¿Podría alguien cambiarla? Si yo escalara el Monte Everest, y gritara con todas mis fuerzas, ¿podría alguien hacer algo? Así que, básicamente, una vez que sucede una tragedia, o cualquier cosa, buena o mala, no puedes cambiarla. ¿Cualquier víctima merece vivir sin el dolor que otra persona impone sobre ella? Sí. Todas las personas deberían poder vivir sin ser heridas. Yo no hice nada para ser tratada de esa forma. Entonces, mi pregunta es: Si yo merezco vivir sin dolor, ¿qué puedo hacer para lograrlo? Lo único que se me ocurrió, fue accidental que yo descubriera el perdón. Que al perdonar, no estoy olvidando, porque sigo hablando de ello; pero ya no estoy herida. Puedo hablar de eso sin dolor, y también me hace sentir que estoy por encima del dolor, porque puedo discutirlo, pero no puedo ser destruida por él. Así que es una idea muy interesante, que para conquistar al dolor, sin realmente... Yo nunca herí a nadie. Entonces, ¿cómo no puedo hacerlo? Mi solución no es... Yo no castigo a nadie, no envío a nadie a prisión, no mato a nadie, no acuso a nadie. Yo estoy perdonando, para sanarme. Y no puedo ver cómo eso puede ser algo malo.