Mi historia de amor y pérdida como adoptada transracial

Un misterioso tatuaje en su brazo es todo lo que conectó a Sara Jones, que fue adoptada cuando era niña por padres blancos, con sus orígenes surcoreanos. La búsqueda de su familia biológica le enseñó que las historias de adopción transracial a menudo plantean nuevas vidas en el extranjero como golpes de suerte que exigen una gratitud infinita, oscureciendo una realidad mucho más compleja. A través de su experiencia de pérdida y descubrimiento, Jones ofrece orientación sobre qué pueden hacer los padres adoptivos para proteger las narraciones culturales y personales únicas de sus hijos.

Cuando tenía tres años,

fui adoptada transracialmente
desde Corea del Sur

por una familia blanca
en Salt Lake City, Utah.

Llegué a EE. UU. con un misterioso
tatuaje en mi antebrazo izquierdo.

El tatuaje era tan enorme y notorio

que mis padres adoptivos lo quitaron
quirúrgicamente de inmediato.

Les preocupaba que
otros se burlaran de él.

Hoy solo queda una ligera cicatriz
donde estuvo el tatuaje,

así que lo redibujé con un marcador
permanente para que vean cómo era.

Los registros coreanos de adopción
en 1976 eran notoriamente incompletos.

No tenía ninguna información
sobre mi origen

o mi familia biológica.

Ni siquiera sabía si mi nombre o
fecha de nacimiento eran reales

o si estaban asignados.

Y nadie sabía qué significaba mi tatuaje.

La adopción transracial es cuando
un niño de una raza o etnia,

es adoptado por padres de
una etnia o raza diferente.

En mi generación, los niños que
eran adoptados desde Corea

fueron integrados en la cultura
de sus padres adoptivos.

Así que me criaron como si fuera blanca.

De pequeña, mi familia comía en
ocasiones en un restaurante coreano,

o íbamos a un festival asiático.

Pero no me identificaba con ser asiática.

Mirando em retrospectiva,

quitarme el tatuaje es un símbolo
de perder una conexión

con mi etnia y cultura coreana.

Y no estoy sola.

Desde los años 1950, se han adoptado
casi 200 000 niños coreanos

en todo el mundo.

Un creciente grupo de investigación
muestra que los niños experimentan trauma

cuando son separados de
sus familias de origen.

Mi historia incluye ese trauma infantil.

Hace poco descubrí que mi madre biológica

abandonó a mi familia
poco después de que yo nacer.

Cuando tenía dos años
mi padre biológico se lesionó

y no podía mantenernos
a mis hermanos y a mí.

Así que ma is dos hermanos mayores y a mí
nos enviaron a los servicios sociales.

Ya ahí, alguien decidió que
como era más joven,

era más adoptable.

Y así, me enviaron a un orfanato separado,

separada de mis hermanos
que se preocupaban por mí.

Mi registro de adopción dice que no jugaba

con ningún niño en el orfanato,

y ahora sé por qué.

Mis fotos de adopción muestran
a una niña asustada y desnutrida.

Solo imaginen el shock cultural
nueve meses después, cortos y solitarios,

cuando llegué a EE.UU,

donde todo era diferente:

la gente,

los edificios,

la comida,

y la ropa.

Con tres años rápidamente noté

que nadie hablaba el idioma
coreano que yo hablaba,

así que dejé de hablar por completo
después de seis meses.

Y cuando comencé a hablar
de nuevo fue en completo inglés.

Una de las primeras frases que dije,

mientras mis padres me enseñaban
mis fotos del orfanato

fue: "Sara triste".

Los niños adoptados a menudo
levantan barreras emocionales

para protegerse a sí mismos
de ser heridos de nuevo.

Ciertamente hice eso,

y como muchos niños
adoptados transracialmente,

hubo muchos momentos de niña
en los que deseé ser blanca

como los otros niños a mi alrededor.

Otros niños se burlaban
de mis ojos y mi nariz.

Bien, los estilos de los 80 eran
en particular brutales para mí,

con gafas que no me quedaban bien,

estilos de peinado ...

(Risas)

que se veían ridículos en mí.

(Risas)

Puede que esta narrativa de adopción
les resulte incómoda de escuchar.

La narrativa que solemos escuchar
es la de nuevos padres

esperando ansiosos a un niño deseado
durante tanto tiempo.

La historia de los padres se cuenta
con amor, alegría y emoción

y cuando llevan a un niño
recién adoptado a su hogar,

familia y amigos homenajean
y felicitan a los padres

por su maravillosa decisión de adoptar.

La historia de adopción de mis padres fue
una bella manta que me mantuvo caliente.

Pero después de un tiempo, sentí
que la atención estaba más en la manta,

cubriéndome por completo
a mí y a mi punto de vista.

No podía respirar emocionalmente.

Mis padres me decían cosas como:

"Me enamoré de ti
la primera vez que vi tu foto.

Se me rompió el corazón".

Me aman, lo sé, y me querían.

Pero desearía que mi única historia de
nacimiento que tuve no fueran tan triste

tan humanitaria.

A menudo confundía el amor con gratitud,

especialmente cuando otras personas
decían cosas como:

"Tienes mucha suerte de haber
sido adoptada en EE. UU.".

O "Tus padres son
unos ángeles por adoptarte".

De niña sentía que estos comentarios

eran un recordatorio para estar agradecida

por la caridad de mis padres.

Me molestaba no poder
decir a estos adultos:

"No me gusta que me recuerden
todo el rato que soy adoptada.

Solo quiero ser una niña normal,

e incluso desagradecida de vez en cuando".

(Risas)

Pero aprendí a sonreír
sin sonreír realmente,

y a medida que me hacía más mayor,
quería decir:

"Sara aún está triste".

Pero enterré mis sentimientos,
y no fue hasta más tarde

cuando me di cuenta de que nunca
había lamentado mi propia adopción.

Si bien muchos de nosotros
entendemos que adoptar un niño

de una raza, cultura o país
diferente nunca es simple,

rara vez reconocemos
las complejas emociones

que pueden experimentar
los niños adoptados.

Algunos niños experimentan
sentimientos de pérdida,

sentimientos de rechazo,

dolor,

vergüenza

culpa,

desafíos con la identidad,

dificultad con la intimidad

y problemas de control.

Solo pregúntenle a mis hijos.

(Risas)

Los niños adoptados pueden
amar a sus padres adoptivos

al mismo tiempo que experimentan
estas emociones complejas.

Y muchos nos preguntamos:
Si tuviéramos espacios emocionales seguros

para poseer nuestras propias
historias siendo jóvenes,

¿seguiríamos luchando
para aceptar la adopción como adultos?

¿Dónde encontramos el oxígeno emocional
para poseer nuestras propias historias?

Desde finales de los años 90
y principios de los 2000,

investigadores como el Dr.Richard Lee
se han centrado en diferentes técnicas

para la adopción transracial.

La esperanza es ayudar
a los niños y a sus padres adoptivos

a adaptarse mejor a sus circunstancias
raciales y étnicas únicas.

Se fomenta más la inculturación,

que expone a los niños a la gente,

los lugares, los idiomas y
la cultura de sus familias biológicas.

Algunos padres se centran
en la inculcación racial

para trabajar específicamente
con sus hijos

el racismo y la discriminación

que experimentarán fuera de su hogar.

Y algunos padres permiten a
los niños que elijan a medida que crecen

el nivel de exposición a
la cultura de sus familias biológicas.

Podríamos mirar a estos signos de progreso

y pensar que lo tenemos todo resuelto
cuando se trata de adopción transracial.

Los adoptados coreanos fueron la primera
ola masiva de adopciones internacionales,

casi 30 años antes de que
la mayoría de los demás países,

por lo que hay generaciones enteras
de adoptados coreanos:

desde niños hasta adultos de 70 años,

lidiando con el impacto de su asimilación,

y solo ha habido un puñado de estudios

que siguen a los adoptados transraciales
durante toda su vida.

Sé que la gente a mi alrededor
no podía entender el dolor por mi adopción

Rachel Rostad, otra adoptada coreana,
expresó lo que estaba sintiendo

cuando dijo:

"La pérdida es especialmente
confusa de medir

cuando parece que no
he perdido nada en absoluto.

No falta como un órgano.

Falta dondequiera que vayan
los sueños cuando parpadeas despierto

con la luz de la mañana".

Cada año, cientos de adoptados
de Corea del Sur

buscan a sus familias biológicas.

Las agencias coreanas denuncian
que menos del 15 % son exitosas.

El año pasado, encontré
a mi familia coreana en tres meses.

Publiqué una foto de mi tatuaje
redibujado en redes sociales,

que grupos coreanos
compartieron generosamente.

Y un amigo de mi hermano vio la foto,

y supo al instante
lo que significaba el tatuaje.

Cuando mi padre decidió
enviarnos a servicios sociales,

estaba preocupado de que nos separaran
e incluso adoptaran en países extranjeros.

Y entonces tomó la medida insólita
de colocar un gran tatuaje

en cada uno de nuestros brazos

y en el suyo,

para que algún día pudiéramos encontrarnos

Y trató de buscarme.

Y estaba en lo cierto:

el tatuaje me llevó finalmente
a encontrar a la familia que había perdido

Por desgracia, falleció nueve años
antes de poder ver reunidos a sus hijos.

Pero el año pasado, viajé a Corea
a conocer a mis dos hermanos mayores,

mi tía y mi tío,

y aprendí muchas cosas nuevas sobre mí,

incluyendo mi fecha real de nacimiento,

la cual en realidad me hace
siete meses mayor.

(Risas)

A esta mujer de mediana edad
no le gustaba saber que era mayor.

(Risas)

Y eso explica todas las clases
para superdotados y avanzados

que tuve en el colegio

(Risas)

Pero lo más importante que aprendí

era que tenía
una familia cariñosa en Corea

que me recordaba cuando era un bebé

y nunca me había olvidado.

No fui abandonada, como decían
mis registros de adopción.

Me querían.

Es hora de replantearnos
nuestras opiniciones sobre la adopción.

Un ecosistema de adopción
saludable es uno en que los niños,

las familias adoptivas y biológicas,

cada una posee sus propias historias.

Cuando estas narrativas
se colocan una junto a la otra

crean una mejor empatía
y políticas para las vidas

a las que impacta la adopción.

Aquí van dos cosas que
los adultos pueden hacer

para proteger mejor
las historias de los niños adoptados.

Primero, proporcionen a los niños espacios
seguros para expresas sus emociones,

tanto positivas como negativas.

Frases como "cuéntame más",

"¿qué deseas?"

y "esos sentimientos son normales"

son formas en que los padres pueden
otorgar oxígeno emocional a sus hijos.

Segundo, valide la historia de
adopción de su hijo.

Los niños pueden expresar emociones
que pueden resultar dolorosas

o preocupar a un padre adoptivo.

Como padre, esfuércese
en controlar y gestionar sus miedos

por separado de su hijo.

Reconozca la historia de su hijo
siempre como válida e importante.

Es natural querer proteger a los niños

para que no experimenten dolor.

Pero mi tatuaje es
un recordatorio conmovedor de

que cada adopción empieza con una pérdida

y cada niño se ve afectado
de manera diferente.

Los niños adoptados pueden
vivir una vida plena y rica,

ya que aceptamos y contruimos esta mano
de cartas única que nos repartieron

Y mientras escuchan
nuestras narrativas con empatía,

también escucharán cosas como:

curiosidad infantil,

amabilidad,

resilencia,

coraje,

amor,

y sí, incluso gratitud.

Gracias.

(Aplausos)